viernes, 29 de julio de 2016

Globalización y crisis de conciencia: la condición humana al descubierto

(Insistiendo en el Mito de Sísifo: “la condición humana”) II

29/07/2016 - Autor: Esteban Díaz - Fuente: Webislam
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Abandonar la idea de “ser pensante” y lograr experimentar el estado de “ser en esencia”.
Camus sabía que su interpretación del mito de Sísifo, no sólo era vigente en los tiempos “modernos” que abrían las puertas a la expansión del liberalismo mecanicista y al pesimismo que lo secundó, al tiempo que se vivía la continuidad de una violentación inhumana que incendiaba Europa, desde los inicios del Siglo XX (Revolución bolchevique, seguida de la Primera Gran Guerra y de sucesivas guerras locales inducidas por los nacionalismo insurgentes), sino que podría ser considerado como la ejemplificación del ser humano, individual y colectivo, que ya en el año 42, en el que Camus publica su ensayo, al experimentarse ya, en aquellos años, globalmente, cómo la Humanidad se sumía en otro tiempo de terror con el alzamiento del nazismo y la segunda Gran Guerra con la que la barbarie hitleriana mundializa la barbarie y el horror que no puede ser descrito con palabras, el escritor franco-argelino tomaba conciencia de que el personaje Sísifo del mito reunía literal y simbólicamente los rasgos semánticos e ideológicos para vindicar la toma de conciencia del colectivo humano que impulsara el final del “destino” elienado del  mundo desheredado de los obreros, en tanto que capital humano explotado por la industrialización del liberalismo capitalista, convertidos en su medio de producción con el que se genera la plusvalía, los beneficios dinerarios sobrantes del engranaje de la industrialización, sin que nos olvidemos de la mano de obra campesina, con cuyo esfuerzo, de unos de otros, se enriquece la burguesía, urbana y rural, encumbrándose la ideología capitalista y el empobrecimiento de quienes eran los verdaderos artífices de generar, articular y apuntalar la supervivencia del “mito del desarrollo”, en el que había desembocado la tan renombrada y útil noción de “progreso”  con la que se impulsó el capitalismo en los inicios de la Edad Moderna, sin que esos beneficios se repartieran “en justicia”,compartiéndolos con la gran masa de desheredados que generaba el “sistema capitalista”. No sólo acierta Camus al identificar Sísifo con el obrero. Esto es evidente, incluso para un explotador burgués que se enriquece a expensas del sudor y de los salarios con los que condena a la miseria a los trabajadores, sino que al llevar el mito al terreno de lo literario, aun cuando se trata de un ensayo, porque al convertirlo en escritura reactiva y actualiza el mito, revalorizándolo, hasta crear el mito del “Sísifo moderno”.
Pero Camus hace algo más, lo relaciona con una idea que ya está vigente entre los intelectuales y pensadores de pensamiento progresista, la idea de “condición humana”, traída la noción como una maldición, como una imposición del destino que el marxismo quiere erradicar, logrando llevar a la praxis el principio filosófico que legitima que la historia está a favor de las clases explotadas por el sistema capitalista. Por ello, el materialismo histórico acabará con los modos y medios de producción capitalista una vez que la revolución toque tierra. Imagino a Albert Camus escribiendoEl mito de Sísifo en el calor y fragor de la batalla por conseguir tan anhelado y humano fin.
4. Lo que me interesa del texto de Camus es la intención que motivó al escritor a redactarlo y la idea filosófica  que implícita asociada a la noción de “condición humana”. El materialismo histórico es tan determinista como cualquier credo religioso. El mundo contemporáneo que se inaugura con el Siglo XX nos define, sin que duda alguna nuble lo enunciado, un tiempo en el que las ideologías se transforman en religiones, del mismo modo que las religiones ya se había ideologizado desde los orígenes en los que decide expansionarse por el mundo y convertirse en“reinos terrenales”. Pensar que el proceso evolutivo e ideológico que nos describe la historia de la humanidad, nos dice el materialismo histórico, le da razones lógicas y científicas (materialismo dialéctico, concepto unido al materialismo histórico en el marxismo) al pensamiento comunista para encumbrar al poder a las masas trabajadoras, destruyendo la superestructura del sistema capitalista que cimienta el poder de la burguesía, es un modo sutil de sostenerse en los mismos principios endebles en los que se sustenta, según el marxismo, cualquiera de los credos religiosos deterministas, tales las religiones presente en la Europa en la que surge la ideología comunista.
Lo que no contemplan tanto el credo marxista como cualquiera de los credos religiosos, en su vertiente oscurantista, la que ha venido en llamarse defectuosamente“lectura ortodoxa”, es que tanto la filosofía occidental, aquella que Leibniz denominó“Philosophia perennis”, entre la que encontramos el neoplatonismo imbuido de “ideas” orientales (Plotino),  como las doctrinas filosóficas orientales en sus tradiciones de sabiduría, hablan de la “liberación” del ser humano aquí, en la Tierra, sin que batalla alguna se produzca. O sí, porque ha de desarrollarse una batalla, pero es la del ser humano consigo mismo. Pero no es una batalla cruenta, aunque sí ardua, severa, en la que no hay que dar chance al “enemigo”, es decir, a uno mismo. Y de estas tradiciones de sabiduría emergen las nobles ideas que dan origen a las utopías, clásicas y las primeras surgidas en el alambique del idealismo revolucionario del Siglo XIX, del que emana la utopía marxista del joven Marx lograda como consecuencia del final del proceso revolucionario, con la desaparición de los modos y medios de producción comunistas, que resultarían de la superación de los modos y medios de producción socialistas, y éstos por la destrucción del capitalismo, al eliminar los modos y medios de producción del sistema capitalista. Marx hablaba de la acracia, como final de partida. El Marx que redacta La Ideología Alemana.
5. La “condición humana” no puede entenderse de otra manera que como una noción surgida en la mente colectiva de la Humanidad con la que identifica las vidas de los seres humanos, pero que, tal exponen las tradiciones de sabiduría, no se corresponde a su esencial naturaleza. Detengámonos un momento más en la noción de “la condición humana”, porque es una “justificación” poderosa para nuestra mente que evidencia y reafirma tal aseveración, porque culturalmente se nos ha transmitido que lo “humano” está condicionado, bien por una naturaleza limitada, en continuo desarrollo y cambio al entrar en contacto con la existencia fenoménica, lo que la hace ensanchar su campo de experiencia cognoscitiva individual y colectivo, hecho que le permite a la Humanidad evolucionar y comprender, con mayor rigor de conocimiento, su propia naturaleza y la externa; o se siente ceñida por un medio con el que hay que “batallar” para avanzar en el día a día, adverso, expuesta la vida humana a las circunstancias que se le imponen,  bien por una fuerza mayor que llamamos “destino”, sin que puedan exponerse sobre la mesa las pruebas concluyentes que, en otras tradiciones filosóficas dan por hecho que el ser humano es libre, sin que nada ni nadie pueda impedirle su condición “natural” de libertad. Estas pruebas concluyentes exigen de una experiencia y de unos instrumentos que no se contemplan en ciencia racionalista y, como extensión, en las disciplinas de las humanidades y de las ciencias sociales. Nos referimos a las tradiciones de pensamiento oriental.
A priori, damos por hecho que el medio y la idea de que propia naturaleza limitada del ser humano le condicionan su libertad y naturaleza, su ser. Y hablamos de “condición humana”, no importa que ésta se entienda como fatalismo o trágica (o si se quiere, dramática) historia de la Humanidad, ya que encontramos en todo el recorrido de su historia el tema del fatalismo en Grecia, o en las sucesivas etapas de la historia del viejo continente, desde la Edad Media hasta la Ilustración, época que filosóficamente marca un antes y un después, aunque no para tendencias en el pensamiento contemporáneo, tales el existencialismo, o la filosofía del absurdo, como pensamiento que vincula al ser humano a la trágica, pero absurda e irracional  “condición humana”,en ambos casos  gravitando tanto sobre la “persona” de la individuación humana, como sobre el colectivo en el que se inscribe y la circunscribe. Incluso cuando se busca una manera “manejable” científicamente con la que quiere desdramatizar y erradicar la noción del determinismo, al ser una idea surgida en el seno del idealismo, como nos quiere convencer el materialismo histórico, destruyendo las bases filosóficas de su filosofía oponente, el idealismo, no encontramos hasta la fecha forma alguna, certeza, práctica, eficaz, de quitarnos tan pesada roca sobre nuestros hombros, Sísifos todos, alegando, incluso en el caso de nuestro compatriota Ortega y Gasset, que existen circunstancias que gravan sobre el “yo” personal humano, las que se le suman como “carga” a la ya “atribulada” individualidad humana (“yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo”).
6. Dar importancia al medio como circunscripción que delimita mis espacios y ciñe mi yo, en tanto que conciencia capaz de comprender sólo lo “dado” en ella, siendo todo contenido de conciencia fragmentado, hasta tal punto que debo “salvar” o “des-condicionar” lo que me circunscribe, la circunstancia, no es precisamente una tarea fácil. Es como si le pidiéramos a Sísifo que, desde su limitada posición de ser “castigado” a cumplir un destino imposible de salvar e infecundo en sí mismo, salve a los dioses y a todo lo contingente que ciñe su yo para poder salvarse él mismo. Es un imposible metafísico, y en términos de realidad objetiva, un absurdo. Pero es una tarea que puede ser hermosa si se embellece desde el quehacer filosófico o literario. Pero es una tarea inútil, entendida desde una “perspectiva” de semejante jugo de imposibles reales. No obstante, hay una salida, que Occidente no ha explorado, aunque sí “pensado” en los ámbitos de la Filosofía, y que la espiritualidad elevada, entre la que s encontraría la mística y los casos de “realización del Ser” que arroja el Conocimiento de no dualidad, que no sólo se ha dado en Oriente, que sí es útil y provechoso tratar de comprender, porque herramientas y metodología las hay. Diferentes, en todo punto, de las herramientas  y metodologías del conocimiento suscripto a la ciencia objetiva o racionalista, de corte cartesiano-newtoniano, y en el hasta hoy campo de la física cuántica y/o macroatómica. Aunque en estos ámbitos de la ciencia de lo subatómico y de lo ingente, hay de todo, hasta paradigmas que asocian sus descubrimientos (siempre en el terreno de lo teórico apoyado por cálculos matemáticos) al conocimiento de las tradiciones o escuelas filosóficas y de sabiduría orientales. Los casos de David Bohm Fritjof Capra o de Goffrey Chew o Michel Talbol o Hubert Reeves, entre tantos otros, son sólo una  muestra de lo que tratamos de confirmar entre vislumbres, claro.
Oriente y sus tradiciones de sabiduría, no distinta de la sabiduría que declararon en Occidente los presocráticos y el neoplatonismo que difunde las ideas de Sócrates, dice que el ser humano y el Ser Absoluto es la misma realidad. Descubrir esta identificación es la tarea de la filosofía o del Conocimiento del Ser. En Oriente y en Occidente. Si bien en Oriente, se conserva aún fresca la savia que recorre el Árbol de la Sabiduría. Y se conservan los tratados en los que se transmitía y transmite la Sabiduría. Pero lo más importante, es que la Sabiduría camina entre las gentes orientales, sobre todo en India, porque hay hombres y mujeres que han logrado “encarnar” la sabiduría, es decir, han realizado el Ser; esto es: han trascendido la humana naturaleza como ser pensante y se han “anclado” o establecido en el Ser que todo ser existente es, habiendo “experimentado” el tránsito de lo individual a lo universal. En términos científicos lo expresaríamos que la partícula que gira alrededor del núcleo del átomo ha tomado “conciencia” de su estado universal, al unirse al núcleo sobre el cual giraba, descubriendo que ese núcleo y ella no eran distintos, sólo se habían separado para crear un átomo. Curiosamente, al descubrirse la partícula en identidad y unidad indistinta/inseparable con el núcleo de su átomo, logra saber también que todos los núcleos de todos los átomos son de la misma esencia, y que, por tanto, todo es en esencia la “misma cosa”, un mismo “ser” cuya naturaleza es esa “esencia” que se incrusta en la partícula como en el núcleo del átomo, no distinto éste, en esencia, del núcleo de un planeta o de una galaxia o del propio Cosmos. La diferencia en el mundo de la existencia fenoménica es de tamaño, no de cualidad. En la Conciencia, se dice en los Upanisad no hay ni lo pequeño ni lo ingente, que son mediciones de la mente, sólo puede haber Conciencia la esencia que anima todo el Cosmos y cada partícula del Cosmos. Esta Conciencia es pura Inteligencia. Y esta Inteligencia envuelve el Cosmos y lo permea, incrustándose en la partícula subatómica y en el núcleo del átomo, dándoles vida, como lo hace con el ser humano y con la Galaxia más lejana. No hay nada que no sea esta Inteligencia “Consciente de Sí Misma”, puro Conocimiento de Sí guardado en el interior de cada ser que tiene existencia. Y somos los seres humanos, quienes poseemos los elementos adecuados, las herramientas apropiadas para indagar y descubrir que somos esa Inteligencia a la que la física moderna le otorga el rol de Mente o Inteligencia Universal, como desde los tiempos más remotos lo hacían las tradiciones de Sabiduría, que no estaban separadas de la ciencia; porque Sabiduría o Conocimiento del Ser y ciencia caminaban juntas.
Y si el ser humano es Inteligencia Suprema, universal e infragmentada, cómo puede estar “condicionado” por limitación propia o circunstancia alguna. Si lo está. O si lo considera que está, es porque no sabe quién o qué en verdad es. Conocer quién es el ser humano es el propósito de su nacimiento. Proporcionarle el Conocimiento de aquello que Es, es el propósito de la Filosofía, de la Educación, de la Religión y de la Espiritualidad, habiéndose establecido cada uno de estos saberes como estrategias distintas destinadas a la pluralidad y variedad de etnias y culturas distintas y variadas que han poblado y pueblan el suelo terrestre.     
7. Conocimiento, herramientas y metodología es lo que se necesita para que el ser humano descubra su verdadera  naturaleza, su esencia universal, su pertenencia únicamente a Sí Mismo en tanto que Ser. Abandonar la idea de “ser pensante” y lograr experimentar el estado de “ser en esencia”, en tanto que Ser Cognoscente, es por lo que nos hemos convertido en viajeros en el espacio y en el tiempo, habitantes del Planeta Tierra, en donde hemos pasado millones de años en evolución para lograr conocer que somos la Inteligencia Suprema y Universal.

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