sábado, 8 de agosto de 2020

Publicada: sábado, 8 de agosto de 2020 11:52
La explosión en Beirut ha dejado 157 muertos y generado la ira nacional, lo que los enemigos pueden aprovechar para incitar a una guerra civil en El Líbano.
Los funcionarios libaneses advierten que el número de víctimas mortales aumentará, a medida que las operaciones de rescate en el puerto sigan su curso.
La explosión ha provocado el desplazamiento de más de 300 000 personas. Las pérdidas materiales rondan entre los 10 000 y 15 000 millones de dólares, es decir daños mucho mayores que los estimados en evaluaciones preliminares.
El Gobierno libanés ha declarado estado de emergencia por la grave situación tras la explosión que, al parecer, fue causada por la detonación de miles de toneladas de nitrato de amonio y ha anunciado una exhaustiva investigación para esclarecer lo ocurrido e identificar a los responsables.
Hasta el momento, ningún grupo libanés o actores internacionales han dicho que la terrible explosión del pasado martes fue resultado de un ataque con misiles o con aviones no tripulados (drones).
Incluso Estados Unidos no ha tomado en serio la detonación de Beirut ni ha acusado al Movimiento de la Resistencia Islámica de El Líbano (Hezbolá) de almacenar armas explosivas en el hangar 12 del puerto de Beirut.
Pero, ciertos entes libaneses y otros medios, vinculados a ciertos países árabes de la región, han comenzado a barajar hipótesis acusatorias enfocadas en Hezbolá.

¿Quién acucia vientos de guerra civil en El Líbano?
El puerto de Beirut es una infraestructura vital para la economía del país. Allí trabajan miles de libaneses de todas las facciones políticas, incluidos partidarios de Hezbolá. Pues, lo ocurrido en Beirut ha dejado varias víctimas entre los libaneses de todos los grupos.
En la mente de la opinión pública del mundo ha quedado grabada las escenas de libaneses corriendo para salvar a las víctimas sin considerar su afiliación política o religiosa. Esta cohesión en El Líbano es de crucial importancia, ya que el peligro que representa la sedición para el país es mucho mayor que la explosión de 2750 toneladas de nitrato de amonio.
Está claro que no se puede esperar que los cinco millones de libaneses sean patriotas. Es por eso, que vemos que algunos inmediatamente se decantaron por acusar a Hezbolá y responsabilizarlo por la tragedia, alegando que el movimiento tenía un depósito de armas en el puerto de Beirut.
También hemos visto cómo algunos pidieron la intervención extranjera en las pesquisas de rigor.
Por otro lado, hay medios de comunicación afiliados a algunos países árabes y occidentales que no pueden pasar ni un solo día sin incitar a la sedición y la división.
Quien incita a la sedición no puede llamar a la paz. La sociedad libanesa y su contexto político y social han creado una atmósfera favorable para las sediciones sectarias y religiosas, en especial después de las protestas económicas del año pasado, que fueron aprovechadas por el régimen de Israel, EE.UU., y Arabia Saudí.
 Por eso, varios medios han creado escenas desprovistas de todo sentido moral y tratado de envolver lo sucedido en racismo y resentimiento, incluso han empezado a ofrecer detalles sobre las víctimas para divulgar si eran chiíes, suníes o cristianos.
Los libaneses sufrieron una guerra civil multifacética, que duró de 1975 a 1990 y se saldó con 120 000 bajas mortales.​ Según datos de 2012, aproximadamente 76 000 personas siguen desplazadas dentro de El Líbano.​ También hubo un éxodo de casi un millón de personas como resultado de la guerra.​

Los países árabes hicieron un amplio uso de la guerra civil libanesa. Vendieron armas a los grupos involucrados y después de la guerra, lo hundieron en una deuda bancaria. Sin saber que nunca podrán lograr sus objetivos en este país a través de la sedición, la violencia y el crimen.
Minutos después de la explosión en Beirut, varios medios y personas expresaron alegría por la tragedia. Estos pensaron que podrían seguir su plan de sedición, sobre todo porque el incidente coincidió con el día del fallo final del tribunal especial sobre la muerte del ex primer ministro Rafiq al-Hariri, en un atentado en 2005, dictamen que se ha suspendido frente a la actual coyuntura.
Pero no pasó mucho tiempo antes de que los medios opositores se dieran cuenta de que no tenían esperanzas de poner en marcha su plan de sedición que tiene estos fines:
acusar a Hezbolá, derrocar al Gobierno del premier Hasan Diab y hundir a El Líbano en una guerra civil igual que la de Siria.
El sectarismo político en El Líbano, factor clave
El Líbano reconoce oficialmente a 18 comunidades religiosas: cuatro musulmanas, 12 cristianas, la secta drusa y el judaísmo.
Conforme a un acuerdo que data de 1943, el presidente, el jefe del Parlamento y el premier de El Líbano se dividen entre las tres comunidades más grandes (cristiana maronita, musulmana chií y musulmana suní, respectivamente).
Los 128 escaños del Parlamento también se dividen en partes iguales entre cristianos y musulmanes.
Por esas razones, algunos países llevan años tratando pescar a río revuelto para sacar adelante sus agendas en este país, y convertirlo en otra Siria.
¿Qué se debe hacer para que la guerra siria no se extienda a El Líbano?
  • El Gobierno libanés debe anunciar los resultados de la investigación, con total transparencia y llevar ante la justicia a todos los involucrados en los hechos.
  • El Ejército tiene que contar con la suficiente autoridad para contrarrestar cualquier acción que busque vulnerar la seguridad de El Líbano.
  • Solicitar a los medios de comunicación nacionales, árabes y extranjeros cubrir los incidentes de manera veraz, lejos de cualquier análisis o justificación sediciosos.
  • Emitir una orden de arresto para cualquier persona que tenga la intención de incitar a la violencia en el país.
  • Detener a aquellos que están al acecho de provocar caos, tal como lo hicieron en Siria desde hace casi 10 años.
Si los libaneses se mantienen vigilantes y unidos neutralizarán todo complot en su contra.
Por Mohsen Khalif Zade

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