martes, 1 de febrero de 2011

CALENDARIOS DE LOS MAYAS

CALENDARIOS DE LOS MAYAS

Uno de los motivos básicos del desarrollo de la astronomía fue el de la cronología. Para entender la importancia del cómputo del tiempo entre los mayas baste decir que una sola palabra, k’in, designaba el tiempo, el día y el sol.

El mismo diseño del glifo de k’in probablemente haga referencia a las cuatro posiciones extremas del sol en el horizonte, es decir, a la salida y puesta del sol en los puntos más al Norte y más al Sur.

Existían dos tipos de calendario entre los mesoamericanos: el calendario o cuenta ritual de 260 días, llamado Tzolk’in por los mayas, y el calendario de 365 días o año vago, que recibía el nombre de Haab.

El primer ejemplo de calendario de 260 días aparece en Monte Albán alrededor del 600 a. de C. Este calendario consiste en 20 nombres de días alternando con los numerales del 1 al 13. De esta forma el nombre de un día con su numeral se repite cada 13_20=260 días.

El origen de este calendario, que no aparece más que en Mesoamérica, continúa siendo un enigma. Se han encontrado todavía evidencias suficientes.



Tres medios años de eclipse corresponden a dos tzolkines, el intervalo real de aparición de Venus como estrella matutina es de 263 días y el período sinódico de Marte son 3 períodos de 260 días, pero no se tienen pruebas de que ninguno de estos fenómenos haya dado origen a este calendario.


También se ha propuesto una relación con el intervalo que separa las fechas se paso del sol por el cenit en la zona maya meridional. Y otra de las explicaciones posibles se basa en el tiempo de gestación de la mujer.

Otro aspecto de este calendario aún sin resolver es a qué hora comenzaba el día del tzolk’in. En el caso maya no existe ninguna respuesta directa, pero el mayista norteamericano Thompson, leyendo entre líneas los libros del Chilam Balam de Chumayel, llegó a la conclusión de que probablemente comenzaba a la salida del sol. Sin embargo, datos etnográficos apuntan a su comienzo al anochecer.


El segundo calendario empleado por los mayas, el Haab, se forma alternando 18 nombres de meses con los numerales de 0 al 19, lo que da un total de 360 días, que se completan con 5 días llamados Uayeb, sin nombre, entre los mayas, que se consideran aciagos.

Estos 365 días se acercan a la duración verdadera del año solar o trópico de 365.25 días. Pero aquí surge de nuevo la duda. ¿Conocían los antiguos mayas la verdadera duración del año solar, y por tanto realizaban como nosotros la corrección de los bisiestos? El cronista español Diego de Landa afirmó que sí, pero los estudios realizados no han hallado ninguna evidencia de que tal corrección fuera realizada, aunque sí hay indicios de que conocían la duración real, al haber sido encontradas numerosas inscripciones con múltiplos enteros del año trópico.

También se desconoce cuándo comenzaba el día del Haab. Algunos investigadores, encabezados por el ya citado Thompson, han propuesto que mientras la cuenta de 260 días comenzaba a la salida del sol, la de 365 días lo hacía a la puesta de sol.


Las dos cuentas, Tzolk’in y Haab, se combinaban para dar nombre a un día (por ejemplo, 1 Ahau 8 Cumku), repitiéndose, una fecha cada 52 Haab o 73 Tzolk’in. Supuso un gran adelanto, pues una fecha sólo se repetía cada 18.980 días. No se conoce el término maya para este período, pero entre los mexicas era denominado xiuhmolpilli (atadura de años). Los investigadores lo conocen como la Rueda Calendárica.

Conservamos algunos ejemplos de almanaques, entre ellos el que se conserva en el Museo de América de Madrid. En ellos podemos ver el concepto de estrecha unión entre el espacio y el tiempo que poseían estos pueblos. Dividían las direcciones en cuatro partes más el centro. Cada dirección del mundo tenía asociado un dios, un color, un árbol, un ave y un ritual, así como unos días del calendario ritual. Las direcciones en maya se denominaban lik’in (en que sale el Sol, el Este), chik’in (donde el Sol se pone, el Oeste), xaman (a la derecha, el Norte), nohol (a la izquierda, el Sur).

Estos dos últimos términos parecen indicar que el Oeste era una dirección privilegiada, pues el Norte y el Sur están a la derecha e izquierda, respectivamente, del Oeste. La quinta dirección es el centro yaxk’in, que es el cenit por el que pasa el Sol. Podemos observar la importancia que para ellos tenía el Sol y la determinación de su movimiento y sus posiciones en el cielo

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