No, el encabezado de la presente entrega no está equivocado.

Tampoco es una parodia y menos un error.

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Sí, por increíble que parezcan es el más reciente mensaje del presidente; que la segunda mitad de su gobierno también será de violencia y muerte.

¿Ese fue el mensaje presidencial?

En efecto, si leemos con atención el discurso que pronunció López Obrador en la ceremonia del 109 aniversario de la creación del Ejército Mexicano, llegaremos a la conclusión de que el presidente mexicano prometió más violencia y muerte.

Así lo dijo: “Y vuelvo a expresarlo, mientras ocupe el honroso cargo de representar a los mexicanos en la Presidencia de la República jamás daré la orden de que se reprima al pueblo de México”.

¿Y qué significa el anterior mensaje? ¿Por qué el presidente tendría que ordenar que el pueblo fuera reprimido? ¿Quién le ha pedido que reprima a los ciudadanos? ¿A propósito de qué el recordatorio?

Lo cierto es que se trata de un mensaje directo a los oídos de los principales aliados del presidente; los jefes de las mafias criminales que ya son dueños de buena parte del territorio mexicano y que en las elecciones del 2022 ampliarán su cartera de entidades bajo su control.

Y es que vale recordar que para López los cárteles de la droga están integrados por “el pueblo bueno”; pueblo trabajador al que se debe responder “con abrazos y no con balazos”.

Pero además, el presidente también recordó que las fuerzas castrenses son “el pueblo uniformado”; brazo social que apoya a sus hermanos de clase en todas las calamidades.

Por eso, cuando el presidente promete que nunca ordenará reprimir al pueblo, el mensaje es que los capos y las bandas criminales seguirán gozando de la amnistía de Estado que les prometió López desde el tiempo de campaña; una impunidad que ha convertido al de Obrador en un auténtico narco Estado.

Pero vamos por partes.

En el mensaje pronunciado en Coahuila el pasado viernes, el presidente nunca hizo alusión a la violencia fuera de control y menos a la escandalosa cifra de 120 mil muertes violentas en 38 meses de gestión.

Tampoco habló del avance sin freno de las bandas criminales en todo el país, al tiempo que ignoró la desolación que se vive en entidades como Sonora, Zacatecas, Michoacán y Colima, en donde pueblos enteros son abandonados a causa de la violencia y el crimen.

En cambio, volvió a colocar a la prensa y a los críticos del presidente como uno de los peligros para México.

En pocas palabras, vivimos en el México de cabeza; en donde el presidente alienta la violencia y el crimen, al tiempo que ofrece garantías de impunidad y libre actividad a los capos, mientras que los medios y los periodistas críticos de López son los enemigos de México

Pero si dudan del avance del “narco-Estado” en la gestión de AMLO, sólo basta ver lo que está ocurriendo en Zacatecas, en donde poblaciones enteras abandonan sus lugares ancestrales a causa de la violencia y el crimen.

Miles de familias dejan sus casas en un éxodo criminal, sin ayuda de militares, marinos, gobiernos municipales o estatales; millones de mexicanos que están solos, a la buena de dios.

Y el ejemplo más reciente es el abandono masivo de la comunidad Palmas Altas, del municipio de Jerez, Zacatecas, de donde salieron en caravana miles de familias, ante la indiferencia del gobernador amigo del presidente, David Monreal.

Otro caso de escándalo es lo que hoy ocurre en Caborca, Sonora, donde todo el municipio ha sido atrapado por el crimen organizado y en donde reinan el terror y la muerte, en medio de la ausencia del gobernador amigo del presidente, Alfonso Durazo.

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El caso de Michoacán ya es parte de un conflicto internacional, la que la poderosa agroindustria del aguacate cayó totalmente en manos de las bandas criminales que se apoderaron del llamado “oro verde”.

Resulta que al percatarse que detrás de la exportación de aguacate a Estados Unidos están las mafias criminales de la droga, las autoridades del vecino del norte cerraron la frontera a la fruta mexicana.

Y mientras tanto, en Quintana Roo el presidente mexicano negocia y presiona para impedir la alianza PRI, PAN y PRD que impediría la victoria de Morena en el paraíso del turismo y la droga en que se ha convertido el corredor Cancún, Playa del Carmen y Tulum.

En este caso el presidente le prometió la plaza a una de las bandas criminales aliadas de su gobierno y, por tanto, debió negociar y presionar para “bajar del caballo” al candidato de la banda criminal contraria, Roberto Palazuelos, aspirante que competía por el partido palero Movimiento Ciudadano.

Sí, a querer o no, en los casi tres años que le restan de gobierno a López, finalmente cumplirá una promesa; la de aumentar la violencia y el crimen.

Se los dije.