viernes, 26 de mayo de 2017

Las víctimas de DAESH cotizan en bolsa

Es una guerra alimentada por la codicia y la avaricia de unos psicópatas

26/05/2017 - Autor: Ángel Álvarez Hernández - Fuente: Webislam
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Queremos que el rio de sangre que recorre desde Oriente Medio hasta Occidente se detenga ya.
Saffie Rose Roussos tenía 8 años y ha muerto, con otras 21 personas, en un atentado terrorista en la cosmopolita Manchester, cuando acudía a un concierto para adolescentes. Su muerte cruel hará más ricos a los traficantes de armas y a los especuladores financieros que alimentan la hoguera de la guerra. Nadia de 12 años, Nordin de 4 años y Asma de 8 años, también han muerto en Siria asesinados por una bomba terrorista. Su sacrificio también harán más ricos a los mismos traficantes de armas y especuladores financieros. Su sonrisa, sus sueños infantiles y su inocencia, no valen nada cuando está en juego el control de los oleoductos, el tráfico de drogas y la venta de armas. El poder psicópata brinda con champan y devora con ansia caviar. Son los hijos del neoliberalismo y el nazismo, que nunca se marchó, y que nos recuerdan quién manda en el mundo. Los lobos sin alma.
La ideología de los terroristas es la hija bastarda del colonialismo. Ajena al islam. Son la versión árabe de la peor extrema derecha europea. Los terroristas no nacen del pueblo, sino de las cloacas, como los pistoleros ultras, las camisas pardas de Hitler y la chusma barrió bajera. Eso sí con delirios de grandeza y palabras huecas para seducir a tontos y fanáticos.
No está de moda culpar a los señoritos de los crímenes de sus criados. Es más fácil inventarse que hay una guerra étnica y religiosa entre el islam y occidente, pero sabemos que eso es mentira. Donald Trump ha ido a Oriente Medio a vender armas a Arabia Saudí y a Israel para derrotar a los terroristas. La lógica de dictadura de los mercados es vender armas a países, pero en las sombras el capitalismo feroz con su mano invisible, también les da armas  a los terroristas a cambio del petróleo y del dinero de las drogas. Siguiendo el código de la mafia, no hay nada personal, todo es negocio.
En nombre de Saffie, Nadia, Nordin  y Asma, el presidente de Estados Unidos les recordará a los países occidentales que tienen que financiar a la OTAN y los gobiernos incrementaran el gasto militar para combatir el terrorismo y recortarán los derechos civiles para perseguir a los terroristas. Pero esto es otra gran mentira. Queremos saber a quién benefician los atentados terroristas de estos criminales y cuáles son los nombres de los autores intelectuales de los mismos. No es suficiente que nos cuenten la vieja mentira de que el islam es muy malo y que los terroristas son fanáticos.
Necesitamos saber quién lava el cerebro y el dinero negro de los grupos terroristas, quié los financia, quién les vende las armas, y cómo les llegan. Necesitamos saber por qué DAESH no ha desaparecido a pesar de haber sido supuestamente bombardeado por Rusia, Estados Unidos, Francia y Reino Unido. No queremos más mentiras. Nos duelen los niños muertos, las mujeres destruidas, los jóvenes que jamás recuperarán el brillo de su juventud. El hedor del horror que recorre Mánchester y todo Oriente Medio apesta a drogas, a petróleo y armas letales. Nos duelen las falsas banderas, la manipulación constante y las mentiras que nos invaden desde los medios de comunicación. Queremos saber cuánto suben las acciones de las empresas de armas después de cada atentado y cómo se trafica con el petróleo que controlan los terroristas en Libia, Siria y otros países. Queremos sabe donde están las cuentas bancarias de los terroristas y las empresas que hacen negocios con ellos. Queremos saber en qué paraísos fiscales se esconden los criminales. Los de guante blanco y los que violan mujeres, roban niños y asesinan inocentes.
Hoy es un día sin sol. Una mañana gris de tormenta. Hoy mi corazón no deja de sangrar por Saffie, Nadia, Nordin  y Asma. Me gustaría poder llorar y decirles que les quiero, pero no puedo. Alguien tiene que pagar por los crímenes terroristas, y la respuesta no es DAESH. Queremos saber quién es el patrón de DAESH. La dignidad humana exige que nos levantemos y que alcemos la voz por aquellos a quienes les han quitado la vida. Sabemos que ni Dios, ni Allah, ni Jehová está con los terroristas, ni con los especuladores financieros. Esta no es una guerra de religiones, es una guerra alimentada por la codicia y la avaricia de unos psicópatas, a quienes no les importan las personas que mueren en Siria, Libia, Irak o Francia. Elegantes ejecutivos, de esmerada educación, con las manos manchadas de sangre que se reúnen con sicarios, servicios secretos y banqueros para planificar sus crímenes, sus venganzas y su odio por la humanidad. Bestias que no conocen la piedad, ni la misericordia. Alimañas salvajes que toman te con soberbia, pero ignoran que es el amor. Queremos que el rio de sangre que recorre desde Oriente Medio hasta Occidente se detenga ya.

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