viernes, 2 de mayo de 2014

Origen de la guerra o el malentendido de la tierra prometida

Origen de la guerra o el malentendido de la tierra prometida

La tierra prometida no es un trozo de territorio con escrituras de propiedad

01/02/2009 - Autor: Juan Miguel Lorente González (Ziryab Yahya) - Fuente: Webislam
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La tierra prometida no es un trozo de terriotorio con escrituras de propiedad.
La tierra prometida no es un trozo de terriotorio con escrituras de propiedad.
Adán y Eva, el ser humano primordial unificado en el par masculino/femenino, yin/yang, cielo/tierra, luz/tinieblas, etc., fue creado en el paraíso, en la unidad. El paraíso era el hogar del ser humano. Era Uno con Dios. Pero el Maligno (creación de Dios), el que divide y separa, engañó al ser humano. Le hizo creer que no era suficiente ser solamente el ser humano primordial, Uno con Dios y teniendo el paraíso como hogar. Le dijo: “si coméis de este árbol llegaréis a ser......”.
Las personas corrientes de toda la vida y de todos los tiempos, queremos llegar a ser lo que ahora no somos. Desde nuestra infancia que nos preguntan: “¿Qué quieres ser de mayor?”, y respondemos que médico, ingeniero, maestro, jardinero, carpintero, conductor de autobús, etc. Ya grandes, cuando somos médicos, ingenieros, maestros, jardineros, carpinteros, conductores de autobús, etc., nos damos cuenta que no tenemos suficiente. Entonces, queremos que nos toque la lotería, disfrutar de mayor bienestar, tener dos carreras, tener un coche más bonito, hacer un viaje, etc. Y cuando lo tenemos, queremos más cosas, hasta que nos damos cuenta que lo que realmente necesitamos no son cosas o conocimientos. Lo que realmente necesitamos es salud, felicidad y sentirnos realizados.
La población civil en todas partes quiere salud, felicidad y sentirse realizada. Nadie quiere que su familia muera por causa de la guerra, ni nadie quiere coger armas.
Volviendo al principio, cuando el ser humano primordial obedeció al Maligno, se separó del Uno. Y comenzó su vida en la tierra, trabajando, luchando, amando, jugando, matando, robando, etc.
Esta tentación del Maligno de “llegar a ser algo diferente de lo que uno realmente ya es”, es la causa de la infelicidad, primero, y de la guerra, segundo. Cuando uno dice: “quiero tu dinero, o tus tierras, o tu reino, o tu mujer”, o cuando dice: “yo soy superior a ti, por esto has de morir”. Cuando la persona se deja llevar por esta tentación de “querer ser diferente a lo que realmente uno ya es”, acaba con su felicidad y comienza a hacer la guerra. Y este “lo que realmente ya es” significa el derecho divino que cada persona tiene de volver al paraíso y volver a ser un ser humano primordial. “Lo que realmente ya es” es lo que la persona encuentra cuando se ha desnudado, cuando ha hecho limpieza en su cerebro, cuando vuelve a ser uno con Dios y con el mundo.
El puto dinero ha causado mil y una guerras en todos los tiempos. Qué son si no las guerras entre familias por una herencia, o las guerras políticas, o las guerras del narcotráfico, o las guerras entre clases sociales, o las guerras de rapiña por los recursos naturales de un país. Hay muchísimos ejemplos.
La soberbia es perversa: este “querer ser más que el otro”, sea por racismo, por dinero, por nacionalismo, por religión, por lengua, da lo mismo. La soberbia hace olvidar que la verdadera misión de cada persona es hacer el camino de vuelta. Ningún camino de ida, lejos de uno mismo, lleva a ninguna parte.
El camino de ida es el motor maligno de las ideologías políticas, religiosas, sociales, futbolísticas, del miedo al fracaso, de la depresión, etc. El sufrimiento que causa es tan profundo, crea tanta opresión, confusión y preocupación, que la humanidad se olvida de hacer el camino de vuelta hacia sí misma.
En todos los textos sagrados está muy claro este camino de vuelta. Y en muchas obras de los grandes sabios de la humanidad hay esta intuición. Camino de vuelta a lo que uno “realmente ya es”, tu paraíso, la unidad con la divinidad, la verdadera felicidad y libertad. Esto es la tierra prometida, está dentro de cada uno.
LA TIERRA PROMETIDA NO ES UN TROZO DE TERRITORIO CON ESCRITURAS DE PROPIEDAD.



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