viernes, 1 de octubre de 2021

Fiestas patronales, tradición que perdura

 

Fiestas patronales, tradición que perdura

Diversos elementos de las fiestas patronales tienen sus orígenes desde la época prehispánica.

13-09-2021

Por María Luisa Santillán, Ciencia UNAM-DGDC

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Existen tradiciones que se transmiten de generación en generación. Algunas de ellas nos van creando un sentido de pertenencia a un lugar y son la entrada para ir conformando una comunidad, por ejemplo, las fiestas patronales que se realizan en los pueblos, los barrios y las colonias de nuestro país.

Diversos elementos de estas fiestas patronales tienen sus orígenes desde la época prehispánica y podemos encontrarlos en los códices; otros más fueron incluidos a partir de la llegada de los españoles, conformando una combinación de manifestaciones culturales y religiosas que han perdurado hasta la actualidad.

La doctora María Angélica Galicia Gordillo, del Instituto de Investigaciones Antropológicas de la UNAM, y quien ha trabajado en la región del Valle de Mezquital en Hidalgo, así como en los municipios de Tizayuca, Tecámac y Ecatepec (específicamente en la zona de Chiconautla), ha encontrado que en estos lugares, con la llegada de los españoles en el siglo XVI, hubo una imposición de los servicios religiosos hacia los pueblos originarios, pero también una aceptación de estos últimos de venerar a los santos del panteón católico, a partir de la lógica que ya tenían con sus propios dioses.

Esto puede observarse cuando en alguna región, durante la veneración a los santos, se incluyen ornamentos como collares de palomitas de maíz, mazorcas de maíz, pan o algunos frutos o vegetales propios de ese lugar.

  • La veneración a la Diosa del Maíz que aparece ataviada con collares de palomitas y mazorcas de maíz está registrada en códices prehispánicos.

La antropóloga explica que los españoles traen sus ideas a partir de sus propios grupos religiosos y sus devociones a determinados santos, sobresaliendo la devoción a las cruces, a Jesucristo y a la Virgen María, dependiendo de la orden religiosa a la que se pertenece, pero adaptándose a las creencias a los dioses que ya se tenían en esa región los ahora nombrados pueblos originarios.

“Esas lógicas hacen que se vea el entrecruzamiento de las multiculturas, porque los españoles traen su fe y en el México prehispánico había una variedad de grupos que constantemente estaban en comunicación y en movimiento, entonces estas multiculturas se mezclan haciendo surgir una tradición católica con raíces profundas, pero que también es regional, porque, si bien la religión cristiano católica se extendió por todo el territorio, no en todos lados la devoción se manifestaba de la misma forma”.

Antigua tradición

La tradición de venerar a través de una fiesta está presente desde la época prehispánica, ya que algunos elementos de la naturaleza como el Sol, la Luna, la lluvia o el aire eran convertidos en dioses y entorno a su figura se expresaba cierta devoción. La doctora Galicia Gordillo explica en su artículo Fiestas patronales. Espacios de expresión y sincretismo religioso, que esto ocurrió porque se imprimió “forma, significado y función a la naturaleza para mantener vínculos de comunicación con ella y poder entenderla”.


Sin embargo, las fiestas patronales aparecen desde que llegan los españoles y se da este entrecruzamiento de culturas. Asimismo, la investigadora, cuyos temas de estudio  se han centrado en religiosidad popular, transformación y adaptación de la cultura, explica que el término de “patronal” se relaciona con que había un patronazgo, es decir, alguien que patrocinaba la festividad o la construcción de la iglesia.

“Por ejemplo, si la iglesia era construida por los religiosos agustinos va a tener pintados elementos de esa orden, pero si la construcción la patrocinó algún hacendado rico y él tiene fe hacia un santo específico, la iglesia llevará el nombre de ese santo, al que se le tiene fe para proteger a la comunidad, convirtiéndose en su advocación”, explica.

Asimismo, estas fiestas patronales van conformando un espacio territorial, una identidad, una pertenencia e incluso una función económica y social.

Se observa en el hecho de que los santos son paseados alrededor de los terrenos de labranza o por los lugares o calles que conforman la unidad devocional, remarcando así su pertenencia. Por ejemplo, en el caso del municipio de Ixmiquilpan, en el estado de Hidalgo, se siguen llevando los santos a recorrer las colonias, parajes y todos los lugares que conforman la región devocional al Cristo de Jalpan.

“Con esta acción simbólicamente se confirma que esos colonos pertenecen a la iglesia y quedan protegidos por el Señor de Jalpan, es como una identificación de parentela; aún las nuevas colonias, si el santo llega hasta ellas quiere decir que se pertenece a esa comunidad”.

Sin embargo, dijo, existen otros sitios como Tecámac, Tizayuca o Chiconautla (que se ubican al límite entre el Estado de México e Hidalgo) en donde existen nuevas unidades habitacionales “dormitorios” a las cuales la gente sólo llega a dormir porque trabaja en lugares más lejanos, por lo tanto, estos colonos no siempre están dispuestos a incluirse en las comunidades, la veneración a los santos y sus celebraciones religiosas, provocando su exclusión cultural.

  • La Virgen de Guadalupe es pilar de la cultura religiosa de los mexicanos, siempre presente en las celebraciones católicas tradicionales.

Culto a nuevos santos

Un fenómeno que ha tomado auge en algunas comunidades, sobre todo urbanas, ha sido el culto hacia cuatro santos en particular: San Judas Tadeo, San Antonio, la Virgen de Guadalupe y la Santa Muerte.

La doctora Galicia Gordillo explica que el retomar estos santos está relacionado con una dinámica social, con cambios en la economía, el resquebrajamiento familiar, el desempleo y la inseguridad; por lo tanto, es necesario reconocer cuáles son las causas que han propiciado estos cambios, así como los motivos que permiten adoptar o rechazar una deidad o ser sustituida por otras.

Por ejemplo, en el caso de San Antonio existe la creencia popular de que al ponerlo de cabeza se consigue una pareja sentimental, entonces, explica la investigadora, es la respuesta social a la alta cantidad de divorcios llevando a la gente a solicitar a la imagen ayuda para encontrar nuevamente una relación amorosa.

En el caso de San Judas Tadeo, “el santo dedicado a los casos difíciles”, la universitaria explica que la gente se encomienda a él cuando sale a la calle en busca de trabajo y ante la poca certeza que tiene de poder regresar a su casa sano y con vida.

En cuanto a la Santa Muerte, destaca que en algunas entrevistas que realizó muchas personas le mencionaban que se acercaban a ella bajo la lógica de “si cuida a los que se portan mal, a los que se portan bien los cuidará mejor”.

Aunque éstos son santos más urbanos y que incluso se encuentran juntos en los altares de las casas, a decir de la investigadora, esta dinámica poco a poco va alcanzando regiones más rurales como la del Valle del Mezquital, en Hidalgo, en donde el culto hacia la Santa Muerte tiene sus inicios, sin embargo, aún oculto, discreto, haciéndose evidente con poca claridad, sobre todo porque algunas personas de la comunidad ven mal que otras la tengan como imagen protectora en sus negocios o casas.

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