viernes, 29 de marzo de 2019

Khutba: La raḥma




Las alabanzas más excelsas son para Allāhel altísimo, el creador, quien inicia y quien moldea las formas de lo visible y lo invisible. La ṣalāt de Allāh y su salām sea sobre aquel que abre, sobre aquel que sella, sobre aquel que mantiene el absoluto valor y es digno de alabanza; sea, igualmente, sobre sus gentes y sobre sus compañeros en la excelencia hasta el día del juicio.
As-salām ‘alaykūm wa raḥmatullāh wa barakatuhu,
En la khutba (sermón) de este viernes hablaremos de la raḥma (misericordia creadora). ¡Cuán falta nos hace volver a conocer la plenitud de esta palabra! ¡Cuánto la necesitamos en un mundo asediado por la ceguera moral, el odio y el egoísmo! Si no la tenemos dentro de nosotros, amalgamada con nuestro propio corazón es imposible alcanzar el salām (paz). Y es por eso que nuestro mundo está gravemente enfermo, porque está sediento de la raḥma divina. Una sed, física y metafísica, que no sabe leerse en estos tiempos pero que es un signo de que necesitamos volvernos ante nuestro señor.
raḥmaTener raḥma, y aplicarla sobre la creación, es una actitud propia de un ser creado con conciencia del Absoluto. Es un deber de la gente que está pacificada, de los que viven en el salām. Pues, de hecho, se trata de compartir esa conciencia de plenitud con el otro. Así, construimos una empatía que nos ayude a llevar una sociedad plena y empática. Porque de la acción con raḥma se hace florecer lo bello y lo bueno allá donde se manifiesta.
La raḥmaes como esa llovizna vivificadora que refresca el campo para que brote la vida. Es como el rio desbordado que hace fértil a la tierra permitiéndole germinar las plantas. A través de ella, Allāht‘ala posibilita la potencialidad de la existencia con todo su potencial posible, una capacidad creadora infinita para con nosotros y nuestro mundo. Dice el profeta David (as) en su Zabur (Libro de los salmos) refiriéndose a la misericordia de Allāh:
«Porque grande es tu misericordia hasta los cielos
y hasta las nubes tu verdad» (Salmos, 57:9)
El ser humano en su imperfección, en su finitud, debería asimilar esta actitud que muestra los reflejos de la bella acción de Allāh. ¿Os imagináis si pudiéramos conseguir tan solo una gota de esa raḥma de Allāh? ¿Si todos pudiéramos comprender por qué es tan importante? Por eso, Allāh, el altísimo, nos invita a asimilarla y a practicarla desde la máxima humildad para experimentar plenitud para con la creación, la sociedad y el resto de seres del visto (hadhir) y el no visto (ghayb).
Y aunque todo esto suene lejano y metafísico, os aseguro que en el día a día, siguiendo el ejemplo de nuestro amado Muḥammad ﷺ, la raḥma no solo recomendada sino necesaria para alcanzar una auténtica vida bajo la conciencia del Absoluto, del Bello y del Majestuoso. El agua fresca para superar el vértigo de la existencia.
Este es el reto que nos plantea Allāh cada día, desde que somos conscientes de nosotros mismos frente a su majestad. Interiorizar su raḥma y devolverla a la creación para participar un poco más de su grandeza, de su unidad.
***
Pero la raḥma, cuando la tomamos como califas de Allāh en la tierra, se vuelve algo social. No podemos seguir egoístas, no podemos disfrutar solos del frescor de la raḥma sino que, como decíamos, tenemos que compartirla. Y es que la raḥma es básica para vivir en sociedad.
Raḥmaes una actitud vital del creyente, del consciente para con la creación. Quien ha experimentado la raḥma no puede, ni debe, parar de compartirla. Su actitud vital cambia y experimenta empatía con todos los seres que han sido creados por Allāh.
Por eso decía, anteriormente, que nuestra sociedad necesita de la raḥma ante la sed producida por el individualismo, por la ceguera moral y por la intolerancia. Y ante eso la mejor cura es beber en la misma fuente con la que Allāh refresca la creación. De esa forma, dijo nuestro amado Profeta ﷺ en un ḥadīth autentificado por el imam Tirmidhi su veredicto sobre la raḥma:
«De alguien que tiene raḥma, el Raḥman (El más misericordioso) tendrá raḥma con él. Ten raḥma con aquellos que están en la tierra, y Él, ya en el cielo, la tendrá contigo».
Una advertencia llena de sabiduría que no debe interpretarse como un trueque moral, sino como un acto de elevación frente al mundo. Un consejo para avanzar en la senda del Profeta ﷺ con paso firme. Esa es la parte social del creyente, la básica para vivir en salām.
Por eso, la raḥma trasciende lo metafísico y la podemos encontrar en nuestro día a día, a través de nuestra empatía para con todo. En el comprender que hay un fondo más profundo del que se ve, en comprender que si no existe la potencialidad no habrá cambio posible. Y así se manifiesta la raḥma con los padres, con los vecinos, con los extraños, con los animales.
Ofrezcamos una empatía que puede cambiar a esa persona como la persona que ofrece agua al sediento. Busquemos la sed moral, social y espiritual y apaguémosla a través de la raḥma que nos ofrece Allah, el altísimo, a través del ejemplo del Mensajeroﷺ. Pues solo a través de esa raḥma llega el salām.
En estos días de tristeza y desasosiego, de fealdad y odio opongamos ante eso el agua fresca de la raḥma en cada acción cotidiana, refresquemos la vida y apaguemos el fuego con ella. Solo así viviremos plenos del espíritu muḥammadiano.
Pedimos a Allāh subhana wa t‘ala que nos de paz y conciencia para vivir con raḥma junto a nuestra familia, nuestra comunidad, nuestros hermanos y el resto de la humanidad. Aceptando nuestras responsabilidades y el mandato divino.
Pedimos Allāh paz para todos los pueblos que están en conflicto.
Pedimos a Allāh que, a través de su salām, incremente nuestro imān, limpie nuestros corazones y los llene de luz muḥammadiana.
Pedimos Allāh que perdone y otorgue paz a nuestros antepasados, a nosotros, a nuestros padres y a todos los creyentes.
Pedimos a Allāh que nos guie con salam en el ṣirāṭ al-mustaqīm (camino recto) y que Él acepte nuestra ‘ibada (adoración).
Dicho esto, que nuestras palabras estén bajo la obediencia a nuestro rabb, el señor de los mundos.

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