jueves, 30 de enero de 2014

Operación de la CIA para instalar la guerra contraterrorista global en América Latina

Operación de la CIA para instalar la guerra contraterrorista global en América Latina


La CIA quiere vincular al terrorismo latinoamericano y al terrorismo islámico


08/07/2005 - Autor: Indymedia Argentina - Fuente: Webislam



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El plan salió de la CIA, la NSA, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa. (Foto www.jamesnava.com)
El plan salió de la CIA, la NSA, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa. (Foto www.jamesnava.com)

Fuentes de Colombia y de Washington vienen señalando en los últimos días que la inteligencia norteamericana, por primera vez, está embarcada en una operación para vincular al "terrorismo latinoamericano" y al "terrorismo islámico" en planes comunes para crear un proceso de violencia y de caos, tanto en EEUU como en Latinoamérica.

La hipótesis de trabajo existe y salió de las entrañas de la CIA, de la Agencia de Seguridad Nacional, el FBI, y la Agencia de Inteligencia para la Defensa, es decir, de los máximos proveedores de inteligencia a la Casa Blanca.

La estrategia -según las fuentes- busca instalar la "guerra contraterrorista" global en América Latina mezclando a las FARC y otras organizaciones armadas con planes del "terrorismo internacional" orientados a vulnerar la seguridad nacional de EEUU y a desestabilizar toda la región.

Hace tres semanas, y en una clara maniobra de "preparación de terreno", Porter Goss, director de la CIA, denunció ante una comisión del Senado lo que ya había informado a Bush durante una de las reuniones matinales en el Salón Oval: Al Qaida y las FARC, junto con la "red islámica" infiltrada en EEUU, planean ataques terroristas en suelo norteamericano y en América Latina.

En su exposición ante el Comité de Inteligencia del Senado el director de la CIA señaló que las "células clandestinas" de la red Al Qaida, los "terroristas" de las FARC, y las ambiciones nucleares del régimen de Irán, son las principales amenazas que enfrentan los intereses de EEUU en el mundo.

Además, indicó que el conflicto bélico en Irak, "aunque no es una causa del extremismo, se ha convertido en una causa para los extremistas islámicos", que, según el jefe de la CIA, ya se encuentran operando en EEUU y América Latina.
Advertencias similares fueron formuladas ante el Comité de Inteligencia del Senado por el director de la Oficina Federal de Investigaciones (FBI), Robert Mueller. Para Mueller, la "amenaza" principal se encuentra en territorio estadounidense donde hay células terroristas inactivas durante años en espera de órdenes para entrar en acción.

A las advertencias, y apuntando a la "red internacional de terrorismo islámico", se sumó el contraalmirante Lowell Jacoby, director de la Agencia de Inteligencia para la Defensa, quien reiteró en una declaración escrita las denuncias de que Irán promueve el terrorismo y ayuda a los insurgentes en Irak. "El objetivo a largo plazo de Irán es que Estados Unidos abandone Irak y la región", señaló.

Respecto al régimen islamista de Teherán, tanto Goss como el titular de Agencia de Inteligencia de Defensa (DIA), Lowell Jacoby, insistieron en que Irán se perfila como la principal amenaza en Oriente Medio, ya que continúa apoyando a grupos extremistas en toda la región y no quiere eliminar su programa nuclear.

El director de la CIA señaló que le preocupa la actividad de grupos extremistas en América Latina y, en particular, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), que "poseen la mayor capacidad y el interés más claro de amenazar los intereses estadounidenses en la región".

Afirmó que la Agencia cuenta con "evidencias" de reuniones entre el mando de las FARC y la red fundamentalista islámica de Bin Laden para coordinar organización y logística orientados a ataques terroristas contra blancos situados dentro de EEUU. "Sólo es cuestión de tiempo. Al Qaida u otro grupo intentará utilizar armas químicas, biológicas, radiológicas y nucleares", añadió Goss.

"Guerra contraterrorista" global en América Latina

En sus primeros pasos, el plan intentaría demostrar que el "terrorismo", tanto local como internacional, está operando en forma fusionada para potenciar sus resultados "criminales" a nivel mundial, incluido el territorio latinoamericano.

Ya desaparecido el "peligro rojo" con la URSS, y con un creciente proceso de conflictos sociales en varios países del área, se trataría de nivelar a las inteligencias militares y policiales regionales en la nueva hipótesis de conflicto: la "guerra contraterrorista" que sustituye en el tiempo a la "guerra antisubversiva" aplicada por las dictaduras militares de la década del setenta.

Con la desaparición de la guerra por áreas de influencia con la URSS, las viejas consignas "anticomunistas" de las dictaduras militares formadas en la Escuela de las Américas fueron sustituidas gradualmente por las banderas de la lucha contra el terrorismo, las drogas y el crimen organizado con las que EEUU justifica su injerencia intervencionista en la región latinoamericana.

Las nuevas hipótesis de conflicto regional y las coordenadas de control militar-estratégico se trazan a partir de la "guerra contra el terrorismo", que reemplaza en la lógica doctrinaria imperial a la "guerra contra el comunismo" de la década del setenta y de la era reaganiana en Latinoamérica.

Es en ese punto donde la estrategia regional imperial-estadounidense se enlaza con la red latinoamericana de espionaje montada por la Central de Inteligencia (CIA) estadounidense y el servicio de inteligencia israelí.

(Mossad), cuyo objetivo central -sostenido institucionalmente tanto por el gobierno de Bush como por el de Sharon- es la "guerra contraterrorista" desarrollada en el campo de la inteligencia y de las operaciones especiales.

Con una Latinoamérica domesticada por la democracia made in USA y los gobiernos dependientes (por derecha y por izquierda), sin focos importantes de lucha armada (salvo Colombia), sin movimientos revolucionarios vertebradores en el continente o en el mundo, con la socialdemocracia "progresista" convertida en alternativa de "cambio", las guerras por el control social ya no se desarrollan en plano militar sino en el plano de la inteligencia y de la manipulación mediática.

En una Latinoamérica dormida por el "pacifismo" de los gobiernos títeres de Washington, donde ya no existen métodos violentos de toma del poder revolucionario, sin huelgas generales, sin tomas de fábricas o de empresas, sin ataques contra los bancos o las trasnacionales, con movimientos sociales "revolucionarios" financiados y "domesticados" por las ONG del Imperio, el dominio militar abierto se ha tornado obsoleto.

La lógica del control social y político ya no la ejercen los militares y los tanques, sino los nuevos ejércitos de dominación: los medios de comunicación y sus legiones de jíbaros mentales que nivelan a las mayorías desposeídas y a sus dirigentes en la doctrina de la resignación, haciendo realidad aquel precepto de máxima: la paz es el negocio del dominador.

Ese sueño que los bancos y las trasnacionales imperiales no pudieron concretar con la dictaduras y los golpes militares diseñados en el Departamento de Estado, hoy se cumple con la aceptación pasiva del sistema capitalista como "única alternativa", modelada masivamente en los cerebros por los sacerdotes de las grandes corporaciones mediáticas que han sustituído a los curas y a los maestros en la orientación de conducta social.

Ya sin hipótesis de conflicto "subversivo" los ejércitos de "seguridad e inteligencia" privados fueron sustituyendo más eficientemente en el control social y político a las vetustas y desmovilizadas tropas de los ejércitos represores latinoamericanos que ya habían perdido vigencia con el ingreso de las democracias made in USA en los ochenta y los noventa.

De esta manera -en el área de la inteligencia y la seguridad- las células privadas de la CIA y el Mossad israelí, cierran el proceso de desmantelamiento de los estados nacionales latinoamericanos iniciado con el modelo de libre mercado y privatizaciones lanzado por Washington en la década de los noventa, y cuyo paradigma de implementación más significativo fue la dupla Menem-Cavallo en la Argentina.

Dentro de este nuevo esquema los servicios de información latinoamericanos -salvo Cuba y Venezuela- se convirtieron en sucursales de las políticas de inteligencia diseñadas para el control operativo y estratégico de Washington y Tel Aviv en la región.

Sistemáticamente, y durante los nuevos "gobiernos democráticos" controlados por EE.UU., la inteligencia norteamericana-israelí fue imponiendo a las administraciones de turno -a través de campañas mediáticas o de presiones políticas- ajustes presupuestarios y reducción de agentes en las estructuras oficiales de inteligencia.

Las nuevas hipótesis de conflicto "terrorista", a su vez, buscan complementar y dar sustento "doctrinario" a las legislaciones de mano dura y de criminalización de conflictos sociales que ya funcionan en muchos países de la región, caso de Argentina, el Estado con mayor cantidad de presos políticos de la región.

Así como los preceptos doctrinarios de la "doctrina de seguridad nacional" identificaron al "subversivo" como el principal enemigo de la "libertad" y el "orden", la nueva doctrina sitúa al "terrorista" como la fuente del "caos" y la "violencia" que amenazan por igual a toda la región.

Detrás del "terrorista" se agazapan el negocio de las drogas, la prostitución, las mafias y las armas, pero, básicamente en sus entrañas acechan los viejos fantasmas del "caos" y de la "violencia", cuyo enganche con los conflictos sociales sintetiza el flamante objetivo neo-represor de la "guerra contraterrorista" de Bush y Sharon en el continente.

Las FARC y el "11-S latinoamericano"

Los atentados explosivos contra la AMIA y la embajada de Israel, a principios de los 90, fueron operaciones experimentales para instalar la "guerra contraterrorista" en América Latina, cuyo entramado orgánico solo empezó desarrollarse con Bush hijo tras la demolición de las Torres Gemelas el 11 de septiembre.

Los atentados a las instituciones judías colocaron la "piedra fundacional" señalando claramente la lógica del "nuevo enemigo" simbolizado en el "terrorismo islámico" agazapado y acechante en la Triple Frontera.

Lo que se busca ahora, es que ese terrorismo que originalmente fue dirigido contra la comunidad judía, hoy se convierta en una "amenaza general" para toda América Latina sin distinción de pueblos, razas o comunidades.

La inteligencia norteamericana sabe perfectamente que no puede implantar artificialmente el "terrorismo islámico" de Al Qaida en Latinoamérica, por la sencilla razón de que no sería creíble y adolecería de la justificación que tiene en Europa o EEUU.

Por lo tanto, hay que ensamblar al "terrorismo islámico" en un "objetivo local" que cierre y otorgue verosimilitud a las amenazas y operaciones, y es en este punto donde el plan se ensambla con el accionar "terrorista" de las FARC en Colombia.

La CIA y sus redes de inteligencia militar y mediática desde hace mucho tiempo vienen creando las condiciones políticas y sociales para convertir a las FARC en el modelo paradigmático de la red Al Qaida en América Latina.

La revelación de la conexión FARC-Al Qaida-ataques terroristas (que la CIA ya puso en marcha) intentaría darle consistencia y mayor coherencia orgánica a la adhesión de los gobiernos, los ejércitos y las policías locales a la "guerra contraterrorista" exportada por EEUU a todo el mundo.

Por imperio del nuevo modelo, las selvas colombianas ya se han convertido -como lo fue Arabia Saudita en el Medio Oriente- en el centro exportador de logística, armas y organización terrorista a toda Latinoamérica.

En ese sentido, los expertos en Washington no descartan a corto plazo un "11-S latinoamericano", un atentado terrorista demoledor en América Latina, que termine por ensamblar (como sucedió en Europa con el 11-M español) un plan "contraterrorista" latinoamericano suscripto por todos los gobiernos de la región.

Fuentes de inteligencia en Washington hablan de objetivos terroristas en Chile, Argentina, Brasil, México y Venezuela, entre otros, con la modalidad operativa del 11-M español, es decir, en lugares con alta concentración de público común que asegure el impacto masivo, local e internacional, de los atentados.

En el trazado de este objetivo los servicios de inteligencia y el gobierno colombiano estarían realizando una operación para complicar a las FARC con actividades del narcotráfico y de violencia política planeada para desestabilizar a los gobiernos de la región.

Con informes y denuncias públicas la CIA busca "preparar el terreno" para que, tras la concreción de un 11-S latinoamericano (o tal vez de varios), las FARC se conviertan en la réplica de la red Al Qaida en Latinoamerica. O de la ETA, cuando se la complicó con el 11-M.

La "amenaza terrorista"

Recientemente un informe del ejército de Colombia, citado por el diario El Tiempo, vincula a las FARC con el delito del narcotráfico.

Según el documento, en el 2003 los ingresos por narcotráfico para las FARC pasaron los 1,8 billones de pesos y, pese a que en el 2004 disminuyeron por las operaciones de la Brigada contra el Narcotráfico y el Plan Patriota, las transacciones les siguen dejando un elevado ingreso.

El estudio, supuestamente realizado por la Unidad de Información y Análisis Financiero (UIAF) del ministerio de Hacienda colombiano, estimó que sólo en 2003 los rebeldes habrían embolsado alrededor de 600 millones de dólares.

También indica que la mayor parte de ese dinero provendría de los secuestros y la extorsión y no del tráfico de drogas, tal como aseguran los gobiernos de Colombia y Estados Unidos.

Otros informes aparecidos entre el 2004 y el 2005, "revelan" las cuentas y la estructura financiera de las FARC, destacando su carácter de "organización guerrillera más rica del mundo", que recuerda las operaciones internacionales de prensa con el "Bin Laden millonario", en los prolegómenos organizativos del atentado terrorista contra las Torres Gemelas en Nueva York.

En febrero último, el viceministro de Defensa colombiano, aseguró que en 2003 las FARC recabaron cerca de US 700 millones de dólares por tráfico de cocaína, lo que según indica, es su principal fuente de ingresos.

Por ello, el funcionario describió al grupo rebelde como una organización básicamente de narcoterroristas.

El viceministro agregó que los medios hicieron público el informe de una forma imprecisa y aseguró que las FARC gastan la mayor parte de sus ingresos en la compra de precursores químicos para producir cocaína y para obtener explosivos que usan en sus ataques.

De igual manera, la extradición de Omaira Rojas, supuesta jefa de finanzas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) para ser enjuiciada en Colombia, va a ser utilizada como golpe propagandístico para hacer conocer el "proyecto terrorista" de las FARC y el "terrorismo islámico" en Latinoamérica.

Igual que sucedió con la red Al Qaida, las usinas mediáticas de la CIA intentan convertir a las FARC en una organización terrorista supranacional, cuyo poder militar-organizativo-financiero y capacidad operativa, no tienen límites y están en constante expansión. En ese sentido, las "coincidencias" con Bin Laden y la red Al Qaida son pura casualidad.

Fuentes norteamericanas, por su parte, señalan que la CIA tendría en curso un informe que tomaría como base un documento elaborado por los servicios de inteligencia colombianos, el año pasado, en el que se acusaría a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) de haberse infiltrado en Chile, Argentina y otros países de Centroamérica con la finalidad de desestabilizar la región y generar una ola de conflictos montados en el descontento social.

Asimismo la estrategia del informe apuntaría a vincular a la organización guerrillera con las mafias del delito, y con todas las actividades relacionadas con el narcotráfico y los negocios ilegales en Latinoamérica.

Como un ejemplo de esa operación se señala al Paraguay, donde, tras conocerse el asesinato de la hija del ex presidente Cubas, el gobierno paraguayo vinculó a las FARC con la "mafia de los secuestros" que estaría operando en ese país.
Hay que resaltar que las operaciones de la CIA con el "terrorismo" y las "mafias", cuentan con la estupidez y el desconocimiento de los medios y periodistas latinoamericanos. La mayoría ignora por completo las operaciones de inteligencia que subyacen detrás de la información provista por "fuentes creíbles", o sea por la CIA infiltrada en el mundo político y empresarial.

Durante un encuentro latinoamericano sobre seguridad en la ciudad colombiana de Cartagena, en septiembre de 2004, que convocó a las principales autoridades policiales de la región, el director del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) colombiano (dependiente de la CIA) , Jorge Noguera, señaló que: "La guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) se infiltró en Chile, Argentina y otros países de Centroamérica con la finalidad de generar una ola de descontento social y promover alteraciones de orden público". "Las FARC han pasado por Argentina, Chile, Centroamérica y otros países, donde hemos detectado su presencia a través de voceros o de alguna otra forma, que actúan con alguna representación (de esa guerrilla)", señaló Noguera. "Hoy las FARC no son solamente una amenaza militar, sino de criminalidad en todo sentido. Son una amenaza política en cuanto pueden estar generando resentimiento, sentimiento de exclusión, de supuesta reivindicación de derechos en esos países para generar problemas allí", añadió.

La denuncia del funcionario colombiano -según el diario El Tiempo- fue respaldada por el jefe de la Interpol en Perú, coronel Manuel Sánchez, también presente en ese foro. "(Las FARC) están trayendo bastantes problemas en mi país, incluso tengo entendido que tienen rehenes tanto nacionales como extranjeros", aseguró. "Definitivamente como organización terrorista, está tratando de expandirse en otras naciones de Suramérica e incluso de Europa", añadió el oficial peruano en declaraciones a medios colombianos.

Finalmente el jefe de la inteligencia colombiana señaló que las FARC también actuaron en Argentina y algunos países centroamericanos para generar "resentimiento" en algunos sectores de izquierda, asegurando que no descartaba que existan vínculos entre esa guerrilla y la red terrorista de Al Qaida. "Estamos investigando, no puedo revelar detalles en este momento, pero no sería raro encontrar este tipo de nexos porque las organizaciones terroristas del mundo sienten empatía pues utilizan los mismos métodos y buscan mejorar juntos en esa carrera criminal para buscar cada vez más muertos", concluyó.

Este Congreso en Cartagena, manipulado por la inteligencia estadounidense, trazó las bases a nivel latinoamericano para la actual operación de la CIA orientada a convertir a las FARC en la versión de Al Qaida en América Latina.

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