Electricidad, el gran botín de la reforma energética
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10 de agosto de 2013
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Electricidad, el gran botín de la reforma energética
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MÉXICO, D.F. (proceso.com.mx).- Detrás de la reforma energética que esta semana presentará Enrique Peña Nieto no hay sino una clara intención de “homologar leyes” en la materia, desde la Patagonia hasta nuestro país, en donde el gran beneficiado será por supuesto Estados Unidos.
Cierto que se pretende compartir la renta petrolera,
permitir la extensión de concesiones y contratos en materia energética, pero la
verdad es que Estados Unidos no tiene como objetivo principal sino la
electricidad, su generación, cogeneración, distribución, importación y
exportación.
Pero quiere no sólo la de México, rica en producción por
el tipo de clima y la gran cantidad de agua que existe en el país. A los Estados
Unidos, como la nación más poderosa del mundo también le interesa la energía de
todo el hemisferio; su seguridad energética está en juego y de ahí su respaldo a
presidentes como Enrique Peña Nieto, que están dispuestos a entregar todo a
cambio de su legalización y reconocimiento como verdadero hombre de Estado.
Esta observación no es gratuita, viene claramente
establecida en la llamada “Iniciativa Conectando las Américas 2022” que el año
pasado firmaron Barack Obama y el presidente Juan Manuel Santos, de Colombia,
por lo menos así lo reveló el coordinador de Asuntos Internacionales de la
Energía, Carlos Pascual, ante el Subcomité para el Hemisferio Occidental de la
Cámara de Representantes en Estados Unidos.
El pasado 11 de abril, quien fuera embajador de
Norteamérica ante México, Carlos Pascual, delineó toda una estrategia que su
país tiene para apropiarse de la energía de Las Américas bajo el esquema de
ayuda.
Así es, Pascual dijo a los congresistas que Estados
Unidos se ha convertido en el gran exportador de gas natural licuado, “lo que
abre una serie de oportunidades comerciales y tecnológicas para las empresas
estadunidenses”. Pascual explicó que Centroamérica tiene una producción de
energía “sucia”, por lo que hay que ayudarla; Colombia y Brasil, quienes cuentan
con excelente producción de energía vía hidroeléctricas, están enfrentando
serios problemas debido al clima, sobre todo los nocivos efectos del fenómeno de
El Niño, por lo que también hay que ayudarlos.
Argentina, quien tiene una gran relación comercial con
Repsol, empresa española especializada en hidrocarburos, puede aprovechar
también la generación de energía; su acción, dice Pascual, ayudará a mantener la
“seguridad energética” tanto de Estados Unidos como de América total.
Luego se refiere a Venezuela, de cómo ésta ha ayudado a
los países del Caribe pero que también enfrenta problemas sociales al interior,
por lo cual debe asumir otra política energética, “pero corresponde a ellos
mismos abordarla”, indica.
En el apartado de México, Carlos Pascual da la clave.
Destaca que Peña Nieto tiene como “prioridad” la reforma energética, “y si tiene
éxito México podría atraer inversiones internacionales para desarrollar sus
recursos de hidrocarburos. Esto reforzaría tanto la seguridad energética de
Estados Unidos, como la situación fiscal de México”.
¿Cuál es la clave?: Que Estados Unidos, con su
experiencia y tecnología amplíe su participación en México creando plantas de
energía, y pone como ejemplo las que empresas como Sempra Energy ya tienen en
Baja California, que genera energía conectándola con la red de Estados Unidos
para abastecer en gran parte al estado de California. Lo mismo sucede con otras
plantas ubicadas en Ciudad Juárez en donde el traslado de energía se hace
mediante la interconexión con la línea del país vecino.
Sempra Energy cuenta además con otra planta ubicada
en Mérida; la energía que ahí produce Estados Unidos es vendida a Belice.
Y así como Norteamérica “ayuda” a Belice a contar con energía limpia, así lo
pretende hacer con el resto de Centroamérica y por lo que se refiere al cono
sur, interconectarlo y aprovechar así el gran potencial que tienen Colombia,
Argentina, Brasil y Venezuela.
Sólo que para lograr todo ello requiere un ingrediente
importante: el cambio de leyes. De ahí que los Estados Unidos pretendan
homogenizar las legislaciones y con ello se logre el libre tránsito de sus
empresas por toda América.
Con lo anterior, Norteamérica no sólo garantiza su
seguridad energética sino que además saca ventaja comercial y laboral.
Las reservas petroleras en México están decreciendo, por
ello lo que interesa a los Estados Unidos en materia de petróleo es invadir al
país con su maquinaria para la explotación y exploración en aguas profundas y
someras, no tanto el vital hidrocarburo aunque, si de ello también obtiene
ventaja, pues ya será un extra.
La reforma energética no tiene como objetivo mejorar la
vida de los mexicanos sino mejorar la seguridad energética de los Estados
Unidos, según podríamos desprender de la intervención de Carlos Pascual, alguien
quien coincidentemente está emparentado con el director de la Comisión Federal
de Electricidad, Francisco Rojas. Tampoco hay que olvidar que cuando Rojas llegó
a Pemex, en 1988, empezó su desmantelamiento; hoy se encuentra en CFE, todo
parece indicar, para lo mismo.
Por todo lo anterior podemos concluir que la cereza del
pastel de esta reforma energética y gran botín es la electricidad, algo que por
cierto la gente de Andrés Manuel López Obrador no estará de acuerdo pues ellos
siguen centrados en que el objetivo es el petróleo.
Ahora hay que esperar al próximo miércoles para ver
cuáles párrafos de los artículos constitucionales 25, 27 y 28 mutilará Peña
Nieto y su equipo de asesores, quienes por cierto en algún momento, además de
haber sido funcionarios del salinato, ocuparon posiciones importantes en
empresas energéticas extranjeras.
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