jueves, 25 de junio de 2020

No mentir… AMLO 

Para él, su autoridad moral, su honestidad y su palabra bastan. Nada, ni nadie lo hace cambiar de opinión

Alejandro Cacho / Touché / Heraldo de México
Alejandro Cacho / Touché / Heraldo de México
Apenas protestó como Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador se comprometió a no mentir, no robar y no traicionar al pueblo de México.
Pero López Obrador no ha honrado su propio apotegma.
Con regularidad y sin ningún recato, miente. No importa si todas las evidencias lo contradicen; no importa si la realidad va en sentido contrario; no importa si el resto del mundo piensa, sugiere o asegura lo contrario. Él siempre tiene otros datos.
Otros datos que casi nunca exhibe; acusaciones que nunca sustenta; pruebas que nunca presenta. Para él, su autoridad moral, su honestidad y su palabra bastan. Nada, ni nadie, lo hace cambiar de opinión, corregir, admitir, recular. Nada, ni nadie, lo desvía un milímetro en su ruta hacia la Cuarta Transformación. Aún contra la realidad.
El pasado viernes admitió, sin recato alguno, que nos mintió a todos los mexicanos. Reveló que fue él, el Presidente de la República en persona, quien ordenó la liberación de Ovidio Guzmán López, el hijo de El Chapo Guzmán, capturado por fuerzas federales de élite el 17 de octubre de 2019, en Culiacán, Sinaloa.
Tras aquel ridículo que le dio la vuelta al mundo, se sostuvo, contra viento y marea, la versión de que la liberación del capo fue una decisión colegiada del gabinete de seguridad. La revelación de López Obrador exhibió que esa afirmación fue solo una más de las mentiras que dijo en aquel momento Alfonso Durazo, el secretario de seguridad pública.
El año pasado, antes de este 2020 de pesadilla, desacreditó los análisis al mal desempeño económico de su gobierno. Negó que estuviéramos al borde de una recesión, porque él tiene otros datosY recurrió a su argumento favorito: culpar a los neoliberales corruptos. Pero las evidencias económicas no dejan lugar a dudas.
Cuando al mundo entero se puso en alerta roja por la pandemia de coronavirus, López Obrador la desdeñaba. Tardamos al menos dos meses en tomar medidas serias, pero él asegura que somos uno de los primeros países en reaccionar, cuando al mismo tiempo invitaba a abrazarse y salir a la calle.
Una y otra vez ha afirmado que domamos al virus; que vamos de salida de la pandemia; que los contagios van a la baja; que el pueblo ha actuado de manera ejemplar ante el coronavirus; que la letalidad del COVID-19 en México es menor de lo que muestran las estadísticas internacionales. Y todo, todo, ha sido mentira.
En materia económica, se niega a reconocer la realidad. Primero se empeñó en afirmar que será una crisis económica transitoria, cuando todos los analistas, consultores, bancos, académicos y organismos nacionales e internacionales auguran una crisis económica profunda y prolongada.
Ha desacreditado los números y pronósticos de su propio gobierno sobre desempleo y recesión. Para López Obrador, ya tocamos fondo y que está por comenzar la recuperación.
Lo peor es que no ha pasado nada. El Presidente de la República nos miente en la cara y no pasa nada. ¿Así será el resto del sexenio?

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