domingo, 29 de noviembre de 2020

El presidente es un hombre ignorante y asesino

 

Hace unos días, dentro de la dinámica de su conferencia matutina, el presidente de la República, Andrés  Manuel López Obrador, realizó unas desafortunadas declaraciones contra la Feria Internacional del Libro de Guadalajara. En el marco de su disputa política con el gobernador de Jalisco,  Enrique Alfaro, el mandatario no reparó en lanzar un ataque mediático contra el evento literario alegando un vínculo entre el titular del Ejecutivo local y Raúl Padilla, quien preside la FIL tapatía desde hace ya varios años. Fiel a su estilo despectivo, López Obrador aseveró que las últimas ediciones del encuentro habían estado “dedicadas contra nosotros”,  sustentando su premisa en el hecho de que personajes como Mario Vargas Llosa, Héctor Aguilar Camín y Enrique Krauze participaban en el encuentro, sin considerar la naturaleza diversa que permea en una cumbre de este tipo y en franca intención de denostar tanto a la institución, como a los pensadores que considera contrarios. Así pues, las afirmaciones se  suman de lleno a una serie de preocupantes y dolorosas posturas que AMLO ha mantenido frente al mundo cultural desde el inicio de su sexenio, estableciendo un oscuro panorama no solo para la esfera intelectual y artística mexicana, sino para la libertad de expresión en general.

Fernando García Ramírez, voz constante contra el autoerotismo y gran conocedor del mundo literario, realizó una lectura completa del escenario sombrío al que se enfrenta la cultura nacional en la era obradorista, no sin antes referirse a las palabras del presidente contra la FIL de Guadalajara, a la que definió como “un espacio de libertad, pluralidad y tolerancia que logra reunir año con año a todas las tendencias, las corrientes literarias, los grupos y las ideas en un solo lugar;  un evento de gran importancia, fruto de una labor excepcional, que se ha convertido en la feria del libro en español más importante del mundo, superando a la de Buenos Aires, y cuya valía fue reconocida recientemente con el Premio Princesa de Asturias. “

No obstante la importancia de la FIL, a García Ramírez no le parecen extrañas las palabras que López Obrador le dirigió.

“Yo encuentro las declaraciones del presidente muy comprensibles; si se ve la trayectoria de Andrés Manuel López Obrador, de hecho es posible notar  que es un hombre muy coherente. Esto lo digo en el sentido de que el presidente es un hombre que no tolera la crítica y que ha mostrado día con día, desde que tomó la presidencia, que no deja  pasar crítica sin contestarla en los términos más agresivos, incluso calumniosos. Es un presidente que no soporta la disidencia, ni la pluralidad y este ejercicio de intolerancia lo práctica todos los días desde la conferencia matutina.  Así pues, creo que su expresión última contra la Feria del Libro de Guadalajara es una manifestación de esa intolerancia y de esa falta de capacidad de admitir la pluralidad de opiniones”.

Pero el desprecio del titular del Ejecutivo federal  no se limita sólo a la FIL, sino todo el ámbito cultural, señala el editor.

“El presidente ha mostrado su talante autoritario en todos los gestos que tienen que ver con la cultura. En la misma línea se puede colocar el nombramiento de Paco Ignacio Taibo, pasando por encima de las leyes, adaptando las leyes mexicanas, para ponerlo como director  del FCE. Vale decir que los resultados que ha dado ese nombramiento son fatales: el Fondo de Cultura Económica está hecho casi pedazos y la línea editorial se ha desdibujado por completo. Paco Ignacio Taibo acaba de declarar hace poco que muy probablemente el FCE quizá no llegue a diciembre, porque se les va a acabar el dinero. Taibo ha hecho un desastre absoluto en su gestión editorial y fue gracias a la decisión de López Obrador, que colocó a una persona que no tenía idea de la dirección de una editorial, que se había dedicado a la promoción del libro, pero no a la gestión editorial, al frente de la mayor editorial mexicana. No solamente eso, también están los golpes recurrentes que el presidente ha dado a diversas instituciones culturales como el ataque a Nexos, y utilizo esa palabra porque lo que implementó el gobierno no fue una decisión administrativa, pues se ha comprobado ya que realmente se violaron algunos preceptos administrativos para adjudicarle una multa altísima a la institución. El único pecado de Nexos y de Letras Libres es tener una posición diferente a la del presidente, ni siquiera opositora, simplemente diferente, y como el presidente no acepta esas diferencias, se ha dedicado a satanizar a intelectuales, a revistas, y ha puesto a una gente inoperante a cargo de la mayor editorial. Lo reitero, se trata de una actitud congruente con su posición antiliberal, intolerante y antipluralista”.

Ante el cuestionamiento de si existe algún trasfondo de tipo económico en la postura presidencial frente a la cultura, Fernando García Ramírez comparte su opinión sobre los verdaderos motivos de López Obrador.

“Estos ataques no los veo como una cuestión de dinero, sino como un asunto partidista y electoral. La mayor obsesión que tiene el presidente no es la de gobernar, sino la de que su proyecto trascienda el tiempo que está marcado por la ley, la permanencia de MORENA en el poder, y hace todo lo posible por conseguir ese fin. Para ello, la estrategia que adopta es la de la polarización, polarizar a la sociedad, que se distinga entre buenos y malos, entre liberales y conservadores, entre “estás conmigo o estás contra mí”, entre la gente de la 4T y los adversarios de la 4T. El mundo en ese sentido pasa a ser un mundo dicotómico, pero realmente no es así, la realidad tiene una cantidad enorme de matices. Incluso el que pueda estar en contra de una política específica del presidente, para él, necesariamente tiene que estar en contra de su gobierno; si uno manifiesta cualquier punto adverso al López Obrador y a su política, entonces ya es un adversario, ya es un conservador y entra en el bando de los malos. El motivo de esta estrategia, me parece, recae en el hecho de que el público mayoritario que sigue a AMLO es un público de escasa educación a la que esa división bipolar del mundo le funciona, pues se trata de un mundo no muy sofisticado, sin matices, un mundo de blanco y negro en donde le vas a decir a tu elector no las razones por las que una persona piensa diferente o tiene ideas opuestas, sino simplemente que es el malo, es el conservador, es el adversario y hay que luchar contra él. La idea del presidente es dividir el mundo en una política tipo Carl Schmitt: “eres mi amigo o mi enemigo”, “todo lo que no esté conmigo está contra mí”. Dicho esto, la FIL de Guadalajara al no estar sometida a las directrices del gobierno actual, pasa inmediatamente a ser su adversaria. Todo lo que no entre en su concepción y que no le sirva para el año que entra, para conservar la mayoría electoral,  para que en  2022 se vote a favor de su permanencia en el poder y en 2024 se esté a favor de la permanencia de su partido, o de su persona, en el poder, todos, todo eso, es su enemigo”.

En este escenario, claramente, continua García Ramírez, la cultura está desfavorecida.

“En el mundo dividido en dos que López Obrador va construyendo lentamente todas las mañanas, en todos los discursos, todo lo que sea cultura le parece muy sospechoso. Hay una frase horrible atribuida a Goebbels, el propagandista nazi, que decía “cuando oigo la palabra cultura saco la pistola.” En este caso, cuando el presidente oye la palabra cultura, inmediatamente se coloca en una actitud represiva de quitar presupuestos, de amagar, de amenazar, de calumniar y entonces básicamente adopta esa posición goebbeliana, de que prácticamente lo que huela a cultura es enemigo mío, porque el mundo debe ser bipolar y la cultura ofrece un mundo totalmente distinto a la bipolaridad, es decir, ofrece un mundo lleno de posiciones distintas, de pluralidad, de riqueza intelectual, de visiones de una graduación infinita, de una gran cantidad de matices; esa es la cultura, cuyo universo no es univoco, sino que cada cabeza es un mundo. En la cultura se refleja esa universalidad de diferencias que el presidente no entiende,  y que no se va a tomar el tiempo para entender”.

Respecto a la reacción que los intelectuales han tenido frente a los ataques desde la tribuna presidencial, el crítico literario se pronuncia sobre el estado de miedo que se persiste en la esfera de las ideas.

“En 1961, en Cuba, cuando todavía no se cerraba el régimen y había algunos resquicios  de espacios de cultura libre, se dio un famoso discurso de Fidel que se se conoce como “El discurso de los intelectuales”. El comandante reunió a una gran cantidad de intelectuales cubanos y les dijo la frase “Con la revolución todo, contra la revolución nada”. En ese momento, todo quedó en silencio. El único que manifestó una oposición fue un poeta muy débil, frágil, que se llamaba Virgilio Piñera. Este escritor se levantó y dijo con una voz muy delgada “Tengo miedo”. Esa declaración me parece que fue la más valiente de todas, porque todos los demás se quedaron callados, pero el que dijo la palabra “miedo” y el que parecía el miedoso, en realidad fue el más valiente.  Refiero esta anécdota porque ya emuló López Obrador la famosa frase: “El que no está con la 4T, está contra nosotros”. Entonces, no ha habido alguien que se pronuncie en contra de su actitud proque domina mucho el miedo. Si hablas y dices, te envìan a la secretaria de la Función Pública a multarte con un millón de pesos y cerrarte la revista por falta de fondos; entonces, ya piensas dos veces antes de poder manifestarte, si la tendencia ha sido que a la gente que opine contrario al presidente se le va a negar todo presupuesto, que tendría que ser para todos, y se le va a satanizar y se le va a atacar. Dehecho, hay que decir que estos ataques se dan con una gran desproporción, porque el presidente puede atacar y su mensaje llega a todo el mundo, porque el mensaje matutino lo dice él en su podio, pero inmediatamente lo reproducen las cadenas de televisión, las cadenas de radio, las cadenas de radio locales, los periódicos y la opinión; creo que un mensaje del presidente puede llegar en una mañana a 15 o 20 millones de personas, en cambio, la respuesta que dé alguien que haya sido ofendido y responda desde su medio, a lo mejor llega a 20 mil o 30 mil personas. Por ende, hay una desproporción absoluta entre el mensaje y la fuerza del calumniado, contra el poder enorme de difusión del calumniador”.

Manifestando que al menos durante este sexenio la cultura no habrá de recuperarse del enorme retroceso que está sufriendo, el editor únicamente visualiza una opción en el actuar de la sociedad civil.

“Me queda claro que una de las características del presidente es su obcecación, para no decir necedad: nunca  da marcha atrás en nada, lo que significa que ya tomó la decisión de que el mundo cultural es un mundo plural y por lo tanto hay que tenerle mucha desconfianza. La cultura a través de las becas, de los apoyos, de las revistas, de las ferias del libro, es el adversario y en ese sentido, durante todo el sexenio no me parece que vaya a haber ningún cambio, el único cambio que puede suceder tendrá que venir de la sociedad. Conforme  pasa el tiempo, la gente que tenía alguna esperanza de que este gobierno fuera sensible al mundo cultural ya la perdió, también los científicos que tenían una esperanza de que este iba a ser un gobierno en que se apoyara a la ciencia ya perdieron igualmente toda esperanza; hay diversos segmentos de la sociedad que al principio confiaron, pero que ya notaron la realidad y es necesario que comprendan, a fuerza de los golpes del presidente, que si no hay una unión  entre ellos, que si no hay un método para tratar que la sociedad comprenda que si se pierde el mundo cultural se va a perder una riqueza de pluralidad enorme, si los intelectuales no proyectan la idea del baluarte que se puede perder, vamos a continuar igual”.

Finalmente, García Ramírez conluye su reflexión con un retrato preciso de Andrés Manuel López Obrador.

“El presidente dijo hace un año, en una conferencia matutina, que había hombres en América hace 10 mil millones de años, elo que significa que, justamente cuando el universo explotaba en el Big Bang, ya había hombres en América, algo un poco raro. Luego dijo que México se había fundado hace 10 mil años, cuando la cultura olmeca, la más antigua, tiene aproximadamente 3500 años. El presidente es un hombre ignorante, que puede decir que ha escrito más de diez libros, pero también hay que recordar que en el Club de Industriales hace algunos años confesó que muchos de sus libros no los había escrito él. Es decir, la cultura de AMLO, como la de Peña Nieto, es una cultura muy limitada, y que la limitación del presidente es que solamente tiene conocimiento de la cultura que le es afín, pero esa cultura es muy reducida, a diferencia del mundo que no lo es, y ese lo desconoce y lo ignora por completo. Es esa ignorancia, porque cuando alguien ignora algo se vuelve agresivo y se vuelve violento porque le da miedo todo lo que le resulta desconocido, esa, creo, es la fuente más honda de la intolerancia de López Obrador respecto al mundo cultural: la cultura le da miedo por plural”.

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