lunes, 2 de mayo de 2011

No le creo a Estados Unidos

No le creo a Estados Unidos
Pablo Jofré Leal

Estados Unidos, su gobierno, el Complejo Militar Industrial de la principal superpotencia mundial, el Tea party, el lobby de Aipac (American Israel Public Affairs Committee) anuncian con bombos y platillos la muerte de Osama Bin Laden y las cadenas de noticias internacionales muestran a militares vestidos de civil (ordenaditos, rapados, alineados) compartiendo banderas, gritos de ¡¡ USA, USA ¡!! enfervorizados frente a la Casa Blanca, como si el resultado final del partido entre Estados Unidos (gobierno) y Al Qaeda (Bin Laden) haya terminado con un resultado favorable las “Fuerzas del Bien”.

Bin Laden siempre aparece cuando menos se le llama, cuando menos se espera su rostro angulado, su barba cana y su aspecto flemático empuñando una fiel Kalaschnikov en su mano derecha. Bin Laden aparece de estampida, de improviso, sin anuncios para copar las agencias de noticias internacionales, para asustar a las líneas aéreas y las fuerzas de inteligencia de todo el mundo, asustar a diplomáticos y a los ejércitos, asustar a los periodistas que regresan presurosos a sus refugios. Osama aparece nuevamente cuando más lo necesitaba Estados Unidos, las dictaduras, democracias protegidas y las Monarquías de Oriente Medio y el Magreb.

Era demasiado sospechoso que Al Qaeda, Bin Laden o cualquiera de los lugartenientes del hombre más buscado del mundo no estuvieran en las portadas mientras el viejo orden árabe se desmorona. Pues, cómo seguir asustando a las masas levantistas y a los ejércitos de Libia, Túnez, Argelia, Marruecos, Jordania, Bahrein, Yemen, Siria entre otros con la amenaza de Bin Laden y su imagen instrumentalizada cuando se hacía necesario volver a encender los fuegos de la “lucha contre el terrorismo” “la lucha contre el eje del mal”. Este Bin Laden satanizado por aquellos que le dieron vida, este Bin Laden que trabajó para que Estados Unidos y el mundo occidental derrotaran a la ex Unión Soviética en Afganistán y que después se les escapó de las manos pues el “niño no era tan disciplinado”. La oveja negra de la familia se convirtió así en el demonio, en Satán, en el depositario de todos los males, en la imagen de Belcebú.

Con la ola de protestas en el mundo árabe, desde el Magreb hasta Oriente Medio, desde el Atlántico hasta el Levante, con los ecos aún frescos de la boda real inglesa, que algo de circo puso al escenario de noticias internacionales, con la declaración de Obama de repostularse a la Casa Blanca, a pesar de haber sido derrotado en las elección del medio término de abril pasado, la noticia de la supuesta muerte de Osama Bin Laden levanta serias sospechas de un show mediático estadounidense destinado a replantear su política en Afganistán, Irak, Oriente Medio y el Magreb ¿Cómo? Sin duda está por verse pero nada bueno se puede augurar de una administración que ha sido incapaz de cumplir cada una de las promesas efectuadas durante su campaña y al asumir la primera magistratura.

Retorna Al Qaeda y Bin Laden en plena efervescencia revolucionaria, cuando los pueblos del mundo árabe piden más democracia (no estoy seguro si la de tipo representativa occidental) o más bien una democracia que respete su cultura, sus sueños y creencias, que permita la salida de todas las bases extranjeras en sus territorios, que permita usufructuar de su riquezas hidrocarburíferas, que permita hacerse parte del siglo XXI y no seguir engordando monarquías wahabitas, aluitas o dictaduras y regímenes chiitas o sunnitas.

Reaparece Al Qaeda en una serie de acciones políticamente sospechosas: con el asesinato del voluntario propalestino Vittorio Arrigoni en Gaza, supuestamente asesinado por un grupo fundamentalista afín a Al Qaeda. Se hace presente “la red” con una explosión en Marrakech en su plaza más visitada cuando se estaba en plena protesta de la sociedad marroquí contra el régimen monárquico. Retorna cuando en el seno del Consejo de Seguridad tanto Rusia como China se oponen a intervenir en Siria de la mano de la ONU y una supuesta intervención humanitaria. Resurge Osama cuando más lo necesita Obama, quien no ha dudado en afirmar que la justicia tarda pero llega, echándose al bolsillo todo lo que se entiende por justicia, hundida en las profundidades del mar si es que acaso es efectivo que sus militares lanzaron ¿vivo o muerto? al mar a su archienemigo.

Vindicta

Creo más en la verosimilitud de las palabras del hombre que antecedió a Obama en la Casa Blanca, el hombre que declaró a Bin Laden enemigo público número uno: George W. Bush, quien con su habitual franqueza texana sostuvo que la muerte de Bin Laden “es la venganza de Estados Unidos” avalando con ello cada acción que Al Qaeda o cualquier otro grupo antiestadounidense pueda hacer, pues también ellos tienen motivos más que suficientes para vengarse de un gobierno y una sociedad que avala esa actuación gubernamental ya sea en Palestina, apoyando a regímenes y monarquías corruptas como la Saudí, la marroquí o dictaduras como la tunecina, la egipcia y hasta Libia, a quien se le perdonaron sus antiguos pecados mientras fuese capaz de entregar nombres de ex militantes del IRA entrenados en ese país o sumarse a la lucha contra Bin Laden con el mismo entusiasmo con el que en algún momento el ya veterano Coronel Gadaffi llamó a la Guerra santa contra el imperialismo.

Estados Unidos, al mismo tiempo que muestra su regocijo frente a la supuesta muerte de Bin Laden, llama a estar alerta de las posibles represalias. Esto genera, lógicamente, una paradoja compleja pues poco regocijo podrán sentir los estadounidenses y sus aliados si al mismo tiempo que se asesina al enemigo público número uno se advierte de la posibilidad de sufrir atentados y posibilidades de muertes en cualquier parte del mundo. Como acción ejemplarizadora parece ser débil, como acción de exterminio parece ser más un catalizador y como acción comunicacional es un chiste del tamaño de un buque. Podría usted estimado lector explicar a un neófito en materia comunicacional ¿cómo el país del espectáculo, sea este de entretenimiento o político, donde la imagen lo es todo, pretende hacer creer al mundo que su enemigo más terrible, con el que más querían ensañarse ya no está disponible pues su cuerpo fue lanzado al mar, par evitar así cierta sacralización del sitio donde fueran a parar sus restos?

No hay más que recordar todo el espectáculo efectuado con la captura de Sadam Hussein y su posterior ahorcamiento de cuyas imágenes se hizo escarnio y publicidad por semanas enteras, para dar cuenta así del triunfo de las posiciones de Estados Unidos y sus aliados. Y resulta que con Bin Laden, la administración estadounidense, sus militares y asesores prefieren enviar a Osama como nutriente para tiburones y peces. La manera en que las autoridades estadounidenses han sostenido que se han desecho del cuerpo va a generar dificultades, es poco creíble, genera incredulidad, sospechas, hasta sonrisas irónicas.

Según la lluvia de informaciones que han emanado desde fuentes no oficiales estadounidenses, las pruebas de ADN han confirmado con absoluta seguridad que el líder islamista murió en el asalto a la residencia donde se ocultaba en las afueras de Islamabad el domingo 1 de mayo. Esto según un alto funcionario estadounidense, que suele ser el eufemismo para referirse a la pléyade de ex militares, analistas y cientistas políticos que suelen salir a la luz en estos casos. Según ese mismo anónimo funcionario, citado por AP y la agencia EFE “con un 99,9 por ciento de seguridad uno de los cadáveres localizados en la mansión de Abbottabad corresponde al enemigo público número uno de Estados Unidos”. Tal vez la confianza con que ese funcionario habló sea la misma con que Estados Unidos aseguró la existencia de armas de destrucción masiva en Irak y que justificó su invasión.

Sostengo que los gobiernos estadounidenses, sus asesores comunicacionales, sus políticos y en general todo ese aparataje vinculado al establishment de la superpotencia, deben pensar que el resto del mundo es una tropa de idiotas, que se tragarán cualquier cuento. “Encontrar un país que quisiera aceptar los restos del terrorista más buscado del mundo hubiese sido dificultoso y por eso se ha decidido lanzarlo al mar” reconocieron fuetes de la administración estadounidense citados por la Agencia AP.

Un mínimo de conocimiento de la cultura islámica nos signa que si esa acción de lanzarlo al mar para hacerlo desaparecer es verdadero (siguiendo en ello las viejas prácticas enseñadas en La escuela de Las Ameritas y llevadas a cabo eficientemente por militares chilenos y argentinos en sus dictaduras) la indignación en la Umma (la comunidad de creyentes del Islam) será imparable. Pero, además, la ignorancia frente a ese pensamiento se agudiza pues Bin Laden pertenecía a la corriente más ortodoxa del Sunismo (el wahabismo) una de las ramas más estrictas en la observancia de la Sunna (la conducta, la observancia de la tradición, el Hadiz) y esta creencia va en contra del peregrinaje a las sepulturas, por tanto la figura de Bin Laden como un Shaid (un mártir) se levanta aún con más fuerza el mundo musulmán.

En el resto del mundo las declaraciones entorno a la supuesta muerte de Osma Bin Laden no se han quedado atrás, incluso algunas con ribetes de cierta estupidez. Tal es el caso de las palabras del presidente peruano Alan garcía, quien atribuyó la muerte de Osama a un milagro del beato Juan Pablo II capaz de “extirpar la encarnación demoníaca del crimen y del odio”. Espero con ansias el tenor de las palabras que tendrá el efecto el mandatario chileno quien con su clásica incontinencia verbal dudo que se guarde sus comentarios. El vaticano, por su parte, en pleno regocijo beato por su ex papa pero con l espada en el cuello en materia de acusaciones por escándalo por abusos sexuales en el mundo declaró, a través de su vocero, el cardenal Federico Lombarda que “Osama Bin Laden -como todos sabemos- ha tenido la gravísima responsabilidad de promover la división y el odio entre los pueblos y de instrumentalizar la religión para este propósito`, indicó. Pero, ante la muerte de un hombre, un cristiano no se alegra nunca, sino que reflexiona sobre la grave responsabilidad de todos ante Dios y los hombres, y espera y se esfuerza para que cada evento no sea una oportunidad para un mayor crecimiento de odio, sino de la paz”

Quienes tampoco han escatimado opiniones, elogios y resultados positivos en sus labores han sido las Bolsa de Comercio del mundo que ante la noticia de la muerte de Bin laden subieron en promedio un 1,5%, convirtiendo la acción “Al Qaeda “. Las bolsas europeas tuvieron en la mañana del lunes 2 de mayo su octava jornada consecutiva de subidas gracias a la “positiva noticia” de la muerte de Osama Bin Laden. A excepción de Reino Unido, cerrado por festivo, la mayoría de países europeos recogían el testigo de las bolsas asiáticas, que celebraron la muerte de Bin Laden con fuerte alzas (del 1,57 por ciento en el caso del índice japonés Nikkei, que subió hasta su nivel más alto desde el “tsunami” del 11 de marzo), salvo los mercados chinos, que no abrieron por fiesta nacional.

No hay duda que la muerte de Osama, si esta es confirmada con pruebas irrefutables, no detendrá el llamado a la Jihad que múltiples organizaciones islámicas han hecho pues las razones de ese llamado – para esas organizaciones – siguen estando presente y prueba de ello son los levantamientos de sociedades que hasta hace pocos meses parecían vivir aletargadas – No sería raro que en los próximos días, en otra mansión de un pueblo cercano a alguna ciudad importante de Paquistán o de Afganistán e incluso de algún país de oriente medio sea abatido el egipcio Aymán Al Zawahiri, el segundo hombre del Al Qaeda, médico de profesión y considerado un hombre que no le temblará la mano a la hora de ordenar alguna acción contra sus enemigos en una vuelta de mano de la vindicta estadounidense.

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