Desde hace al menos ocho siglos, los Papas adoptaron, a la usanza de la nobleza medieval, el uso de su propio escudo personal, cargados de simbología mística, religiosa y con contenidos indicativos del programa y planes de su pontificado.
¿Se han detenido alguna vez a analizar el escudo de armas del Papa Benedicto XVI? El color predominante y característico de su escudo es el rojo. ¿Por qué el color rojo? El color rojo: símbolo por excelencia del Sefirot Gevurah de la cábala judía, ubicado a la izquierda, significa mano dura, represión, violencia y derramamiento de sangre. El rojo:símbolo por excelencia del comunismo internacional, ha significado para la humanidad derramamiento de sangre sin límites. A Seth, dios egipcio, símbolo de la fuerza bruta, señor del mal, las tinieblas, la guerra y la violencia, se le representa con el color rojo. El Dragón de Apocalipsis 12 es de color escarlata. El campo principal del escudo de Benedicto XVI es el rojo. ¿Es coincidencia que el Papa Ratzinger haya aceptado al marxismo como una doctrina alternativa al cristianismo?

En el cantón derecho del escudo (a la izquierda de quien lo contempla) hay una cabeza de moro, es decir, de un musulmán. ¿Por qué aparece la cabeza de un musulmán en el escudo de Benedicto XVI? La agenda de la actual gestión del Vaticano ha generado conflictos con el mundo musulmán; uno de los primeros escándalos generados por este Papa se registra el 12 de Septiembre de 2006, fecha en la que dictó en la Universidad de Ratisbona, Alemania, la conferencia que tituló «Fe, razón y la universidad: memorias y reflexiones». El mundo islámico reaccionó airado cuando Ratzinger citó al emperador bizantino Manuel II Paleólogo:

“Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba.”

Estas palabras, en boca del Papa, rozaron fibras sensibles de esa religión, creando erosión en las relaciones. ¿Podemos interpretar la aparición de la cabeza de un musulmán como la intención del Vaticano de atacar, desmoralizar o decapitar el mundo musulmán?

¿Y qué decir de la extraña representación de un Oso en ese escudo? Se trata de un oso con una carga de color rojo, atada con cintas negras. Automáticamente, el Oso hace evocar a Rusia, país que tradicionalmente ha estado en conflicto con el Vaticano y que no ha sido sino hasta hace poco que las relaciones diplomáticas entre estos estados ha venido regularizándose. El Oso del escudo de Benedicto XVI aparece con la lengua afuera, al parecer tiene hambre, ¿está en posición de ataque? Las cintas que atan la carga del oso son negras, el oso carga una especie de árgana de color rojo: rojo y negro, símbolo del comunismo internacional; rojo y negro, expresa el ámbito decorativo, el “ambiente” de las logias masónicas, en las que prima el rojo y negro.

Como consecuencia del despeje que nos han traído estos días de comprensión de las profecías, se ha identificado a Rusia como la nación que habrá de jugar un papel estelar en el ataque a Babilonia La Grande; que Rusia es, conjuntamente con China, “El Rey del Norte”, y que la coalición que atacará a la Gran Ramera estará liderada por Rusia, tanto por las turbulentas relaciones que este país ha tenido con el Vaticano como por una cuestión de simple estrategia geográfica. Desde el año 2008, el Oso ha venido levantándose como potencia militar, y tras las explosiones del Metro de Moscú y otros puntos de ese país, hemos visto al gobierno ruso cambiar la faz de su estrategia de defensa, arreciando los controles de vigilancia y endureciendo sus expresiones con relación a los extremistas religiosos, a quienes ha manifestado su odio abiertamente y a quienes acusa de ser los autores de las explosiones que han dejado un saldo de más de 50 muertos.

¿Debemos asimilar a un arsenal de guerra la carga que trae el Oso del escudo del Papa Ratzinger, en franco vaticinio del expectante ataque contra la Iglesia Católica, en el que Rusia jugará un papel de primer orden? O mirando las cosas un poco más allá: ¿Aprovechará El Vaticano, manipulado naturalmente por las fuerzas sionistas que serpentean en su interior, la coyuntura de los recientes eventos explosivos acaecidos en Rusia para agitar el odio del Oso contra la religión musulmana?

El Vaticano se maneja dentro de una red de símbolos místicos de difícil decodificación. Por suerte que tenemos la herramienta de los textos proféticos, en especial las profecías de Daniel y de Juan, las cuales no nos dejan tan desamparados a la hora de intentar entender la maraña simbólica tras la cual se oculta celosamente la élite mundial que apuesta a nuestra ruina.

En cuanto a la concha dorada que domina el centro del escudo, de este símbolo se ha dicho que es un símbolo illuminati, siendo que la más grande corporación internacional, comprometida con la élite global y la destrucción de los recursos naturales del planeta, la Shell, utiliza la concha como símbolo oculto de su poder.

El Papa Benedicto XVI es el Papa número 265. La suma interna de 2+6+5=13; la suma interna de la posición del Papa Ratzinger da como resultado el número 13. El número 13 tiene un significado ocultista muy profundo entre las organizaciones luciferinas. El Rito de York, masónico, tiene 13 grados. La pirámide illuminati del dólar, tiene 13 escalones, y otras muchas transnacionales comprometidas con la gobernanza global, como McDonald’s, adoran el número 13 como la culminación del proyecto satánico mundial. Baste con girar hacia la derecha el logo de este instrumento de control genético y transgénico de la humanidad, para darse cuenta de que el mismo forma un trece: las letras fungen como el uno y la M como el tres.

Aunque ya no aparece en el escudo papal, el lema de Benedicto XVI es "Cooperatores Veritatis", es decir, colaboradores de la verdad, extraído de la Tercera Epístola a Juan, versículo 8, y que ha sido adaptada para satisfacer la coyuntura de infiltración de la Iglesia por otras confesiones religiosas. Colaboradores de la verdad, quiere decir que el Vaticano ha de acercarse al judaísmo y al islamismo, y a partir de ese acercamiento extraer nuevas conclusiones teológicas de carácter disolvente en contra de la sana doctrina cristiana. Es un lema globalista, del mismo corte que el adoptado por Juan Pablo II: ¡totus tuus!, todo tuyo; todo tuyo, lo bueno y lo malo, lo perverso y lo santo. Un lema que no discrimina, y que revela una visión teológica totalizadora, globalizante, que predica la unidad de todos dentro de la diversidad, sin importar que dentro de esa diversidad haya blasfemias y rituales de la oscuridad.
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