Cada vez son más y de mayor peligrosidad los testimonios de periodistas mexicanos amenazados y espiados por personeros presuntamente oficiales.
Amenazas anónimas y veladas; espionaje telefónico, cibernético y hasta con drones, se están convirtiendo en el pan de cada día.
Y no, no es una amenaza y un espionaje generalizado.
No, en realidad es un fisgoneo y un amedrentamiento selectivos; solo se persigue a quienes de manera pública muestran ciertas características.
Es decir, que la persecución, las amenazas y el espionaje van dirigidos sólo a los comunicadores críticos del gobierno de López Obrador; una gestión que parece haber puesto todos los recursos públicos y del Estado a su alcance para callar a los críticos.
Así, por ejemplo, la persecución y espionaje empezaron desde los meses previos a la elección presidencial de 2018.
López Obrador y los suyos empezaron campañas de desprestigio contra periodistas críticos, a cuyas empresas exigía los despidieran.
Ya en el poder, AMLO habló de manera directa con dueños de medios para exigir despidos. Muchos se doblaron.
Luego empezó una guerra para acabar con los patrocinios de los periodistas independientes.
A eso le siguió un brutal acoso tecnológico.
En todas las modalidades de acoso, censura y amedrentamiento oficial, el autor de Al Tiempo y de Itinerario Político, Ricardo Alemán, ha sido un blanco constante.
Pero en días pasados se produjo un “salto cuántico” en las amenazas y la persecución oficiales.
El pasado sábado se dió a conocer que Francisco Reséndiz, periodista y editor de El Universal, recibió una amenaza debido a su labor periodística.
De acuerdo con su testimonio, circulaba a bordo de su vehículo sobre la avenida San Fernando, en Tlalpan CDMX, cuando un auto color naranja se le emparejó y el conductor lo insultó.
Reséndiz pensó que era un incidente de tránsito y siguió su camino.
Sin embargo, metros más adelante, el mismo auto y un Mazda color vino, le cerraron el paso.
De los dos autos bajaron sujetos que lo amenazaron.
Así lo explicó el periodista: “Uno de ellos dijo que sabía quién era y soltó: ‘Ya se pasaron, le bajas, eres un puto, te voy a romper la madre, te voy a buscar hasta encontrarte y te voy a matar, te voy a meter de balazos, ya se pasaron, así que bájale con lo que publicas”.
La agresión vino de uno de los sujetos, a quienes el periodists había visto previamente en el estacionamiento donde había dejado su auto, antes de la agresión.
Al final, Francisco Reséndiz explicó: “Levantaré la denuncia correspondiente. Jamás en mi vida he dado un paso atrás, hoy menos que nunca”, escribió el periodista.
El segundo caso ocurrió frente al autor de este espacio.
En días pasados, por ahí de las cinco de la tarde, poco después de terminar la trasmisión de La Otra Opinión, en mi canal de You Tube, abrí el ventanal de mi departamento y la sorspresa fue mayúscula.
Frenre a mis ojos estaba suspendido en el aire un dron, cuyo ojo apuntaba directo, a pocos metros, de mi departamento.
“¿Qué hace un dron a 20 pisos sobre el suelo, apuntando al ventanal de la sala de mi casa?”, pensé.
Llamé a una testigo que confirmó el hallazgo.
Luego pené grabarlo con el celular, pero al primer inento el dron desapareció.
Por último, la estadística de “atacar” y pretender “tirar” la página La Otra Opinión, arroja que en el 2021, ha habido meses en los que se han producido hasta 35 mil ataques a esa página.
¿Quién tiene los recursos como para tales locuras persecutorias?
El peso del Estado y la consigna de Palacio están detrás de este espionaje.
Se los dije, López Obrador es un dictador.
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