¿Por qué murió tanta gente en Pompeya y Herculano?
Desde las caóticas calles Nápoles uno se puede olvidar temporalmente del célebre vecino, a tan sólo nueve kilómetros del centro de la ciudad, oculto entre los edificios, el ruido de las vespas y los ubicuos gritos de los tenderos. Pero Vesubio está ahí, como protagonista constante de un capítulo trágico en la historia de la antigua Roma, cuando demostró su furia en una espiral de fuego, gas y ceniza que se llevó por delante a los pueblos de Pompeya y Herculano, además de otras aldeas aledañas menos conocidas. No sería la primera vez ni la última en que un volcán hacía erupción cercano a una zona poblada, sin embargo, aquella es una de las más grandes registradas en la historia, tanto por su potencia como en el número de víctimas, pues su fuerza expansiva superó a la de cualquier bomba nuclear explotada sobre la superficie y acabó con la vida de entre 15 y 20 mil personas. Sin embargo, desde que muy joven conocí esta historia, siempre me ha llamado la atención el hecho de que los habitantes de Pompeya y Herculano habían tenido suficiente tiempo de huir desde que el cono volcánico estalló la primera vez hasta que ambas ciudades fueron cubiertas por ceniza y piedra. ¿Por qué entonces no lo hicieron?
Según Plinio el Joven, quien dejó el único registro testimonial de la erupción del Vesubio, desde cuatro días antes la tierra tembló en varias ocasiones, pero los movimientos no levantaron ninguna alarma pues tampoco eran tan extraños en esa zona de gran actividad tectónica. El sur de Italia es el punto donde se unen las placas Auroasiáticas y Africana, precisamente la razón por la cual el Vesubio y otros volcanes de la región habían nacido. La mañana del 24 de agosto, se escucharon ruidos que venían de las profundidades, pero tampoco llamaron mucho la atención. Luego, aproximadamente a las 13:00, la primera explosión dio el primer aviso importante a los habitantes de que algo sucedía. Ese fue el momento en el que podían haber escapado, y de hecho algunos pocos lo hicieron, pero la mayoría prefirió quedarse en sus casas pensando que ahí estarían más seguros y que todo pasaría pronto. Craso error.
Una columna de ceniza y piedra pómez se elevó impulsada por el vapor hasta una altura de 30 kilómetros a una velocidad de 1.5 metros por segundo. Aproximadamente una hora después, ambos materiales comenzaron a caer sobre Pompeya, pero no sobre Herculano, pues el viento que normalmente debería soplar hacia el mar, aquel día lo hizo en dirección sur. Trozos de pómez llovieron sobre las cabezas de los sorprendidos romanos, ricos y esclavos por igual, lo que les llevó a refugiarse bajo techo. Hacia las 17:00 horas, el peso de las cenizas y la piedra colapsaron varios de los techos de las viviendas, sepultando a sus moradores. Otros se vieron atrapados cuando el material bloqueó sus puertas y ventanas. Por la disposición de los restos, se cree que un 30% de la población murió de esta manera. Aún así, la mayoría sobrevivía y podía haber escapado,bien cubiertas las cabezas, claro está. Era su última oportunidad.
En Herculano los eventos siguieron otro derrotero. Sin la lluvia de piedra y ceniza, los habitantes si abandonaron sus casas, dirigiéndose hacia la playa, donde pensaron que estarían más seguros. Entonces, poco después de la media noche, la columna sobre el volcán se colapsó bajo su propio peso y provocó una oleada piroclástica, una nube de gases y piedra caliente que se desborda sobre la ladera de un volcán a temperaturas de entre 300º y 500º C, arrasando todo a su paso a una velocidad de hasta 300 km/h. La oleada alcanzó a todos los que estaban en la playa, evaporando sus tejidos y dejando sólo los huesos. No hubo escapatoria. Contrario a lo que sucedió a sus vecinos de Pompeya, donde se ha logrado fabricar más de mil figuras de yeso aprovechando los espacios que los cuerpos calcinados dejaron en la ceniza, no se han encontrado los restos de ninguna persona en la ciudad.
Hacia las siete de la mañana siguiente un proceso similar afectó a Pompeya. La nube de gases arrasó la ciudad matando a todo ser vivo, pero a una temperatura más baja, lo que permitió que se conservaran las figuras humanas en su totalidad, pero no sus vidas, pues los gases aún alcanzaban temperaturas de entre 100º y 200º C. Nada ni nadie podía haber sobrevivido y personas y animales fueron calcinados dentro de la nube y sus cuerpos cubiertos por ceniza, que les preservaría en la forma que estaban en los últimos instantes de su vida. Sus restos nos permiten ver grupos enteros agrupados bajo un mismo techo, a veces con miembros de una familia abrazados o cogidos de la mano.
Volviendo a la pregunta que da nombre a esta entrada, una de las principales razones por las que la gente no escapó a tiempo, en mi opinión, fue la falta de información. Las víctimas simplemente no conocían la fuerza destructiva de los volcanes, y lo pagaron caro. En los hasta entonces 800 años de historia de Roma no se había producido ninguna erupción en la zona, y la poca documentación sobre el tema era largamente desconocida. La última vez que el Vesubio había despertado de su letargo fue alrededor del 1800 a. de C., cuando destruyó varias aldeas neolíticas, pero nadie en el Imperio podía saberlo. Los romanos ni siquiera tenían una palabra para describir un volcán, y de hecho, fue la tragedia de aquel 24 de agosto del 79 d. de C. lo que dio paso a que utilizaran el nombre del dios Vulcano para referirse a dichos fenómenos geológicos. Es más,aparentemente nadie en la zona sabía que el Vesubio era un volcán, probablemente porque su cráter estaría cubierto de tierra después de tantos siglos de inactividad. Plinio el Mayor, un comandante de la marina romana testigo, tío de Plinio el Menor y víctima del Vesubio, era también un curioso de la naturaleza y había hecho descripciones de otros volcanes en la Península Itálica, pero no hizo ninguna mención al Vesubio, a pesar de tenerlo tan cerca. No conocer ni entender el peligro fue probablemente la causa de tanta pérdida.
La zona arqueológica de Pompeya es ahora una fuente inagotable de conocimiento para los científicos y de recursos para el estado, segunda sólo después de Roma entre las favoritas de los turistas. Es también un símbolo de la fragilidad del hombre frente a la naturaleza, un recuerdo de que fenómenos como los volcanes no deben ser tomados a la ligera. El Vesubio sigue en activo, el único volcán en tierra firma europea en ese estado, y a lado de una zona metropolitana, la de Nápoles, con tres millones de habitantes, lo que le convierte en la región volcánica con mayor potencial de peligro en el mundo. Desconozco los planes de evacuación napolitanos en caso de erupción, pero espero tengan en cuenta el poder del Vesubio, y la trágica historia de Pompeya y Herculano.
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