domingo, 26 de agosto de 2012
La Visión Coránica: La Visión del Mundo de acuerdo al Islam
La Visión Coránica: La Visión del Mundo de acuerdo al Islam
14/10/2000 - Autor: Sheikh Nur al Anwar al Jerrahi al Halveti
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A través de Su Sagrado Corán, Dios le hace a la humanidad la siguiente penetrante pregunta: “Puede el conocimiento del ciego ser igual al conocimiento de aquél que puede ver?”(6:48-50) Sin revelación auténtica, los seres humanos permanecen ciegos a la total implicación del universo y de sus propias valiosas vidas. Los sagrados profetas de todas las naciones son aquellos que verdaderamente ven. Con sus mentes y sentidos iluminados por la Luz Divina, ellos están libres de actitudes centradas y circunscritas en sí mismos, a las cuales nosotros nos encontramos evidente o sutilmente atados. Estos seres iluminados pueden penetrar en la experiencia humana en toda su profundidad.
Sin embargo, Dios el Más Alto le ha dado a cada persona el regalo de ver con ojos proféticos. Con la ayuda de escritos revelados y disciplinas espirituales, podemos despertar directamente a la humanidad luminosa, la plenitud de la humanidad, encarnada por los profetas. Haciendo uso del lenguaje de estas meditaciones sobre textos coránicos, permítasenos abrir nuestros ojos y descubrir lo que podamos ver.
La Creación
El científico moderno considera al universo esencialmente un reino material que se ha generado de y que está gobernado por causas materiales. Pero se sabe por la visón profética que este universo tiene vida espiritual y está gobernado con sensibilidad, la creación de Dios el Más Alto incluye tanto al reino temporal como al eterno. Esta creación está consciente intuitivamente de su propia Fuente trascendente, celebra a su Fuente, y anhela retornar a, o unirse conscientemente con su Fuente. “Todo lo que vive en este reino planetario celebra espontáneamente a la Fuente de Vida. Los pájaros, al simplemente abrir sus alas al vuelo, están alabando a Al-láh el Más Alto, Quien conoce íntimamente la oración y alabanza instintivas a través de las más mínimas acciones de todo ser.”( meditación sobre el Sagrado Corán 24:41-45)
El exaltado Creador no es simplemente una fuente impersonal del universo, sino que conoce íntimamente- es decir directamente, desde dentro de cada forma de conciencia- la oración y alabanza que surgen, no simplemente de seres humanos conscientemente agradecidos, sino también de cada aliento y hasta de cada movimiento de Su Creación. “Todos los seres en el universo, ya sea que estén dirigidos o no a su propia Fuente Verdadera, se están inclinando ante Al-láh el Más Sublime con todo su ser a través de cada pensamiento y acción.”( meditación sobre el Sagrado Corán 13: 12-15) El universo revelado por el Corán es un Reino Divino, no una desastrosa caída desde la Existencia Divina, no un dominio meramente material que existe en la oscuridad fuera de la Luz Divina. “La Fuente Suprema es la Única Luz que ilumina todo reino terrenal y celestial...Al-láh es la Única Conciencia Abarcadora.”( 24:35) El universo no es en ningún sentido algo negativo o trágico. Los seres humanos tienen el honor y la responsabilidad de sumarse conscientemente a su mística y majestuosa procesión de retorno a Dios. Este proceso no es una total absorción en Dios, sino que es un continuo volver a casa, de un gozo y afecto mútuos inmensos. “Sólo de Al-láh irradia la gran afirmación que es el cielo y la tierra, y sólo a Al-láh, la Fuente y el Destino del Ser, todo este reino de Ser está retornando a casa.”( 24: 41-45)
Una y otra vez Al-láh el Más Alto, hablando claramente a través de Su Sagrado Corán, le pide a la humanidad que contemple Su Creación- tanto en sus más mínimos detalles como en su alcance cósmico- como una forma de desarrollar una conciencia espiritual. “Enséñales a concebir al universo en su estado original como una expansión de Luz sin bordes ni límites, a la cual la Fuente de Poder transforma en mundos poseedores de vida... Al contemplar este proceso de creación con ojos de verdadero entendimiento, cómo puede uno no ver al Ser manifiesto como una vasta demostración de Amor?”(21:30-33) La revelación Coránica nunca habla de un modelo mecánico, ni siquiera de un modelo orgánico de creación. Dios nunca tiene que luchar contra la resistencia, o buscar la cooperación de algún campo de materia inerte, o de algún campo dinámico de energía. Dios crea de la nada, Él simplemente crea con saber y con desear, sin ningún esfuerzo. La creación que resulta de ello, que aparece ante nosotros en forma de procesos naturales, expresa la riqueza y el valor, el inmenso significado de la Realidad Divina Original. “Todo lo que sea la voluntad de La Fuente del Ser se convierte espontáneamente en Ser, y contiene un profundo significado.”( 24: 41-45)
La creación es una balanceada ecología de vida orgánica y significado espiritual. Los seres humanos han sido elegidos, por designio Divino, para cuidar el reino planetario de Dios, el cual no está fuera de Dios, sino que constituye una dimensión íntima de Su existencia. Sin embargo, la humanidad nunca puede declararse dueña, o ejercer control sobre ningún aspecto de la Creación Divina, a la que percibimos en formas limitadas por medio de nuestras mentes y sentidos limitados. “La Fuente de Vida genera innumerables formas de vida orgánica, cada una en preciso balance con las otras... los seres humanos no son los propietarios y tampoco controlan estos tesoros naturales... todo Ser manifiesto pertenece solamente a la Fuente y Destino del Ser.”( 15:16-25)
La intención de la creación es radicalmente espiritual. El recorrido temporal del alma eterna no es ningún fenómeno menor en el drama universal de lo que se manifiesta. La educación del alma es la razón central por la que existe el universo. “Toda su Creación existe simplemente como una prueba y una enseñanza para el alma.”( 11:7-11) De esta manera, el alma- es decir, el rayo de conciencia eterna que se expresa a través de avanzadas formas de vida en planetas poseedores de vida en el universo- está en el mismísimo centro del drama de la Creación de Dios. El alma no es una chispa de vida insignificante en una expansión desconocida de galaxias, como el científico moderno lo imagina. Al conocernos verdaderamente a nosotros mismos, conocemos directamente la esencia y el propósito de la creación entera. No estamos tambaleandonos en la obscuridad.
Este conocimiento espiritual supremamente humano y avanzado, mucho más allá del alcance que pueda tener la ciencia o la filosofía, no puede ser alcanzado sin el proceso de Revelación Divina. La verdad revelada, sin embargo, no le es impuesta al ser humano desde afuera, sino que es una parte integral de la vida misma del alma, y así es inmediatamente reconocida por las profundidades de la conciencia humana. La Revelación es bienvenida por el alma y nunca es considerada extraña o ajena a la conciencia totalmente despierta del ser humano, que es, como el Sagrado Corán revela, la corona de la Creación de Dios. Estos niveles de dignidad humana y calma certeza no pueden ser imaginados o alcanzados sin revelación.
La visión profética no percibe a la creación como algo plano- nos reímos de los cartógrafos Europeos que dibujaban a la Tierra plana- más bien como una estructura jerárquica de planos o esferas. Se usa la terminología de abajo y arriba, pero no en un sentido espacial. Por sobre el plano planetario, que incluye a los planetas contenedores de vida, se extienden planos sutiles de Ser, ricamente poblados por seres conscientes, que expresan todas las diferentes órdenes de la realidad. Encima de los planos sutiles existe el reino más sublime, que en la visión Coránica contiene tanto a la eternidad, que es la morada de los ángeles, como al Paraíso, la morada de las almas. “El cuerpo en el Paraíso emanará de la misma Fuente de Luz que ha proyectado a este cuerpo terrenal, y que conscientemente irradia todos los vastos niveles y reinos de la creación.”( 36:77-83) Por encima del Paraíso subsiste el Jardín de la Esencia, al cual los amantes y conocedores místicos aspiran, que no es la creación, ni el tiempo, ni la eternidad, sino Dios Mismo.
No existe, sin embargo, una jerarquía de Presencia Divina, ya que la Creación de Dios no se encuentra de ninguna manera alienada o distante de su exaltado Creador. “Durante seis primeros Días de Poder sin medida, la Fuente Suprema irradió la estructura luminosa del reino planetario y los siete reinos celestiales como panetas del Ser tangibles e intangibles. La Fuente del Ser se establece místicamente sobre este vasto Trono de Manifestación. La Presencia Divina completa puede entonces experimentarse en toda la creación.”( 7:54-56)
La visión coránica de la creación no debería pensarse como abstracta o metafísica. Esta permanece directa y existencial, íntimamente relacionada con nuestra experiencia diaria. “Vuélvete incesantemente a Al-láh el Más Alto, cuyo Poder te presenta a este verde planeta como un lugar de descanso y a esta brillante red de estrellas como inspiración, Cuya Misericordia desciende como dulce lluvia para crear los frutos terrestre que necesitas para abastecerte.”(2:21-25) De todas maneras, no deberíamos leer al Sagrado Corán como una percepción primitiva del mundo que iguala, por ejemplo, los reinos celestiales con el cielo nocturno estrellado. “El espacio cósmico no es sino la reflexión del más bajo y menos sutil de los siete cielos y es una reserva de energía, para la preservación del plano terrestre del Ser.”( 41:9-12)
La estructura jerárquica del Ser existe, no a partir de una necesidad metafísica o impersonal, sino precisamente para la elevación espiritual del alma, que es un proceso de una gran delicadeza que el Sagrado Corán compara con el desarrollo del feto en el vientre materno. Los más altos niveles del Ser, así como el plano planetario de existencia, no son nada menos que la expresión perfecta de la infinita Misericordia Divina. “Así, la Fuente de Poder creó siete planos de conciencia y existencia progresivamente más sutiles, revelando en cada plano un nivel nuevo de amor y conocimiento para las almas que retornarán por este camino de ascención mística hacia la Fuente de Paz.”( 41:9-12)
Los místicos del Islam encuentran en estos textos coránicos la confirmación de su propia experiencia íntima directa de los siete niveles de conciencia, cada cual más refinado y más extenso, que culminan en la experiencia última de unión mística. Esta culminación espiritual, expresada por los poetas Sufis y descrita de un modo figurativo por Dios el Más Alto en Su Sagrado Corán, permanece esencialmente más allá de toda concepción o descripción, como Dios Mismo, ya que esta iluminación suprema es simplemente Dios.
Aquellos seres humanos en cualquier cultura verdaderamente maduros que de hecho conciban al universo de esta forma- no solamente que lean un mapa metafísico o sigan con fe ciega, sino que lo conciban como una visión directa a través de ojos proféticos- están descritos por esta meditación sobre las palabras reveladas del sagrado Corán: “Aquellos cuyo ser completo se oriente hacia la Fuente del Ser, no perciben la más mínima imperfección o injusticia en el reino ilimitado del Todo Misericordioso.”(67:1-4) Lo que la humanidad, con sus propios conceptos limitados, percibe falsamente como un campo caótico de energía física, como un mundo de probabilidades y conflictos, se percibe realmente con los ojos de la revelación como un reino perfecto. La conciencia profética consideraría la concepción científica moderna del mundo no como un avance en conocimiento, sino como una regresión en la sensibilidad y profundidad del conocimiento. Esta regresión no es, sin embargo, sólo una característica de la edad contemporánea. Los profetas se han encontrado con y se han opuesto a construcciones similares que tienen que ver con convenciones humanas en sus culturas natales a lo largo de las eras.
El antídoto contra esta forma de pensar convencional, esta percepción estrecha o selectiva, no es darle la espalda al universo visible para dedicarse a especulaciones metafísicas o a la autoestimulación de experiencias visionarias. La forma coránica es contemplar al universo creado de nuevo, con una visión expandida. “Al percibir la maravillosa creación del cuerpo material, cómo puede la inteligencia de la humanidad dudar que la Fuente de Poder puede recrear a los seres humanos después de la muerte o a los planos no materiales de existencia.”( 75:34-40)
Un aspecto esencial de esta visión revelada del universo es el entendimiento de que no se supone que la creación física o temporal exista interminablemente, más de lo que ha existido sin un principio. Cuando la educación y el ascenso de las almas se haya completado, de acuerdo con la compasión y sabiduría impenetrables de Dios, el reino planetario entero y las esferas sutiles serán retornados al reino supremo del Paraíso. La Creación no desaparecerá, ya que el Paraíso es la Creación Divina consumada, pero la obra dramática de separación entre Dios y Su Creación llegará a su fin. La contemplación del final de los tiempos, que despierta e intensifica las profundidades de conciencia humana, es una de las prácticas espirituales básicas, en la que Dios instruye a la humanidad a través de los versos revelados del Sagrado Corán. “Cuando de pronto el tiempo desaparece, en el momento eterno de iluminación, la brillantez de las orbes celestiales se extinguirá por el mismo Esplendor Divino y el universo se abrirá y se disolverá en luz transparente. Esta total revelación de la Fuente de Luz hará estallar como simples partículas de polvo a las montañas primordiales, estructuras cósmicas sobre las cuales este plano terrenal descansa con tanta seguridad.”( 77:8-15)
Este pasaje es la descripción figurativa de la experiencia personal en el momento de la muerte física. También es la descripción del retorno de todo Ser manifiesto a la Fuente del Ser al final del tiempo, cuando el proceso de Creación Divina esté totalmente maduro y alcance su culminación espiritual. Ninguna estructura de vida, ningún valor realmente vivo, personal o universal, se pierde durante la transición suprema de la vida limitada a la Vida Divina.
La contemplación inspiradora del universo creado mirada con ojos de revelación lleva en última instancia a la contemplación de nuestra propia humanidad como la corona de la Creación, no como una forma de auto- felicitación o satisfacción de deseo, sino como una apertura genuina a la perplejidad, la maravilla y la verdadera alabanza.
El camino de conocimiento profético es extático en el sentido etimológico de ponerse afuera del yo limitado, fuera de las fronteras personales y culturales cuya existencia hemos proclamado, inocente o arrogantemente, límites que sofocan a la naturaleza ilimitada del alma eterna. Con los ojos proféticos abiertos, podemos entrar conscientemente al hermoso reino de la Creación Divina por primera vez, bailando con alegría como lo hizo el hombre ciego de nacimiento curado por Jesús el Mesías.
Al-láh el Más Alto
En la tradición coránica hay noventa y nueve Nombres Divinos principales que se refieren a la única Fuente del universo. Estos no son términos humanos tentativos o especulativos referidos a Dios, sino que son hermosos Nombres Divinos en sí mismos, que fueron revelados por Dios a través de su Corán Arabe y que dan cuenta de la misteriosa diversidad de atributos dentro de la sola Esencia. La forma y sonido Árabes de estos nombres contiene el poder sacramental de la Presencia Divina- el poder de curar, proteger e iluminar a la persona que los invoca. Pero otros nombres de Dios han sido revelados a través de otras dispensas proféticas que deben ser igualmente respetadas.
A través de estos nombres místicos, nuestro ser consciente se pone en contacto directo con la energía esencial del Uno. Esta sola Realidad no es objeto de filosofía sino que es el Viviente que se reveló a sí mismo al Profeta Moisés desde las llamas del arbusto : “La Verdad más Elevada es que sólo Yo soy.”( 20:9-39) Así que cuando hablamos con humildad y respeto de Al-láh el Más Alto, no nos estamos refiriendo a alguna deidad, que mora en algún cielo, circunscrita por alguna teología. Estamos invocando al Único Yo Soy, a la única Conciencia, que compone todo lo que existe, y que es hasta infinitamente más comprehensiva que la existencia misma. Entonces no podemos mantener conceptos teológicos o filosóficos sobre Al-láh, mucho menos nos podemos dejar llevar por descripciones poéticas de Dios, o limitarlo de alguna manera, tal como confinarlo a una revelación en particular.
Sin embargo, Dios tiene la iniciativa de revelarse a la humanidad- por completo y de una forma adecuada- a través de los profetas y los valiosos libros de revelación que Él ha transmitido a lo largo de la historia de la humanidad. De hecho, el proceso de revelación es constante y se extiende más allá de los mensajes traídos por los profetas, pues la creación misma se conoce como el Corán cósmico. La mente humana no puede confinar, sistematizar o reclamar como propia a ninguna dimensión de esta revelación digna de asombro, que es todo inclusiva y todo trascendente.
Cuando invocamos sinceramente a cualquiera de los Nombres Divinos de Al-láh el Más Alto por medio de la guía de Su tradición profética, entramos en una relación directa, experimentamos una unión existencial, con la única Realidad. “Aquellos que invocan a Al-láh el Más Misericordioso con intensa oración sienten inmediatamente la Presencia indiscutible de la Verdad Viviente, mientras que aquellos que alaban a las varias fuerzas elementales o seres etéreos no experimentan el mismo torrente de la Sagrada presencia abarcadora.”( 13:12-15) Los nombres místicos de Dios liberan un torrente de experiencia espiritual, la intensa conciencia de sagrada presencia, que ha sido otorgada a la humanidad a través de todas las tradiciones reveladas. Los nombres Divinos no son palabras en un diccionario, tampoco están separados del Uno que es nombrado. No puede haber distancia entre nosotros y la sola Realidad, porque aparte de la sola Realidad, nada existe. Esta cercanía con Dios, que es, en términos coránicos, más cerca que cerca está tu vena yugular, es una expresión de Misericordia Divina. “Ningún ser se puede mover ni siquiera a una distancia pequeña de la Fuente del Ser. La Voluntad totalmente misericordiosa de Al-láh va más allá de toda comprensión.”( 14:24-27)
La añoranza del amante místico o la sed del conocedor místico por la Esencia de Dios encuentra su base y confirmación Coránicas en el relato de la experiencia de iluminación del Profeta Abraham. “Su adoración a los Atributos Divinos desapareció por completo, y él despertó místicamente en la sola Esencia Divina.”( 6:74-83)
Esta realización suprema no implica, sin embargo, que la Misericordia, Belleza y Majestad de Dios el Más Alto desaparecen, o que Su Creación desaparece. Después de pasar por esta experiencia de unión mística, el Profeta Abraham retorna a su gente y asume la responsabilidad de su misión profética. Despertar a la Esencia significa darse cuenta por completo- no por medio de nuestros propios esfuerzos limitados, sino por el supremamente agraciado regalo del Todo Misericordioso- que sólo Dios el Más Alto existe. No hay separación entre Su Esencia y Su expresión bendita de esa Esencia. La ilusión de dualidad, o separación, es todo lo que desaparece, dejando brillar al total espectro de la creación, en términos coránicos, como luz dentro de la Luz. Ahora, la educación consciente de nuestras almas puede comenzar de verdad. “La Única Fuente detrás de todos los seres y hechos proyecta a este vasto drama de vida y muerte como un proceso de educación de las almas, que aprenden a expresar los Hermosos Atributos de Al-láh a través de la contemplación y acción dentro del reino temporal.”( 67:1-4)
Este nivel exaltado de experiencia mística, la unión consciente con la Esencia, no está confinado al Profeta Abraham, o a unas pocas almas particulares en las Órdenes contemplativas de las grandes tradiciones religiosas. Una amistad directa e íntima con la Esencia Divina es la característica de toda profecía auténtica, y se comparte hasta cierto punto por toda alma devota que recibe el permiso de Dios para ver con los ojos de los sagrados profetas. Dios el Más Alto no se revela parcialmente, sino que lo hace por completo, ya que Él es plenitud en sí misma, que no puede ser dividida de ninguna manera. El Sagrado Corán aconseja no sólo a los profetas, sino a todo ser humano sin excepción, a dirigirse directamente a la Realidad última, sin intermediación o jerarquía, sin vacilación o auto menosprecio de ningún tipo. “Nunca recurran a fuerzas mágicas o cósmicas que instintivamente saben que son secundarias, en cambio refúgiense en la sola Fuente Original para su fortaleza espiritual.”( 2:21-25) Toda alma bajo el cuidado de la revelación coránica entra conscientemente a la Esencia Divina, Al-láh el Más Alto, con las poderosas palabras reveladas precisamente para ese propósito por la Esencia misma: “Me refugio sólo en Al-láh, el Guía Supremo de la humanidad. Me refugio sólo en Al-láh, el misterioso Rey de la humanidad. Me refugio sólo el Al-láh, la Fuente Verdadera de la humanidad.”( 114:1-6
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