miércoles, 30 de septiembre de 2020

El gobierno de los peores

 

El gobierno de los peores

Las personas capacitadas, o dejarán su lugar a figuras más ineptas, o se someterán para no ser humilladas

Julio Patan Columna Malos Modos
Julio Patán / Malos Modos / Heraldo de México

El derrame de renuncias en el equipo obradorista tiene explicaciones poco alentadoras.

La más visible, señalada por Jesús Silva-Herzog, es la humillación inherente a cualquier chamba oficial.

Tenemos un Presidente que usa sus mañaneras para educarnos sobre temas tan diversos como el petróleo, la seguridad pública, la alimentación, la inutilidad del cubrebocas, la hacienda, las redes, la Conquista, la escasa utilidad de las computadoras, la cría de pollos o las revistas culturales.

No hay ámbito del conocimiento en el que carezca de una opinión perfectamente blindada a la duda, una opinión categórica, inapelable.

Ese estilo –que, sí, recuerda a Fidel Castro o a Hugo Chávez, monologuistas compulsivos– es un reflejo de esa manera de gobernar tan suya: lo mismo si se trata de la pandemia, que de la economía, que del crimen organizado, que de Petróleos Méxicanos (Pemex), el presidente López Obrador, por decirlo así, diseña políticas que la gente de su equipo, con pocas excepciones, tiene que ejecutar obedientemente, como puede (o sea mal, porque es complicado ejecutar políticas sin pie en la realidad).

El desprecio por los especialistas es, en realidad, una forma del amor propio, y regar ese amor propio, con una sonrisa agradecida, es lo que se espera del gabinete.

No, no es esa la chamba de un secretario de Estado, no en un gobierno viable, en el que se espera de él conocimientos en su ramo, consejos informados y sensatos; cierta autonomía de vuelo, pues.

Eso hace imposible seguir en el cargo a cualquiera que pretenda hacer bien su trabajo, es decir, a cualquiera que reúna un mínimo de capacidad, pensamiento independiente y decoro.

Porque la humillación implícita, además, se vuelve fácilmente explícita e, incluso, viral: pregúntenle sino a Arturo Herrera, reconvenido por su jefe en cadena nacional por andar promoviendo el cubrebocas, que como se sabe no es de buenos cristianos.

Y es que los populismos son el gobierno de los peores, porque sólo queda lugar en ellos para los caraduras, los fanáticos y los desesperados. Va mi apuesta: en los próximos meses, las personas capacitadas o dejarán su lugar a figuras progresivamente más ineptas, o tendrán que someterse para no ser humilladas o defenestradas.

Muy mala señal, me parece, es por lo tanto la intervención del otro día de Claudia Sheinbaum, que ha hecho un trabajo prudente e informado en varios terrenos, al acusar a una mujer, sin pruebas, de financiar a las activistas que tienen tomada la CNDH, al hacer público su nombre, al usar como refuerzo argumentativo que viaja en una camioneta cara y al dejar caer que trabaja para una empresa facturera vinculada con el viejo régimen.

Y ya sé que la jefa de Gobierno, formalmente, no es parte del equipo de trabajo del Presidente.

Pero ella, tú y yo sabemos que él, de eso, no se ha enterado.

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