miércoles, 4 de marzo de 2015

El gran tesoro de la hikma

La hikma del Qur-ân es buscar su interpretación en el Qur-ân; y la hikma de la sunna es seguir la vida del Mensajero de Allah

29/10/2014 - Autor: Abu Bakr Gallego - Fuente: musulmanesandaluces.org
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El Sagrado Corán
El Sagrado Corán
Poco antes de que se insinúe la primera luz del alba desciende sobre los que están despiertos y recuerdan a su Señor de pie, sentados o acostados, una apacible somnolencia, una calma y una serenidad que tan propicias son para recibir en los corazones la inspiración que nos permita comprender la forma de aplicar en nuestra vida la sabiduría contenida en las aleyas del Qur-ân.
Y hace falta inspiración porque a veces algunas de esas aleyas que de forma tan explícita nos informan, por ejemplo, de la labor del Profeta Muhammad (s.a.s), de su encomienda, no dejan de contener una cierta dosis de significados implícitos; y no porque no haya obviedad en ellas, sino porque de la misma forma que Allah el Altísimo a través de un fenómeno visible -“Hacemos que la noche penetre en el día y que el día penetre en la noche”- nos aclara parte del mecanismo cósmico, de la misma manera, decimos, nos puede hacer caer en la cuenta de una verdad general a través de una mera concatenación de palabras, como es el caso de la siguiente aleya:
¡Señor nuestro! Envía un mensajero de entre ellos que les recite Tus Aleyas y les enseñe el Libro y la hikma y los purifique. En verdad que eres El Poderoso, El Sabio.
Qur-ân 2:129
De esta forma suplicaba Ibrahim (a.s) a nuestro Señor hace miles de años y le pedía para los musulmanes del futuro, para los creyentes, para los que se han sometido con todo su ser a la Voluntad de Allah el Altísimo, lo mejor: “Un mensajero de entre ellos que les recite Tus Aleyas y les enseñe el Libro y la hikma y los purifique.” Y eso fue lo que su Señor hizo generación tras generación al haber aceptado la súplica de Su siervo, de Su amigo íntimo (al-Jalîl):
Ten paciencia con lo que dicen, y recuerda a nuestro poderoso siervo Daud (lleno de energía y vigor)… Fortalecimos su reino y le dimos hikma y acierto en sus veredictos.
Qur-ân 38:17-20
Dijo: “¡Señor mío! Voy a tener un hijo siendo que ningún humano -bashar- me ha tocado.” Dijo: “Así será, pues Allah crea lo que quiere; cuando decreta un asunto Le basta con decir: ¡Sé! Y es.”
Qur-ân 3:47-48
De la misma forma, os hemos enviado un Mensajero surgido de entre vosotros que os recita Nuestras aleyas, os purifica, os enseña el Libro y la hikma, y lo que no sabíais.
Qur-ân 2:151
Lo primero que nos sorprende de estas aleyas es que se hable de hikma habiendo un Libro revelado en el que está contenida toda la sabiduría y toda la información que necesita el hombre para atravesar esta existencia sin conflictos mayores y con plena consciencia de su significado, de su sentido. Podría dar la sensación de que lo que realmente se está diciendo es que ese Libro, todos, son incompletos y necesitan algún tipo de apoyo. Sin embargo, lo que Ibrahim está pidiendo a Allah cuando le suplica que envíe un Profeta que les enseñe la hikma, es un itinerario, una dirección, un rumbo.
El Libro desciende para confirmar y afianzar el îmân en los corazones de los creyentes. Pero el îmân no es suficiente para guiarnos. El îmân es una potente luz que necesita estar dirigida en la buena dirección. Es como un hombre que camina por la noche y se alumbra con un farol pero lo dirige hacia los lados y hacia atrás hasta que se sale del sendero y se mete en un bosque del que ya no sabe cómo salir. Si hubiera dirigido su luz hacia delante, le habría mostrado el camino de forma clara e inequívoca. De la misma forma, sin la hikma nos perdemos en el bosque de las interpretaciones, de las opiniones y de la subjetividad humana.
Y de igual manera, el Libro sin hikma lleva al extravío, lleva a interpretarlo según nuestra subjetividad. Necesitamos, en cambio, la objetividad divina, la clarificación que traen los Profetas, la hikma, su sunna. Esa objetividad sólo se consigue adecuando nuestra vida a la del Profeta, el único patrón que tenemos para comprender realmente los significados del Qur-ân.
La hikma es la objetividad, la diáfana visión que nos permite aplicar a nuestros actos la sabiduría; lo que nos permite descifrar las indicaciones del camino. Si interpretamos caeremos, necesariamente, en la subjetividad, en las disputas, en opiniones fundadas sobre conjeturas… en la fitna. Esta es la razón por la que Allah el Altísimo tuvo a Su Profeta (s.a.s) 23 años con la gente, para que adquirieran esa objetividad que día a día iba enseñando a Su Mensajero.
Los tafsir del Qur-ân son un mero recuento de opiniones, en muchos casos contradictorias, pues ¿puede acaso el hombre entender el estilo literario del Creador del universo? Puede maravillarse ante él, pero nunca aprehenderlo ni imitarlo. ¿Puede acaso el hombre comprender el significado de las palabras y expresiones que el Altísimo ha elegido entre las miles que componen una lengua tan vasta y rica como el árabe? Es el Qur-ân el que explica el Qur-ân, y esta es la hikma que está contenida en sus aleyas: unas explican a otras, delimitan sus significados y nos enseñan su verdadera función gramatical.
Y de la misma forma que el Qur-ân explica el Qur-ân, la vida del Profeta Muhammad (s.a.s) explica la hikma de sus dichos.
En la umma del Mensajero de Allah (s.a.s) puede haber sabios, eruditos, incluso santos, pero si no hay hikma estaremos sin guía.
Da la hikma a quien quiere, y quien reciba la hikma habrá recibido un gran tesoro.
Qur’an 2:269
¿Y cuál es entonces la hikma de pertenecer a la umma del Profeta Muhammad (s.a.s)?
Narrado de Sa’îd bin Amri bin Sa’îd bin Abî al-‘Âs que escuchó a Ibn ‘Umar decir: “El Profeta (s.a.s) dijo: ‘En verdad que mi umma es iletrada (ummiyya), no calculamos ni anotamos, y el mes es así y así y así.’ Y cuando lo dijo la tercera vez dejó el pulgar pegado a la palma de la mano (sin subirlo como los otros nueve dedos). ‘Y el mes es así y así y así,’ haciendo un total de treinta.”
(Ṣaḥîḥ - Muslim, Bujari, sunan an-Nasai 2143)
Esta es la hikma el regalo y la guía que Allah el Altísimo ha otorgado a todos aquellos de Sus siervos que sigan el mismo camino, la misma mil-la que Su Mensajero: Somos una umma iletrada, ummiyya; es decir, una umma no-académica, ni burguesmente hechizada por los “adelantos”, ni dirigida por la cultura, ni degradada por la moda. Esto significa la palabra ummiyya, y no ignorancia o analfabetismo.
Seguir el academicismo, la cultura del progreso, anotar, calcular… significa dejar de mirar al cielo, de observar el firmamento, de servirse -en última instancia- del mapa celeste como guía.
Narrado de Said bin Shabib Abu Uzman que Abderrahman bin Zaid bin al-Jattab habló a la gente el día sobre el que hay duda (el día en el que no hay certeza de que haya comenzado Ramadan; el treintavo día del mes de Sha’ban, ya que podría ser igualmente el primer día de Ramadan y el 29 de Sh’aban), y dijo: “Estaba sentado con los Compañeros del Mensajero de Allah (s.a.s) y les pregunté y me dijeron que el Mensajero de Allah (s.a.s) había dicho: ‘Ayunad cuando la veáis y romped el ayuno cuando la veáis. Y hacedlo de esta manera, pero si hay nubosidad y no podéis verla, entonces completad 30 días; y si dos personas testifican haberla visto, ayunad y romped el ayuno.’”
(Ṣaḥîḥ - Bujari 1909, Muslim 19/108, sunan an-Nasai 2118)
¡¿Puede haber mayor sabiduría que la que encierran estas palabras?! El Profeta ya entonces advirtió a la gente que no calculara ni anotara sino que estuviese atenta mirando al cielo, observándolo hasta que viera la luna nueva; y si la nubosidad se lo impedía, que contase 30 días y comenzase a ayunar. Y en ello hay hikma, y en el academicismo hay olvido, un olvido que nos impide comprender el lenguaje de los astros. No hay cien personas hoy en el mundo que puedan navegar de noche o cabalgar por el desierto sin una brújula. Ese mismo academicismo es el que nos ha arrebatado el cálamo y hemos dejado de escribir, de trazar, de caligrafiar como la más excelsa disciplina, para teclear, pulsar y digitar. Si abandonamos nuestra condición de “iletrados”, caeremos en la ignorancia y en el extravío, pues eludir la hikma es eludir la guía.
En verdad que Allah ha agraciado a los creyentes al hacer surgir de entre ellos un Mensajero que les recita Sus aleyas, los purifica y les enseña el Libro y la hikma; antes de eso estaban en un claro extravío.
Qur-ân 3:164
La subjetividad humana nos lleva a interpretar sin tener en cuenta la hikma que subyace en todos los dichos del Profeta (s.a.s) y en todas las aleyas que Allah el Altísimo ha hecho descender hasta completar Su Libro -el Qur-ân.
Se ha narrado que Abû Qatâda dijo: “Dijo ‘Umar: ‘Oh Mensajero de Allah qué piensas de alguien que ayuna todos los días de su vida.Dijo: ‘Ni ha ayunado ni ha roto el ayuno.’ Dijo: ‘Oh Mensajero de Allah qué piensas de alguien que ayuna dos días y descansa un día.’ Dijo: ‘¿Hay alguien que sea capaz de eso?’ Dijo: ‘¿Y de alguien que ayuna un día y descansa un día?’ Dijo: ‘Ese es el ayuno de Dâud -sobre él la paz.’ Dijo: ‘¿Y de alguien que ayuna un día y descansa dos?’ Dijo: ‘Yo mismo desearía poder hacerlo.’ Dijo: Después, dijo: ‘Tres días de cada mes y de Ramadan a Ramadan; eso es como ayunar todos los días del año.’ ”
(Ṣaḥîḥ Sunan an-Nasai 2389)
En los actos de adoración que Allah el Altísimo nos ha prescrito en Su Dîn hay recuerdo, y esa es su hikma, y todo lo que sea desviarse de ese principio se convierte en costumbre y en superstición. De quien ayuna todos los días, el Profeta dijo: ‘Ni ha ayunado ni ha roto el ayuno.’ Allah nos ha ordenado hacer lo que es obligatorio, y en verdad que hacerlo debidamente es ya un milagro. La moderación y la sensatez es parte del entramado de la fitra. Ayunar en Ramadán y tres días de cada mes es más que suficiente e incluso equivale a ayunar todos los días de nuestra vida.
Sin embargo, a algunos de los Compañeros les parecía poco lo que les aconsejaba el Profeta (s.a.s) y querían ayunar más, más que él (s.a.s), más que Daud (a.s)… y al descuidar esta hikma caían en el deshonor.
Ha sido narrado que Muhâyid dijo: “Abdullah bin ‘Amar me dijo: ‘Mi padre me casó con una mujer muy distinguida y solía visitarla y preguntarle por su marido. Ella dijo: ‘¡Qué bendición de hombre entre todos los hombres! Nunca viene a mi cama, ni se ha aproximado a mí desde que nos casamos.’ Le contó el caso al Profeta y éste le dijo que lo trajera a donde estaba él. Le dijo: ‘¿Cómo ayunas?’ Contesté: ‘Todos los días.’ Dijo: ‘No lo hagas. Ayuna tres días de cada mes….’ ”
(Ṣaḥîḥ Bujari, Sunan an-Nasai 2391)
Eran muchos los que seguían su subjetividad, su interpretación, y con ello dañaban los derechos de terceros, pues si abandonamos la guía de la hikma nos saldremos, inevitablemente, del camino de la objetividad, de la órbita celeste, y caeremos en algún tipo de tiranía.
Ha sido narrado que ‘Abdullah dijo: “El Mensajero de Allah (s.a.s) entró en mi estancia y dijo: ‘Me han dicho que pasas la noche haciendo salawat y que ayunas durante el día.’ Dije: ‘Así es.’ Dijo: ‘No hagas eso. Duerme y levántate a hacer salawat; ayuna y rompe el ayuno. Tus ojos tienen derechos sobre ti, y tu cuerpo tiene derechos sobre ti, y tu esposa tiene derechos sobre ti, y tus invitados tienen derechos sobre ti, y tus amigos tienen derechos sobre ti. Espero que vivas muchos años y que te sea suficiente ayunar tres días de cada mes …’ ”
(Ṣaḥîḥ Bujari, Sunan an-Nasai 2393)
Desobedecer al Profeta (s.a.s), contradecir la objetividad que Allah el Altísimo le fue enseñando durante 23 años, es caer en la tiranía y usurpar los derechos de otros y de nosotros mismos.
Ayunamos todos los días, pero no visitamos a nuestros hermanos enfermos, ni nos sentamos con nuestros hijos para relatarles la vida de los Profetas, ni ayudamos a nuestro vecino a pintar la casa. Leemos el Qur-ân como lo leerían los papagayos, pero no abrimos la puerta a quien nos pide una ayuda. Hacemos dzikr pero no pagamos la çaka.
El Profeta decía a sus compañeros cuando los veían en actos extremos de penitencia: “Yo soy el que más temor de Allah tiene de todos vosotros; así pues, seguidme. ¿Acaso no soy yo vuestro modelo?” Y todos decían “Sí, en verdad que eres nuestro modelo.” Y a continuación, muchos de ellos se desentendían y volvían a caer en su subjetividad, en sus interpretaciones.
Mahmud Efendi de Estambul solía decir a sus estudiantes: “Si dejo dos sunnas del Profeta Muhammad (s.a.s), no me sigáis.” Le faltó añadir: “Y si añado una sola cosa al Dîn de Allah, tampoco me sigáis.” Seguir la sunna del Mensajero de Allah (s.a.s) no sólo consiste en atesorar un conjunto de actos que pueden, en última instancia, convertirse en un ritual o en superstición. Muchos de sus alumnos, antes de dar el takbir del comienzo del sala, sacaban el miswak y se frotaban rápidamente los dientes, pero en ese acto, en esa forma de entender la sunna, no hay hikma sino una mera imitación. El Profeta se cepillaba los dientes con el miswak constantemente, después de cada comida o después de ingerir cualquier alimento; usaba el miswak durante los viajes, cuando estaba en casa, delante de los huéspedes. Esta es la sunna que va acompañada de hikma. Los miswak limpian nuestra dentadura y la desinfectan al tiempo que desprenden una sustancia que favorece el trabajo del estómago y de los intestinos. Algunos ‘ulama afirman incluso que esa sustancia mejora la memoria. Pero la mayoría de los musulmanes los utilizan para cumplir con la sunna y después les compran los cepillos y las pastas dentífricas a las multinacionales judías.
Y cuando se encuentran con los que creen, declaran: “Creemos.” Pero cuando están a solas con sus shayatines, dicen: “En verdad que somos de los vuestros; tan sólo nos estábamos burlando.”
Qur’an 2:14
La hikma del miswak no sólo estriba en el beneficio físico que proporciona, sino en su gratuidad, su fácil y cómodo transporte y la independencia que deriva de su uso. En muchos mercadillos se venden hoy los miswak a los no musulmanes; pronto, pues, volverán a utilizarlo los amantes seguidores de Muhammad (s.a.s) ya que su conveniencia ha sido ratificada por los “letrados”. ¡No hay de qué maravillarse! El Mensajero de Allah (s.a.s) ya nos advirtió que llegaría el día, el nefasto día, en el que si los musulmanes vieran a la Gente del Libro meterse por el agujero de un ratón, les seguirían con los ojos cerrados. ¡Sâdaqa Rasûl, Sâdaqa Rasûl!
Narrado de Al-Miqdâm Abu Shuraih que su padre dijo: “Le pregunté a ‘Âishah: ‘¿Qué es lo primero que hacía el Profeta cuando entraba en casa?’ Me respondió: ‘Cogía el siwâk (miswâk) y se cepillaba los dientes.’”
(Ṣaḥîḥ Muslim, Sunan an-Nasai 8)
Según el fiqh no es obligatorio el uso del miswâk, pues aunque el Profeta Muhammad (s.a.s) lo recomendó encarecidamente, no lo ordenó como parte de los rituales de purificación. Sin embargo, es obligatorio por la mil-la, por la actitud que debemos tomar ante las cosas. No se trata de vivir el Islam de una forma legalista para simplemente no estar fuera de la ley. Aspiramos a más, aspiramos a vivir en la objetividad de Su Mensajero y en su hikma. Quien anda por los bordes del camino acabará por salirse de él. No podremos aprehender el patrón de comportamiento propio de la fitra humana, de nuestra naturaleza primigenia, si nos limitamos a “cumplir” con lo que es obligatorio. A través de los hadices que muestran la mil-la del Profeta entendemos mejor qué significa el tawhid, qué significa no seguir a otro dios que Allah; entendemos, en definitiva, la verdadera identidad de los dioses, de los ídolos.
¿Por qué nos cuesta seguir al Profeta de Allah (s.a.s) si sabemos que la pista que nos trazó lleva directamente a la felicidad eludiendo los conflictos propios de la ignorancia y de la subjetividad humana? La respuesta la encontramos en el Qur-ân:
Que los que creen no tomen a los encubridores por protectores y compañeros en vez de a los creyentes a menos que sea por temor a que os causen algún daño. Allah se desentenderá de quien así actúe; Allah os pone en guardia (contra este tipo de gente). Y En Allah confluyen todos los destinos.
Qur-ân 3:28
Cuando le preguntaban a 'Abdullah ibn ‘Umar si era lícito casarse con las cristianas, decía: “Allah el Altísimo nos ha prohibido casarnos con las asociadoras. ¿Puede haber peor asociadora que quien dice que Allah tiene un hijo de Su misma naturaleza y que, por lo tanto, es dios?” ¡En verdad que quien recibe la hikma ha recibido un gran tesoro!
La otra hikma de pertenecer a la umma del Profeta Muhammad es la de estar organizados en torno a una autoridad. Y esta hikma abroga el tribalismo, los clanes, el nacionalismo, la xenofobia y las confrontaciones étnicas. Sin embargo, son hoy los musulmanes los más acérrimos defensores del sistema electoral de partidos. Esa madriguera en la que se meten judíos y cristianos parece atraerles de forma irresistible.
Narrado de Abu Huraira: “Dijo el Mensajero de Allah (s.a.s): ‘Quien se salga de la obediencia y se separe de la comunidad y muera, habrá muerto en la ignorancia (Yâhiliya); y quien se rebele y ataque a mi umma golpeando (matando) a inocentes y a corruptos por igual y no evite hacer lo mismo con los creyentes ni se preocupe de aquellos con los que haya hecho algún pacto, no es de los míos; y quien luche bajo el estandarte del sectarismo tribal o se enfurezca a causa de él y muera, habrá muerto en la ignorancia (Yâhiliya).’”
(Sahih Muslim 1848, Sunan an-Nasai 4119)
¿Cómo puede haber umma si hay tribalismo? ¿Y acaso no pertenecen al tribalismo todas esas denominaciones bajo cuyo estandarte se alinean hoy como ayer los musulmanes? En la unidad, incluso cuando no es de nuestro agrado, hay una gran hikma. Las revoluciones aumentan la tiranía que se intentaba eliminar. Hemos “asesinado” a todas nuestras autoridades adquiriendo la tan deseada orfandad metafísica, pero ¿a quién estamos dando nuestra fuerza de trabajo; quién se beneficia de nuestra inteligencia, de nuestro conocimiento, de nuestras investigaciones, de nuestros inventos? ¿Es realmente la umma de Muhammad (s.a.s) la que se beneficia de todo ello, o son los que hoy se presentan como nuestros protectores y guías, los que mueven su pesada maquinaria del “progreso” con nuestra energía? Esos que dicen: “No podemos sino reconocer que os habéis ganado un puesto de honor en el libro de la historia; y en verdad que escribiremos vuestra página con letras de oro, pero no pensáis que ya es hora de ser razonables y de decir como todo el mundo ‘el sol sale por el este y se pone por el oeste? Aquí están nuestros programas educativos, nuestro método científico, todo ello heredado de vuestros antepasados a los que -seamos sinceros- nunca habéis hecho demasiado caso. Ya se sabe que nadie es profeta en su propia tierra. En fin, no importa eso ahora, agua pasada, tomadlos y seguir nuestra senda.”
Allah es el Protector de los creyentes; los saca de las tinieblas y los lleva a la luz. Pero los protectores de los encubridores son los Taghut; los sacan de la luz y los llevan a las tinieblas; ésos son los compañeros del Fuego; en él permanecerán para siempre.
Qur-ân 2:257
La sunna sin hikma es imitación, ritual, superstición; y de la misma manera, el Qur-ân sin hikma es tierra virgen para todo tipo de interpretaciones; un campo ilimitado para cultivar en él nuestra más extravagante subjetividad.
La hikma del Qur-ân es buscar su interpretación en el Qur-ân; y la hikma de la sunna es seguir la vida del Mensajero de Allah (s.a.s). Y todo lo demás no es sino correr hacia un lejano extravío.
Da la hikma a quien quiere, y quien reciba la hikma habrá recibido un gran tesoro.
Qur’an 2:269


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