martes, 3 de julio de 2012


La respuesta de la cordura

Abdalhasib Castiñeira
Granada 14 de Enero de 2009.

En el Nombre de Allah Ar-Rahman ar-Rahim

No dejan de llegar correos electrónicos con imágenes morbosas de las matanzas de seres humanos de todas las edades en Gaza.

Me llama un amigo palestino de Barcelona, horrorizado, no ya por lo que esta ocurriendo, sino por la obsesión con la que los árabes se pasan el día pegados a las pantallas de la televisión. Acaba de regresar de Jordania y ha vuelto desalentado por estado de impotencia y por las reacciones descerebradas de la mayoría de eso que ellos llaman “la calle”. ¡La calle es como el mercado, un lugar para ir a hacer rápidamente tus cosas y no para vivir, formar tumultos y formarte opiniones¡.

La civilización musulmana ha tenido un refinamiento y una educación muy altas en las que la vida en la calle, formar corros y salir sin un propósito fijo y útil no era bien visto y era considerado -y todavía lo es hoy en día-como un peligro para el Din de quien lo hace.

La odiosas acciones de los lideres de ese minúsculo enclave llamado Israel han mostrado ya, con toda clarividencia su perversidad y su desprecio hacia la dignidad humana.

Se trata sin duda de enfermos mentales. No respetan ninguna ley. Ni siquiera la suya, que les autorizaría al ojo por ojo, diente por diente, una vida por otra, un cohete por otro.

Su desden hacia la vida y los derechos ajenos ya no puede ser abordado por instituciones políticas ni diplomáticas. El caso de la psicosis colectiva del enclave sionista precisa de expertos en psiquiatría criminal y las acciones requeridas para poner freno a su conducta malhechora solo pueden ser acertadas y efectivas si están enmarcadas en un contexto clínico. No soy psiquiatra pero he tenido que aprender mucho acerca de la esquizofrenia, por razones que no vienen al caso, y no me extrañaría nada que algún psiquiatra judío haya explicado el estado de conciencia de los dirigentes de Israel como paranoia querulante colectiva.

Librarse de la destrucción y de las agresiones incontroladas de un psicótico requiere, como deben saber los profesionales de salud mental, en primer lugar mucha cordura, enorme serenidad, mucha autoridad y mucha fortaleza.

Es muy peligroso responder por impulsos emotivos y excitados por la rabia y el odio, por muy legitimas que a uno le puedan parecer esas emociones, a las execrables acciones de un pscótico paranoide en estado de crisis agresiva aguda y las acciones que obedecen a esos impulsos pueden desembocar inevitablemente en una espiral incontrolable de violencia que aumente el número de víctimas inocentes sin poner verdadero coto a la raíz del mal.

Recrearse contemplando en Al Jazeera y en otras cadenas de televisión, en los periódicos y en mensajes que circulan en internet con atroces escenas de criaturas despedazadas, como se suele hacer en los países árabes, lo he visto por mi mismo en los periodos en los que he vivido en la Península arábiga, es morboso, enfermizo y además de completamente malsano, es inútil. O mas bien quizá sirva para perpetuar y dejar impunes crímenes tan brutales.

La reacción de impotencia y de pasividad ante las escenas es enfermiza y paraliza la posibilidad para restaurar la justicia en una sociedad donde se respete la dignidad humana, casi del mismo modo que el habito de contemplar pornografía paraliza la capacidad de relacionarse con ternura y delicadeza en las relaciones sexuales.

La respuesta adecuada exige en primer lugar, y ante la magnitud de la potencia del monstruo, mucha unidad de fuerzas. Fuerzas de la razón, de la cordura. No mas ruindad y no mas matanzas.

Para empezar los árabes deben poner en orden el patio corrupto y decadente de sus propias sociedades. El orden y la fortaleza solo les vendrá a los árabes por el Islam.

Lo dijo Umar ibn Al Jattab en su famosa afirmación. Sayiduna ‘Umar Ibn al Jattab, que Allah este complacido con él, dijo: “Ciertamente que no conseguís sobreponeros a vuestros enemigos por la fuerza de los medios materiales y las armas sino que lo hacéis gracias a vuestra obediencia a vuestro Señor y mientras ellos están en rebeldía y trasgresión contra su Señor. Pues si sois semejantes a ellos en vuestra desobediencia y rebeldía, ellos se impondrán sobre vosotros gracias a su fuerza militar y a su armamento”.

Salir vociferando con un Coran en la mano por las calles no tiene ningún fundamento en el Islam. Es mas bien signo de muy poca educación. No representa ninguna utilidad quemar banderas, mostrar los escombros y la devastación y difundir imágenes de muertos sangrantes despedazados.

Cuando los pueblos árabes recuperen el significado de las palabras disciplina, lealtad, contención, hacer el bien y confiar en Allah, habrá esperanza para detener al monstruo.

Cuando los musulmanes nos tomemos en serio los aspectos sociales y económicos de nuestro Din tanto como las devociones y los actos de adoración, tenderemos emires justos, una economía sin usura, una alternativa al sistema bancario, un flujo de riqueza hacia los necesitados gracias al pago del zakat y un poder efectivo gracias a la recolección del zakat por parte de emires o del Califa.

Cuando la Ummah del Islam recupere una autoridad incuestionable, basada en la cordura y en la superioridad de la justicia y del orden por encima de cualquier interés egoísta y por encima de cualquier alucinación psicótica, entonces habrá fuerzas para sujetar al enfermo mental y reducirle y detener sus atrocidades, y las de otros como el, o incluso aún mas peligrosos.

Si nos indignan las atrocidades y nos inspiran compasión las victimas inocentes, que no nos ablande el juicio y nos haga responder con el desaliento ni tampoco con el odio y la desesperación, que generarán solo mas victimas inocentes.

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