domingo, 11 de mayo de 2014

Dia Internacional de las Montañas 11 de diciembre Naciones Unidas

Dia Internacional de las Montañas 11 de diciembre Naciones Unidas
Erubiel Camacho Día Internacional de las Montañas 11 de diciembreNaciones Unidas Portada Antecedentes Documentos Días anteriores Enlaces relacionados Eventos y días internacionales Gestión de riesgos de catástr
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Gestión de riesgos de catástrofes en las regiones montañosas
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Reducir riesgos salva vidas
Las montañas son lugares peligrosos. Muchas comunidades de las
regiones montañosas viven amenazadas por los sismos y las erupciones
volcánicas procedentes del desplazamiento de las placas tectónicas.

La acción de la gravedad en las laderas se suma a la fuerza
destructiva de las tormentas y los aguaceros y se producen aludes,
deslizamientos de tierras e inundaciones.

De acuerdo con el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio
Climático es muy probable que las lluvias abundantes sean más
frecuentes y las futuras tormentas todavía más intensas, por lo cual
será aún más peligroso vivir en las regiones montañosas.

En diciembre de 2009 se reunirán en Copenhague encargados de elaborar
las políticas de alto nivel, en la 15ª Conferencia de las Partes en la
Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.
Dado que el Día Internacional de las Montañas cae durante esta
importante conferencia, se escogió el tema de la gestión de riesgos de
catástrofes en las montañas para poner de relieve la necesidad urgente
de adoptar estrategias de adaptación al cambio climático que reduzcan
el riesgo de catástrofes en las zonas montañosas.

Entender la vulnerabilidad
En las regiones montañosas puede haber numerosos peligros naturales,
pero no hay catástrofes «naturales». Las catástrofes son la medida de
los efectos del peligro en la sociedad. Estos efectos se determinan
por el alcance de la vulnerabilidad de una comunidad al peligro. La
vulnerabilidad no es natural, es una mezcla de una variedad de
factores físicos, sociales y económicos.

Una medida obvia para reducir la vulnerabilidad a las catástrofes en
las zonas montañosas es evitar la construcción de asentamientos en las
zonas peligrosas. Pero existen grandes fuerzas culturales que llevan a
las personas a exponerse a semejantes amenazas. Por ejemplo, las
personas pueden decidir vivir en propiedades de paisajes montañosos a
pesar de los riesgos de deslizamientos o incendios forestales. Los
lazos con los parientes y la comunidad atan a las familias a tierras
propensas a peligros. Una óptica del mundo culturalmente diferente
bien puede significar que algunas personas perciban en forma distinta
los riesgos y sean más fatalistas respecto a las perspectivas de
catástrofes.


©AFP/Roberto SchmidSin embargo, el factor principal que lleva a las
personas a vivir en situaciones vulnerables es la pobreza. En muchas
ciudades grandes situadas en zonas montañosas, los barrios bajos
proliferan en las laderas circundantes, donde el riesgo de
inundaciones y deslizamientos es mayor. En las zonas rurales, las
familias más pobres son las que se ven obligadas a ganarse el sustento
en las zonas más elevadas, en terrenos muy empinados y peligrosos.

Otros factores hacen que las comunidades de las montañas sean
particularmente vulnerables a las catástrofes. Por ejemplo, en las
zonas montañosas remotas puede resultar en extremo difícil avisar con
anticipación sobre posibles peligros y llevar socorro de emergencia.

En muchos países viven en las zonas montañosas pueblos indígenas y
minorías culturales. Debido a su marginación, aunada a las diferencias
lingüísticas, muchas veces no participan en las actividades de
reducción de riesgos de catástrofes.

Las mujeres, los niños y los ancianos son especialmente vulnerables a
las catástrofes, y en muchas zonas montañosas estos miembros de la
comunidad son los que se quedan a cargo de las propiedades en las
montañas ya que los hombres se trasladan a las ciudades que están en
las tierras bajas o al extranjero para obtener mejores ingresos y
mantener a sus familias mediante el envío de remesas.

La desigualdad entre los sexos en las zonas montañosas se suma al
impacto de las catástrofes en las mujeres. Aunque sean jefes de
familia, pocas mujeres son propietarias de las tierras agrícolas de
las montañas, requisito frecuente para recibir socorro de emergencia y
ayuda para la rehabilitación. Muchas veces están limitados los
desplazamientos de las mujeres y su interacción social, lo que les
impide informarse de posibles peligros, participar en iniciativas para
la reducción de riesgos de catástrofes y beneficiarse del socorro de
emergencia.

Teniendo en cuenta la vulnerabilidad muchas veces extrema de la
población de las montañas y el gran número de peligros naturales, no
es sorprendente que más de la mitad de las muertes causadas por las
catástrofes naturales se produzcan en las montañas y en las tierras
adyacentes.

Los ecosistemas de montaña degradados anuncian catástrofes

©AFP/Joseph BarrakDurante siglos, los sistemas agrícolas de las
montañas produjeron una gran variedad de alimentos nutritivos, con
sistemas que protegían el suelo de la erosión y conservaban los
recursos hídricos. Estos sistemas se crearon explícitamente para
reducir los riesgos de catástrofes producidas por los peligros
naturales.

Pagar para recibir protección
Las regiones montañosas de los países industrializados ricos no están
exentas de los peligros y las catástrofes naturales. Suiza estableció
un sistema de bosques protectores para resguardar sus ciudades, zonas
industriales y rutas de transporte de los aludes y deslizamientos de
tierra. Estos «escudos» forestales también sustentan biodiversidad,
conservan la belleza del paisaje y ofrecen zonas de recreo a la
población local y al turismo.

Estos bosques benefician a todos, pero mantenerlos no es rentable para
sus propietarios, por lo cual los gobiernos federales y locales
ofrecen compensación económica a los dueños de los bosques por sus
servicios. Si bien esto requiere un desembolso considerable de fondos
públicos, este enfoque ofrece una protección comparable con otras
soluciones de gran ingeniería, a un costo más bajo.

Muchos países en desarrollo no están en condiciones de adoptar este
enfoque pero, teniendo en cuenta el elevado costo de los
deslizamientos de tierras y las inundaciones, invertir en bosques
protectores puede ser una solución factible y eficaz desde el punto de
vista de los costos, para reducir los peligros de las regiones
montañosas en muchas zonas.

Otros tipos de sistemas de pagos por servicios ambientales (PSA)
podrían desempeñar una función importante en la reducción de riesgos
de catástrofes en las regiones montañosas. Actualmente los cuatro
mercados principales de los planes de PSA son la atenuación del cambio
climático, la ordenación de cuencas hidrográficas, la conservación de
la biodiversidad y la estética del paisaje. Todos estos servicios
contribuyen directamente a la reducción de riesgos de catástrofes. Si
se hiciera la publicidad adecuada a este valor añadido, se ampliaría
el mercado para estos servicios ambientales.

Sobrevivir al huracán Mitch
En 1989 América Central sufrió una intensa sequía. El Gobierno de
Honduras, con el apoyo técnico de la FAO y financiación de los Países
Bajos, inició un proyecto en la montañosa y empobrecida región de
Lempira Sur, con el objetivo de introducir nuevas prácticas para
conservar mejor el agua en el suelo. Estas prácticas consistían en el
cultivo de maíz, sorgo y frijol, intercalados con árboles, a fin de
mantener la cubierta máxima del suelo en todo momento utilizando el
rastrojo de los cultivos.

En 1998 el huracán Mitch dañó o destruyó por completo más de la mitad
de la infraestructura y la producción agrícola de Honduras. Se
señalaron como factores que agravaron los efectos del huracán la
deforestación en gran escala, el cultivo de tierras marginales sin
prácticas de conservación del suelo, así como a la falta de una
ordenación adecuada de la cuenca hidrográfica.


©FAO/Giuseppe BizzarriSin embargo, la región de Lempira Sur sufrió
menos daños que el resto de Honduras. El impacto menor del huracán no
sólo se debió a las prácticas agrícolas recientemente introducidas,
sino que la creación de «capital social» tal vez haya desempeñado una
función mayor en la reducción de la vulnerabilidad de las comunidades
locales durante la emergencia. El proyecto promovía la creación de
diversos grupos de intereses, que después comenzaron a trabajar unidos
a través de un comité comunitario de desarrollo. Los productores de
Lempira Sur obtuvieron por medio de estos comités la decisiva
advertencia de primer nivel y asistencia durante la emergencia.

Sin embargo, el crecimiento de la población de las zonas montañosas y
la expansión de la agricultura comercial han reducido la
disponibilidad de tierras agrícolas para la pequeña agricultura de las
comunidades locales y los agricultores empobrecidos han tenido que
abrir tierras marginales en laderas escarpadas, inadecuadas para la
agricultura. Cada vez más animales pastan en las praderas de las
montañas y en tierras forestales, y este exceso de pastoreo destruye
la cubierta del suelo y compacta los suelos.

Los sistemas agrícolas tradicionales han sido abandonados o se han
vuelto insostenibles. Por ejemplo, los pequeños agricultores muchas
veces abren tierras para la agricultura cortando y quemando los
bosques de las montañas. Aunque este método pueda ser sostenible donde
la población es poco numerosa y está muy dispersa, cuando las
comunidades crecen y compiten por las tierras, muchas veces se reducen
los necesarios períodos de barbecho que permiten a los suelos y los
bosques regenerarse.

Fuerzas externas a las comunidades de las montañas, como los intereses
madereros comerciales y la producción agrícola impulsada por el
mercado, también ejercen peligrosas presiones en los ecosistemas
montañosos. Todo esto puede conducir hacia una deforestación
permanente y a la degradación irreversible del medio ambiente. La
pérdida de cubierta forestal priva a las comunidades de las montañas
de una barrera de protección contra los deslizamientos y los aludes, e
incrementa ulteriormente la erosión del suelo y la escorrentía.

Los efectos catastróficos de la gestión insostenible de los recursos
naturales se hicieron evidentes en el terremoto de 2005 en Pakistán.
Más de la mitad de los deslizamientos se produjeron por factores de
origen humano, especialmente el pastoreo y la conversión de tierras
forestales, terrazas mal construidas, asentamientos situados en
laderas expuestas y construcción de carreteras.

Las catástrofes en las zonas montañosas y las fuerzas que contribuyen
a producirlas repercuten en territorios más amplios, por ejemplo, en
toda la cuenca hidrográfica. Los deslizamientos de tierras, la erosión
del suelo y el incremento de la escorrentía contribuyen a las
inundaciones en las zonas bajas cercanas y pueden repercutir en la
calidad y disponibilidad del agua.


©FAO photoLos sistemas de PSA en las regiones montañosas reducirían el
riesgo de catástrofes en dos formas. Conducirían a ecosistemas de
montaña más sanos y con mayor capacidad de recuperación, menos
propensos a los peligros naturales, y contribuirían a reducir la
pobreza, una de las fuerzas que impulsan la degradación de las zonas
montañosas, que a su vez magnifica la gravedad de las catástrofes.

Afrontar los tsunami de montaña
Cada vez es más evidente que el cambio climático está haciendo
retroceder los glaciares en todo el mundo. Conforme se derrite el
hielo se forman lagos al pie de los glaciares cuya masa disminuye. Las
orillas de estos lagos son débiles y cuando estallan se produce un
peligro natural conocido como inundación por desbordamiento de lago
glaciar. Debido a que son fenómenos repentinos y pueden causar daños
catastróficos los llaman «tsunami de montaña».

En la región himalaya del Hindu Kush las tasas de calentamiento son
considerablemente más elevadas que el promedio mundial. El Centro
Internacional para la Ordenación Integrada de las Montañas (ICIMOD) ha
determinado más de 200 lagos considerados susceptibles de desbordarse
y producir inundaciones.

Es posible prevenir las inundaciones por desbordamientos. Nepal
colaboró con el Gobierno de los Países Bajos en un proyecto de tres
millones de USD para liberar agua de un lago glaciar potencialmente
peligroso. Sin embargo, estas soluciones costosas no siempre son
factibles. Lo esencial para prevenir inundaciones catastróficas por
desbordamiento es entender el posible recorrido de la masa de agua y
su velocidad.


©The News Nepal Ltd.El glaciar Imja del Nepal, situado a unos 6 km del
Everest, está retrocediendo a una velocidad de 74 metros al año, la
más rápida de todos los glaciares de los Himalaya. El lago Imja,
situado al pie del glaciar, casi no existía en el decenio de 1960 y
hoy tiene alrededor de 1 km2 de superficie y está considerado uno de
los lugares donde con mayor probabilidad se producirá una inundación
catastrófica por desbordamiento.

Para crear conciencia local e internacional de este peligro, el WWF
Nepal, una asociación de estudiantes sherpas e iDEAS, una organización
no gubernamental local, realizaron una carrera contra la inundación
por desbordamiento del lago glaciar. Corredores locales siguieron la
ruta del posible torrente, desde el lago Imja hasta la aldea de
Khumjung, donde una inundación produciría efectos catastróficos.

El camino a seguir
Es imprescindible que los encargados de elaborar las políticas que se
ocupan de la gestión de riesgos tengan en cuenta las regiones
montañosas, debido al gran número de peligros naturales que hay en
ellas y a la gran vulnerabilidad de las comunidades que las pueblan.
Las actividades principales para reducir el riesgo de catástrofes en
las montañas son:

apoyar las prácticas agrícolas, de pastoreo y forestales sostenibles
en las zonas montañosas, como elemento clave de la reducción de
riesgos de catástrofes para las comunidades de las zonas altas tanto
como para las de las zonas bajas;
hacer estudios básicos de la vulnerabilidad en las zonas de las
comunidades de las montañas, utilizando un análisis de género que
garantice que las iniciativas para la reducción de riesgos de
catástrofes y las actividades de socorro en situaciones de emergencia
y las de rehabilitación lleguen hasta las personas que corren más
riesgos;
crear más conciencia y elaborar estrategias integradas y políticas
nacionales para la gestión de riesgos de catástrofes;
incorporar los conocimientos ambientales locales y la memoria de las
comunidades en las estrategias de reducción de riesgos de catástrofes;
incrementar la creación de capacidad en todos los elementos de la
gestión de riesgos de catástrofes, que incluya prevención, atenuación,
respuesta y rehabilitación;
facilitar a las comunidades de las montañas el acceso a los recursos a
través de numerosos instrumentos, como el micro crédito y los
servicios bancarios, oportunidades de obtener ingresos no agrícolas,
así como estrategias para atenuar los efectos de las catástrofes que
ofrezcan pagos a las comunidades de las zonas montañosas;
seguir investigando los peligros naturales de las regiones montañosas
y su posible incremento debido al cambio climático.

--
www.myspace.com/erubielcamacho y www.partidoquetzalcoatl.org
somos la conciencia del pueblo mexicano gracias por escribir

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