miércoles, 27 de marzo de 2024

Palestina. Regreso a Gaza: Escritora de Palestina narra el dolor de su país

 

Palestina. Regreso a Gaza: Escritora de Palestina narra el dolor de su país

Resumen Medio Oriente, 26 de marzo de 2024.

Susan Abulhawa fue testigo de imágenes tan atroces que se quisieran asumir como ficticias.

“Los gatos y perros mordisqueaban cuerpos humanos esparcidos por las calles”. Esta es una de las tantas descripciones que forma parte del más reciente relato de la autora palestina Susan Abulhawa, donde además, es posible leer la historia de niños heridos que te recuerdan a tu hijo, de francotiradores sionistas, del suelo con olor a gasolina y sangre, de cuerpos apilados, humo y oscuridad….

A principios de este año, la narradora, activista y poeta que reside en Estados Unidos viajó a Gaza, y allí fue testigo de imágenes tan atroces que se quisieran asumir como ficticias. Pero no, son muy reales, aunque incomprensibles e inadmisibles, reales en toda su extensión…

Por eso, cuando le solicitaron una entrevista en el medio Democracy Now para hablar sobre sus experiencias durante las dos semanas en ese lugar, esta mujer valiente afirmó que para los palestinos “el trauma es inconmensurable”.

Mientras contaba su vivencia, lo hacía con dolor: se tomaba su tiempo, intentaba recuperarse de algo “infinitamente peor que cualquier cosa que haya visto o incluso en una película de terror de Hollywood”.

Una vez quiso entrar a una sala de un hospital de maternidad y vio recién nacidos sin identificación, las 24 horas del día, los siete días de la semana, aislados en incubadoras sin contacto humano.

Cerca de ellos, una madre cuidaba a su niña de tres años que tenía ambas piernas destrozadas. Un soldado le disparó intencionalmente, lo hizo después de jugar con su arma durante 30 minutos. 

La voz de Abulhawa quisiera ser la misma de antes, cuando organizaba el Festival de Literatura Palestina Escribe, pero recordó a aquella pequeñita con la cara quemada, que era la menos herida de toda su familia. 

No esperaba ver algo así, tampoco a las miles de personas que huían de sus hogares, obligadas a caminar con las manos arriba y con sus identificaciones a la vista, y “si alguien se atrevía a bajar la mirada, era eliminada”.

En las playas, las tiendas de campaña sobresalían muy cerca del agua, y en sus alrededores los niños caminaban con las mejillas agrietadas por el sol. 

Por supuesto, había algunos apartamentos disponibles para alquilar, “pero a muchos les aterrorizaba la idea de residir en edificios”, porque son blancos más probables de bombardeos.

Junto a otras personas, Abulhawa probó las latas que llegaron a Rafah, muchas de ellas almacenadas desde hace décadas y con un sabor rancio y metálico.

La artista que en 2002 vivió el asedio israelí en Yenín y luego publicó un libro sobre ese tema, ahora observó cómo la gente planificaba sus días en base a los intentos de conseguir acceso a un baño individual, compartido con varias familias. 

“Creo que en Occidente existe una idea impulsiva sobre la suciedad en las personas de color. Es humillante tener que explicar que no somos de esa forma. Es degradante, más allá de lo imaginable, verse obligado a vivir así”, afirmó. 

Durante la entrevista, abordó la falta de privacidad en las carpas, “porque no había suficientes para todos y los cónyuges no siquiera podían abrazarse por la noche, cuando más necesitaban el cariño”. 

También aseguró que la gente no tenía medicamentos, y muchos murieron por falta de insulina o por “beber agua contaminada”. 

La autora suspiró y aseguró: “La degradación es total”. Cada noche escuchaba los misiles, y al menos uno cayó lo suficientemente cerca como para hacer temblar el edificio donde estaba. 

Susan Abulhawa tiene un talento natural para la escritura. Su primera novela Mañanas en Yenín triunfó en todo el mundo y vendió más de un millón de copias.

Fue ella quien decidió cofundar y dirigir Playgrounds for Palestina, una organización infantil, además de crear un evento de lectura en su país.

Ahora sueña con enseñarle narrativa a todos, para que denuncien esta carnicería de hombres y de creencias, de sueños y conocimientos, de vidas, músicas y palabras… 

Fuente: Al Mayadeen

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