lunes, 26 de septiembre de 2011

Obama, el Estado palestino y la esquizofrenia sionista

Obama, el Estado palestino y la esquizofrenia sionista

Gilad Atzmon
gilad.co.uk

Traducción por S. Seguí


Los que siguen la prensa en lengua hebrea y comprenden el Estado judío pueden sentirse un tanto desconcertados al descubrir que mientras que en dicha prensa se presta sólo una atención marginal e insignificante a los intentos de los actuales dirigentes palestinos por acceder a un Estado palestino, los medios de comunicación israelíes en inglés están saturados de noticias sobre la posibilidad de una resolución favorable a Palestina en la ONU, la próxima semana.

Si usted quiere entender esta clara discrepancia entre la prensa israelí en lengua hebrea y los medios en lengua inglesa, aquí está: estamos aquí ante una clara línea divisoria dentro de la psique colectiva de los judíos.

Supongo que algunos se sorprenderán al saber que Israel y la mayoría de los israelíes realmente desean que la iniciativa palestina siga adelante y tenga éxito. Quieren un Estado palestino porque es la única solución que podría salvar al “Estado sólo para judíos” de un colapso demográfico.

Encuestas recientes en Israel demuestran que la mayoría de los israelíes están muy entusiasmados con la “solución de dos Estados”. No sólo no se sienten amenazados por la idea de un Estado palestino, sino que realmente aprecian la solución, por cuanto conformaría su realidad dentro del marco del Derecho internacional. Además, también se puede tener en cuenta que Kadima, partido que ganó las dos últimas elecciones en Israel, ha estado y sigue estando a favor de la “desconexión”, es decir, de una clara separación entre judíos y palestinos por medio de una retirada unilateral israelí. En otras palabras, un Estado palestino alcanza exactamente el mismo objetivo: exime a los israelíes de cualquier responsabilidad en los territorios que una vez ocupó y destruyó. Es evidente que algunos elementos en Israel se oponen a la iniciativa palestina de la ONU. Supongo que el ministro de Asuntos Exteriores, Avigdor Lieberman, no está demasiado feliz con la medida. Y los colonos de Cisjordania pueden estar también muy enojados, pero, por alguna razón, están relativamente tranquilos estos últimos tiempos.

Y, sin embargo, el lobby judío en todo el mundo se opone radicalmente a la iniciativa palestina en la ONU; es evidente que mantiene una imagen muy simplista de un Estado judío expansionista que se extienda del “río hasta el mar”. Y, a lo que parece, no va a renunciar a su sueño en un próximo futuro.

Lo que vemos aquí en la práctica es una crisis de identidad clara o incluso un flujo esquizofrénico a contra corriente, entre las aspiraciones de los israelíes y los sionistas de la diáspora. Mientras que los israelíes están volviendo a una actitud de ghetto judío, prefiriendo reducirse, permanecer juntos y rodearse de muros de hormigón vastos e impenetrables, la narrativa de la diáspora sionista judía es de confrontación, beligerante, militante de la línea dura y expansionista. Ellos lo quieren todo, con los palestinos o sin ellos.

Una vez más nos damos cuenta de que Israel y el sionismo se han convertido en dos discursos separados y opuestos. Mientras que Israel está tratando de mantener su identidad de carácter racial mediante políticas de segregación, el discurso de la diáspora sionista sigue insistiendo en la solución de la cuestión judía por medio de un conflicto sin fin.

Pero echemos un vistazo por un momento a Estados Unidos y tratemos de entender cómo la “única superpotencia” maneja este esquizofrénico aparato judeo-centrado.

El presidente Obama y su administración están, evidentemente, muy confundidos. Por un lado, están sujetos a una presión incesante infligida por el lobby judío. El Lobby no deja a la administración estadounidense mucho espacio para maniobrar. Pero, por otro lado, tanto la administración estadounidense como el Gobierno de Israel se dan cuenta de que, en lo que se refiere a Israel y su “seguridad”, la iniciativa palestina en la ONU no es una mala idea en absoluto. De hecho, Israel no puede pedir más.

Es ya evidente que el presidente Obama no va a ser salvado por ninguno de los llamados “mejores amigos de Estados Unidos”. Para el AIPAC y el lobby israelí, Obama es un instrumento. En la actualidad, el lobby israelí está acostumbrado a considerar los políticos estadounidenses como sus títeres serviles. Israel, por otra parte, tampoco va a salvar a Estados Unidos. Abriga demasiadas sospechas sobre el actual Gobierno, y, básicamente, está cansado de él. Será feliz de ver a Obama derrotado.

Por consiguiente, la Administración estadounidense se encamina hacia una inevitable humillación en las Naciones Unidas. Tendrá que vetar una decisión que tendrá el voto favorable de muchos de los aliados de Estados Unidos. Esto es claramente un desastre para Obama. Y, sin embargo, un hombre puede salvar a América de su destino condenado al fracaso. Este hombre no es otro que el presidente palestino Mahmoud Abbas. Sólo Abbas y la Autoridad Palestina pueden sacar del aprieto a Estados Unidos.

Pero el significado de todo esto es muy embarazoso. Representa que el presidente palestino Abbas (una figura relativamente débil en la política palestina, así como en la diplomacia internacional) es la única persona que puede salvar a nuestra “única superpotencia” mundial de un fracaso diplomático.

Personalmente, no consigo decidir si esto es divertido o triste, pero permítanme decirles que es, sin duda, volátil. El momento es oportuno para que Estados Unidos, Gran Bretaña y Occidente encuentren la fuerza para oponerse al lobby sionista y al poder de Jerusalén.

Fuente: http://www.gilad.co.uk/writings/gilad-atzmon-obama-the-palestinian-state-zionist-schizophren.html

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