jueves, 30 de abril de 2015

 'Es posible que surja un presidente musulmán en Francia'

  • El escritor francés vuelve a levantar ampollas con 'Sumisión', una pesadilla 'orwelliana' en la que especula con la islamización del Estado francés en un futuro cercano

  • La novela, por la que fue acusado de islamofobia, llegó a las librerías el mismo día del atentado al semanario 'Charlie Hebdo', y desde entonces el gran misántropo de las letras galas se mueve con escolta

La seguridad de Houellebecq JORDI SOTERAS

     
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Se diría que la presión le sienta bien, lo ha rejuvenecido. La dentadura en su sitio, el pelo sedoso y bien peinado, y hasta su natural piel cetrina tiene mejor aspecto. O quizá sea el amor de su nueva pareja, una joven estudiante de literatura de buen ver con la que viaja. Porque Michel Houellebecq (1958) no pasa por su mejor momento, pero se presenta de buen talante, responde sin exabruptos a cada una de las preguntas de la prensa y exhibe una sosegada lucidez en la que no interfiere otra sustancia que las profundas caladas de un cigarrillo electrónico (sin ojos en blanco ni incómodos silencios de hasta tres minutos como en anteriores apariciones).
Y lo cierto es que el 'enfant terrible' de las letras galas, el gran misántropo, deslenguado y provocador también viaja en compañía de dos escoltas, gentileza del Estado francés, en medio de "engorrosas medidas de seguridad", según su editor, Jorge Herralde, a los que se suman otros dos agentes de la Generalitat de paisano y varios policías de calle a las puertas del Instituto Francés de Barcelona, lugar destinado para el encuentro con la prensa y no revelado hasta el último momento. "Todo bien; los escoltas son simpáticos y me llevo muy bien con ellos", bromea. "Dejo que las autoridades decidan si necesito medidas de protección. No tengo miedo, pero quizá me equivoque", concede el autor que, desde su primera novela, 'Ampliación del campo' de batalla (1994) ha hecho del escándalo y la polémica un emblema a cada nuevo título.
Pero con su última novela, 'Sumisión' (Anagrama) pasó a mayores, porque su "ejercicio de política ficción", como él mismo la define, en la que especula sobre el potencial ascenso de un líder del islamismo moderado a la presidencia de la república francesa para 2022, llegó a las librerías galas el mismo día (7 de enero pasado) del atentado yihadista al semanario satírico Charlie Hebdo, en el que falleció su amigo el economista Bernard Maris. Y Houellebecq no demoró ni 24 horas en huir de París (hacia la casa que tiene en una urbanización nudista de Cabo de Gata, Almería), y desde entonces se mueve con escolta. Entre otras cosas, porque ya desde 2002 recibió amenazas por parte de grupos extremistas, al afirmar que "el islam es la religión más estúpida de todas".
"No quería hablar de los musulmanes sino hacer un ejercicio de política ficción, porque hay gente que utiliza el Islam como un instrumento de poder", explica el autor, que releyó el Corán "por honestidad" al trabajar su novela. "El problema es la gente que lo interpreta, que tiene el poder religioso y son violentos", aclara. "Hay temas que el Corán no contempla, por ejemplo, cómo vivir en un Estado laico, porque no lo había en la época de Mahoma; pero de otros sí se ocupa, de cómo comportarse junto a judíos y cristianos, por ejemplo. Y esas no son las formas adoptadas por el Estado Islámico. ¿Cómo es posible una interpretación tan aberrante?", se pregunta Houellebecq.
Como sea, esa tergiversación del libro sagrado es sólo uno de los blancos al que apunta 'Sumisión', y puede que no el central. François, un cuarentón profesor de la Sorbona especializado en el decadente Joris-Karl Huysmans y hastiado hasta del sexo, ve cómo su mundo se desmorona con el ascenso al Elíseo del líder islamista Mohammed Ben Abbes, tras ganar las elecciones en segunda vuelta, con el apoyo de los socialistas y la derecha moderada, a la candidata de la ultra derecha del Frente Nacional. De allí hay sólo un paso a la exclusión de las mujeres de la vida pública, a la implantación generalizada del burka, a la islamización de todas las instituciones, incluida la Sorbona, en la que los profesores conversos a la fe de Mahoma pueden continuar impartiendo clases (con un generoso aumento salarial) y disfrutar de la poligamia e incluso los judíos franceses se ven obligados a emigrar a Israel, entre ellos Myriam, la pareja de François. De allí que el decadente profesor se plantee convertirse a la nueva fe.
Y para quien quiera ver aquí, con ojos de psicoanalista, un dardo más a su odiada madre que lo abandonó de pequeño, Houellebecq ataja: "Más bien lo que ella hacía era zapping espiritual, porque se hizo musulmana tres años y luego cristiana ortodoxa".
La ambigüedad frente a la conversión final del protagonista es deliberada "porque quería crear un espacio donde ocurriera algo grave como en un mal sueño", dice Houellebecq, que frente a esa misma dicotomía duda."Honestamente no sé lo que haría en la situación de François". Entre otras cosas, porque "entre las cualidades francesas se da un don excepcional por la hipocresía que no hay que menospreciar". Así, lo que plantea la novela "es claramente una metáfora del colaboracionismo", fustiga. "Lo siento, pero los franceses somos colaboracionistas por naturaleza".
Y aclara: "Es posible que surja un presidente musulmán en Francia, creo que habría problemas mayores y sería factible. Lo que no parece tan posible es un partido como la Fraternidad Musulmana de la novela, porque hay demasiadas divergencias entre los islamistas". Considera que el islam en Europa, que no ve con malos ojos, no supone el retroceso del catolicismo "que se renueva desde Juan Pablo II, que era una estrella de rock", pero sí "supone en Francia una muerte del modelo patriótico, republicano y laico que se ha fracturado desde la Primera Gran Guerra y no ha vuelto a recomponerse", acaba el incorregible Michel Houellebecq.

¿CIENCIA FICCIÓN O PROFECÍA?

Francia, 2022: Mohammed Ben Abbes, líder de un partido islámico en apariencia moderado, se convierte en presidente de Francia gracias al apoyo de los socialistas y de los conservadores, que lo aúpan hasta el Palacio del Eliseo a fin de evitar que quien entre allí sea la ultraderechista Marine Le Pen. A partir de ahí, y con una velocidad bastante inaudita, en Francia comienza a imponerse un Estado Islámico similar al implantado en Siria e Irak, en el que la poligamia está plenamente aceptada y las mujeres se ven obligadas a cubrirse con el velo al salir a la calle, pero impuesto no a través de las armas, sino de las urnas. Cómo no, 'Sumisión', la última novela de Michel Houellebecq, desató una feroz polémica en Francia. La controversia arrancó antes incluso de publicarse el libro, cuando se supo que trataba del Islam. Al fin y al cabo, en 2002 el escritor ya fue procesado (y absuelto) de un delito de islamofobia, por soltar durante una entrevista tras la publicación de su novela 'Plataforma' que «la religión más estúpida es el Islam». Aquel libro concluía con un brutal atentado cometido por extremistas islámicos. Como el que sacudió París el 7 de enero, cuando en plena promoción de 'Sumisión' dos musulmanes radicales entraron en la redacción de la revista 'Charlie Hebdo' armados con kalashnikov y al grito de 'Alá es grande' comenzaron a disparar, matando a 11 personas. La controversia no se ha aplacado, al revés. No es sólo que el debate sobre la 'islamización' de Francia esté sobre la mesa desde hace años (es el país con mayor número de musulmanes de toda Europa, unos seis millones). Es que algunos de los escenarios que imaginaba el escritor han comenzado a hacerse realidad. No se trata sólo de que ya en varios comicios los dos grandes partidos en Francia (socialistas y republicanos) hayan dejado de lado su histórica enemistad y hayan hecho frente común contra el Frente Nacional de Le Pen. Además, a las elecciones departamentales que Francia celebró en marzo pasado por primera vez en la historia concurrió un pequeño partido de corte islámico, creado recientemente y bautizado como Unión Democrática de Musulmanes Franceses. Su líder y fundador, Nagib Azergui, asegura que los valores de esa formación son perfectamente compatibles con los de la democracia francesa y que para nada pretenden imponer la ley islámica. Pero ese partido no sólo propugna que sea abolida la ley que prohíbe en Francia cubrirse con un burka en público o la que impide acudir con velo a una escuela pública, sino que defiende que se enseñe árabe en los colegios y se modifiquen los programas escolares de Historia. Pero aunque 'Sumisión' sea un libro políticamente incorrecto, que lo es, no sólo habla de los musulmanes, no se limita a ofrecer un despiadado retrato de la política francesa. Por encima de todo, el libro decreta el fracaso de los valores de la Ilustración y la capacidad del Islam de ocupar ese espacio. El protagonista de 'Sumisión' es François, un experto en Huysmans, que decide convertirse al islam por dinero, porque la misma universidad islámica que despide a los profesores que no son musulmanes le ofrece un montón de pasta por abrazar la fe de Alá y dar allí clases. Pero el islam ofrece a François algo que su cultura no le da, y que se supone que es lo mismo que buscan todo ese ejército de europeos (unos 10.000, según el primer ministro francés, Manuel Valls) que viajan a Siria o a Irak para unirse a los yihadistas del Estado Islámico: valores, repuestas, aventura... porIRENE HDEZ. VELASCO. París. Corresponsal.
     
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