Igual que el represor Díaz Ordaz, en 1968, hoy Claudia Sheimbaun lanza a la policía contra los opositores.
Igual que el criminal Echeverría, en 1971, hoy Claudia Sheimbaun ordena reprimir a la oposición.
Y también de la misma manera que en los tiempos del viejo PRI, hoy quedan impunes el autoritarismo y la represión oficiales, frente a la intolerable espiral de ingobernabilidad que vive el país.
En efecto, de manera arbitraria e ilegal, hoy la fuerza pública capitalina fue lanzada contra el gobierno opositor de la Alcaldía Cuauhtémoc, en un acto típico de un gobierno fascista, como el de la señora Claudia.
Fuerza pública que no se utiliza contra las bandas criminales, que no se despliega para proteger la vida y los bienes del ciudadano, pero cuyo poder de represión es azuzado contra los opositores y ciudadanos.
Policías que por cientos protagonizan un “despliegue ejemplar” –para que todos vean y aprendan–, y que lo mismo siembra supuestas evidencias de imaginarios delitos, que secuestra y amedrenta a servidores públicos y cuyo fin último es aterrorizar al que se atreva a ponerse enfrente.
Mensaje fascista lanzado contra todos aquellos políticos, servidores públicos, críticos y ciudadanos, en general, que se atrevan a plantarse en su camino rumbo al poder absoluto.
Mensaje duro y puro de un gobierno fascista: ¡Qué vea el que quiera ver y que entienda el que quiera entender!
Sin embargo, lo que no entiende la “regenta” de la capital del país –al ordenar un despliegue policiaco contra los opositores al más puro estilo fascista–, es que no sólo exhibe sus pulsiones dictatoriales sino que confirma lo que muchos temen pero que otros tantos callan.
Sí, queda claro que con ese puñado de poder absoluto que detenta en la ciudad de México, Claudia Sheimbaun pierde la razón y se comporta peor que su padre político, López Obrador.
Por eso las preguntas obligadas.
¿Imaginen de lo que sería capaz la señora Claudia, al frente del país y con el poder total?
¿Qué clase de tiranía demencial sería capaz de imponer en México, una eventual presidenta, como Claudia Sheimbaun, si hoy como “regenta” es capaz de igualar a los criminales Díaz Ordaz y Echeverría?
Están advertidos y luego no vengan con la estupidez de que “no se podía saber”.
Pero vamos a las preguntas.
1.- ¿Qué significa el ataque de 300 policías a la alcaldía Cuauhtémoc?
Sin duda que se tarta de un acto de autoridad, ilegal y que violeta los más elementales estándares de convivencia democrática.
2.- ¿Se cometía un delito en la alcaldía Cuauhtémoc, como para ordenar una acción de esa naturaleza?
Está claro que no es ningún delito la posesión de propaganda política, sobre todo cuando no son tiempos electorales.
3.- ¿Es delito el uso de recursos públicos para propaganda electoral?
Hasta hoy nadie sabe si se trata de propaganda pagada por la alcaldía Cuauhtémoc; tampoco está claro el origen y menos si asistimos a un engaño oficial. Esa duda debe ser aclarada por la autoridad, pero no amerita la barbarie lanzada por Claudia contra los opositores.
4.- ¿Y por qué es un acto fascista puro y duro el ataque ordenado por Claudia contra los opositores de la alcaldía Cuauhtémoc?
Aquí la definición de “fascismo”, según Matteucci: “el fascismo es un sistema de dominación autoritario caracterizado por el monopolio de la representación política por parte de un partido único y de masas, organizado jerárquicamente…
“Es una ideología fundamentada en el culto al jefe, en la exaltación de la colectividad nacional y en el desprecio de los valores del individualismo liberal…
“Es la eliminación de la oposición por medio de la violencia terrorista y un aparato de propaganda fundado en el control de la información y de los medios de comunicación”. (Fin de la cita)
¿Así o más claro que Claudia es la representación del fascismo en México?
Se los dije.
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