jueves, 25 de junio de 2020

El palacio del choro

Aparte del gusto por las mejores cosas que la vida ofrece, estos personajes públicos de la cuarta transformación tienen algo más en común

Callo / Con H de Hacha / Heraldo de México
Callo / Con H de Hacha / Heraldo de México
El lunes la primera dama Beatriz Gutierrez fue duramente criticada por las benditas redes sociales después de que fuera captada viajando rumbo a Cancún en asientos de primera clase. Hace menos de una semana el secretario de relaciones exteriores Marcelo Ebrard intentó esconder de las cámaras, sin mucho éxito, su ostentoso Rolex de catorce mil dólares. Y apenas el sábado, la secretaria de la función pública, Irma Eréndira Sandoval fue arropada por todo el gabinete (salvo sus dignas excepciones), después de que Carlos Loret revelara que posee, junto con su esposo el académico John Ackerman, una colección de seis propiedades millonarias (cuatro casas y un terreno en la ciudad de México y una casa de descanso en Tepoztlán, Morelos ). 
¿Notó usted el patrón? Aparte del gusto por las mejores cosas que la vida ofrece, estos personajes públicos de la cuarta transformación tienen algo más en común. Los tres casos retratan de pies a cabeza un mal endémico que carcome a la política de este país, y que para ser justos, no se limita a esta administración. Pero hoy les tengo la solución: dejen de fingir que son pobres. 
¡Listo! ya está. Se acabó el problema.
Antes de convertirse en la primera dama de México, Beatriz Gutierrez trabajó como periodista, fue directora de difusión en el gobierno de Ciudad del México mientras su hoy esposo, Andrés Manuel López Obrador, estaba al frente, también ha publicado varios libros y es investigadora nacional del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología. ¿Le parecería realmente sorprendente encontrar a un perfil como este en la primera clase de algún vuelo comercial?

Escucha aquí el podcast exclusivo de Callo de Hacha:

Marcelo Ebrard ha ocupado los cargos más altos en la política de este país desde los tiempos del presidente Salinas de Gortari. Fue secretario de seguridad y luego jefe de gobierno de la Ciudad de México. Formó parte de la fallida campaña presidencial demócrata del 2016 en Estados Unidos y hoy es el canciller (y vicepresidente) de México. ¿Le resulta inaudito que un hombre que ha ocupado los cargos más altos de su país posea un artículo como este?
Aunque la pareja Ackerman-Sandoval segura haber vivido todos estos años de su sueldo de académicos, lo suyo viene de cuna. El padre de la secretaria fue el distinguido diputado comunista Pablo Sandoval Ramirez y su madre es la historiadora Carmen Ballesteros Corona. Por el lado de John, ambos padres son prestigiados académicos de las mejores universidades de Estados Unidos. Recientemente el conductor de John y Sabina confirmó que las propiedades eran donaciones de sus familias. Y seamos honestos, no suena tan descabellado.
Pero entonces, ¿por qué fingir? ¿Cuándo fue que la política mexicana se convirtió en una competencia entre quién puede aparentar ser el más pobre?
A lo que voy es que existe un caso razonable para pensar que tanto como la primera dama puede pagar un asiento en primera clase, como el secretario puede comprar un reloj de catorce mil dólares (me cuentan que fue su regalo de bodas) o los Underwood mexicanos (bueno, mitad) pueden poner su agencia de bienes raíces de manera legítima y sin daño al erario público. 
¿O acaso me hace falta ver más bax?

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