viernes, 28 de agosto de 2020

El nombre de la Ciudad de México

Niños juegan en el Zócalo capitalino. Foto: Eduardo Miranda Niños juegan en el Zócalo capitalino. Foto: Eduardo Miranda
Muchos se sorprenderán al saber que la designación Ciudad de México, oficial desde el 30 de enero pasado, fue propuesta por primera vez por el conquistador Hernán Cortés, y que así la denominó la Iglesia católica en la Bula expedida desde Roma para la edificación de la Catedral Metropolitana. Estos son algunos de los datos que aporta Felipe Echenique, investigador de la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) –y coautor con Alberto Cué García de Miguel Hidalgo y Costilla. Documentos de su vida: 1750-1813 (2009)–, en un ensayo entregado a este medio, del cual se presenta un resumen realizado por Judith Amador Tello.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Preguntaron los nuestros por gestos y señas cuál era el nombre de la provincia entera. ‘Yucatán’ respondieron aquellos, palabra que en su lengua vale tanto como ‘no os entiendo’; mas como los españoles creyeron que tal era el nombre de la región, resultó que en virtud de este impensado suceso se le dio y dará eternamente a aquellas partes el nombre de Yucatán”. 1
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La anterior sentencia la escribió el considerado como primer cronista de la conquista de América, Pedro Mártir de Anglería, entre 1521 y 1525.
Lo sancionado por él fue una regla casi absoluta. La permanencia en la designación, entre otros muchísimos casos más, de las indias occidentales para todo lo que después se llamó América, da clara cuenta de aquella terca actitud, aun y cuando la realidad obligara a abandonar la primera denominación.
El lector actual no puede esperar una literalidad absoluta, pues hubo cambios en la manera de grafiar los nombres de las ciudades, pueblos, provincias, personas, etcétera; pero aun con ello quedaron algunos aires de las primeras designaciones: Cempoal, Zempoala; Tascala, Tascaltecal, Tlaxcala; Churultecal, Cholula; Guasucingo, Guasuçingo (sic), Huejotzingo; Buacachula, Huaquechula; Tescucu, Texcoco; Huchilohuchico, Churubusco; Yztapalapa, Ixtapalapa; Yzcucan, Izucar; Caluaalcan, Culhuacán; Acuruman, Acolman; Otumpa, Otumba; y otras que permanecieron iguales, como es el caso de Chalco, Tacuba, etcétera.
Sólo conozco un caso relevante en donde no se cumplió lo fijado por Anglería. Me estoy refiriendo al nombre de la ciudad de Temixtitan, Temistitan, Tenuxtitlan o Tenoxtitlan, y que por último se terminó escribiendo y nombrando como Tenochtitlan, y luego se llamó y consagró con el nombre de Ciudad de México.
No es improbable que un buen número de lectores se sorprenda con dicha afirmación y otros con mueca socarrona señalen: en todo caso era México-Tenochtitlan, pues así está escrito en muchos libros de historia, desde los primeros tiempos.
El español más importante en la conquista fue sin lugar a dudas Fernando Cortés que, por alguna extraña razón no suficientemente explicada, todos conocemos como Hernán Cortés, cuyas llamadas Cartas de relación fueron las que dieron a conocer en Europa los nombres y circunstancias de lo que se estaba conquistando y dominando en lo que él bautizó como la Nueva España.
Él consignó y dio a conocer al llamado mundo occidental, por medio de la publicación de la Segunda, Tercera y Cuarta Cartas de relación 1522, 1523, 1524 respectivamente, que la principal ciudad de todas las que estaba poniendo bajo el dominio castellano era la llamada Temixtitan.
Ciudad que, según refirió Cortés, estaba rodeada de otras tantas ciudades, ya fuese dentro de las mismas lagunas o en sus riberas externas, y todas formaban lo que para él “débese decir de la manera de Mexico, que es donde esta ciudad (Temixtitan) y algunas de las otras que he hecho relación están fundadas, y donde está el principal señorío de este Mutezuma. La cual dicha provincia es redonda y está toda cercada de muy altas y ásperas sierras, y lo llano de ella tendrá en torno hasta sesenta leguas, y en el dicho llano hay dos lagunas que casi lo ocupan todo, porque tienen canoas en torno más de cincuenta leguas”. 2
Nótese que en el escrito de Cortés está claramente indicado el nombre de la ciudad de Temixtitan y que él está proponiendo que la provincia geográfica y humana que la circunda debe llamarse Mexico, sin acento, y así permaneció escribiéndose hasta el siglo XVIII.
Dicha propuesta de designación no anula el nombre de la ciudad Temixtitan, que queda incluida, pero no subsumida y mucho menos equiparable.
La enunciación secuencial de esos dos sustantivos no hace un compuesto, sino un binomio, con dos nombres diferenciados con significados propios. Pedro Mártir de Anglería llegó a mencionar, sin aportar más datos, que podían ser equiparables cuando escribió: “en la lagunosa y gran ciudad de Tenustitán, por otro nombre México, capital de muchos reinos”. 3 Pero esa equivalencia no se ve plasmada en otros documentos fuera del ya referido.
Lo expresado por Cortés fue efectivamente una propuesta, esto es, de llamar a la provincia que circundaba a la ciudad de Temixtitan como Mexico (sic), y en tal sentido tuvo seguidores o detractores.
Al escudo de la ciudad inmediatamente se le designa como de México sin ningún otro añadido, aunque tal sustantivo no sea el que señale la cédula que envió Carlos V, fechada el 4 de julio 1523 en Valladolid a la “gran ciudad de Temistitan-Mexico”, para otorgarle tal escudo.
(…) he podido distinguir grupos, diferencias, similitudes, ritmos y momentos de quiebre que, en un principio, sugieren que la corona de Castilla y Aragón siguió la propuesta cortesiana al utilizar entre 1522 y hasta 1548, el binomio Temixtitan-Mexico, para referir a la ciudad y provincia que la circunda.
Esa modalidad de referencia unida, no choca con el reconocimiento de la sustantividad de la propia ciudad Temixtitan, tal y cual la vemos que se usó cuando a Fernando Cortés se le reconoció y nombró en Valladolid, 15 de octubre de 1522, como “gobernador e capitán general de toda la tierra e provincias de la dicha Nueva España e de la dicha cibdad de Temistitan, e que hayáis tengáis la nuestra justicia civil e criminal.” 4
(…) a partir de 29 de noviembre de 1527 se comienza a deslizar muy ocasionalmente el sustantivo México para referir a la ciudad, aunque ello no implicó que se dejara de usar el binomio Temixtitan-México (…) Ese extraño ciclo de acompañamiento y seguimiento: binomio, enunciación en solitario del sustantivo México, llegó a su fin el 24 de julio 1548, cuando se le expidió el título de Muy Noble, Insigne y Muy Leal Ciudad de México. La solicitud de semejante título lo había llevado, como bien se advierte al principio del documento, el procurador Alonso de Villanueva, en nombre de la Ciudad de Tenoxtitlan-México de la Nueva España.
En el año de 1534, el 9 de septiembre, en la ciudad de Roma, se expide la Bula de erección de la catedral de México, dada por Clemente VII, donde se expresa:
“… a dichos Reinos esté el insigne lugar de México, y a el rededor haya un dilatado, distinto, y capacísimo territorio, que tendrá más de 20 000 vecinos o habitantes, de los cuales haya muchos fieles, así nuevamente convertidos, como otros extranjeros, que van a habitar y residir allí de distintas partes del mundo; y en dicho lugar de México haya entre otras iglesias, monasterios, y lugar píos erigidos con la devoción de los Reyes y de dicho Capitán; y que existe una Parroquial bajo de la invocación de la Bienaventurada Virgen María, de muy buena fábrica y edificio, a la que acuden todos los fieles, como a su parroquial, para oír las misas y demás divinos oficios y recibir los santos sacramentos; y deseando en grande manera el mismo Emperador Carlos, que aquella Iglesia Parroquial se erija en Catedral y el lugar de México en Ciudad: Nos habiendo tomado en este particular el discreto consejo de nuestros venerables hermanos los Cardenales de la Santa Iglesia Romana,… erigimos e instituirnos el lugar de México, y su Parroquial Iglesia, en Catedral, con la misma advocación de Santa María, para que haya un Obispo Mexicano, y pase a México….”
A partir de 1534 y hasta 1548, la documentación salida de la corte española hacia la Nueva España, irá deslizando cada vez con mayor frecuencia la enunciación de Ciudad de México en detrimento del binomio Temixtitan-México; ello sólo se convirtió en algo definitivo después de siete meses de haber fallecido Fernando Cortés el 2 de diciembre de 1547.
Resulta, si no del todo paradójico, sí por lo menos curioso que el ciclo de Cortés en Nueva España se iniciara poniendo a disposición de Carlos I de Castilla y Aragón y V de Alemania como las joyas de la corona: la principal ciudad Temixtitan, y su complejo entramado geográfico y humano que, para ser apreciable, él propuso que debería de llamar México; y termine con su muerte trastocando el orden de la historia que él había impuesto, pero no sin desaparecer del todo… pues el nombre de la ciudad que propuso tras mano –después de designar primero a la provincia para luego ver la posibilidad de que así se designara a la ciudad–, sólo se llamaría así cuando el capitán general dejara de existir:
A seis meses de su deceso y doce de que él dejó de mencionar la ciudad de Temixtitan, la Ciudad de México cobró carta de naturalización en el mundo entero. l
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1 Mártir de Anglería, Pedro: Las décadas del Nuevo Mundo. Estudio y apéndices por Edmundo O´Gorman, traducción del latín de Agustín Millares Carlo. José Porrúa e Hijos; México, 1964, vol. I, p. 398.
2 Cortés, Hernán: Cartas de relación. Nota preliminar de Manuel Alcalá; México, Porrúa, 1960, p. 62/1.
3 Mártir de Anglería, Pedro: Op. cit, vol. II, p. 665.
4 Martínez, José Luis: Documentos cortesianos. FCE, México, 1990. Martínez. Doc. 25.

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