No Encontraron Placebos
JUAN CASTRO SOTO
ebido a las muertes y afectaciones a la salud
por las “vacunas” de covid-19, y a la gran opa-
cidad y falsedad de la información oficial, mu-
chos médicos e investigadores se han dado a la tarea
de indagar por su cuenta lo que está pasando, así
como el contenido de las supuestas vacunas.
Poco a poco la verdad emana y se comparte, en-
contrándose coincidencias, pero también contrastes.
La doctora estadounidense Poornima Wagh fue en-
trevistada acerca de su trabajo en un grupo interdisci-
plinar de 18 investigadores en diversos países.
Afirma que el Sars2 no es la causa del Covid y que ni siquiera existe.
Ni hay la “proteína de pico” en las vacunas. Todo se creó digitalmente.
Confirma la presencia del óxido de grafeno, como un ingrediente de alto
magnetismo, que no se desintegra, causante de miocarditis, coágulos y
otros problemas cardíacos. Sin embargo, niega la presencia del veneno
de serpiente como causante de la coagulación; dice que no es técnica-
mente posible ‒contrario a otros investigadores, y pese a que este veneno
ha sido reportado oficialmente de vacunas anteriores.
Wagh ha investigado la mayoría de las principales vacunas en el mer-
cado y encontró que todas contienen lo mismo, sólo con pequeñas varian-
tes en las sustancias coadyuvantes.
Y no han encontrado placebos. Todas tienen los mismos ingredientes
letales como el grafeno; hidrogel; y metales pesados como tungsteno,
cromo, plomo, plata, oro, estaño, antimonio, aluminio, entre otros, que se
alojan en los tejidos grasos. Por eso en todo el mundo pasa lo mismo,
porque las vacunas son similares. Y son los mismos ingredientes en las
vacunas para niños, a veces con las mismas dosis.
Por estas razones, no ha importado que los refuerzos sean de distintas
marcas comerciales. Y entre más refuerzos, menos probabilidades hay de
sobrevivir. Si algunos mueren antes que otros, explica, es porque la canti-
dad de los ingredientes tóxicos varía entre una vacuna y otra, encontrando
hasta 35 diferentes niveles de toxicidad. A largo plazo, los vacunados dis-
minuirán su esperanza de vida entre 10 y 15 años.
En cambio, las supuestas vacunas no contienen elementos biológicos
como mRNA, proteína de pico o pseudovirus, por lo que se trata de armas
químicas, y no biológicas como se ha afirmado.
Asimismo, asegura que
no hay posibilidad de conta-
gio, ni siquiera en el caso de
que hubiese sustancias bio-
lógicas, ya que éstas se
descomponen fuera del
huésped en contacto con el
aire o el agua. La única ma-
nera de matar a alguien es
inyectándolo, asegura.
Tomará 5 generaciones
libres de vacunas para que
la humanidad quede libre de
estos tóxicos, dice Wagh, y
agrega: “todas las vacunas
deberían prohibirse”.
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