viernes, 3 de septiembre de 2021

Muere de COVID exoficial de la CIA y teórico de la conspiración que dijo que la pandemia era un engaño

 

Muere de COVID exoficial de la CIA y teórico de la conspiración que dijo que la pandemia era un engaño

 

Stuti Mishra

jue, 2 de septiembre de 2021 2:42 p. m.

Un antiguo oficial de la CIA que afirmó ser la primera persona en llamar al covid un engaño, murió a causa de la enfermedad tras luchar por su vida durante casi un mes en un hospital.

 

Robert David Steele, veterano del cuerpo de marines estadounidense y partidario de QAnon, promovió varias teorías conspirativas, entre ellas una que decía que el covid era un engaño. También promovió una campaña antivacunas.

 

A principios de este mes, Steele fue hospitalizado con síntomas de coronavirus, incluyendo pulmones gravemente dañados. Sin embargo, el exmarine siguió diciendo que la infección era un engaño y se negó a vacunarse.

 

“No voy a vacunarme, aunque hoy he dado positivo en lo que sea que llaman ‘covid’, pero la conclusión es que mis pulmones no funcionan”, escribió Steele en su última publicación el 17 de agosto, acompañada de una foto con un respirador artificial.

 

“Nunca volveremos a ser los mismos porque ahora sabemos que nos han mentido en todo”, escribió Steele. “Pero, ahora también sabemos que podemos confiar los unos en los otros. Hoy estoy vivo porque tuve una red que me llevó a un buen hospital en Florida”.

 

Siendo positivo sobre su recuperación, Steele escribió: “la buena noticia es que sobreviviré con unos días de descanso. Debería estar de vuelta y al menos funcional pronto. Esta ha sido una experiencia cercana a la muerte, muy parecida a la nueva experiencia de muerte que todo el país está atravesando ahora mismo.”

 

El lunes, su amigo y compañero de teorías conspirativas Mark Tassi confirmó su muerte en un vídeo de Instagram. En el vídeo, Tassi lanzaba varias acusaciones contra la administración del hospital en el que Steele estaba ingresado y afirmaba que su salud se había deteriorado después de recibir tratamiento para el covid.

 

 

“¡Abran los ojos! No se fíen de mi palabra, investiguen como he hecho yo. Le iba bien hasta que le dieron Remdesivir”, comentó Tassi en el vídeo. “Esto provocó inmediatamente que sus niveles de oxígeno disminuyeran. Inmediatamente empezaron a presionar a la familia para presionarlos a usar un respirador”.

 

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“Están tratando de hacer que Florida quede mal. Están apuntando a Florida”, añadió.

 

El Remdesivir ha sido aprobado por la Administración de Alimentos y Medicamentos de EE.UU. (FDA) para el tratamiento del covid. Según un estudio reciente de los CDC, las personas no vacunadas tienen 29 veces más probabilidades de ser hospitalizadas por covid que las que están totalmente vacunadas.

 

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The New York Times

Un nuevo estudio indica que es menos probable que las personas vacunadas sufran de COVID prolongada

Emily Anthes

jue, 2 de septiembre de 2021 4:44 p. m.

El mes pasado, Moira Smith de Anchorage, Alaska, visitó a familiares que no estaban vacunados; tanto Smith como su madre, ambas vacunadas, se contagiaron de COVID-19. (Ash Adams / The New York Times)

El mes pasado, Moira Smith de Anchorage, Alaska, visitó a familiares que no estaban vacunados; tanto Smith como su madre, ambas vacunadas, se contagiaron de COVID-19. (Ash Adams / The New York Times)

Las personas que contraen el coronavirus cuando ya están completamente vacunadas tienen aproximadamente un 50 por ciento menos de probabilidades de sufrir COVID prolongada que aquellas personas no vacunadas que se contagian, según reportaron los investigadores de un nuevo estudio en el que participaron adultos británicos.

 

La investigación que se publicó el miércoles en la revista Lancet Infectious Diseases también proporciona más evidencia de que las vacunas de dos dosis Pfizer-BioNtech, Moderna y AstraZeneca ofrecen una potente protección contra la enfermedad sintomática y grave.

 

“Creo que, en realidad, este es el primer estudio que demuestra que la COVID prolongada se reduce con una doble vacunación, y se reduce de manera significativa”, dijo Claire Steves, una médica geriatra del King's College London y autora principal del estudio.

 

Aunque muchas personas con COVID-19 se recuperan en pocas semanas, algunas experimentan síntomas a largo plazo que pueden ser debilitantes. Esta constelación de efectos secundarios persistentes que se conoce como la COVID-19 prolongada puede incluir fatiga, dificultad para respirar, niebla mental, palpitaciones cardiacas y otros síntomas. Pero muchos aspectos de la enfermedad siguen siendo un misterio.

 

“Aún no tenemos un tratamiento para la COVID prolongada”, dijo Steves. Agregó que vacunarse “es una estrategia de prevención en la que todos pueden participar”.

 

Estos hallazgos se suman a una cantidad creciente de estudios de las llamadas infecciones posvacunación. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han confirmado que la variante delta, altamente contagiosa, está causando más de estas infecciones que otras versiones del virus, aunque las infecciones en las personas totalmente vacunadas tienden a ser leves.

 

Los nuevos hallazgos se basan en datos de más de 1,2 millones de adultos participantes en la Investigación de Síntomas de la COVID-19, en la que los voluntarios registran en una aplicación para teléfonos móviles sus síntomas, resultados de pruebas e historial de vacunación. Entre los participantes se encuentran personas que recibieron al menos una dosis de las vacunas de Pfizer, Moderna o AstraZeneca entre el 8 de diciembre y el 4 de julio, así como un grupo de control de personas no vacunadas.

 

Una clínica de vacunación contra COVID-19 en una catedral en Salisbury, Inglaterra, el 23 de enero de 2021. (Andrew Testa / The New York Times)

Una clínica de vacunación contra COVID-19 en una catedral en Salisbury, Inglaterra, el 23 de enero de 2021. (Andrew Testa / The New York Times)

Los investigadores descubrieron que de casi 1 millón de personas que estaban totalmente vacunadas, solo el 0,2 por ciento reportó haber sufrido una infección posvacunación. Aquellos que se contagiaron después de haberse vacunado tuvieron más o menos el doble de probabilidades de ser asintomáticos que los que se infectaron sin estar vacunados. Las probabilidades de hospitalización fueron 73 por ciento más bajas en el grupo de infectados posvacunación que en el grupo infectado y no vacunado.

 

Las probabilidades de tener síntomas a largo plazo, de al menos cuatro semanas de duración tras el contagio, también fueron un 49 por ciento más bajas en el grupo de personas vacunadas infectadas.

 

“Por supuesto, las vacunas también reducen en gran medida el simple riesgo de infección”, dijo Steves. Esa reducción del riesgo significa que la vacunación debería disminuir todavía más las probabilidades de padecer COVID prolongada, señaló.

 

Los investigadores reconocen que la investigación tiene limitaciones, de las cuales la más notable es que son los mismos pacientes quienes reportan los datos. Además, la COVID prolongada es difícil de estudiar, con una amplia gama de síntomas que pueden variar enormemente en intensidad.

 

Pero Steves mencionó que espera que los hallazgos tal vez alienten a ponerse la vacuna a más jóvenes, cuyas tasas de vacunación están muy por debajo de las de otros grupos. Señaló que los adultos jóvenes tienen menos probabilidades de enfermarse gravemente a causa del virus que los adultos mayores, pero de cualquier manera están en riesgo de padecer COVID prolongada.

 

“Quedarse fuera de la acción durante seis meses tiene un gran impacto en la vida de las personas”, comentó. “Entonces, si podemos demostrar que disminuye el riesgo de que se enfermen de COVID prolongada si se vacunan, eso puede ser algo que les ayude a tomar la decisión de aceptar vacunarse”.

 

© 2021 The New York Times Company

 

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The New York Times

Otro riesgo oculto para los pacientes con COVID: problemas renales prolongados

Pam Belluck

jue, 2 de septiembre de 2021 1:14 p. m.

La enfermera Masha Crawford cuida a un paciente con diálisis en el Centro de Salud Providence St. John en Los Ángeles, el 23 de febrero de 2021. (Isadora Kosofsky/The New York Times)

La enfermera Masha Crawford cuida a un paciente con diálisis en el Centro de Salud Providence St. John en Los Ángeles, el 23 de febrero de 2021. (Isadora Kosofsky/The New York Times)

Desde el principio de la pandemia, los médicos han descubierto que la gente que experimenta casos graves de COVID-19 a menudo tiene problemas renales y no solo el daño pulmonar característico de esta enfermedad.

 

Ahora, un estudio muy grande señala que los problemas renales pueden durar meses después de que los pacientes se recuperan de la infección inicial y en algunos pacientes pueden originar una reducción considerable de la función renal.

 

En este estudio, publicado el miércoles en la revista Journal of the American Society of Nephrology, se descubrió que cuanto más enfermos estuvieran los pacientes al principio, era más probable que sufrieran un daño renal prolongado.

 

Pero incluso las personas con infecciones iniciales menos graves podrían ser vulnerables.

 

“De manera generalizada, en realidad vemos un mayor riesgo de que se presente una serie de eventos importantes vinculados con el riñón”, señaló F. Perry Wilson, nefrólogo y profesor adjunto de Medicina en la Universidad de Yale, quien no participó en el estudio. “Y lo que más me sorprendió es que estos perduraron”.

 

Los riñones tienen una participación fundamental en el cuerpo para eliminar las toxinas y el exceso de líquido de la sangre, ayudar a mantener una presión arterial saludable y mantener un equilibrio de electrolitos y de otras sustancias importantes. Cuando los riñones no funcionan bien o de manera eficiente, los líquidos se acumulan y provocan inflamación, presión sanguínea alta, debilidad en los huesos y otros problemas.

 

El corazón, los pulmones, el sistema nervioso central y el sistema inmunitario pueden sufrir un deterioro. En la etapa terminal de la insuficiencia renal, quizás se necesite la diálisis o un trasplante de riñón. Esta enfermedad podría provocar la muerte.

 

Este nuevo estudio, el cual se basó en los registros de los pacientes del sistema de salud del Departamento de Asuntos de los Veteranos, analizó la información de 89.216 personas que dieron positivo por el coronavirus entre el 1° de marzo de 2020 y el 15 de marzo de 2021, así como la información de 1.637.467 personas que no tuvieron COVID.

 

Entre uno y seis meses después de haberse infectado, los sobrevivientes de COVID tuvieron aproximadamente el 35 por ciento de probabilidades más que quienes no tuvieron COVID de tener un daño renal o un deterioro considerable en la función renal, señaló Ziyad Al-Aly, director del servicio de investigación y desarrollo en el Sistema de Atención a la Salud de San Luis del Departamento de Asuntos de los Veteranos (VA, por su sigla en inglés) y autor sénior del estudio.

 

“Las personas que han sobrevivido a los primeros 30 días del COVID están en riesgo de desarrollar insuficiencia renal”, mencionó Al-Aly, nefrólogo y profesor adjunto de Medicina en la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington.

 

Debido a que muchas personas que tienen una función renal disminuida no experimentan dolor ni otros síntomas, “lo que importa en realidad es que la gente sepa que existe un riesgo y que los médicos de los pacientes que tuvieron COVID estén muy atentos a la función y a la insuficiencia renal”, explicó.

 

Los dos grupos de pacientes del estudio diferían en que todos los miembros de un grupo se habían infectado con COVID y los miembros del otro grupo podían haber tenido una variedad de otros padecimientos. Los especialistas advirtieron que las comparaciones tenían limitaciones.

 

Los investigadores intentaron reducir al mínimo las diferencias a través de análisis detallados que ajustaron a partir de una larga lista de características demográficas, enfermedades preexistentes, uso de medicamentos y si las personas estaban en asilos.

 

Otra limitación es que los pacientes en el estudio de la VA eran en su mayoría varones blancos de una edad promedio de 68 años, así que no queda muy claro cuán generalizables son los resultados.

 

Según los expertos, un punto sólido de la investigación es que en ella participan más de 1,7 millones de pacientes con expedientes médicos electrónicos detallados, lo que lo convierte en el estudio más grande hasta ahora sobre problemas renales vinculados al COVID.

 

Aunque lo más probable es que los resultados no se apliquen a todos los pacientes con COVID, muestran que para los del estudio “existe una afectación muy notable a largo plazo para la salud renal de los sobrevivientes de COVID-19, sobre todo para quienes estuvieron muy enfermos durante la enfermedad aguda”, señaló C. John Sperati, nefrólogo y profesor adjunto de Medicina en la Universidad Johns Hopkins, quien no participó en el estudio.

 

Otros investigadores han descubierto patrones parecidos, “así que este no es el único estudio que indica que estos eventos están ocurriendo después de una infección de COVID-19”, añadió.

 

Sperati y otros especialistas han señalado que aunque solo un pequeño porcentaje de los millones de sobrevivientes de COVID-19 en Estados Unidos desarrollaran problemas renales prolongados, el impacto para la atención sanitaria sería muy importante.

 

Con el fin de evaluar la función renal, el equipo de investigación evaluó los niveles de creatinina, un producto de desecho que los riñones deben sacar del cuerpo, así como un indicador de qué tan bien los riñones filtran la sangre, el cual se denomina índice de filtración glomerular.

 

Wilson explicó que, con el tiempo, los adultos sanos poco a poco pierden la función renal a partir de los treinta y tantos o cuarenta y tantos años a razón de aproximadamente el uno por ciento o menos al año. Las enfermedades y las infecciones importantes pueden provocar una pérdida más significativa o permanente de esta función, la cual puede originar una insuficiencia renal crónica o una insuficiencia renal en etapa terminal.

 

Según Al-Aly, en el nuevo estudio se descubrió que 4757 sobrevivientes de COVID habían perdido al menos un 30 por ciento de la función renal en el año posterior a haber tenido la infección.

 

Eso equivale a cerca de “30 años de deterioro en la función renal”, afirmó Wilson.

 

En el estudio se descubrió que existía un 25 por ciento más de probabilidades de que los pacientes con COVID alcanzaran ese nivel de deterioro que las personas que no habían tenido la enfermedad.

 

Algunos porcentajes más pequeños de sobrevivientes de COVID tuvieron deterioros más acentuados. Pero había un 44 por ciento más probabilidades que los pacientes con COVID perdieran al menos el 40 por ciento de la función renal y era un 62 por ciento más probable que perdieran al menos el 50 por ciento que los pacientes sin COVID.

 

Al-Aly informó que se detectó insuficiencia renal en etapa terminal, la cual se presenta cuando se pierde al menos el 85 por ciento de la función renal, en 220 pacientes con COVID. En el estudio se encontró que los sobrevivientes de COVID tenían tres veces más probabilidades de recibir este diagnóstico que los pacientes sin COVID.

 

Al-Aly y sus colegas también investigaron un tipo de falla renal repentina llamada insuficiencia renal aguda, la cual otros estudios han encontrado en hasta la mitad de los pacientes hospitalizados con COVID. Esta falla puede sanar sin provocar pérdida de la función renal a largo plazo.

 

No obstante, en el estudio del VA, se descubrió que meses después de haber tenido la infección, 2812 sobrevivientes de COVID sufrieron insuficiencia renal aguda, casi el doble que los pacientes sin COIVID, aseveró Al-Aly.

 

Wilson señaló que los nuevos datos sustentaban los resultados de un estudio con 1612 pacientes que realizaron él y sus colegas en el cual descubrieron que los pacientes con COVID que tenían insuficiencia renal aguda presentaron una función renal significativamente peor en los meses posteriores a su salida del hospital que la gente con daños renales agudos resultantes de otras enfermedades.

 

En el nuevo estudio, los investigadores no compararon de manera directa a los sobrevivientes de COVID con las personas infectadas por otros virus, como el de la influenza, lo cual dificultaba saber si “en realidad estás más enfermo que si hubieras tenido otra infección grave”, comentó Sperati.

 

Los médicos no saben por qué el COVID puede provocar daño renal. Los expertos explicaron que es posible que los riñones sean especialmente sensibles a que el aumento de la inflamación, la activación del sistema inmunitario o los problemas de formación de coágulos sanguíneos que casi siempre se observan en los pacientes con COVID alteren la función renal.

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