martes, 25 de agosto de 2020

Recomendamos: El miedo, por Macario Schettino

Recomendamos: El miedo, por Macario Schettino

El día de ayer, el NYT publicó una nota firmada por Jim Tankersley que intenta explicar la popularidad de Donald Trump (menor, pero todavía elevada). Hacia la mitad del texto, aparece una frase que me parece muy importante: “Ocho de cada diez Republicanos que perdieron su empleo en la recesión (actual) y aún no han conseguido trabajo, aprueban el manejo de la pandemia por parte de Trump. Casi tres de cada 10 Republicanos que perdieron su empleo dicen que están mejor, económicamente, de como estaban hace un año, un sentimiento que es compartido apenas por uno de cada diez Demócratas que sí han mantenido su empleo durante la crisis”.
Aunque usted lo sabe, es necesario repetirlo: desde hace unos años, se ha generalizado el que las personas evalúen la realidad, no de acuerdo con lo que perciben, sino siguiendo sus creencias. En opinión de esta columna, este fenómeno es resultado del ascenso de una nueva tecnología comunicacional que ha hecho insostenible nuestro modelo previo de la realidad. Aunque esa transformación inicia casi con el siglo, fue la Gran Recesión de 2009 lo que “despertó” a muchos. Fue en ese momento que se dieron cuenta de la discrepancia entre su modelo de la realidad y la realidad misma. Es lo que llamamos “disonancia cognitiva”, que resulta en una diferente forma de enfrentar la realidad.
Los seres humanos son incapaces de entender la realidad, de forma que construimos modelos para poderlo hacer. Esos modelos dependen del lenguaje, y éste de nuestra forma de comunicarnos. Por eso hay diferencias tan evidentes antes de que empezáramos a escribir, cuando logramos hacerlo, cuando esa capacidad se hizo extensiva, cuando inventamos la imprenta, con los medios masivos y ahora con las redes. En cada momento en que transitamos a una nueva etapa, lo que es claro para las mayorías es que lo que entendían ha dejado de existir (Benedetti: cambiaron las preguntas; Monsiváis: pasó lo que entendía). Al no entender, nos queda nuestra base animal: las emociones sin límite, el miedo, la angustia, la ira. Y seguir a un macho alfa, el más fanfarrón, el más agresivo, el más irresponsable.
Más información: https://bit.ly/2FNQK0q

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