miércoles, 31 de marzo de 2021

La sombra de Allâh

 

La sombra de Allâh

En el Nombre de Allâh; el Todo Misericordioso; el que Manifiesta Su Misericordia

Un hadiz muy conocido, al que sin embargo no se le presta la atención debida, por la vorágine materialista que amenaza con consumirlo todo. Un hadiz que muchos conocen de memoria, pero que pocos practican. Por eso, hoy nos vamos a parar en cada una de la característica de los musulmanes creyentes a los que este hadiz alude de manera explícita:

De Abu Huraira, Allâh esté complacido con él, que dijo el Profeta – la plegaria y la paz sobre él:

«Siete clases de personas estarán bajo la sombra de Allâh, el día que no haya más sombra que la Suya:

‘Un gobernador justo.

Un joven que vive en la adoración de Allâh, Poderoso y Majestuoso.

Un hombre cuyo corazón está unido a las mezquitas.

Dos hombres que se aman por Allâh, se juntan por Él y se separan por Él.

Un hombre al que le intentó seducir una mujer bella y él la rechazó diciéndole: ‘¡Verdade­ramente, yo temo a Allâh!’

Un hombre que da una caridad ocultándola de tal forma que no supo su mano izquierda lo que dio su mano derecha.

Y un hombre que recordó a Allâh a solas y sus ojos se inundaron de lágrimas”.

Lo recopilaron Al Bujari y Muslim.

Este hadiz merece un primer análisis, es decir, debemos saber si nos encontramos en una de estas categorías a fin de beneficiar de la sombra del Todo Misericordioso el Día en que todas las almas comparecerán ante El. Si ya, después de esta primera evaluación, constatamos que entramos en una de estas clases de creyentes, nos podremos alegrar; mucho más aún si en nosotros se dan dos o más, e incluso todas ellas. Si sabemos que nos encontramos en esta lista, entonces lo que debemos hacer es intentar conservar la virtud, que relacionada en ella, nos caracteriza.

“Un gobernador justo”:

Aunque en esta categoría entran directamente aquellos quienes desempeñan un cargo en la comunidad de Muḥammad – sobre él la plegaria y la paz -, podemos extender esta virtud a aquellos quienes, teniendo una responsabilidad, aunque fuere de un pequeño grupo, actúen con sentido del deber, con misericordia, justicia y generosidad hacia aquellos sobre los que se gobierna de alguna manera.

Gobernantes justos, los hay, es cierto; pero gobernadores justos son tan difíciles de encontrar como un hilo blanco en un granero en la negritud de la noche.

Un joven que vivió en la adoración de Allâh, Poderoso y Majestuoso

¿Por qué un joven precisamente? Pues porque los jóvenes tienden más a la diversión, al olvido de Allâh, por creerse que tienen toda la vida por delante, y esto les hace olvidar la proximidad de la muerte y del encuentro de su Señor. Pero aquellos jóvenes que, desde esta temprana edad, han establecido un lazo sagrado con su Señor, El, que es toda Bondad y Misericordia, no los olvidará y les elevará en rango y en consideración. Según vayan avanzando en edad les dará sabiduría y todas las virtudes que derivan del recuerdo de Allâh, el Inmenso. Pues el recuerdo de Allâh es tan fuerte y efectivo, que por él mismo transforma a la persona y la convierte en un modelo para la comunidad.

Un hombre cuyo corazón está unido a las mezquitas.

Tengamos en cuenta una cosa muy importante a este respecto. En un principio, las mezquitas deben ser las casas de Allâh, que como las estrellas en el firmamento brillan con propia luz. Ahora bien, ¿qué ocurre cuándo, como en la actualidad podemos ver, que muchísimas mezquitas se han convertido en casas desde la cuales se enseña el mal, y se aparta a las gentes del Camino recto? Pues que, en toda evidencia, esas “mezquitas” no entran en consideración en lo que a este hadiz respecta. Muchos, en esta época, no acuden o no acudimos a muchas mezquitas, para huir de la fitna y de las mentiras de aquellos que las dirigen, regidos por directrices políticas, en las cuales el Islam no tiene presencia alguna.

Es entonces que hacemos de nuestras casas mezquitas, y que en ellas nos comportamos como si estuviéramos en ellas: alimentando al pobre, recordando a Allâh, rezando a las horas convenidas; invitando al huésped, rezando en ellas con aquellos quienes siguen la buena vía y no siembran la discordia entre las gentes.

Dos hombres que se aman por Allâh, se juntan por Él y se separan por Él.

Esta categoría indica a aquellas personas que han intimado gracias a su implicación en la vía de Allâh. Ya sea producto de una amistad, o de una relación maestro-discípulo, lo que se exige en este caso es que dicha relación sea sincera y no se encuentre presidida por intereses materiales, sino por el desapego total de nuestras personas en consideración a aquellos a quienes amamos por Allâh, considerándolos con los mismos derechos que nosotros mismos, y no prefiriéndonos nosotros a ellos.

Un hombre al que le intentó seducir una mujer bella y él la rechazó diciéndole: ‘¡Verdade­ramente, yo temo a Allâh!’

Allâh nos libre de esta prueba; pero si ella nos ha llegado y hemos obrado honestamente en consecuencia, entonces debemos alegrarnos por la gran consideración en la que Allâh nos tendrá por no haber cedido ante las insistencias de alguien quien nos quiso llevar a cometer un delito contra Allâh.

Un hombre que da una caridad ocultándola de tal forma que no supo su mano izquierda lo que dio su mano derecha.

Si ya, dar limosna en secreto es una virtud, debido a que con ese sigilo no dejamos crecer el Ego, olvidar lo que se ha dado se encuentra en un nivel superior. Pero, hermanos/as, aquí no se está hablando de aquellos que hacen por olvidar cuando sus mentes les representan este hecho. ¡No! Se habla de aquellos que cierran el asunto, que se olvidan de él, y que sus mentes lo han borrado de una manera tan letal, que, aunque quisieran recordar, no podrían. Esto existe hermanos, y hasta que no lleguemos hasta ahí, nuestra caridad no alcanzará el propósito que tuvo en la primera ocasión.

Y un hombre que recordó a Allâh a solas y sus ojos se inundaron de lágrimas”.

¿Y cómo contener las lágrimas cuando recordamos Sus Bondades, Su Misericordia, Su Belleza, Su Magnanimidad, Su Amor y tantos y tantos beneficios incontables como recibimos día tras día, de esa Divinidad Bendita sin la cual no existiríamos y no seríamos nada ni nadie?

Cuando Allâh entra en un corazón, se apodera de El y compra nuestra alma a cambio de un Paraíso en el que seremos inmortales, no hay lugar para otra cosa; no hay lugar para este bajo mundo y sus miserias.

El otro mundo

En ese Día Allâh nos reunirá. Los musulmanes saldremos de nuestras tumbas con vestidos blancos y compareceremos ante un Rey Poderoso, Misericordioso y Eterno. Allí comenzaremos nuestro periplo en la Eternidad; seremos distribuidos cada uno en su destino correspondiente; y en ese día unos reirán, otros llorarán. Unos entrarán directamente al Paraíso, al Firdaws, al Estanque del profeta, con los profetas, los justos, los santos y los mártires; otros pasarán el examen de la Balanza, y si su brazo derecho es más pesado que el izquierdo, entrarán a los paraísos inferiores, contentos, pero con un halo de tristeza por no haber trabajado en este mundo para ir al Firdaws.

Otros, serán juzgados y serán de los perdedores.

Se pasará el puente del Sirat: algunos como una exhalación, otros deprisa, otros andando y penando hasta llegar al otro lugar; otros caerán en las llamas que están debajo. Allâh no es injusto con nadie, antes bien, se ha impuesto a El Mismo la Misericordia. Y si castiga a algunos será en toda Justicia, y nadie tendrá derecho a reclamar.

Ahora bien, pidamos a Allâh para ver aquellas maravillas que ningún ojo vio, ningún oído llegó a escuchar y ninguna imaginación se llegó a representar.

Pues El, es El Dueño del gran favor; Huwa dû-l-Faḍlu-l-ˤAẓîm

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