lunes, 3 de enero de 2022

¿El año de la Resurrección?

 

¿El año de la Resurrección?

A-s-salamu ‘alaykum – La paz sobre vosotros

Comienza un nuevo año como terminó el anterior. Muchos de nosotros atestiguamos que en esta nuestra época podemos ver todos y cada uno de los vicios por los que generaciones anteriores fueron amonestadas mediante profetas enviados por Allâh y castigadas por no escucharles. La prepotencia de Nimrod y Firˤaun, la idolatría del pueblo de Nuḥ; la avaricia y codicia de los aditas; la lujuria de las gentes de Lut – sobre él la paz -; el engaño de las gentes de Šwayb y la desobediencia de los Zamud. Todo, absolutamente todo, se encuentra presente en una época como esta.

Ahora bien, en aquellas generaciones las personas que seguían a los profetas fueron fieles a éstos y a los mandatos divinos. Hoy, para agravar más aún las cosas, si cabe, las gentes que dicen seguir al Profeta – sobre él la plegaria y la paz – le traicionan. Lo hacen modificando los mandatos divinos, adulterando el Corán y la Sunna y traicionando el Pacto concluido con Allâh.

Y no vendáis el pacto que habéis hecho con Allâh a bajo precio, es cierto que lo que hay junto a Allâh es mejor para vosotros si sabéis. (16-95)

Esos que rompen el pacto con Allâh después de haberse comprometido. Separan lo que Allâh mandó mantener unido y corrompen en la tierra. Esos son los perdidos. (2-27)

En lugar de encontrar el amor y la ayuda mutua entre los musulmanes encontramos las guerras fratricidas, el desprecio, y, a veces, la insolencia y la rebeldía. Nos encontramos pues ante una situación límite, pues no tenemos puerto en el que atracar ni refugio al que dirigirnos. El nuevo musulmán, convencido de haber recalado en la verdadera religión, a veces, encuentra en su camino gentes que excitan el odio entre los hermanos y sirven a intereses mundanales, quedando sumidos en un mar de dudas, estupefactos ante una tal situación.

Hoy al musulmán le hace la decoración: la barba, la ŷilaba, cuando no el pantalón de pescar o la insolencia hacia unos y otros.

Volviendo a la situación general, encontramos que la gente justa es tomada por mansa, el verídico no es escuchado, se siguen las mentiras adornadas con retórica, cual los sofistas de la época de Sócrates; al vicio se le llama virtud, a la mentira discurso, a la decencia idiotez, a la bondad candidez, a la honradez incompetencia.

Comenzamos un nuevo año como lo terminamos. Prisioneros de falacias y de amaños, sin saber qué es lo que estamos viviendo y porqué; con la prohibición de poner en duda las mentiras y amaños que son imposibles de descubrir por lo sibilino del arte con el que se dan. Con la obligación de creer en lo que nos diga la publicidad de los poderosos bajo acusación de ser “insolidarios”.

Tenemos que creer, y es obligatorio, en las pretendidas mutaciones del bicho que anda por el aire, que nadie sabe exactamente cómo se ha presentado o si alguien lo ha soltado, vaya usted a saber cuántas veces. Creer sin poder verificar, es cosa de tontos, siempre lo ha sido; ¿por qué hoy no? ¿Por qué presuponer la “honestidad” de gente que no conocemos de nada? ¿No educamos a nuestros hijos diciéndoles que no crean en lo que dice nadie sin verificar su veracidad? Esto sí que es un verdadero integrismo; !creer por narices!

El resultado es que todo ha sido montado de tal manera que se nos ha quitado la libertad. Se nos presupone no ser lo suficientemente responsables para ir de un lugar a otro tomando medidas racionales y coherentes. ¿Dicen que no existe la presunción de culpabilidad? Pues aquí la tenemos.

No somos cándidos y no vamos a comprometernos legalmente negando las medidas sanitarias. Pero la duda es legal, y en consecuencia, cada uno de nosotros tenemos derecho a sacar nuestras propias conclusiones. ¡Faltaría más!

El mundo necesita una renovación, y cualquiera dotado de inteligencia sabe y reconoce que eso no puede venir si no es de Arriba, del Poder de un Señor Justo y Misericordioso. Es Su costumbre llegar con el remedio cuando la situación ha tocado fondo. La Humanidad se encuentra prisionera de las decisiones de unos pocos quienes, en toda evidencia gobiernan con codicia, avaricia y ferocidad.

Nuestra religión también la necesita, visto lo expuesto con anterioridad, pues nadie tiene derecho a explotar a nadie, a mentirle y a encarcelarle.

Por eso hermanos, siempre hay que tener la esperanza de que el Auxilio divino llegará cuanto antes de la mano de aquél y de aquellos en los que Allâh habrá puesto sabiduría y habilidad. Estamos esperando la Resurrección, la vuelta a la vida de una Humanidad apaleada y manipulada.

Estamos esperando del Único del que se puede y se debe esperar, pues Él es, sin duda alguna el Solo que puede dar la vuelta a todo el mal que estamos sufriendo, y que puede traer el calor a nuestros corazones, que, henchidos de Fe esperan lo mejor de Aquel que solamente puede traernos el Bien.

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