Como en pocas ocasiones, hoy se cumple la premisa de que tanto la política como el ejercicio del poder, están lejos de ser actos de fe.

No, la política y el ejercicio del poder son certeza y eficacia de los mandatarios –que son los legisladores y los gobernantes–, ante las exigencias de los mandantes, que somos los ciudadanos.

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Es decir, hoy los ciudadanos estamos vigilantes –como en pocas ocasiones–, de que los partidos opositores al gobierno de López Obrador, hagan valer el voto que los llevó al Congreso de la Unión.

Un voto ciudadano entregado al PRI, PAN y PRD para ser eso, para que se comporten como opositores; para defender con su voz y su voto en las cámaras del Congreso el interés ciudadano y el interés de la nación.

Y es que los ciudadanos que el pasado 6 de junio sufragaron por los candidatos del PRI, del PAN y del PRD, no votaron a favor de la timidez, tampoco por la sumisión al presidente y menos votaron por la simulación de los diputados de esos tres partidos opositores.

Por eso no son momentos de una falsa esperanza, tampoco es tiempo de prender veladoras para que los diputados del PRI, PAN y PRD puedan ver el camino de lo mejor para México y los mexicanos.

No, son tiempos de exigir el respeto al voto ciudadano entregado al PRI, PAN y PRD, para que sus diputados rechacen de manera tajante la populista y regresiva reforma eléctrica que mandó López Obrador al Congreso.

Sí, los señores Alejandro Moreno, Marko Cortés y Jesús Zambrano están obligados a la congruencia y contundencia de sus legisladores para rechazar de manera pública e inmediata la reforma constitucional en materia de energía eléctrica.

Una reforma que, en los hechos, vuelve al monopolio estatal energético y llevará a México de vuelta a la incertidumbre jurídica, la fuga de capitales y la deuda no de uno, sino de “muchos fobaproas” juntos.

Por lo pronto, el PRI de Alejandro Moreno parece haber doblado las manos frente a las presiones de Palacio y son muchos los indicios de que está en marcha la traición del viejo partido a los ciudadanos.

Y es que en lugar de un rechazo tajante y contundente a la iniciativa presidencial para regresar al monopolio estatal de electricidad, la bancada del PRI en la Cámara de Diputados se muestra titubeante, timorata y traicionera, a pesar de que tienen todo el poder y la fuerza para echar abajo tal reforma a la Carta Magna.

Y es que si bien el PAN, PRD y MC rechazaron de inmediato la reforma energética de Palacio, el PRI no sólo reculó sino que hasta se atrevió a insinuar una complicidad con Morena y con el presidente Obrador, al extremo de que algunos de sus diputados ya alardean del voto junto con Morena, para devolver a la CFE el regresivo y populista monopolio eléctrico.

Nadie debe olvidar que el PRI de Alejandro Moreno cuenta con los 70 votos que necesitan Morena y sus aliados para hacer posible una reforma a la Constitución; votos que pudieran ser los votos de la traición a los mandantes, a los mexicanos todos y, en especial, una traición al país.

En efecto, si el PRI traiciona a los electores y si termina convertido en el grosero PRI-Mor, el partido tricolor habrá muerto y el daño a la democracia mexicana será irreparable.

Y es que con un PRI sometido a los deseos de Palacio y con un PAN muerto a causa de la epidemia antidemocrática que vive, en el 2024 veremos la segunda victoria de López Obrador.

Se los dije.