martes, 30 de marzo de 2021

Historiografía de tradición indígena de la conquista

 

Historiografía de tradición indígena de la conquista

Por historiografía de tradición indígena de la conquista se entiende toda la producción obras históricas desarrollada por indígenas o elaborada con base en sus testimonios que aborda de manera explícita los eventos de la llamada conquista de México. En la historiografía de tradición indígena novohispana se conjugan, en diferentes grados y medidas, dos grandes antecedentes culturales, el mesoamericano y el mediterráneo. Así, por una parte, hay unas profundas raíces en la milenaria práctica mesoamericana de registro, resguardo y trasmisión de los saberes y tradiciones acerca del pasado a través de documentos conocidos como códices y de discursos orales formalizados; por la otra parte, hay una historiografía hispana que retomaba elementos del pasado grecorromano, de la tradición medieval, de la historiografía árabe y del Renacimiento. Además, si bien esta breve nota se refiere a las historias de la caída de Tenochtitlan y Tlatelolco, debe hacerse hincapié en que la historiografía de raigambre indígena de la conquista va más allá de los eventos de la expedición cortesiana de 1519 a 1521, y abarca otros pueblos, regiones y tiempos, como ocurre con los purépechas de Michoacán en la Relación de Michoacán, y los grupos mayas de Yucatán y Guatemala con los libros de Chilam Balam y el Memorial de Sololá, sólo por mencionar algunos ejemplos.

En términos generales es posible organizar la producción historiográfica de tradición indígena en dos grandes rubros en atención a sus características formales, por una parte, están los documentos conocidos como códices y, por otra parte, están los documentos escritos en caracteres latinos. En lo que respecta los códices, estos se caracterizan por usar de manera simultánea y orgánica dos sistemas complementarios de registro y expresión de la información histórica, así, hay una narrativa pictórica en la que se representan personajes, pueblos y hechos históricos, y un sistema de escritura fonético que se usaba principalmente para asentar nombres de personajes, lugares, cargos y fechas, es un sistema similar a las actuales novelas gráficas e historietas. En varios casos también existen anotaciones de diversa extensión en caracteres latinos tanto en lengua náhuatl como en castellano. Los códices no tienen indicaciones explícitas de un posible autor, por lo cual pueden pensarse que representan más bien una autoría colectiva. Los códices tienen diversos formatos, ya sea tiras, rollos, biombos, lienzos o libros a la manera europea. Los materiales más comunes son el papel del amate, el papel europeo y los lienzos de algodón.

Por su parte, las obras escritas en caracteres latinos se caracterizan por el uso predominantes del sistema de escritura latino, aunque varios puedan presentar también imágenes de diversa extensión y calidad. A su vez pueden ordenarse en las obras escritas en lengua náhuatl y las escritas en castellano, aunque algunos autores escribieron en ambos idiomas. Varios autores de origen hispano, que conocieron las obras indígenas, las rescataron y tradujeron al español, ellos mismos se dan el rango de intérpretes y no de autores, aunque su grado de intervención en los textos que se conocen es motivo de análisis y debate entre los especialistas. Están escritos en papel europeo y tienen el formato de libro occidental.

También es válido organizar estas obras por la filiación regional y política que generó subtradiciones historiográficas dentro de la categoría mayor de la historiografía de tradición indígena. Entre estas destacan la tradición tlatelolca, con dos obras notables escritas en lengua náhuatl, los Anales de Tlatelolco la historia de la conquista recabada por fray Bernardino de Sahagún y sus colaboradores e incorporado como Libro XII de la Historia general de las cosas de Nueva España. La tradición tenochca cuenta con dos códices estrechamente relacionados, el Códice Telleriano-Remensis, y el Códice Vaticano A; a ellos debe agregar el Códice Azcatitlan y el Códice Aubin, el cual combina tanto el códice tradicional como largos textos en caracteres latinos; también están las obras vinculadas a la llamada Crónica X, prototipo documental del cual abrevaron fray Diego Durán en Historia de las Indias de la Nueva Espala e islas de la Tierra firme, y la Crónica mexicana de Hernando Alvarado Tezozómoc, por su parte la Relación del origen de los indios que habitan esta Nueva España según sus historias Juan de Tovar está vinculada a los trabajos de Durán, Sahagún y otras fuentes. La tradición tlaxcalteca que comprende algunos de los códices más notable sobre la conquista, como el Lienzo de Tlaxcala y Las pinturas tlaxcaltecas de la conquista del Manuscrito de Glasgow, así como dos obras de la autoría de Diego Muñoz Camargo, la Descripción de la ciudad y provincia de Tlaxcala y la Historia de Tlaxcala. La tradición acolhua está representada por las obras históricas de Fernando de Alva Ixtlilxóchitl como el Compendio histórico del reino de Texcoco y la Historia de la nación chichimeca. La tradición chalca con las obras de Domingo Chimalpain Cuauhtlehuanitzin, como la Séptima relación y sus apostillas a la Historia de la conquista de México de Francisco López de Gómara. Así como otras obras que no pueden vincularse de manera clara con alguna subtradición, como es el caso de las historias de Cristóbal del Castillo y códices como los Anales de Tula o la Tira de Tepechpan.

Estas subtradiciones historiográficas centran su discurso en las acciones de los diversos grupos que participaron en la conquista, especialmente las elites gobernantes, los mandatarios y guerreros destacados; en muchos casos hacen explícita las continuidades de los linajes de poder desde el tiempo mesoamericano hasta el momento de elaboración de las obras. Muchas tradiciones, como la tlaxcalteca y la acolhua resaltan el carácter de ser aliados de los castellanos y, en ese sentido, se muestran como conquistadores, partícipes de la construcción del Imperio español y como buenos cristianos. En otros casos, se hace hincapié en el impacto de la derrota, el valor de los vencidos, su sufrimiento y sus pérdidas, como en es el caso de las tradiciones tlatelolca y tenochca en los Anales de Tlatelolco o la Crónica mexicana de Tezozómoc. Otro de los temas recurrentes en la mayoría de las obras es la dimensión sacra de la conquista, ya sea respecto de la religiosidad mesoamericana, como es el caso de los tetzáhuitl o presagios que supuestamente anunciaron la llegada de los hispanos, o reinterpretando los eventos a la luz de providencialismo cristiano, en muchos casos ambas perspectivas se conviven e incluso se yuxtaponen en una misma obra o autor como es el caso de Chimalpain. Finalmente, estas obras no sólo reflejan diversas noticias, datos y memorias respecto de la conquista, sino que, sobre todo, permiten entrever la idea que las elites indígenas tenían de si mismas en el contexto colonial y su proyección como parte integrante de una nueva realidad.

 

Para leer más

  • Miguel León-Portilla, introducción, selección y notas, Visión de los vencidos. Relaciones indígenas de la conquista, México, UNAM, 2019.

https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/obras_leon_portilla/599.html

  • Miguel Pastrana Flores, Historias de la conquista. Un análisis de las obras de tradición náhuatl, México, UNAM: Instituto de Investigaciones Históricas, 2004.

https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/historias_conquista/438a.html

  • José Rubén Romero Galván, coordinador, Historiografía novohispana de tradición indígena, México, UNAM: Instituto de Investigaciones Históricas, 2003.

https://www.historicas.unam.mx/publicaciones/publicadigital/libros/317_01/historiografia.html

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