jueves, 23 de agosto de 2012

LOS MERCENARIOS ISRAELÍES SON COMO EL TOMATE...ESTÁN EN TODAS LAS SALSAS...

LOS MERCENARIOS ISRAELÍES SON COMO EL TOMATE...ESTÁN EN TODAS LAS SALSAS... juanuraba Ojo a las hojas EL HORROR Durante la década de los 80 se cometieron miles de asesinatos orquestados por la unión macabra entre narcotraficantes y paramilitares. En 1988, entre marzo y noviembre, un equipo de cuatro israelíes fue contratado por Henry Pérez y Gonzalo Rodríguez Gacha, a través de Luis Meneses (luego Ariel Otero), para que entrenaran a un grupo de 90 campesinos allegados a Acdegam, la Asociación de Ganaderos del Magdalena Medio. El jefe de dicho comando se llama Yaír Klein y hoy goza de la libertad en su país de origen, del que no puede salir por una orden de captura emitida por la Interpol. La década de los 80 fue una sangría que acabó con miles de simpatizantes y miembros de la Unión Patriótica, otros miles de civiles desarmados y periodistas, como ocurrió con Silvia Duzán, a quien asesinaron en Cimitarra cuando elaboraba un reportaje para el Canal 4 de Londres. En esa misma década murieron los candidatos presidenciales Luis Carlos Galán, Bernardo Jaramillo, Carlos Pardo Leal y Carlos Pizarro. Todas las masacres ocurridas entonces, como la de La Rochela, han sido consignadas en los valientes informes realizados por el Grupo de Memoria Histórica. Así mismo, testimonios como los de Carlos Castaño en el libro de Mauricio Aranguren, han revelado escalofriantes estrategias de terror que han sumido a la Colombia de hoy y de ayer en una estela de brutalidad sin antecedentes en el mundo. Por todo ello me sorprendió saber que la valiente periodista que es Olga Behar, en compañía de su hija Carolina Ardila, se habían dado a la tarea de conseguir un largo testimonio de Klein, el mercenario israelí que, independientemente de sus intenciones, sembró para siempre la idea de horror que luego utilizarían con sevicia los paramilitares —hoy devenidos en bacrim— en sus masacres a lo largo y ancho de Colombia. El caso Klein es un libro tremendo, bien escrito y que le plantea al lector varios interrogantes morales y éticos: Klein, para el grueso de los colombianos, sólo era un asesino a sueldo al servicio de la mafia, todo lo cual niega con pruebas el mercenario, y lo demuestra diciendo que cuando llegó a Bogotá fue recibido por oficiales de las Fuerzas Armadas y altos funcionarios. No han sido raras las relaciones entre el Ejército y los `paras', pero conocer la versión de Klein sigue dejando en claro que en este país unos pocos se han empeñado en hacer cortinas de humo para que nadie conozca la verdad. Hoy, cuando el país de nuevo entra en una estela de polarización por los hechos recientes, sería importante leer este libro para entender que nuestras diversas violencias han sido apoyadas por el establecimiento y las élites colombianas. Las pruebas, para quien quiera, están en el corajudo libro de Behar y Ardila, independientemente del crédito que uno le de a las palabras del coronel israelí. El caso Klein, Olga Behar y Carolina Ardila, Icono Ediciones.ojoalahoj@yahoo.com Juan David Correa Ulloa Opinión por: suesse Todos los horrores que es esta patria hoy son hechos en casa, por los diferentes grupos y gentes que han accedido a altos cargos dentro de la vida civil (incluyendo a los "medios de comunicación") o militar, (seudo)empresarial, politiquera y hasta la eclesiástica. Somos la verdadera "banana republic", donde no hay Estado, sino un aparato legalista y leguleyo al servicio de los malandros más fuertes del momento que sea y donde en vez de ciudadanos hay carne de cañón para todo tipo de campaña con título politiquero, territorial, financiero o por el simple poder. Con la soga de la Interpol colgándole porqué tendría que mentir un militar de carrera como Klein, cuyo apoyo a paras y ricos hacendados aquí fue dado con el visto bueno del mismo Estado israelí? La verdad, al final, siempre se sabe!

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