editorial el aquelarre de Davos
n estos días se reúnen en Davos,
Suiza, los conspiracionistas, los
globalistas que buscan dominar el
mundo más allá de lo que ya lo hacen.
Todas las fuerzas del mal se reú-
nen ahí, ensoberbecidos por su ri-
queza, su poder y tecnología, para
guiar el destino del planeta hacia su
propio provecho.
Una élite de depravados que se ha
dado a la tarea de destruir toda la
ideología, toda política y toda la eco-
nomía existente, pues ya ven que el
capitalismo que han creado es un total
fracaso en todo el mundo y está a
punto de comérselos a ellos también.
El nuevo sistema que se proponen,
donde todos los seres humanos serán
sus súbditos, viene a ser una evolu-
ción del esclavismo y requiere que
todo sea posible. Para ello es necesa-
rio destruir toda moral y toda ética.
Porque la moral forma parte de las
costumbres de los pueblos para nor-
mar un mínimo de respeto mutuo en-
tre la gente, lo que viene a ser el prin-
cipal ingrediente de una civilización,
pero representa un obstáculo para
sus propósitos globalistas: hay que
destruir la civilización. Y entre dichos
obstáculos se encuentran las culturas
originarias de larga tradición. Así,
nuestros pueblos llamados “indíge-
nas” en México, les estorban y nues-
tros gobiernos les abren las puertas.
Y les estorba la ética por el simple
hecho de que su significado podría re-
sumirse en dos palabras: bien común.
Les estorba todo pensamiento filosó-
fico y hasta el simple sentido común.
Quieren tener libertad para proce-
der contra toda lógica, contra todo
precepto religioso, contra toda norma
cultural, contra toda libertad indivi-
dual, contra toda cohesión familiar,
contra toda organización comunitaria,
contra toda ley nacional, y el ejemplo
más reciente ha sido la falsa pande-
mia de covid, que lo ha violado todo.
Una de estas libertades es la pe-
dofilia y toda degeneración sexual
contraria a la naturaleza. Mediante un
cierto “lavado de cerebro” es posible
que lo inconcebible y absurdo
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