lunes, 28 de febrero de 2022

EL MUNDO DESPUES DE LA TERCERA GUERRA MUNDIAL

 

UES

DE LA TERCERA

GUERRA MUNDIAL

Alexandre Zinoviev

N o soy de los que afirman que la tercera

guerra mundial es inevitable. Este género de afirmaciones no es lógicamente

demostrable y la experiencia no permite aportar pruebas totalmente convincentes. Como tampoco podemos demostrar y probar por

experiencia que lograremos evitarla. Incluso si

esa guerra se desencadena, no se podrá decir

que fue fruto de una necesidad. Todo cuanto

tiene lugar en el mundo no tiene por qué ser

obligatoriamente expresión de una necesidad. Y

si conseguimos evitarla, nos equivocaremos al

decir que era imposible: Los hechos que no llegan a suceder no tienen por qué llamarse imposibles. El caso es que mucha gente se prepara de

una u otra manera para un conflicto mundial, así

que no podemos descartar su eventualidad. Pero

afirmar que la guerra es posible no significa hacerle la propaganda. Quien afirma que la guerra

es inevitable no es por eso un fautor de la guerra. Tarde o temprano moriremos, pero por saberlo, no andamos buscando la muerte ni invitamos a nadie a entregarse a ella.

Resultan fáciles de preveer las destrucciones

que, de tener lugar, acarreará la tercera guerra

mundial. Las consecuencias son evidentes. Pero

no abundan quienes se imaginan las consecuencias sociales de una nueva guerra mundial, es

decir, qué régimen social triunfará sobre el pla-

, neta. Y es aquí donde se puede afirmar, con to­

. tal seguridad, que si la guerra mundial estalla, y

si una parte más o menos importante de la humanidad consigue sustraerse a ella, ésta no podrá sobrevivir en la posguerra, ni constituir un

conjunto estable, sin una organización social comunista. El régimen comunista real, a diferencia

de los cuentos marxistas que hablan de paraíso

comunista, no es, como pretendían hacernos

creer, el medio que permite a la sociedad alcanzar prosperidad y dicha, sino sobre todo y esencialmente, el medio de supervivencia de millones de hombres en muy difíciles condiciones,

amenazados de degradación, y hasta de desaparición. La tercera guerra mundial, cualquiera

que sea su desenlace, o dicho de otro modo, sea

cual sea el reparto entre vencedores y vencidos,

tendrá por resultado inevitable el fin del capitalismo como forma de organización social de los

hombres.

Ruego al lector que no tome mis palabras por

apología del comunismo. Simplemente deseo·

llamar la atención sobre un aspecto del problema generalmente ignorado por quienes abordan

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el tema. Tampoco quisiera que mis afirmaciones

se identificaran con los dogmas del marxismoleninismo relativos a esta cuestión. Mi manera

de comprender el comunismo se aleja mucho de

la de los marxistas. Difiere en lo fundamental.

En mi opinión, las causas del ocaso del capitalismo y del triunfo del comunismo en Occidente y

por todo el mundo no hay que buscarlas en una

determinada lucha de clases ni en la incompatibilidad existente entre la forma privada de apropiación capitalista y la producción social, sino en

el derrumbamiento del sistema social de los países beligerantes tras las colosales destrucciones

de la guerra. El sistema comunista aparecerá entonces como el único medio eficaz de supervivencia. El sistema social puede derrumbarse

también en la Unión Soviética. Lo que no impedirá que, si la población soviética sobrevive, reproduzca el sistema comunista independientemente del hecho de que existiese antes. Y lo reproducirá bajo formas todavía más duras que las

de la época stalinista.

A la población soviética y a sus dirigentes esta

perspectiva no les hace ninguna gracia. La vida

no es una discusión teórica. A los soviéticos no

les interesa el futuro de abstractos sistemas sociales sino su propia suerte en concreto, y la de

sus descendientes inmediatos. De tener que elegir entre sobrevivir al precio de perder el sistema comunista o bien sacrificarse, digamos por

los chinos, en nombre del triunfo de ese mismo

sistema, no cabe duda de que elegirían lo primero. Los hombres y los pueblos quieren vivir y

sobrevivir a las catástrofes históricas por ellos

mismos y sus descendientes, no por la victoria

de ideas abstractas o la felicidad de gente que le

es extranjera. Imaginemos· que después de la

tercera guerra mundial las ratas supervivientes

desarrollan una nueva civilización conservando

cuidadosamente las numerosas conquistas de la

civilización humana y entre ellas las ventajas de

la civilización occidental. Que levante la mano

quien esté dispuesto a gritar de entusiasmo porque las ratas hayan prohibido el comunismo y

conservado sobre el planeta la libertad de prensa, de opinión, de manifestación, de circulación

y demás bienes de la democracia occidental.

El problema del régimen social que adoptarán

los grupos existentes el día después de la tercera

guerra mundial no es una cuestión de ideología

ni de propaganda a favor o en detrimento del comunismo o del capitalismo. De lo que se trata es

de comprender la esencia misma del sistema social comunista, las condiciones y las causas de

su aparición. La sociedad comunista no está

construida según el proyecto marxista. El marxismo no es más que una ideología. Admite diferentes interpretaciones. Puede por ejemplo

explicarse de tal manera que la sociedad real de

la Unión Soviética parezca su realización. Pero

también puede interpretarse de forma que esta

misma sociedad suponga una traición al marxismo. La sociedad comunista soviética se ha for-

mado en determinadas condiciones históricas y

en virtud de leyes objetivas de reagrupamiento

que nada tienen en común con las condiciones y

leyes de la sociedad de la que habla el marxismo. El marxismo ha resultado ser una cómoda

forma de ideología para esta sociedad, que igual

podía haber nacido sin él. Después de la tercera

guerra mundial puede muy bien organizarse en

total contradicción con el marxismo e inventar

entonces otra ideología más cómoda.

El comunismo real es un tipo de organización

de masas en un conjunto unificado, concebido

para permanecer tal cual en el curso de las generaciones. Este tipo de organización presenta la

particularidad de liquidar las relaciones de propiedad en tanto que relaciones dominantes,

esenciales incluso, para instaurar reagrupamientos standar en todas las esferas de la vida y en

todos los niveles de la jerarquía, así como una

administración centralizada de todos los aspectos de la vida social. En las actuales condiciones,

preparar seriamente un nuevo conflicto mundial, afrontar su desarrollo y una vez terminado

mantener el orden social cuando el desorden

sea completo, exige la puesta en marcha de una

enorme máquina creada a tal efecto. En su funcionamiento se han de implicar decenas de millones de hombres que constituirían una especie

de Estado dentro del Estado. En tanto que país

comunista, esto no supondrá ningún problema

para la Unión Soviética, que nunca ha dejado de

ser un campamento militar en potencia. Pero

para los países occidentales, se trata de una condición indispensable para su resistencia y supervivencia. Una organización humana de semejante envergadura, concebida para la guerra y el

mantenimiento del país durante la posguerra,

durará no un año ni dos, sino decenas, de quedar por supuesto indemne. Una vez cumplida su

función, no abandonará voluntariamente la escena de la historia, lo que tampoco querrá la población del país cuyo núcleo mismo lo constituirá entonces esa máquina. Así conservada, semejante máquina dará automáticamente 1

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