viernes, 29 de enero de 2021

Lucecitas al final del túnel

 

Lucecitas al final del túnel

Si ya sabemos que la Sputnik V va a tardarse un buen en llegar, ¿por qué no traer las gotas milagrosas del gobierno venezolano?

Lucecitas al final del túnel
Julio Patán / Malos modos / Opinión El Heraldo de México

Con cierta regularidad, este espacio se dedica a destacar los aspectos positivos de la 4T. No soy un talibán. Sé escuchar los llamados de los colegas que invitan a la mesura, la objetividad. A no polarizar. No saben qué ejercicio tan sano, tan reconfortante: se va la angustia, se difumina el enfado.

Porque basta que te pongas en esa disposición, la de encontrar las flores en el desierto, el rayito iluminador en la penumbra, y empiezan a aparecer ante tus ojos las tantas cosas positivas que nos trae este régimen. Aparece, sí, la esperanza.

Primera noticia positiva: las nanopartículas de cítricos funcionan. La fe de nuestra secretaria de Gobernación estaba justificada. ¿Lo notaron? Tempranito, sin cubrebocas porque eso dicta la etiqueta, dio la conferencia mañanera presencialmente, y no fue sino hasta la noche que recibió el negativo de su prueba de COVID-19.

Sabía perfectamente que los, digamos reporteros de todos los días, —el del parche, el de la corbata de moño, etc.— no estaban en peligro. Que el virus no mancillaría Palacio Nacional.

Lo que nos pone ante perspectivas alentadoras. Y es que, digo yo: si las nanopartículas funcionan y si ya sabemos que la Sputnik V —la vacuna que fue probada en 76 personas, la que remplaza a la de Pfizer que realmente nunca compraron— va a tardarse un buen en llegar, ¿por qué no traer las gotas milagrosas anti pandemia del gobierno venezolano? Seguro que sale más barato que inmunizar a 90 millones. Para no cargar de chamba a Gatell, que tiene que concentrarse ya en su carrera a la presidencia en 2024, podemos encargarle su aprobación a Conacyt. O a Rosario Piedra, que no parece muy ocupada.

En la misma tesitura, sabemos ya que, en efecto, el Presidente no es una fuerza de contagio.

Se burlaban mucho de las palabras del doctor, ¿verdad? Pues vean: ni doña Olga; ni el propio doctor, que se ve espléndido en las videoconferencias que ha hecho en los últimos días, con ese peinado tipo “mi mamá me puso jugo de limón en el pelo”; ni nuestro canciller, que como Gatell estuvo en una reunión con el Presidente y que como él ya anunció que dio negativo a COVID, corren peligro. Y qué tranquilidad.

Porque esto significa que tampoco tienen de qué preocuparse los otros integrantes del gabinete; ni Poncho Romo, que también estaba en la junta con Ebrard, con esos cacachuatitos; ni todos los pasajeros del vuelo que tomó el Tlatoani cuando ya tenía los primeros síntomas de la enfermedad. “Detente, enemigo…”

Por falta de espacio, no puedo hablar en detalle del beis, que vuela tan alto como un batazo de Pío López.

Termino con esto. En China usan ya tests para COVID de aplicación rectal, mucho más confiables. ¿Verdad que ya no parece tan mala idea lo de no gastar en pruebas para toda la población?

Sí: hay lucecitas al final del túnel.

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