sábado, 11 de marzo de 2023

Adolfo Martínez Palomo: “Franz Liszt, el mejor pianista en la historia de la humanidad”

 Adolfo Martínez Palomo: “Franz Liszt, el mejor pianista en la historia de la humanidad”

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    Viernes 10 de marzo de 2023

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    FRANZ LISZT, EL MEJOR PIANISTA EN LA HISTORIA DE LA HUMANIDAD: ADOLFO MARTÍNEZ PALOMO

          “Franz Liszt (1811-1886): el más músico de los músicos” fue la conferencia dictada por Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, como parte del ciclo Músicos y medicina.

          Richard Wagner lo definió a Franz Liszt como el “más músico de los músicos”: Adolfo Martínez Palomo.

          “Se le puede considerar como el primer artista pop de la historia, con él surgió la época de la ‘lisztmanía’ en Europa y se convirtió en un artista de rock de su tiempo.

          La cátedra se complementó con el concierto de algunas obras de Liszt, a cargo de la soprano Lourdes Ambriz y el pianista Sergio Vázquez

    La definición no deja de ser arriesgada ante el enorme número de pianistas que han existido, pero Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional, se aventura: Franz Liszt no sólo fue un hombre extraordinario, sino el mejor pianista que ha habido en la historia de la humanidad, nunca ha existido un pianista mejor que él y, además, “un extraordinario compositor y algo también un poco raro para los músicos, porque no todos merecen ese calificativo: un extraordinario ser humano”.

    Al dictar la cátedra “Franz Liszt (1811-1886): el más músico de los músicos”, como parte del ciclo Músicos y medicina, el colegiado aseguró que la vida del pianista húngaro resulta ser compleja, llena de aspectos oscuros, aunque también brillantes, quien provenía de una familia aficionada a la música, incluso su padre quiso ser músico, razón  por la  que vivía insatisfecho, debido al trabajo burocrático al que se dedicaba, como administrador de un rebaño de ovejas del príncipe.

    Previo a la presentación del programa musical, a cargo de la soprano Lourdes Ambriz y el pianista Sergio Vázquez, Martínez Palomo recordó que, al nacer, Liszt era de constitución frágil, por lo que parecía destinado a morir pronto, presa frecuente de infecciones, a  tal grado que al ser vacunado se enfermó de gravedad y  “los padres compraron un ataúd, ya lo iban a enterrar cuando vieron que empezó a moverse”.

    Franz Liszt asistió con muy poco provecho a la escuela del pueblo, junto con más de 60 niños, y su mayor lamentación fue su educación insuficiente, en particular la falta de conocimientos de historia, geografía y ciencias naturales, “a cambio de ello tuvo en la infancia un agradable ambiente musical en casa y, como hijo único, lo consentían mucho: disfrutó el cariño constante y el interés de sus padres”.

    “A medida que el niño Franz recuperaba la salud, mostraba un talento verdaderamente extraordinario para la música: desde los ocho años podía interpretar al piano partituras complejas a primera vista, así que su padre decidió encauzar su vocación musical, con un apoyo económico insuficiente”.

    Si bien no contaban con recursos económicos, lograron que lo recibiera uno de los mejores profesores de piano de Viena, Carl Czerny, discípulo de Beethoven, además de enviarlo con otro famoso músico austriaco, Antonio Salieri, para que estudiara materias de composición musical de forma gratuita.

    Gracias a ese apoyo, su primer recital público en Viena se dio en diciembre de 1822, a los 11 años de edad, para lo cual enfrentó un riguroso programa de prácticas a lo largo de 10 meses; el esfuerzo valió la pena, porque los críticos de su tiempo lo llamaron “El pequeño Hércules caído del cielo” y  se dieron afirmaciones como que ”había  nacido un nuevo Mozart”.

    “Liszt consumó su consagración en Viena con otro recital de piano nada menos que en la sala principal del Palacio Imperial y, por esa época, ocurrió lo que se llama ‘el beso de la consagración de Beethoven’: Czerny se lo llevó a Beethoven y le dijo: ‘maestro, aquí quiero presentarle al pequeño Liszt y desde entonces esto se conoce como el beso de la consagración, lo que le dio el inicio de su gran carrera”.

    El recuento de una vida extraordinaria

    Cuando don Adolfo Martínez Palomo habla de que Liszt fue un gran ser humano, se debe a las diferentes acciones de Franz Liszt para apoyar distintos movimientos o proyectos sociales, como cuando supo que su país estaba en problemas, ofreció diez recitales gratuitos y todo el dinero se lo dio al gobierno de Hungría.

    “Poco después se enteró de que estaban tratando de hacer una estatua de Beethoven, proyecto que corría peligro de cancelarse porque no había dinero suficiente, por lo tanto  ofreció otra serie de conciertos y consiguió el dinero suficiente para completar la estatua”.

    Entre los 28 y los 30 años, se dedicó íntegramente a su carrera de pianista, interpretó más de mil conciertos en 10 países europeos con éxito sensacional y reacciones del público femenino, “las señoras se volvían locas, no muy diferente a las provocadas en la actualidad por los más famosos cantantes de rock:

    “Al sentarse al piano, Liszt llegaba muy elegante, muy bien peinado, con guantes, que se quitaba muy despacio y los aventaba al público femenino presente; se le puede considerar como el primer artista pop de la historia. Con él  surgió la época de la ‘lisztmanía’ en Europa y se convirtió en un artista de rock: durante años provocó esta manía y, en alguna ocasión en Berlín, el triunfo fue tal que lo despidió una enorme multitud, como si fuera un rey, nada menos que en la avenida principal de Berlín”.

    Entre las anécdotas recuperadas por el colegiado destaca un obsequio que recibió Liszt de su estancia en Rusia, donde le fue tan bien que recibió condecoraciones y muchos regalos, entre ellos dos osos de circo: “en su regreso a Hungría, Liszt no sólo fue recibido como el húngaro más famoso de la época, sino también como el símbolo de los anhelos independentistas del país frente a la dominación austriaca”.

    “Por si fuera poco no solamente era como un artista pop, sino era el húngaro más importante y, para Hungría, representaba una reacción frente a la dominación austriaca”.

    De una relación con la condesa Marie d'Agoult entre 1833 y 1844, nacieron tres hijos,  Cosima esposa en segundas nupcias con Richard Wagner, fue con quien Liszt tuvo una mayor cercanía hasta el momento de su muerte, en buena medida resultado de varios factores.

    Después del cansancio de una vida musical muy activa, al final de sus días, el pianista tenía síntomas de neumonía, pero el médico local al revisarlo le dijo que no había nada de qué preocuparse, como única receta le prescribió alcohol. Liszt acudió a la primera representación de Tristán e Isolda, una salida que le hace mucho daño así su debilidad y depresión aumentaron.

    Se sentía muy débil, arreció la fiebre y el médico le insistía que sólo se trataba de un catarro. “Después de varios días enfermo, su hija, Cosima, por fin se queda mucho tiempo con su padre, ya inconsciente todo el tiempo: sólo le receta agua mineral, a las 23:15 le inyectan alcanfor directamente al corazón, Liszt sufre convulsiones y al final se queda sin despertar, mientras su hija se queda al lado, dormida”.

    Alan Walker, su biógrafo, escribió que lo más probable es que las mismas personas encargadas de cuidarlo se hayan encargado de “mandarlo al otro mundo” y todo en presencia de su hija: “el fin es una historia triste, de abandono, de negligencia médica y de indiferencia familiar”.

    “El pianista sufrió abandono y maltrato en sus últimos días. Los médicos mostraron una ausencia injustificable de empatía: no importa la época, el médico debe tener empatía por su enfermo, cuidarlo, darle ánimo”.

    Richard Wagner, quien fuera su yerno, lo definió como el “más músico de los músicos”, pero más allá de eso, la grandeza de su personalidad, la amplitud de sus intereses musicales o la asombrosa originalidad de muchas de sus composiciones “son mejor comprendidas hoy día y mantendrán siempre vigente su obra”, reconoció Adolfo Martínez Palomo.

    Luego de la conferencia del colegiado, se ofreció el tradicional concierto, a cargo de la soprano Lourdes Ambriz y el pianista Sergio Vázquez, quienes interpretaron Tres sonetos de PetrarcaPara cantar sobre el agua (Transcripción de un lied de Schubert) y Paráfrasis de concierto sobre temas de Rigoletto.

    La conferencia-concierto “Franz Liszt (1811-1886). El más músico de los músicos”, como parte del ciclo Músicos y medicina, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.

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