miércoles, 5 de agosto de 2020

Crónica del desastre, por Fernando Belaunzaran

 Crónica del desastre, por Fernando Belaunzaran

Foto: Cuartoscuro
La constante ha sido el ninguneo y la desinformación. Una infografía del gobierno federal difundida a mediados de marzo aseguraba que “la enfermedad causada por el coronavirus covid-19 no es grave” y, por tanto, no se debían suspender labores, clases ni eventos masivos.
Eran tiempos en los que el presidente López Obrador insistía en salir de gira, hacer mítines y besar niños con el permiso de “expertos”, representados en su mañanera por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, quien desde entonces no ha dejado de alcahuetearlo a costa de su prestigio.
Los conocimientos técnicos del funcionario se acoplaron a los caprichos políticos del mandatario y los resultados están a la vista. En lugar de aprovechar las experiencias internacionales exitosas y tomar las provisiones para implementarlas en México, se desperdiciaron los meses de espera, cometiendo los mismos errores de países que, sin tener esa posibilidad, se vieron rebasados por la nueva enfermedad.
Corea del Sur demostró que se debía actuar con premura y agresividad, aislando a los infectados, rastreando a sus contactos para hacerles pruebas y estableciendo cercos epidemiológicos. En su lugar, López-Gatell actuó con exceso de cautela y, a tono con la indolencia de Palacio Nacional, desempolvó el Modelo Centinela para monitorear contagios con pocas pruebas realizadas a pacientes con síntomas avanzados. Sus comentarios, deseando que el Presidente se contagiara y que era mejor que en un salón se enfermara el mayor número posible de niños, indican que apostó por la llamada Inmunidad del Rebaño.
Otros países, como el Reino Unido y Suecia, cometieron el mismo error, pero corrigieron al darse cuenta de que estaban tratando con un virus mucho más letal que el H1N1. A diferencia de los países europeos, en México se terminó el confinamiento cuando los contagios seguían al alza y, peor aun, se hizo a ciegas porque el reducido número de pruebas no permitía establecer un mapeo riguroso de la enfermedad. Por eso el semáforo epidemiológico estaba condenado a ser un elemento de conflicto con las entidades a las que quieren responsabilizar por las funestas consecuencias de políticas fallidas que insisten en mantener centralmente contra toda evidencia.
El Consejo de Salubridad General se instaló sólo para cumplir el requisito, establecer como prioritarias las obras insignia de la 4T y luego ser omiso con sus responsabilidades constitucionales.
López Obrador dice escudarse en la ciencia, asegurando que las decisiones son tomadas por especialistas, pero éstos aún no han logrado que el Presidente se ponga el cubrebocas, ni siquiera en espacios cerrados, no obstante los numerosos estudios científicos que han demostrado su efectividad para reducir el riesgo de contagio. No es gratuito que en el mundo lo ubiquen recurrentemente con Donald Trump, Boris Johnson y Jair Bolsonaro, otros tres populistas que también mostraron su desprecio por el conocimiento y subestimaron la pandemia, y no es casual que estos cuatro líderes coincidan con las naciones que más muertes han tenido por covid-19.
Más información: https://bit.ly/3a2eiKg

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