sábado, 26 de agosto de 2017

EE UU sobre el líder del ISIS: “Casi no tiene capacidad de comandar y controlar la organización”

“No podrán evitar su derrota”, dice en una entrevista el coronel Ryan Dillon, portavoz de la campaña militar contra el grupo yihadista

Al Bagdadi, en su única aparición pública, en 2014 en Mosul
Al Bagdadi, en su única aparición pública, en 2014 en Mosul AFP
Esté vivo o muerto, Abubaker al Bagdadi es un terrorista sin poder. Desde hace meses se especula sobre el paradero del líder del Estado Islámico (ISIS, en sus siglas inglesas). Rusia y el Observatorio Sirio de Derechos Humanos lo han dado por fallecido, pero para el Ejército Estadounidense ese es un asunto menor. “No sabemos si Al Baghdadi está vivo o no, pero lo que puedo decir es que su capacidad de comandar y controlar su organización es casi inexistente”, dice en una entrevista telefónica el coronel del Ejército estadounidense Ryan Dillon, portavoz de la campaña militar contra el grupo yihadista.
“Hasta que veamos su cuerpo y tengamos una prueba de su muerte, vamos a asumir que está vivo”, señala desde Irak el representante de la coalición de 23 países occidentales y árabes que combate a los extremistas suníes. “La realidad es que el ISIS está perdiendo, no podrán evitar su derrota”.
Pese al incipiente optimismo, la cautela define la campaña contra el ISIS en Irak y Siria, que EE UU inició hace en agosto de 2014. El Pentágono evita fijar un calendario para la victoria después de haber tenido que corregir anteriores pronósticos. Y la opacidad se impone: Washington no revela el número exacto de los cientos de militares que tiene sobre el terreno, ni los límites concretos de sus funciones. No pueden entrar en combate, pero se pueden colocar en la retaguardia del frente y tienen derecho a defenderse. Dillon confirma que EE UU tiene una unidad de soldados de élite dedicada a descabezar la cúpula yihadista, pero esquiva los detalles. “Todo lo que diré es que están exactamente donde tienen que estar para atacar a sus líderes”, desliza.
El cambio de color político en la Casa Blanca no ha alterado la hoja de ruta de la guerra contra el ISIS: bombardeos selectivos de la coalición internacional y apoyo limitado de asesores militares sobre el terreno para que sean las fuerzas locales las que lideren los esfuerzos. El Gobierno de Donald Trump ha hecho algunos retoques: ha dado más poder a la cúpula militar para tomar decisiones y ha adoptado una estrategia de rodear los feudos yihadistas para evitar la salida de combatientes.
El portavoz militar Ryan Dillonampliar foto
El portavoz militar Ryan Dillon 
Trump asegura que su presidencia ha acelerado el declive del ISIS, pero desde el Pentágono se mantiene el mantra de prudencia del anterior Gobierno de Barack Obama. “Los días del ISIS están contados, pero no ha terminado aún y no lo va a hacer pronto”, dijo esta semana el secretario de Defensa, Jim Mattis, antes de llegar de visita a Irak.
El ISIS sigue controlando partes del oeste de Irak y el este de Siria. Pese a perder en los últimos tres años unos 82.000 kilómetros cuadrados en ambos países y la debilidad de su cúpula, sigue inspirando ataques en el extranjero, como se ha comprobado recientemente en Cataluña. Además, su derrota territorial llevará a una larga y ardua tarea de reconstrucción y superación de fracturas sectarias condicionada por los intereses de las grandes potencias.
Tras la captura en julio de Mosul, el feudo de los yihadistas en Irak y donde Al Baghdadi proclamó en 2014 su califato de terror, las fuerzas iraquíes apoyadas por EE UU han lanzado en los últimos días una ofensiva contra la ciudad de Tal Afar. Y en Siria, una amalgama de milicias respaldadas por Washington avanza en Raqa, la capital de facto de los extremistas. EE UU calcula que unos 2.000 milicianos del ISIS siguen en la ciudad y que han perdido un 60% de territorio.
“La campaña va muy bien”, sostiene el portavoz Dillon. “La tendencia de derrota del ISIS continuará. Tengo mucha confianza de que eso seguirá y de que Raqa caerá”, agrega. El coronel del Ejército asegura que la pérdida de la ciudad sería un “revés a la autoridad” de los yihadistas, que afianzaría su declive. El grupo ha reducido casi por completo su capacidad de atraer a combatientes extranjeros y Raqa ha dejado de ser un centro “fuerte” de operaciones. Se considera que en esa ciudad se organizaron los últimos atentados en París y Berlín.
Dillon revela que EE UU ha encontrado en Raqa y otros bastiones del ISIS datos relevantes sobre sus operaciones. “Hemos obtenido tanta información como hemos podido, de sus computadoras, teléfonos o de la gente que trabajaba para ellos”, explica. La información se está empleando en la búsqueda de cabecillas del grupo, entre ellos Al Baghdadi. “Estamos deseando tener cualquier oportunidad de golpearle”.

AL MENOS 624 CIVILES MUERTOS

La coalición internacional liderada por Estados Unidos admite que al menos 624 civiles han muerto en la campaña militar contra el ISIS desde su inicio en agosto de 2014. Este es el último cálculo del Pentágono hecho en junio, que incluye 21 muertes ese mes.
Sin embargo, organizaciones independientes, como Airwars, hacen una estimación mucho más elevada. Cree que al menos 2.300 civiles fallecieron durante los dos años y medio de campaña bajo el Gobierno de Barack Obama. Y que entre enero y julio de este año, bajo la presidencia de Donald Trump, la cifra casi se ha igualado: más de 2.200 muertes. El Pentágono anunció a principios de agosto que está revisando 304 informaciones de decesos de civiles recibidas por parte de Airwars.
Ryan Dillon, el portavoz de la coalición, niega que, con la nueva presidencia, hayan cambiado las directrices para evitar muertes de civiles. “Seguimos el mismo proceso riguroso en decidir y efectuar nuestros ataques”, explica. Subraya que los únicos blancos son militares. Atribuye el aumento de las muertes de civiles en Mosul al hecho de que las operaciones se trasladaron del este al oeste de la ciudad, que está mucho más poblado.
Dillon explica que EE UU tiene un detallado proceso de análisis de cada acusación de muerte de civiles, que contrasta con sus propios datos sobre el terreno y de sus militares para determinar si la acusación es creíble o no. “Cualquier civil muerto como resultado de una guerra es una tragedia”, enfatiza. “Entendemos y reconocemos los riesgos, y estamos de acuerdo en que los civiles deben ser protegidos”.

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