miércoles, 2 de mayo de 2012
Abstencionismo activo razonado todos los partidos transaron ni votar el 1 de julio
Abstencionismo activo razonado
Jaime Preciado Coronado
2009-02-20 •
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Son tantos los ingredientes que se acumulan en torno del desencanto político, que se antoja la opción del abstencionismo activo. Impotencia frente al deterioro de la representación-delegación de la gestión del interés público por irresponsabilidad mayoritaria de los cargos públicos que “elegimos”; incapacidad manifiesta de influir sobre las decisiones públicas que afectan desde nuestra vida cotidiana, hasta nuestra capacidad de prevención del futuro personal y colectivo. Sentimos agotada nuestra capacidad para reformar la ley, particularmente la electoral, conforme con nuestras aspiraciones de convivencia democrática. Sufrimos la soberbia de la partidocracia, su insensibilidad frente al impacto social y las urgencias que impone la crisis. Renegamos del absurdo encarecimiento de la función pública por los ingresos millonarios de cargos electos y funcionarios de confianza. Como ciudadanos(as) Nos vemos subyugados por los poderes fácticos, principalmente los mediáticos que sospechosamente llaman al abstencionismo.
Sin un árbitro electoral que asegure dignamente equidad, transparencia, destreza para conducir con apego al ordenamiento electoral a todos los actores, vale preguntarse ¿para qué sirven las elecciones? Hasta ahora, nuestro voto afianza a una casta de funcionarios(as) que se sirven del erario para asegurarse ingresos y prestaciones desorbitados. Nuestro voto sirve para que los partidos políticos reciclen sus burocracias en diferentes puestos de elección popular, o para copar puestos en los gobiernos, o para retribuir alianzas con empresarios o líderes que les aporten capital político, de ello resulta en los hechos una reelección cruzada. Las elecciones se perciben caras, inútiles y alejadas cada vez más de las preocupaciones diarias; es alarmante que las previsiones sobre abstencionismo en estas elecciones intermedias rocen ¡el 65 por ciento! en promedio nacional. Aunque en Jalisco el abstencionismo puede ser menor a causa del arrastre que todavía tienen las elecciones municipales, es posible que también sea menor la participación ciudadana en comparación con otros años.
Quienes deberían tener autoridad moral para propiciar la participación ciudadana, los árbitros electorales, han perdido credibilidad por su errática actuación, efecto de la subordinación a las cuotas partidistas con que se configuran los organismos electorales. Ante las elecciones campean los poderes fácticos; entre el Instituto Federal Electoral que se autolimitó en la sanción a las televisoras por boicotear el uso público de sus espacios para impulsar al voto, y las declaraciones del secretario de Economía, Gerardo Ruiz Mateos, que reconoció la posible conquista del narco de la presidencia de la república, se evidencia la vulnerabilidad electoral, pues el voto se puede comprar o corromper. En Jalisco, es difícil revertir el desprestigio heredado de anteriores organismos electorales. El actual presidente del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana no cuenta con un equipo de consejeros que esté sintonizado con la revalorización del voto que podría disminuir el abstencionismo.
En su Ensayo sobre la lucidez, José Saramago plantea una ficción abstencionista generalizada, pero participativa, que al anular su voto en la casilla durante la jornada electoral descalifica en su conjunto al sistema electoral. Algo así se antoja, un abstencionismo activo con el poder suficiente para desmantelar el ritual vacío, que termina por perjudicarnos, en que se han convertido las elecciones. Crecen las voces que llaman a abstenerse activamente, anulando el voto en la casilla el 5 de julio próximo. Pero no tenemos un movimiento social que recoja el descontento y revalorice la política. Los Piqueteros argentinos acuñaron la consigna hoy antojadiza: “que se vayan todos”, y algo cambió en las elecciones de ese país; la Otra Campaña de los zapatistas nació abstencionista, pero su ampliación y capacidad de réplica no alcanza a toda la nación, a pesar de su llamado a largo plazo de una Constituyente democrática. No vemos cómo canalizar entonces este abstencionismo activo razonado.
El autor es presidente de la Asociación Latinoamericana de Sociología (ALAS)
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