lunes, 26 de septiembre de 2011

falsos testigos del holocausto judio

era un tatuaje.

La aparición de Falsos testigos del Holocausto como fenómeno de masas surge a partir de los Juicios de Núremberg, cuando se dio una enorme difusión a las supuestas confesiones voluntarias de militares y políticos alemanes, obtenidas en La jaula de Londres y otros centros de tortura a lo largo de Europa. En aquel entonces, cualquier opositor al nacionalsocialismo se convertía en un testigo potencial con una motivación clara para declarar como vivencias personales, los rumores y la propaganda de guerra de losAliados que hablaba de exterminios. Aquel que asume el rol de impostor durante un largo período de tiempo, suele compartir una serie de características y motivaciones con muchos otros que asumen una "impostura" similar, en lo que ha sido descrito por investigadores e historiadores como una verdadera enfermedad mental.
Aparición de los primeros testigos

La gran mayoría de los que se presentan como "testigos" del Holocausto, creyeron en las cámaras de gas no por lo que hubieran visto, sino por lo que otros les contaron. Aunque ese tipo de testimonios, basados en rumores, usualmente no son admitidos en una corte penal, sí se los permitió en los Juicios de Núremberg. Ya a partir del final de la guerra y con el retorno de los prisioneros a sus hogares, son estos los primeros en tomar consciencia de la presencia de los fabuladores poniendo la firma sobre supuestas atrocidades. La antropóloga francesa Germaine Tillion, ella misma deportada en Ravensbrück, daba cuenta de este fenómeno.
“ Los mentirosos habituales son, a decir verdad, más numerosos en el universo normal de lo que suponemos; y el universo loco creado por los nazis estaba bien hecho para estimular las imaginaciones sadomasoquistas: en los primeros meses que siguieron a nuestra liberación conocimos a enfermos mentales que explotaban una deportación imaginaria y a otros, deportados auténticos, que se esforzaban por sobrepasar las monstruosidades que habían visto o de las cuales les habían hablado. Incluso hubo editores para imprimir estas elucubraciones, que fueron inexcusables ya que la pesquisa más elemental bastaba para discernir la impostura[1]. ”

Pero las pesquisas más elementales no se llevaron adelante en Núremberg. Es más, en los juicios se permitió presentar miles de declaraciones firmadas por supuestos testigos, a los que los abogados defensores no tenían derecho a interrogar. Además la escritora advertía sobre las falsas experiencias que incluso los auténticos deportados podían incorporar al relato de sus vivencias[2].
Motivaciones

Tillion fue capaz de esbozar un perfil de los enfermos mentales que asumieron la impostura a largo plazo y las motivaciones de estos. El historiador Benito Bermejo explica que muchos deportados españoles nos hablan de personas que se hacían pasar por víctimas de la deportación, cuando en realidad habían marchado a Alemania como trabajadores voluntarios y colaboraron con los nacionalsocialistas[2]. Lapropaganda de pos guerra, que demonizaba a los alemanes generó una situación en la cual estos falsos testigos asumieron la impostura. En general, un pasado que ellos veían como algo de que avergonzarse, es una característica en común de impostores confesos, como el hijo ilegítimo Binjamin Wilkomirski, el trabajador voluntario español Enric Marco, que colaboró con el esfuerzo de guerra alemán; la "hija de traidores" Misha Defonseca y otros. El psiquiatra Carlos Castilla del Pino, en su libro póstumo Conductas y actitudes (Tusquets, 2009), sostiene que "la vida social exige adobar, esto es, mejorar a nuestra manera la imagen de nosotros mismos de cara a los demás"[3].

Los falsos testigos muchas veces tienen en común el deseo de hacer una buena obra, en el sentido de contribuir a que hechos que ellos creen que ocurrieron, no se olviden. Por ejemplo, Enric Marco ha explicado que "la mentira surgió en 1978" y la mantuvo porque "parecía que me prestaban más atención y podía difundir mejor el sufrimiento de las muchas personas que pasaron por los campos de concentración"[4].

Otra característica muy común es que poseen una necesidad de ser centro de atención. Esta necesidad es menos frecuente en los verdaderos sobrevivientes. La necesidad de protagonismo es satisfecha cuando adoptan el rol de víctimas ante los medios. Tal fue el caso de Misha Defonseca, que empezó relatando sus mentiras en forma gratuita, en sinagogas y templos. Wilkomirski y Laura Grabowski eran músicos profesionales, especializados en música clásica, lo cual les permitía ser foco de atención. En el estafador español Enric Marco, se aprecia un largo patrón de ocupaciones que lo colocan en el centro de la atención. Por ejemplo, el líder sindical, presidente de asociaciones y cooperativas. También fue autor de cientos de conferencias, donde recibió la lástima de millares de personas, en su papel favorito, la víctima del horror nazi. Pese a que sabía que le estaban investigando, fue incapaz de cesar hasta que fue desenmascarado (Bermejo dice que Marco"daba como mil charlas al año"). Una vez descubierto el fraude, reinventa su personaje e interpreta en una película documental al falso sobreviviente que ahora admite que es, con lo cual se mantiene en el rol de protagonista en los medios.

¿Qué hay detrás de un impostor? ¿Por qué arriesgarlo todo por una fabulación, en apariencia, innecesaria? El psiquiatra Castilla del Pino responde[3]:
“ Una insatisfacción sobre la propia personalidad que tiende a compensar de manera simbólica. Al principio hay una recompensa inmediata, se cuenta algo que impresiona a los demás en un ámbito pequeño. Pero después es cada vez más difícil ser convincente, se implica a más personas y se pierde el control... la impostura es una incongruencia en el proceso permanente de construcción y uso de la identidad lograda... Exige tal memoria de evocación sobre las muchas mentiras impartidas que siempre existe el riesgo de autodescubrirse. El impostor transgrede de manera total los pactos de veracidad que rigen de manera decisiva la interacción que, aparte de la cuestión moral, suponen una economía mental. La tensión es de tal índole que en ocasiones les lleva a la confesión como manera de resolver la angustia.

Una mentira exige otras muchas más. Una gran mentira exige compromiso. Calcularla, elaborarla, elucubrar posibles escenarios peligrosos y respuestas a preguntas incómodas, capacidad de improvisación.


Evidentemente, la devoción por protagonizar momentos de la historia no es exclusiva del Holocausto, según Miguel Catalán, profesor de Ética de la Comunicación de la Universidad Cardenal Herrera-CEU de Valencia: "En España hubo un momento en el que todo el mundo parecía haber participado in situ en las revueltas de Mayo del 68. Un buen número de escritores e intelectuales españoles parecieron encontrarse casualmente en París justo en ese momento y luego contaban su experiencia personal en artículos y libros"[3].

Tania Head, cuyo nombre real es Alicia Esteve Head, llegó a presidir la asociación de víctimas del World Trade Center. Tania Head entra en escena justo después de los atentados del 11 de septiembre en Nueva York, cuando el mundo entero está conmocionado por el desastre. Ella explica a los medios de comunicación, en la zona cero, que ella estaba en la planta 78 de la torre sur y se cuenta entre la veintena de personas que sobrevivieron, aunque se encontraban en plantas superiores a las que afectó el impacto del avión. Decía que trabajaba en las oficinas de Merrill Lynch y que un hombre, poco antes de morir, le dio su anillo de casado para que ella se lo entregara a su esposa. Por si no era suficientemente impactante, su relato incluía la tragedia de su novio, Dave, que murió en la torre norte, con el que estaba a punto de casarse.

Los diarios The New York Times y La Vanguardia, desmontaron la historia en septiembre de 2007. El periódico español recabó datos, además, sobre Alicia Esteve, que ni era hija de diplomáticos, ni había estudiado en Harvard ni en Stanford. "Es la auténtica fabuladora", opina Martínez Selva: "No todo el mundo es capaz de mentir así. Se recrea en los detalles, disfruta siendo el centro de atención e impresionando a los demás a golpe de emoción. Este tipo de persona es capaz de seguir mintiendo, de cambiar de ambiente o de país y reinventarse, a diferencia de Enric Marco, que, una vez descubierto, frenó. Él rehuía contar anécdotas de su paso por el campo y evitaba compartir experiencias con supervivientes".

Cuanta más gente esté implicada en la mentira, mayor riesgo asume el impostor. A algunos les da exactamente lo mismo. La realidad se convierte en un mero estorbo que puede ser modificado. El fabulador, directamente la ignora. Si se le confronta con los datos, improvisa otra versión. Sin embargo, la mayoría hace un cálculo que termina siendo imposible de controlar: la bola tiene vida propia y es difícil de parar. Aunque haya empezado por algo muy pequeño, en un entorno próximo, como le ocurrió a Enric Marco. "Una vez inmerso en las charlas y conferencias, habló en el Congreso de los Diputados y accedió a presidir Amical de Mauthausen, bajarse de esa rueda le hubiera sido casi tan difícil como quitarse la vida", explica Castilla del Pino.
Dificultad para discernir la verdad de la mentira

Con frecuencia los falsos testigos del Holocausto confesos y otros que alegan ser sobrevivientes, dicen tener problemas para discernir entre la verdad y la mentira.

Ya hace tiempo nos aleccionó uno de los pontífices del Holocausto que la memoria de la Shoa mantiene una relación muy rara con la realidad:
"Las cosas no son tan simples, Rebbe. Algunos sucesos tienen lugar a pesar de que no sean verdad; otros lo son a pesar de que jamás ocurrieron."
Elie Wiesel, autor judío y Premio Nobel de la Paz en Legends of Our Time.


Misha Defonseca, supuesta niña-loba sobreviviente del Holocausto, lo expuso de esta manera:
"No es la verdadera realidad, pero es mi realidad. Hay momentos en los que me cuesta diferenciar entre la realidad y mi mundo interior."
Misha Defonseca, alias Monique de Wael.


En cuanto a Enric Marco, ha hecho declaraciones tales como "Enric Marco no mintió, aunque fuese un embustero" y al mismo tiempo alega que él "mintió para resaltar la verdad"[5].
La transformación de la fábula en verdad histórica

Los creyentes y el Lobby de propaganda del Holocausto, a menudo se lamentan de que cada vez quedan menos sobrevivientes para convencer al público con discursos emotivos. Sin embargo, de acuerdo con sus propias cifras[6], en el año 2000 quedaban casi un millón de presuntos "sobrevivientes del Holocausto", a 60 años del hecho. Aunque la propaganda explota la supuesta escasez de sobrevivientes para lograr una mayor atención mediática, existen suficientes testimonios documentados. El problema radica en que los mismos no han sido sometidos a escrutinio. Lo que la propaganda omite, es que gracias a la desaparición física de miles de supuestos testigos, sus fábulas no pudieron ser desacreditadas y hoy en día forman parte de la historia oficial, consideradas pruebas de hechos históricos. El exterminista Benito Bermejo, que ha investigado y desacreditado al falso testigo Enric Marco opina que el hecho de que haya cada vez menos sobrevivientes, lejos de dificultar la propaganda del Holocausto, contribuye a la aparición de nuevos fabuladores y dificulta el desenmascarar a los viejos[2].
“ ¿Qué ocurre cuando los testigos van siendo extremadamente escasos? La gradual desaparición de los mismos centra la atención en unos pocos. Esta escasez de testigos puede llevar en ocasiones a la sacralización de éstos. E incluso, en casos extremos, facilita el surgimiento de imposturas. La expectación creciente propicia que haya quienes encuentren las condiciones ideales para declararse testigos de aquello que nunca vivieron. Reciben más atención de la que nunca hubieran podido soñar y difícilmente son denunciados por quienes hubieran tenido la autoridad moral para hacerlo. ”

El profesor judío Rudolf Vrba, autor del principal documento de pos guerra que habla de cámaras de gas en Auschwitz, estuvo a punto de hacer pasar sus fábulas por testimonio histórico. Sin embargo, en ocasión del juicio del revisionista del Holocausto Ernst Zündel en 1985, fue citado como "testigo presencial" del Holocausto pero acabó admitiendo bajo palabra, que su libro era un trabajo artístico y no un documento histórico.

Algo similar le ocurrió al otro testigo presentado por la acusación. Al hacerse más y más minucioso el interrogatorio de Doug Christie, Arnold Friedman perdió los nervios[7] y reconoce que él personalmente no ha visto nada, sino que lo sabía de oídas y (éstas fueron sus palabras) se lo había oído contar a personas que le parecían dignas de crédito, que si hubiera escuchado al Dr. Christie antes, probablemente hubiera adoptado su punto de vista.

Tanto Vrba como Friedman fueron citados porque se presentaban como auténticos testigos del Holocausto. Sin embargo, la historia oficial de dicho acontecimiento histórico está fundada en relatos similares.

Otro presunto testigo ocular, Franz Blaha declaró lo siguiente en enero de 1946, ante el Tribunal Militar Internacional de Núremberg.
"La cámara de gas de Dachau fue concluida en 1944; yo debí presentarme ante el Dr Rascher para examinar a las primeras víctimas. De las ocho o nueve personas que se encontraban en la cámara de gas, quedaban vivas aun tres".


Sin embargo en 1960, la historia oficial admite que en Dachau no se gasearon prisioneros. El historiador Martin Broszat que fue comisionado por el gobierno para investigar el campo, concluyó que: "Ni en Dachau ni en Bergen Belsen, ni en Buchenwald fueron gaseados judíos u otros prisioneros. La cámara de gas de Dachau no fue nunca terminada ni puesta en funcionamiento."[8].

En relación al testimonio, cabe preguntarse además que si las duchas de ese establecimiento eran en realidad una "cámara de gas" con "apariencia de ducha": ¿en dónde estaban entonces las duchas verdaderas? Ya que no se encontraron otras instalaciones con "apariencia de duchas" en ese campo de prisioneros[8].

En este punto, la historia oficial no solo desacreditó al testigo, sino que niega que ocurriera el hasta entonces, hecho histórico del gaseamiento en Dachau. El Dr Rascher, medico de ese campo de concentración, fue condenado a muerte en 1946 sobre la base de tales testimonios, que ahora resultan ser reconocidamente falsos. Robert Faurisson argumenta que quien quiera sostener la existencia de cámaras de gas en Auschwitz, basado en el testimonio de supuestos "testigos oculares", debe mostrar en qué se diferencian estos testimonios de aquellos referidos a Dachau y por qué deberían ser mas creíbles unos que otros[8].
Referencias

1. ↑ Tillion, G.: Ravensbrück, Seuil, París: 1988. Pg 298.
2. ↑ 2,0 2,1 2,2 Bermejo, Benito. Migraciones y Exilios, 5-2004, Pg 63-80
3. ↑ 3,0 3,1 3,2 Todos mentimos, lo que cambia es la dosis
4. ↑ *Enric Marco reconoce que fingió ser preso de los nazis para 'difundir mejor el sufrimiento de las víctimas'
5. ↑ Victor Amela, La Vanguardia, 11 de diciembre de 2009.
6. ↑ Finkelstein, Norman. La industria del Holocausto, Pg 187.
7. ↑ Acta Queen versus Zündel, Toronto, 21.7.1985, Pg 445.
8. ↑ 8,0 8,1 8,2 Introducción a la teología del Holocausto.


Falsos testigos del Holocausto

* Elie Wiesel
* Simon Wiesenthal
* Enric Marco
* Misha Defonseca
* Rudolf Vrba
* Binjamin Wilkomirski

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