"Fue como el día del juicio final", dice una mujer de Gaza tras abandonar Sudán
Por Nidal al-Mughrabi
JAN YOUNIS, Gaza (Reuters) - Cuando se cerraron los puentes en su zona de Jartum, la capital de Sudán, la estudiante palestina de medicina Nour Kullab pensó que se trataba de una protesta más.
Antes de que pudiera comprender lo que estaba ocurriendo, la electricidad y el agua se cortaron en medio del estruendo de disparos y cohetes, contó Kullab a Reuters en su casa familiar de Jan Younis, en la Franja de Gaza, cuatro días después de regresar.
"Salí de mi casa, no había mototaxis, sólo coches y nadie paró por mí, la zona industrial estaba en llamas y las tiendas cerradas. Sentí horror como si fuera el día del juicio final", dijo Kullab, de 25 años. "Cuando ves cadáveres esparcidos a diestra y siniestra, gente desmembrada, bancos incendiados, sientes que es totalmente inseguro".
Cientos de personas han muerto desde que una lucha por el poder entre el ejército sudanés y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF) estalló el 15 de abril.
El lunes, el Ministerio de Relaciones Exteriores palestino dijo que había concluido la evacuación de palestinos en Sudán con la colaboración de Egipto, Jordania y Arabia Saudita.
Gaza ha atravesado numerosas guerras entre Israel y facciones palestinas y ha sufrido su propios conflictos civiles. Un bloqueo dirigido por Israel ha restringido la circulación de personas y mercancías durante años.
"Fue peor que una guerra en Gaza", dijo Kullab, que pasó días sin pan ni agua potable después de abandonar su casa para vivir con un amigo sudanés. Las tiendas cerraron mientras se extendían los saqueos.
"Había un tipo que vendía agua en camiones cisterna, agua salada, del mar, del río, lo importante es que era agua. Podíamos ver que tenía algunas algas, pero la hervíamos y bebíamos, sólo para tener más sed después", dijo.
Kullab llegó a Sudán en 2015 para estudiar medicina. Sus estudios se vieron interrumpidos por el conflicto civil y la pandemia. Cuando estalló la guerra, le faltaban días para graduarse. Solo le quedaban unos pocos exámenes por hacer.
"Sentí que me arrebataban mi futuro contra mi voluntad, todo ha sido en vano", dijo.
El viernes, su familia la recibió en el paso fronterizo con Egipto entre lágrimas, no con celebraciones como habían planeado para más adelante, en mayo, cuando hubiera terminado sus estudios.
"La felicidad se convirtió en tristeza", dijo Ruwaida, la madre de Kullab.
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