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Varios columnistas y público de diversos países están criticando a los líderes occidentales por sus elogios al rey Abdulá ibn Abdul Aziz, el recientemente fallecido rey saudí, cuyo régimen ha llevado a cabo incontables abusos contra los derechos humanos, apoyado a grupos terroristas y condonado extensas prácticas de corrupción. El secretario de Estado de EEUU, John Kerry, describió al fallecido rey como “un bravo socio en la lucha contra el extremismo violento y que demostró ser muy importante como promotor de la paz”. Sin embargo, y antes de la aprobación de una ley en 2013 que prohibe la financiación de grupos terroristas, Arabia Saudí había sido descrita como “la fuente más significativa de financiación de grupos terroristas sunníes en todo el mundo”, según un cable diplomático estadounidense filtrado por Wikileaks. El antiguo secretario de Defensa de EEUU, Chuck Hagel, llamó a Abdulá “una voz poderosa en favor de la tolerancia, la moderación y la paz” y alabó su dedicación para “mejorar las vidas de las personas en su país y promover el liderazgo de este último en el extranjero”. Otro cable filtrado por Wikileaks reveló, sin embargo, que el rey saudí había pedido a EEUU que atacara Irán con el fin de destruir su programa nuclear. Abdulá fue grabado pidiendo a EEUU que “cortara la cabeza de la serpiente” en un encuentro de 2008 con el general David Petraeus. Los políticos británicos, entretanto, hicieron también grandes elogios de la figura de Abdulá y el gobierno de Londres pidió que todas las banderas británicas en edificios oficiales ondearan a media asta todo el día del viernes en honor a Abdulá. Un sitio web gubernamental afirmó que “las autoridades locales no están obligadas a atender esta petición pero podrían tomarla como guía”. El príncipe Carlos ha volado a Arabia Saudí para presentar sus respetos al monarca fallecido. El príncipe de Gales ha realizado recuentes visitas al reino saudí e incluso participó en una danza ritual con espadas junto con miembros de la familia real el pasado año. Se cree que él era también un íntimo amigo de Abdulá. El antiguo primer ministro británico Tony Blair, uno de los promotores de la guerra de Iraq en 2003, dijo: “Yo le conocía bien y le admiraba enormemente. A pesar del cúmulo de eventos en la región y sus alrededores, él continuó siendo un aliado sólido y estable. Él fue un modernizador paciente y diestro en su país”. Los criticos señalan, sin embargo, que el rey saudí se movió de forma continuada para promover más conflictos en Oriente Medio. Así por ejemplo, él pidió a EEUU que proporcionara más ayuda a los terroristas que luchan contra el gobierno de Siria. Por su parte la organización Human Rights Watch señaló que, aparte de limitados esfuerzos que supusieron sólo “avances marginales que no lograron asegurar los derechos fundamentales de los ciudadanos saudíes a la libertad de expresión, asociación y asamblea”, Abdulá fue incapaz de detener la violación rutinaria de los derechos humanos en el reino, tales domo ejecuciones por decapitación (87 el pasado año), latigazos públicos a disidentes y ejecuciones por prácticas como la brujería. Pese a ello, el vicepresidente de EEUU, Joe Biden, expresó su admiración por los “esfuerzos del rey Abdulá para mover su país adelante”. El promover los derechos humanos en Arabia Saudí sigue siendo peligroso. Las cuatro hijas del rey Abdulá, por ejemplo, han estado encerradas sin poder salir en casa de su padre durante 13 años por hablar contra la opresión de las mujeres en el reino wahabí. “¿Cuál es el crimen del 99% de las mujeres saudíes que sufren básicamente la tutela masculina. Un tutor masculino puede hacer lo que quiere. Puede quedarse con todo y dejarla a ella sin nada”, dijeron las hijas de Abdulá en una entrevista con RT el pasado año. A pesar de ello, la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde, alabó a Abdulá como “un fuerte defensor de los derechos de las mujeres”. Este espantoso balance en los derechos humanos, el apoyo al terrorismo y al desencadenamiento de guerras no ha impedido, pues, que los líderes occidentales hayan creado un frente unido de elogios hacia el fallecido monarca. Algunos activistas han acudido a Twitter para condenar la hipocresía de estos líderes y sus halagos. Algunos han creado incluso un hashtag #JeSuisAbdullah, que expresa un desprecio por las alabanzas hacia un tirano por el simple hecho de haber seguido la política que querían sus protectores occidentales. |
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