jueves, 21 de noviembre de 2013

Conceptos Básicos Del Islam

 
 
 

 
 
Algunas personas pueden suponer que el hombre se convierte en musulmán cuando confiesa la creencia en la Unidad del Dios Verdadero y en Muhammad como su último Profeta Sin embargo, tal supuesto está aún distante del pleno significado de la Fe. El pleno significado de la Fe en el Islam no es, en absoluto, algo nominal o meramente formal. La Fe en el Islam es un estado de felicidad, que se adquiere en virtud de actitudes positivas y concepciones constructivas, así como de medidas dinámicas y efectivas.
 
El Santo Corán y las Tradiciones de Muhammad definen estas medidas necesarias y establecen las normas que constituyen una Fe significativa. Así pues, los verdaderos creyentes son:
 
1. Aquellos que creen en Dios, Sus Ángeles, Sus Escrituras recopiladas en el Corán. Sus Profetas - de los que Muhammad es el Ultimo , en el día del Juicio Final y en la sabiduría y el conocimiento absoluto de Dios.
 
2. Aquellos que confían siempre en Dios y gozan de una confianza inconmovible en El.
 
3. Aquellos que emplean, a la manera de Dios, Io que El les ha dado en forma de riqueza, vida, salud, conocimiento, experiencia, etc.
 
4. Aquellos que hacen regularmente sus oraciones diarias, así como las celebraciones semanales y anuales.
 
5. Aquellos que pagan sus impuestos religiosos (limosnas o azaques) a los legítimos beneficiarios (individuos o instituciones), el mínimo de los cuales corresponde al 2,5% de los ingresos anuales *netos*, o del valor total de las acciones cuando se trate de empresas, tras deducir todos los gastos y créditos.
 
6. Aquellos que ordenan hacer el bien y la justicia, y combaten el error y el mal por todos los medios legales a su alcance.
 
7. Aquellos que obedecen a Dios y a Su Profeta Muhammad (PBSE), sienten aumentar la fuerza de la Fe cuando se recita el Corán, y son humildes de corazón cuando se menciona el nombre de Dios.
 
8. Aquellos que aman a Dios y a Su Profeta (PBSE) sobre todas las cosas y aman sinceramente a su prójimo, sólo por amor a Dios.
 
9. Aquellos que aman a sus vecinos, próximos y lejanos, y muestran auténtica amabilidad para con sus huéspedes, especialmente con los extraños.
 
10. Aquellos que dicen la verdad y se entregan a las buenas conversaciones; o, de lo contrario, se abstienen.
 
Está claro que el verdadero significado de la Fe hace al IsIam penetrar, de manera profunda y constructiva, en todos los aspectos de la vida. De acuerdo con el Islam, la Fe auténtica ejerce un efecto decisivo en la suerte espiritual y material del hombre y, también, en su comportamiento personal y social, además de en su conducta política y en su actividad financiera. He aquí algunos ejemplos de cómo describe el Corán a los verdaderos creyentes. El Corán contiene numerosas referencias, como éstas:
 
"Sólo son auténticos aquellos cuyos corazones se muestran sumisos (y humildes) cuando se menciona el nombre de Dios, quienes sienten que su fe crece y se fortalece cuando se les relatan las revelaciones de Dios, y quienes confían en su Señor, reconocen la oración (tal como se les ordena) y emplean (en la causa de Dios) Io que Nosotros les hemos otorgado. Son aquellos que creen en la verdad. Para ellos existen (elevados) grados (de honor) junto a su Señor y gozarán de generoso sustento" (Corán, 8:2-4)
 
En cambio, los creyentes y las creyentes son protectores unos de otros. Recomiendan el bien, prohíben Io ilícito, observan la oración, pagan AI Zakat y obedecen a Dios y a Su Apóstol, Dios les tendrá en su misericordia porque Dios es poderoso, prudente.
 
"Dios prometió a los creyentes y a las creyentes jardines bajo los cuales corren los rios, donde morarán eternamente, así como también albergues encantadores, en los jardines del Edén; mas sabed que la complacencia de Dios es aún mayor que ello. tal será la bienaventuranza (Corán, 9:71 -72).
 
"Son tan sólo creyentes quienes creen en Dios y en su Mensajero y no dudan luego, y sacrifican su hacienda y sus personas por la causa de Dios ¡Estos son sinceros! " (Corán, 49:15).
 
Además de estas referencias coránicas, muchas Tradiciones de Muhammad se expresan de modo parecido. Así por ejemplo:
 
"Ninguno de vosotros puede ser un verdadero creyente a no ser que quiera para su prójimo, también creyente, Io que desea para sí.”
 
 Tres son las características de la fe firme, de tal forma que quien las adquiere puede saborear la dulzura de la Fe:
 
(1)   Amar a Dios y a Su Profeta (PBSE) sobre todas Ias cosas.
(2)   Amar al prójimo sólo por amor a Dios y
(3)   Rechazar y resistirse a caer en la incredulidad, en la misma medida que se resiste a ser arrojado al fuego”.
 
"Quien cree en Dios y en el día del juicio Final tiene prohibido causar daño alguno a su vecino, está obligado a ser amable con sus huéspedes - especialmente con aquellos que son extraños -, debe decir la verdad o, de Io contrario, abstenerse de hablar".
 
Existen múltiples versículos y tradiciones semejantes a los citados. Pero debe tenerse en cuenta, sin embargo, que las citas recogidas no son, ni pueden ser, las palabras exactas del Corán y de Muhammad tal como se expresa en el texto árabe. La razón es simple. Ningún intérprete, por cultivado y experto que sea, podrá jamás transmitir, en lengua alguna, la fuerza espiritual y el encantador atractivo del Corán. El Corán es - y así lo hizo Dios - inimitable; y queda muy lejos, de la imaginación y de la energía humana, producir nada semejante. Lo que es cierto del Corán, en este sentido, es también cierto de las tradiciones de Muhammad en cierta medida; porque, después del Corán, sus palabras son las más concluyentes y elocuentes.
 

 
 
El Islam previene, en todo momento, contra los conceptos y rituales superficiales, contra las formalidades vacías y las creencias ineficaces. Dios explica en un versículo representativo el pleno significado de la rectitud, en los términos siguientes:
 
"La piedad no sólo consiste en que orientéis vuestros rostros hacia el Levante o el Poniente, sino que la verdadera piedad es la de quien cree en Dios, en el día del juicio Final, en los ángeles, en el Libro, en los profetas; en invertir su hacienda en caridades, por amor a Dios, a sus parientes, a los huérfanos, a los menesterosos, a los viajeros, a los mendigos, y en el rescate de cautivos. Quienes observan la oración, pagan Al Zakat, cumplen con sus compromisos contraídos, son pacientes, tanto en la miseria como en la adversidad, o durante el combate. ¡Estos son los verdaderos creyentes, y estos son los timoratos! (Corán, 1 :177)
 
En este versículo se da una hermosa y clara descripción del hombre recto. Debe respetar todas las reglas saludables y fundamentar sinceramente su vida en el amor de Dios v el amor al prójimo por amor a Dios. Aquí encontramos cuatro elementos: (I) nuestra Fe debe ser auténtica y sincera (II) hemos de estar dispuestos a dar testimonio de ella en obras de caridad y amabilidad con nuestro prójimo, (III) debemos ser buenos ciudadanos dando apoyo a las instituciones benéficas y a las organizaciones comerciales y (IV) debemos sec constantes e inconmovibles en cualquier circunstancia.
 
 Por consiguiente, queda claro que la rectitud no es tan sólo una cuestión de propuestas vacías. Debe basarse en una fe sólida y en la práctica constante. Debe abarcar et pensamiento y la acción de la persona y trascender a su vida interior y exterior, a sus asuntos individuales y comunes. Cuando se establece el principio islámico de la rectitud, éste lleva la paz al individuo en todas las circunstancias, aporta seguridad a todos los niveles de la sociedad, solidaridad a la nación y esperanza y armonía a la comunidad internacional. ¡Qué apacible y gozosa puede ser la vida, cuando las personas ponen en práctica el concepto islámico de la rectitud! Qué puede haber más tranquilizador que la fe en el Creador Benéfico y el com- prometerse en tan valiosa causa? Qué puede haber más humano que mitigar las recónditas ansiedades de los sojuzgados, aliviar los sufrimientos de los explotados y dar respuesta a las necesidades de los desvalidos? Qué hay más metódico y honrado que el cumplimienta de los compromisos, la preservación de la conciencia clara y el mantenimiento de la integridad? Y qué proporciona goces más espirituales que hacer todo ello con regularidad, como algo cotidiano, y por amor a Dios?
 

 
 
Lo que se ha dicho acerca de la fe y de la rectitud suele ser cierto en cuanto a la piedad. No es tampoco, en este caso, cuestión de afirmaciones verbales y peticiones cómodas. Es algo mucho más serio. El Corán es, como siempre, nuestra mejor fuente, y cuando habla de los piadosos los describe como "aquéllos que creen en el Más Allá, observan la oración y hacen caridad con algo de cuanto les agraciamos y en cuanto fue revelado (Muhammad), quienes creen en Io que te fue revelado y en cuanto fue revelado antes que a ti, y están persuadidos de la vida futura, estos siguen la senda de su Señor y serán los bienaventurados" (Corán, 2:3-5). Piadosos son quienes hacen caridad, tanto en la prosperidad como en la adversidad, que reprimen su cólera, que indultan al prójimo, porque Dios aprecia a los bienhechores, que cuando cometen una obscenidad o se condenan, mencionan a Dios e imploran el perdón de sus pecados (mas, quién sino Dios perdona los pecados?), y no reinciden, a sabiendas, en Io que cometieron; estos, cuya recompensa será una indulgencia de su Señor y jardines bajo los cuales corren los ríos, donde morarán eternamente. ¡Cuán magnífica será la recompensa de los bienechores! (Corán 3:134-136)
 
En estos versículos encontramos que la piedad requiere un empleo adecuado de la mente, asiéndose a la verdad de Dios y de la vida, un empleo adecuado de la riqueza, gastando a la manera de Dios en cualquier circunstancia, y un empleo adecuado de las capacidades espirituales y físicas del hombre merced a la observancia de la oración. Exige igualmente un elevaclo grado de autocontrol sobre la ira y las emociones propias, una capacidad moral para el perdón y la paciencia y una urgencia consciente de hacer que el pecador vuelva a Dios con dolor y arrepentimiento. Ser piadoso es ser un hombre de convicciones auténticas y hermosas, de determinación y carácter, de voluntad y valor y, sobre todo, ser un hombre de Dios. La piedad, la rectitud y la fe consciente se encuentran relacionadas entre sí y confluyen todas en un sólo cauce. Conducen al Islam y configuran al auténtico musulmán.
 

 
 
El Dios Misericordioso y Amante ha enviado multitud de profetas en épocas diferentes de la historia. Todas las naciones conocidas han tenido uno o varios profetas de Dios fueron hombres de buen carácter y elevado honor. Fueron preparados y elegidos por Dios para entregar Su Mensaje a la humanidad. Su honradez y veracidad, su inteligencia e integridad, están fuera de toda duda. Fueron infalibles por cuanto no cometieron pecados ni violaron la Ley de Dios; aunque, como mortales pudieron incurrir en errores no intencionados, en algunos asuntos y decisiones humanas. Su criterio privado no fue siempre necesariamente acertado.
 
El envío de estos profetas por Dios constituye una clara manifestación del fuerte nexo existente entre el Cielo y la Tierra, entre Dios y el hombre, significa que el hombre puede reformarse y que tiene mucho de bueno dentro de sí. La finalidad del mensaje profético radica en confirmar Io que el hombre ya conoce o puede conocer, y en enseñarle Io que no conoce o no puede conocer por sus propios medios. Consiste, así mismo, en ayudar al hombre a encontrar el camino recto de Dios, en hacer el bien y rehuir el mal. Los profetas representan una elocuente expresión del amor de Dios por Sus Criaturas, y Su Voluntad de conducirlas por el sendero de la creencia y et comportamiento acertados.
 
Es una mariera de subrayar Su Justicia hacia el hombre, porque previamente le muestra su orientación auténtica, haciéndole, después responsable de sus actos. Advierte al hombre, a través de Sus Profetas, que si su obcecación le impide advertir los peligros de sus malas acciones, su comportamiento se hace objeto de castigo. Todo ello se halla en completo acuerdo con el amor y la justicia de Dios, y con el valor y la capacidad del hombre como responsable ante su Señor.
 
Tanto el origen como la protección del Mensaje Profético proceden de la fuente del Uno y el Mismo: es Dios. Su objetivo es el de servir a Dios, poner al hombre en conocimiento de Dios y de Sus Divinas Esperanzas, establecer la verdad y la bondad, ayudar al hombre a realizar el auténtico objetivo de su existencia; esto es, a dirigir su vida con una finalidad determinada. Es, en base a esto, por lo que los musulmanes no hacen ningún tipo de discriminación entre los profetas y aceptan sus enseñanzas como consistentes y complementarias. Y es, por esta razón, por la que los musulmanes creen en todos los Libros Sagrados y aceptan a todos los profetas de Dios, como ya se ha mencionado.
 

La vida es una brillante demostración de la sabiduría y el conocimiento de Dios, un vívido reflejo de Su Arte y Poder. El es el Dador y el Creador de la Vida. Nada debe su existencia al azar y nadie se crea a sí mismo, ni crea tampoco ser alguno. La vida constituye un valor querido y estimable y ninguna persona sensata y normal desearía perderla por su voluntad. Incluso, aquellos que, se sienten desesperados, y ponen fin a sus vidas cometiendo suicidio lento, tratan en el ultimo minuto de recuperar su existencia y desean recibir una segunda oportunidad de vivir. La vida le viene dada al hombre por Dios, y El es el Único Legitimado para quitarla;

nadie más tiene derecho a destruir una vida. Es por ello por lo que el Islam prohíbe todo tipo de suicidios y autodestrucción y recomienda paciencia y buena fe, cuando muere un ser querido. Cuando se ejecuta a un asesino en castigo de sus crímenes su vida es arrebatada en virtud U derecho de Dios y de acuerdo con Su Ley. 
Cuando Dios da la vida al hombre, no le dota en vano de cualidades únicas y grandes facultades. Ni tampoco le carga en vano con determinadas obligaciones. Dios quiere ayudar al hombre a satisfacer el objetivo de la vida como una actividad creativa, y activa, y a saborear las delicias de la existencia con arreglo a la orientación divina. La vida es un valor recibido de Dios, y el hombre un depositario que debe servirse de este valor con honradez y destreza, con respecto hacia Dios y con conciencia de su responsabilidad ante El. 

La vida puede asemejarse a un viaje, que se inicia en determinado punto y concluye en un determinado destino. Es una etapa transitoria, una introducción a la Vida Eterna en el Más Allá. En este viaje el hombre es un viajero, y sólo debe preocuparse por lo que es útil para la Vida Futura. Dicho de otro modo, deberá hacer todo el bien que pueda, y estar preparado para viajar en cualquier momento a la eternidad. Tendrá que considerar su vida en la tierra como una oportunidad, que se le ofrece para sacar el máximo provecho de ella mientras pueda, puesto que: cuando le llegue el momento de abandonarla no podrá retrasarse ni un segundo. Expirado su plazo, no podrá hacer nada por prolongarlo. La mejor forma de emplear la vida es, por consiguiente, vivir de acuerdo con las enseñanzas de Dios y convertirla en un tránsito seguro a la Vida Futura de la Eternidad. Puesto que la importancia de la vida, como medio hacia un último fin, es tan grande, que el Islam ha elaborado un sistema completo de reglas y principios que muestran al hombre cómo debe vivirlas qué debe tomar y qué debe abandonar, qué ha de realizar 0 qué ha de evitar, etc. Todos los hombres proceden de Dios y no cabe ninguna duda de que todos volverán a El. En una de sus afirmaciones fundamentales, el Profeta Muhammad recomendaba, sabiamente, que el hombre se considere un extraño en esta vida, como viajero que transita por el mundo.


La religión ha sido objeto de abusos y malas interpretaciones a lo largo de la historia. Así, algunos la han utilizado como medio de explotación y represión, como pretexto para el prejuicio y la persecución; otros, en cambio, como fuente de poder y dominio sobre las masas y las clases superiores. En nombre de la religión se han hecho estallar guerras injustificables, se ha oprimido la libertad de pensamiento y conciencia, se ha perseguido la ciencia, se ha negado el derecho a la madurez de¡ individuo, degradando así, flagrantemente, la dignidad y el honor de¡ hombre. Y en nombre de la religión se han causado, así mismo, injusticias a la humanidad, de las cuales se han derivado muchos perjuicios para la propia religión. 

Estos son hechos históricos que nadie puede negar. ¿Pero es ésta la función correcta de la religión, el enfoque acertado de la religión? ¿Puede ser éste el objetivo de la religión?: la respuesta indiscutible es un terminante "no". Hay muchas religiones en el mundo y cada una alega ser la única religión verdadera. Se supone que todas las religiones proceden de Dios para guiar debidamente al hombre. Mas estas pretensiones, contradictorias en sí mismas, han dado lugar a disensiones entre los pueblos, y a vehementes reacciones frente al hecho religioso ‑en lugar de aglutinar a la humanidad en una hermandad universal bajo el Único Dios Benevolente Universal‑. Esta situación confunde a cualquier observador neutral, tornándole, quizá, refractario a cualquiera de las religiones. 
El concepto islámico de la religión es único en el más amplio sentido de la palabra. Es verdad que la auténtica religión debe proceder de Dios para guiar debidamente al hombre. Y es igualmente cierto que la naturaleza humana y las principales necesidades del hombre son, básicamente, las mismas en todo momento. Esta concepción conduce a una conclusión: sólo existe una religión auténtica que procede del Único Idéntico Dios, para iluminar los grandes problemas humanos de todos los tiempos. Esta religión es el Islam. Convendría, no obstante, tener presente que el Islam no fue enseñado sólo por el Profeta Muhammad. Por el contrario, el Islam ha sido enseñado por todos los profetas anteriores a Muhammad, por los verdaderos seguidores de Abraham y Moisés, así como los de Jesús y de otros, todos ellos fueron llamados Musulmanes. El Islam ha sido, pues, y seguirá siendo, la verdadera religión universal de Dios, porque Dios es Uno e Invariable; y, porque, la naturaleza humana y las principales necesidades humanas son básicamente, las mismas, con independencia del tiempo, lugar, raza, edad, y cualesquiera otras consideraciones. 

Desde estas consideraciones, el concepto islámico mantiene que la religión no es sólo una necesidad espiritual e intelectual, sino también una necesidad social y universal. No pretende confundir al hombre, sino guiarle. No intenta envilecerle, sino elevar su naturaleza moral. No trata de privarle de nada útil, ni de agobiarle, ni oprimir sus cualidades; sino de abrirle a los tesoros inagotables del criterio sano y la acción correcta. No busca confinarle en estrechos límites, sino lanzarle hacia amplios horizontes de verdad y bondad. Resumiendo, la verdadera religión debe dar al hombre el conocimiento de Dios, de sí mismo, y del resto del universo. Ello no significa en absoluto una simplificación excesiva de la religión. Veamos su significado: 

Cuando se examina atentamente el objetivo de la verdadera religión, se observa que ella satisface las demandas espirituales y materiales moderadas del hombre. Desata sus complejos y nudos psicológicos, sublima sus instintos y aspiraciones, disciplina sus deseos, transformando así el curso total de su vida. Mejora su conocimiento de Dios ‑la Máxima Verdad del Universo‑ y el de su propio ser. Le enseña los secretos de la vida y la naturaleza del hombre, así como el modo en que debe tratarlos con respecto al bien y al mal, respecto a lo justo y lo injusto. Purifica. el alma del mal, aclara las dudas de la mente, fortalece el carácter y corrige el pensamiento y las convicciones del hombre. Todo ello, tan sólo puede conseguirse cuando el hombre observa, fielmente, los deberes espirituales y los principios naturales introducidos por la religión. 

Por otra parte la verdadera religión educa al hombre y le adiestra en la esperanza y la paciencia, en la autenticidad y la honradez, en el amor a lo justo y lo bueno, en la firmeza y en el sufrimiento, todo lo cual es necesario para el dominio de¡ gran arte de vivir. La verdadera religión asegura, igualmente, al hombre contra los temores y las pérdidas espirituales y *le garantiza la ayuda y alianza inquebrantable con Dios. Proporciona al hombre paz, seguridad, y sentido a su vida. 

Esto es lo que la humanidad puede recibir de la verdadera religión y es éste, el concepto de la religión en el Islam. Toda religión que no ofrezca estos frutos no es el Islam o, mejor dicho, no es religión en absoluto; y todo hombre, que no obtenga estos beneficios de la religión no es religioso, ni siente temor de Dios. Dios es totalmente veraz cuando afirma en el Santo Corán: en verdad, la religión de Dios es el Islam. Más quienes recibieron el Libro, no discordaron sino por injusticia mutua después de obtener el conocimiento. Pero quien niega las leyes de Dios, sepa que Dios es diestro en pedir cuentas (Corán, 3:19). Y quienquiera que anhele otro culto, que no sea el de¡ Islam, jamás le será aceptado, y en el otro mundo se contará entre los desventurados (Corán, 3:85).



La idea del Pecado Original o del delito hereditario no tiene cabida en las enseñansas del Islam . Con arreglo al Corán y al Profeta Muhammad (PBDE) el hombre nace en un estado natural de pureza o "Fitra", es decir , de Islam o sometimiento a la voluntad y el deseo de DIOS. Lo que ocurre al hombre después de su nacimiento es consecuencia de influencias externas y factores ajenos a él.
 
El musulman cree que cada persona nace libre de pecado y todos reclaman la virtud heredad. Es como un libro en blanco. Cuando la persona alcanza la madurez y, si su desarrollo es natural y sano, se hace responsable de sus obras e intenciones. El hombre no sólo está libre de Pecado hasta que lo comete, sino que es así mismo libre de hacer cosas de acuerdo con sus planes bajo su propia responsabilidad . Esta doble libertad: Libertad de Pecado y libertad para realizar cosas efectivas, libera la conciencia musulmana de la pesada carga del pecado heredado. Libera su espíritu y mente de las tensiones innecesarias de la doctrina del pecado original.
 
Este concepto Islámico de libertad se basa en el principio de la justicia Divina y de la responsabilidad directa del individuo ante DIOS. Cada persona debe soportar su pesada carga y ser responsable de sus propios actos, porque nadie puede expiar el pecado ajeno.
 
Por ello, un musulmán cree que si Adán cometió el primer pecado, fue responsabilidad suya repararlo. Suponer que DIOS era incapaz de perdonar a Adán y tenía que hacer que otro expiara su pecado o suponer que Adán no pidió perdón o rogó por él sin que le fuera concedido sería extremadamente improbable y contrario a la misericordia y la justicia de DIOS y Sus atributos de perdón y poder de perdonar . Suponer esa hipótesis constituiría un osado desafío al sentido común y una fragante violación del mismo concepto de DIOS.
 
En base a este fundamento racional y a la autoridad del Corán, el musulmán cree que Adán se dió cuenta de lo que había hecho y pidió perdón a DIOS como hubiera hecho cualquier otro pecador sensato. Sobre esa misma base el musulmán cree que DIOS, el compasivo y misericordioso, perdonó a Adán y Eva.
 
Por tanto, el musulmán no puede aceptar la doctrina de que Adán hubiera sido condenado con toda la raza humana y quedara en espera de perdón hasta que Jesús viniera a dar expiación a los pecados de los hombres. Por conseguiente, resulta imposible para el musulmán créer la dramática historia de la muerte de Jesús en la cruz en reparación de todos los pecados humanos de una vez por todas.
 
El lector habrá de ser ahora precavido para no llegar a conclusiones erróneas . El musulmán no cree en la crucifixión de Jesús por sus enemigos porque la base de esta doctrina de la crucifixión es contraria a la misericordia y a la justicia Divina, igual que a la lógica y dignidad humana. Esta falta de creencia de los musulmanes hacia Jesús, ni rebaja el alto rango de jesús en el Islam, ni tan siquiera pone en duda su calidad de Profeta distinguido de DIOS. Por el contrario, al rechazar esta doctrina, el musulmán acepta a Jesús con mayor estima y respeto y considera su mensaje original como parte esencial del Islam. Por eso declaramos una vez más que, para ser musulmán, toda persona ha de aceptar y respetar a todos los Profeta de DIOS sin ninguna discriminación .
 

 
 
Tanto como concepto o como valor, la libertad ha sido negada por multitud de personas, grupos y naciones. Muy a menudo ha sido objeto de abusos y malas interpretaciones. La realidad es que el hombre no puede ser libre en et sentido absoluto de la palabra, en ninguna sociedad humana. Deben existir ciertas limitaciones para que la sociedad funcione ordenadamente.
 
Aparte de esta idea general, el Islam proclama la libertad, la valora y la garantiza tanto para el musulmán como para el no musulman. El concepto islámico de la libertad se aplica a todas las actividades voluntarias del hombre en todas las andaduras de la vida. Ya se ha declarado que todo hombre nace libre con arreglo a Ia "fitra", o un estado natural puro. Esto significa que el hombre ha nacido libre del sometimiento, del pecado de la inferioridad heredada y las trabas atávicas. Su derecho a la libertad es sagrado, en tanto no infrija deliberadamente la ley de Dio o profane los derechos de los demás.
 
Uno de los principales objetivos, del Islam es el de liberar a la mente de supersticiones e incertidumbres, al alma del pecado y la corrupción, a la conciencia de la opresión y el temor, e incluso al cuerpo del desorden y la degeneración.
 
El proceder que el Islam ha impuesto al hombre para conseguir esta meta incluye esfuerzos intelectuales profundos, observancias espirituales constantes, prinscipios morales vinculantes, e incluso normas alimenticias. Cuando el hombre sigue este proceder religiosamente, no puede dejar de alcanzar su última meta de libertad y emancipación.
 
La cuestión de la libertad en cuanto a la creencia, la adoración, y la conciencia reviste también extrema importancia en el Islam. Todo hombre tiene derecho a ejercer su libertad de creencia, conciencia y adoración. En las palabras del Corán, Dios dice: Nada de imposición en cuanto a religión, porque ya se ha ducida- px41 do la verdad del error. Quien reniegue del seductor y crea en Dios, se habrá aferrado a la verdad inquebrantable, porque Dios es omnioyente, sapientísimo (Corán, 2:250)
 
El Islam asume esta actitud porque la religión depende de la fe, de la voluntad y del compromiso. Todo ello carecería de sentido si fuera impuesto por la fuerza. Además, el Islam presenta la Verdad de Dios en forma de oportunidad y deja al hombre la elección de decidir su propio proceder. El Corán dice: la Verdad dimana de vuestro Señor; así pués, quien quiera que crea, y quien no quiera que no crea (Corán, 18:29)
 
El concepto islámico de la libertad constituye un artículo de fe, un mandato solemne del Creador Supremo. Se basa en los principios fundamentales siguientes: Primero, la conciencia del hombre sólo se halla sujeta a Dios, ante Quien todo hombre es directamente responsable. Segundo, todo ser humano es personalmente responsable de sus obras y sólo él tiene derecho a recoger los frutos de su trabajo. Tercero, Dios ha delegado en el hombre la responsabilidad de decidir por sí mismo. Cuarto, el hombre recibe guía espiritual suficiente y cuenta con cualidades racionales que le permitan tomar opciones responsables y firmes. Ese es el fundamento del concepto islámico de la libertad y ese es el valor de la libertad en el Islam. Constituye un derecho natural del hombre, un privilegio espiritual, una prerrogativa moral y, sobre todo, un deber religioso. Dentro del marco de este concepto islámico de la libertad no queda sitio para las persecuciones religiosas, los conflictos de clases o los prejuicios raciales. El derecho individual a la libertad es tan sagrado como su derecho a la vida; la libertad equivale la propia vida.
 

 
 
Un elemento básico del sistema de valores del Islam es el principio de la igualdad o, mejor aún, de la equidad. Este valor de la igualdad no debe confundirse, ni mezclarse, con la identidad o el estereotipo. El Islam enseña que todos los hombres son iguales a los ojos de Dios, aunque no sean necesariamente idénticos. Existen diferencias de capacidades, potenciales, ambiciones, riqueza y así sucesivamente. Pero ninguna de estas diferencias puede dar pie para justificar un status de superioridad de un hombre o una raza respecto a otros. El linaje del hombre, el color de su piel, el volumen de su hacienda y el grado de prestigio de que goza, no influyen en el carácter y la personalidad del individuo, por Io que a Dios se refiere. La única distinción que Dios reconoce es la distinción en la piedad y el único criterio que aplica Dios es el criterio de la bondad y la excelencia espiritual.
Dios dice en el Corán:
 
¡Oh, humanos!, ciertamente, os creamos de un hombre y de una mujer os dividimos en naciones y tribus para que os reconozcaís. Por cierto, que el más honrado de vosotros ante Dios es el más timorato; porque Dios es sapientísimo y está enterado (49:13).
 
Las diferencias de raza, color o condición social son puramente accidentales. No influye la estatura real del hombre a los ojos de Dios. La igualdad no es tampoco simplemente cuestión de derechos constitucionales, de acuerdo entre caballeros, o de caridad condescendiente. Es un artículo de fe, que el musulmán asume
 
Ende des Textes und der Seite 41 p.42 seriamente y debe respetar con todo sinceridad. Los fundamentos de este valor islámico de la igualdad se encuentran fuertemente enraizados en la estructura del Islam. Emana de principios básicos como siguentes:

(1) todos los hombres han sido creados por el Unico y Mismo Dios Etreno, el Supreme Señor de Todo.

(2) Todo la humanidad pertenece a la raza humana y participe igualmente de la descendensia común de Adám y Eva.

(3) Dios es justo y bueno con todas sus criaturas. No es parcial ante raza, edad o nación alguna. Todo el universo es su dominio y todos los pueplos son Sus criaturas.

(4) Todas las personas nacen iguales, en el sentido de que nadie conlleva ninguna posesión y todos müren iguales, en el sentido de que no llevan consigo ninguna de sus pertenencias mundanas.

(5) Dios juzga a cada persona conforme a sus propios méritos y de acuerdo con sus propias obras.

(6) Dios ha otorgado al hombre, como tal, un título de honor y dignidad.
 

 
 
Otro elemento fundamental del sistema de valores del islam es el valor de la fraternidad humana. Este valor aparece también fundametado en los mismos principios ya discutidos en relacion con la libertad y la igualdad.
 
Ademas de esos principios anteriores, la fraternidad humana en el Islam se basa en una creencia inquebrantable en la Unidad y Universalidad de Dios, el Adorado, la unidad de la humanidad en los adoradores y la unidad religiosa en el medio de adoracion. Para el musulman Dios es Uno, Eterno y Universal. Es el Creador de todos los hombres, el Proveedor de todos los hombres, el Juez de todos los hombres y el Señor sobre todos los hombres. Para El, la condicion social, las superioridades nacionales y el origen racial resultan insignificantes. Ante El todos los hombres son iguales y hermanos entre si.
 
El musulman cree en la unidad de la humanidad respecto al origen de la creacion, el parentesco original y el destino final. El origen de la creacion es el propio Dios. El parentesco y participa de él.En cuanto al destino final, no cabe  duda en la mente musulmana de que sera Dios, el Creador, a Quien volveran todos los hombres.
 
El musulman cree en la unidad de la religion de Dios. Esto quiere decir que Dios no limita su religion o favores a ninguna nacion , raza o edad determinada. Significa, asi mismo, que no puede haber contradiccion ni diferencias fundamentales en la religion de Dios. Cuando todo esto se interpreta correctamente, no tienen razon de ser la pretendida supremacia, ni la exclusividad presuntuosa. Y cuando esto se inculque en la mente humana, proporcionara al hombre un claro concepto y una solida base de fraternidad humana. Porque el musulman cree en la Unicidad de Dios, en la unidad de la humanidad y en la unidad de religion, cree en todos los Profetas y en las Revelaciones de Dios sin discriminacion alguna.
 

 
 
Para mejor apreciar en qué forma enfoca el Islam la cuestion de la paz, bastara con que analizemos unos cuantos hechos elementos sobre el Islam. La paz y el Islam derivan de la misma raiz y pueden considerarse sinonimos.
 
Uno de los nombres de Dios es Paz. Las palabras finales de las plegarias diarias de todo musulman son palabras de Paz. El  saludo de los musulmanes cuando vuelven a Dios es Paz.
 
Las salutaciones diarias entre los musulmanes son expresiones de Paz. El adjetivo "musulman" significa, en cierto sentido, pacifico. En el Islam, el Cielo es la morada de Paz.
 
Ello demuestra cuan fundamental y dominante es el tratamiento que se da a la paz en el Islam. El individuo que se aproxima a Dios a través del Islam no puede dejar de estar en paz con Dios, consigo mismo y con su projimo.
 
Recogiendo todos estos valores, colocando al hombre en su debido lugar dentro del cosmos, y contemplando la vida desde la perspectiva Islamica, los hombres de buena fe y buenos principios no pueden dejar de hacer, del nuestro, un mundo mejor para recuperar la dignidad humana, alcanzar la igualdad, gozar de fraternidad universal y construir una paz duradera.
 

La palabra comunidad ha adquirido determinadas connotaciones románticas y nostálgicas unas, despectivas y reaccionarias otras. Pero habida cuenta que intentamos referirnos a los conceptos básicos, limitaremos nuestra exposición a los significados más primordiales de la palabra comunidad. 

En un sentido básico, el concepto de comunidad significa "todas las formas de relación que se caracterizan por un elevado grado de intimidad personal, profundidad emocional, compromiso moral, cohesión social y continuidad en el tiempo... puede encontrarse en... localidad, religión, nación, raza, profesión o (causa común). Su arquetipo... es la familia" (Nisbet, pp. 47‑8) (5). 

Desde otra perspectiva. una comunidad es un grupo global con dos características principales: (1 ) lugar donde el individuo puede encontrar la mayor parte de las actividades y experiencias, que le son importantes. (2) El grupo esta unido, entre sí, por un sentido compartido de la posesión, así como por un sentimiento de identidad (Broom & Seiznick, p. 31) (6).

La tendencia histórica dominante señala un giro en las relaciones íntimas, profundas, y morales de la comunidad hacia las relaciones utilitarias impersonales y formales de la sociedad masificada. Este giro se ha diversificado en diferentes aspectos, produciendo así consecuencias de gran alcance. 

De esta tendencia histórica pueden deducirse determinadas conclusiones.. Primero, esta evolución histórica no ha sido totalmente negativa, ni enteramente positiva y constructiva. Las consecuencias, tanto negativas como positivas, han afectado a personas distintas en diferentes grados. Segundo, la sociedad moderna no es ni mucho menos perfecta, quedando aún en ella grandes tareas que realizar. Tercero, la condición humana no es una causa perdida ni un caso sin esperanza. Existen, ciertamente, crisis y dificultades; sin embargo, la situación no está totalmente fuera de control. Por último, la humanidad se ha hecho más interdependiente y las sociedades humanas están más entrelazadas entre sí Lo que Sucede en un sector de la sociedad afecta forzosamente al resto. Conviene tener esto presente al discutir el concepto islámico de la comunidad. 

Debería ser generalmente correcto afirmar que el concepto Islámico de la comunidad presenta ciertas características únicas. Estas se refieren al fundamento o la base de la comunidad, su misión y objetivo histórico, su status en relación con comunidades, su identidad, y su continuidad. 

La comunidad no se fundamenta ‑en el Islam‑ en la raza, nacionalidad, lo. calidad, profesión, parentesco o intereses especiales. No toma su nombre de ningún líder, ni de fundador o suceso alguno. Trasciende las fronteras nacionales. y los límites políticos. El fundamento de la comunidad en el Islam es el principio que designa el sometimiento a la voluntad de Allah, la obediencia a Su Ley y el compromiso con Su Causa. En pocas palabras, una comunidad islámica sólo está presente cuando se nutre y alimenta en el Islam. 

La comunidad islámica tiene una misión histórica que va mucho más allí de la mera supervivencia, el puro poder, la reproducción, o la continuidad fisiológica. Esta misión aparece descrita en el Santo Corán en los términos siguientes: 

"Que constituyáis una comunidad (o ummah que invite al bien, ordene lo justo y destierre lo malo. Ellos serán bienaventurados (3:104). Sois la mejor nación que jamás haya surgido, porque encomendáis el bien, prohibís lo ¡lícito y creéis en Dios" (3:110). 

El papel histórico de la comunidad islámica debe consistir en la integración auténtica de los virtuosos, los sanos y los nobles. Una verdadera comunidad islámica es el guardián atento de la virtud y el mayor enemigo M vicio. Lo que se espera de la comunidad en general se espera igualmente de cada miembro individual. Ello es as( por cuanto la comunidad entera es una entidad orgánica, y cada individuo debe rendir cuentas a Allah. El papel de musulmán individual queda perfectamente descrito por las palabras del profeta: 

"Aquel de vosotros que observe algo equivocado, debe tratar‑de rectificarlo por acción u obra; si no puede, que lo cambie de palabra; si no puede, que se intensifiquen sus sentimientos de desaprobación y condena; este es el grado mínimo de la fe. Podemos ver que esta descripción es sumamente significativa y general. 

En esta época, de medios revolucionarios, nadie que se encuentre en sano juicio puede subestimar, la trascendencia de nuestras acciones, de nuestras palabras, o, nuestros sentimientos. 

El papel histórico de la comunidad islámica queda reafirmado en el versículo coránico (2:143): 
"Hemos hecho de vosotros una nación moderada, una comunidad bien integrada, una "ummah" equilibrada, para que seáis testigos, de los hombres, y para el Profeta sea testigo de vosotros". 

Este papel testimonial resulta altamente significativo y extremadamente exigente. Significa que la comunidad M Islam debe ser ejemplar. Debe establecer las más elevadas normas de actuación y servir de punto de referencia para los demás. de evitar los excesos y las extravagancias, la rigidez estática tanto como la evaporación instantánea. Hallar una vía intermedia de acción, ser constante y coherente, saber lo que hay que aceptar y lo que hay que rechazar; tener principios y permanecer flexible a la vez, es, probablemente, la más dura prueba del carácter mano y de la viabilidad social. Pero es éste el papel de la comunidad islámica y ,la misión histórica de los musulmanes. Y es este mismo criterio el que cualifica a la comunidad musulmana como la mejor que pueda desarrollarse jamás. 

La Identidad de la comunidad islámica se centra en los principios del equilibrio consistente, la conducta ejemplar, la unidad de propósitos, reciprocidad de sentimientos, solidaridad y equidad. Son numerosas las afirmaciones del Corán y de la Sunnah a este respecto (por ejemplo, 4:135; 21:92; 23:52). 

En cuanto a la continuidad de la comunidad islámica, vale la pena mencionar algunos puntos. Los musulmanes están obligados a poner todos los medios para asegurar dicha continuidad. Las reglas de matrimonio y de herencia, los deberes de "Zakat" y "Ha99" los derechos y obligaciones mutuos del parentesco, la conciencia Individual y la pertenencia social todos ellos están orientados hacia la saludable continuidad de la comunidad del Islam. Por otro lado, Allah ha prometido proteger esta continuidad de diversas maneras. En primer lugar, ha prometido preservar el Corán y proteger su pureza (15:9). 

Ello significa que siempre existirá una comunidad que siga el Corán; el Corán no carecerá de seguidores aún cuando puedan ser seguidores de otras escrituras. En segundo lugar, el Islam es una continuación por sí mismo. Cuando un pueblo se ha desviado del camino de Dios, El ha reafirmado Su Palabra, confirmado Su Verdad, y ha encomendado a los nuevos profestas y reformadores que lo llevaran a cabo. Allah (Dios) ha formulado una firme advertencia en el sentido de que si los musulmanes se descarrían del buen camino, serán perdedores; Dios los suplantará por otro pueblo diferente del de los descarriados musulmanes (47:38). 

Se advierte, igualmente a los creyentes, que si alguno de ellos reniega de su fe, Dios creará pronto pueblos a los que amará y le amarán, ‑humilde con los creyentes y poderoso con los incrédulos, que lucharán a la manera de Dios y no temerán nunca los reproches (Corán, 5:57).


El concepto de moralidad en el Islam se centra en torno a determinadas creencias y principios básicos. Entre estos se encuentran: (1) Dios es el creador y la fuente de toda bondad, verdad y belleza. (2) El hombre es un agente responsable, significado y honorable de Su Creador. (3) Dios ha puesto al servicio de la humanidad todo cuanto se encuentra en los cielos y la tierra. (4) Por su piedad y sabiduría, Dios no espera lo imposible del hombre, ni le pide cuentas de nada ajeno a su poder. Dios, tampoco prohíbe al hombre gozar las cosas buenas de la vida. (5) La moderación, el equilibrio y el sentido práctico son garantías de elevada integridad y profunda moralidad. (6) Todas las cosas son permisibles, en principio, excepto las designadas como prohibidas, que deben ser evitadas. (7) El hombre es el último responsable ante Dios, y su suprema meta es la complacencia de Su Creador. 

Los aspectos de la moralidad en el Islam son numerosos, de largo alcance y de ámbito general. La moral islámica se refiere a la relación entre el hombre y Dios, entre el hombre y su prójimo, entre el hombre y los demás elementos y criaturas del universo, entre el hombre y su intimidad más recóndita. El musulmán tiene que vigilar su comportamiento externo y sus obras manifiestas, sus palabras y sus pensamientos, sus sentimientos e intenciones. En general, su papel es el de defender lo justo y enfrentarse a lo injusto, buscar lo auténtico y abandonar lo falso, apreciar lo bello y saludable y evitar lo indecente. Su meta consiste en la verdad y la virtud. la humildad y sencillez, la cortesía y la compasión, constituyen su segunda naturaleza. Para el Islam, la arrogancia y la vanidad, la rudeza y la indiferencia, son de mal gusto, ofensivas y desagradan a Dios. 

La relación del musulmán con Dios es, más específicamente, de amor y obediencia, confianza absoluta y solicitud, paz y apreciación, constancia y servicio activo. Esta moralidad de alto nivel alimentará y reforzará, sin duda, la moralidad a escala humana. Así, en la relación con su prójimo el musulmán debe mostrarse amable con sus parientes e interesarse por el vecino, respetar al anciano y compadecer al joven, ocuparse del enfermo y ayudar al necesitado, socorrer al afligido y acoger al desamparado, alegrarse con el bienaventurado y ser paciente con el descarriado, tolerante con el ignorante e indulgente con el desvalido, desaprobar 10 malo y elevarse sobre lo trivial. Debe, además, respetar los legítimos derechos de los demás en la misma medida que lo hacen con los suyos. Su mente debe ocuparse en ideas constructivas y procedimientos serios; su corazón debe latir con sentimientos compasivos y buena voluntad; su alma debe irradiar paz y serenidad; su consejo debe ser sincero y cortés. 

El musulmán está moralmente obligado a dar un claro ejemplo de honradez y perfección, cumplir sus compromisos y realizar bien sus tareas, perseguir el conocimiento y la virtud por todos los medios posibles, corregir sus errores y arrepentirse de sus pecados, desarrollar un buen sentido de conciencia social y alimentar un sentimiento de respuesta humana, atender generosamente y sin extravagancias al sustento de sus subordinados y satisfacer sus legítimas demandas. La naturaleza y el mundo constituyen para el musulmán un campo de exploración y un objeto de dicha. Debe utilizar sus elementos y ponderar sus maravillas, contemplarlos cono signos de  la grandeza de Dios y conservar su belleza, explorar sus maravillas y descubrir sus secretos. Por tanto, si los utiliza para su servicio como para simple deleite debe evitar el exceso y despilfarro. Como agente responsable de Dios y como depositario consciente que es, ha de estar siempre atento a los demás con quienes comparte el mundo y que le sucederán en el futuro. 

Para determinadas situaciones los principios morales de¡ Islam son compromisos positivos que deben cumplirse; en otras, descripciones negativas que deben evitarse. Así, han sido concebidos para formar en el ser humano un sano juicio, un alma pacífica, una fuerte personalidad y un cuerpo sano. No cabe duda que todos ellos son requisitos necesarios para la prosperidad y el bienestar general de la humanidad. Y para ayudar al hombre a satisfacer estos requisitos, el Islam ha establecido, entre otras cosas, las reglas siguientes: 

1 .  Dar testimonio de la Unicidad de Dios y del mensaje profético de Muhammad, de manera
      comprometida y consciente; 
2.   Observar regularmente las oraciones diarias: 
3.   Pagar el impuesto religioso, que se conoce como Zacat, destinado a los pobres; 
4.   Observar el ayuno durante el mes de Ramadán: 
5.   Hacer peregrinación (Hay9) a La Meca, al menos una vez en la vida. 

Las implicaciones morales y sociales de estas reglas se discutirán detalladamente, más adelante. 
Además de estas medidas positivas, hay otras que pueden denominarse preventivas y precautorias. El Islam prohíbe ciertas cosas referentes a la alimentación, bebida, recreo y sexo, con ánimo de proteger al hombre contra la demencia y la degeneración, la debilidad y la indulgencia, la indecencia y la tentación. Entre éstas se encuentran las siguientes: 

1.     1 .Toda clase de vinos, licores y alcoholes embriagadores (Corán, 2:219;4:43; 5:93‑94); 
2.     La carne de los productos porcinos (carne de cerdo, bacón, jamón, tocino), de animales salvajes que utilizan garras o dientes para matar a sus víctimas (tigres, lobos, leopardos, etc.), de todas las aves depredadoras (halcones, buitres, cuervos, etc.), de roedores, reptiles, gusanos y similares, de animales y pájaros muertos que no hayan sido matados adecuadamente (Corán, 2:171-173; 5:4-6); 
3.     Toda clase de juegos de dinero y pasatiempos vanos (Corán, 2:219; 5:93-94): 
4.     Toda relación sexual fuera del matrimonio, todas las formas dé pasear, hablar, mirar y vestirse en público que puedan inducir a tentación, provocar deseo, despertar sospechas o indicar inmodestia e indecencia (Corán, 23:5-7; 24:30; 70:29-31). 

Esta Ley de Prohibición ha sido introducida por Dios para el bienestar espi­ritual y mental M hombre, así como en beneficio moral y material de la humanidad. No es una acción arbitraria, ni una intrusión impuesta por Dios; por el contrario, representa un signo de interés de Dios respecto al bienestar de la humanidad, y una indicación de Su preocupación por el hombre. 

Cuando Dios prohíbe ciertas cosas, no es porque quiera privar al hombre de algo bueno o útil. Es porque desea protegerlo y permitirle desarrollar un buen sentido de discernimiento, un gusto refinado para las mejores cosas de la vida y un interés continuo por los más altos valores morales. Esto sólo se consigue teniendo buen cuidado M espíritu y la mente M hombre, su alma y cuerpo, conciencia y sentimientos, salud y prosperidad física y moral. La prohibición no constituye, pues, privación sino enriquecimiento; no es supresión sino disciplina; no limitación sino expansión. 

Conviene mencionar a este respecto dos principios islámicos, para demostrar que dichas prohibiciones son, realmente, actos de piedad y sabiduría. En primer lugar, ciertas circunstancias extraordinarias, emergencias, necesidades y exigencias permiten al musulmán realizar aquello que, normalmente le está prohibido. No se le debe culpar si deja de observar los preceptos morales de Dios, en tanto existen tales circunstancias, y en la medida en que no puede evitar la situación (ver Corán, 2:173; SA). En segundo término, Dios ha hecho de la misericordia su norma de actuación: quien corneta una falta por ignorancia, y luego se arrepienta y enmiende, será perdonado; sepa que El es indulgentísimo y Misericordiosísimo (Corán, 6:54). 

En su pasaje típico, digno de mención, el Corán anuncia las bases y filosofía de una sana conducta moral. El pasaje puede citarse como sigue: 
¡Oh hijos de Adán! poneos vuestro más hermoso atavío en todo momento y lugar que hagáis oración; comed y bebed pero no cometáis exceso, pues Dios no ama a los inmoderados. Di ¿Quién ha prohibido los bellos dones que Dios ha producido para Sus siervos y las cosas limpias y puras (que os ha proveído) para vuestro sustento?". DI: "Esto es para los creyentes mientras vivan la vida de este mundo (y), en particular, para el Día del juicio` Así es como explicamos con detalles los Signos a la gente que entiende. Diles: "Ellos pertenecen a los creyentes en la vida mundanal, aunque los comparten los demás, pero serán exclusivos de los creyentes el día del juicio Final". (Corán, 7:31-33). 

Los límites de la moralidad en el Islam son tan amplios, e integradores, que combinan, a la vez, la fe en Dios, los ritos religiosos, las observancias espirituales, la conducta social, la toma de decisiones, las actividades intelectuales, los hábitos de consumo, las maneras de hablar y todos los demás aspectos de la vida humana. Dado que la moralidad es un componente tan importante del Islam, el tono moral impregna todos los pasajes del Corán. Sus enseñanzas morales se destacan, reiterativas, en diversos contextos, a lo largo de la Sagrada Escritura. Resultaría difícil hacer una clasificación, razonablemente breve, de estas enseñanzas morales, siguiendo sus citas en el Corán. Cada precepto se menciona multitud de veces en contextos distintos. Aparece, bien como precepto significativo aislado, o como elemento constitutivo de un sistema completo de moralidad, que forma parte, así mismo, de la complejidad de su estructura religiosa.

Desde estas condiciones, los pasajes siguientes deben tomarse, sólo, como selecciones representativas de¡ Corán, dadas e interpretadas por esfuerzos humanos, que adolecen inevitablemente de la perfección de la versión original y completa del Libro. 

¡Adorad a Dios y no le asociéis nada! Tratad con benevolencia a vuestros padres, a los parientes, a los huérfanos, a los menesterosos, al vecino próximo como al lejano; al colega, al viajero sin sustento y a vuestros siervos; porque Dios no ama a los presuntuosos, ni a los soberbios; ni a los que tacañean y recomiendan la avaricia a los demás, y ocultan lo que Dios les agració con su bondad; sepan que hemos destinado un castigo ignominioso para los incrédulos; (ni) a los que gastan ostentosamente su hacienda, y no creen en Dios ni en el día del juicio Final. Todo el que tenga a Satán por colega, ¡qué pésimo colega!" (4:36‑38). 

Diles, ¡Oh, Muhammad!: "Venid, para que os dicte lo que vuestro Señor os ha vedado: ¡No le atribuyáis nada; tratad con benevolencia a vuestros padres; no seáis filicidas, por temor a la miseria; porque nosotros os sustentaremos a vosotros y a ellos; No dispongáis U patrimonio de¡ huérfano, sino para acrecentarlo prudentemente, hasta que llegue a la pubertad; dad justamente el peso y la medida. jamás imponemos a nadie carga mayor de la que puede soportar. Cuando sentenciéis, sed ecuánimes, aunque se trate de un pariente carnal, y cumplid vuestro compromiso con Dios. ¡He aquí lo que El os preceptúa para que meditéis!. Y que ésta es mi recta senda. " ¡Seguida y no sigáis las demás sendas, para que éstas no os desvíen de la suya!". Esto es lo que El os preceptúa, para que le temáis. (6:151- 153). 

"Por cierto, que Dios preceptúa la justicia, la caridad y la compasión para con los parientes, y veda la obscenidad, lo ¡lícito y la iniquidad. El os exhorta a fin de que reflexionéis. Cumplid con el pacto de Dios cuando hayáis pactado, y no perjuréis después de haber jurado solemnemente, desde que habéis tomado a Dios por fiador; porque Dios sabe cuanto hacéis. A quien practique el bien, sea hombre o mujer, siendo creyente, le concederemos una vida placentera y le remuneraremos con un galardón superior a lo que haya hecho" (16:90-91, 97). 

Invita a los humanos a la senda de tu Señor, con prudencia y con bella exhortación; refútales de la manera más benevolente; porque tu Señor es el mejor conocedor de quien se desvía de su senda, así como también el más conocedor de los encaminados (16:125). 

"¿Y quién es más afable que quien invita a los demás a Dios, practica el bien y dice: "Ciertamente, soy uno de los musulmanes?". ¡jamás podrá equipararse la bondad con la maldad! ¡Repele el mal con el bien, he quí que aquél ‑entre tú y él que existe una enemistad‑ se convertirá en íntimo amigo! (41:33-34). 

"Todo cuanto os fue concedido con efímeros goces de la vida mundanal; en cambio, lo que está junto a Dios es preferible y más perdurable para los creyentes que se encomiendan a su Señor; Que se abstienen de los pecados graves y las obscenidades, y que aún enfadados saben perdonar; Que escuchan a su Señor, observan la oración, resuelven sus asuntos, en deliberación y hacen caridad de lo que les agraciamos; Y que cuando son agredidos saben defenderse. Y el delito será expropiado por el talión; mas quien indulte y se reconcilie, su galardón atañe a Dios; porque no estima a los agresores. Más quienes se venguen cuando hayan sido vejados, no serán culpados. Sólo son culpables quienes injustamente vejen y opriman al hombre en la tierra; éstos sufrirán un severo castigo. En cambio, quien tolere y perdone, sepa que ello es de las predestinaciones eternas" (42:36-43). 

“ A quien quiera la vida transitoria de este mundo le acortaremos prontamente en el, lo que queramos a quien queremos; luego, le destinaremos al infierno, en el que entrará vituperado, execrado". 

"En cambio, quien anhele la otra vida y se afane por obtenerla y además sea creyente, sus afanes serán retribuidos". 

"A todos, éstos y aquellos les agraciamos con las mercedes de tu Señor; porque las mercedes de tu Señor jamás fueron negadas a nadie. ¡Repara en cómo les hemos distinguido a unos sobre otros! Pero en la otra vida hay mayores dignidades, y más distinciones". 

"No atribuyas otra divinidad a Dios; porque serás vituperado, afrentado". 

"Tu Señor ha ordenado que no adoréis sino a El; que seáis indulgentes con vuestros padres, sea que uno de ellos, o ambos, llegasen junto a ti a la vejez; no les reproches, ni les repelas, más bien dirígeles palabras afectuosas". 
"Y por piedad, sé humilde para con ellos, y di: " ¡OH, Señor mío! "Apiádate de ambos, como ellos se apiadaron de mí que me criaron desde niño". 

"Vuestro Señor es el más sabedor de lo que hay en vuestros corazones. Si sois virtuosos, sabed que El es indulgentísimo para con los contritos". 

"Y concede a tu pariente lo que lo es debido, así como al menesteroso y al viandante, y no seas pródigo; Porque los pródigos son hermanos de los demonios, y Satán fue ingrato para con su Señor". 

"Pero si te apartas de ellos no pudiendo socorrerles, con el fin de alcanzar la misericordia de tu Señor, que esperas, háblales afectuosamente". 

"No seas avaro ni pródigo (lit: no amarres tu mano al cuello ni las obras en toda su extensión), porque te verás censurado, arruinado". 

"Por cierto, que tu Señor prodiga o escatima su merced a quien quiere; porque El está bien enterado de sus siervos y los observa". 

No matéis a vuestros hijos por temor a la indigencia, pues nosotros les sustentaremos lo mismo que a vosotros. Y porque su sacrificio es un grave delito". 

"Evitad el adulterio; porque es una obscenidad y mal camino". 

"No matéis al ser que Dios os vedó, sino con razón; más en cuanto a quien sea muerto injustamente hemos facultado a su deudo para la represalia; pero que no se extralimite en la venganza, porque ya está defendido". 

"No dispongáis de¡ patrimonio de¡ huérfano, como no sea para acrecentarlo, hasta que llegue a la pubertad, y cumplid lo convenido, porque lo convenido será reivindicado”. 

"Y cuando midáis, colmad la medida y pesad en la balanza justa; porque ello será preferible y de mejor consecuencia". 

"No sigas lo que ignoras; porque del oido, la vista y la mente, de todo esto, serás responsable". 
"Y no te conduzcas con jactancia en la tierra, porque jamás podrás hendir la tierra ni igualar, en su altura, a las montañas". 

"Todo esto es malo, detestable ante tu Señor. He aquí lo que de la sabiduría te reveló tu Señor. No atribuyas otra divinidad a Dios, porque serás arrojado en el infierno, vituperado, execrado" (17:18-39). 

«Dimos a Lokmán (Lucas) la sabiduría, diciéndole: “¡Agradece a Dios!” Pues quien agradece, ciertamente lo hace en beneficio propio; ciertamente Dios es de suyo opulento, loable". Recuérdate de cuando Lokmán dijo a su hijo, exhortándole: " ¡OH, hijito mío! No atribuyas copartícipes a Dios; porque la idolatría es una grave iniquidad". Y recomendamos al hombre benevolencia para con sus padres. u madre le concibe, pena tras pena, y su ablación es a los dos años. Y le dijimos: "Agradéceme a Mí a tus padres, porque el retorno será a Mí. "Pero si te constriñeran a atribuirme lo que tú ignoras no les obedezcas; compórtate con ellos con benevolencia en este mundo, y sigue el camino de quien se vuelve contrito a mi: Luego vuestro retorno será a Mi y entonces os enteraré de cuanto hayáis hecho". " ¡OH, hijito mío! Por cierto que aunque la cáscara tuviera el peso de un grano de mostaza y estuviera oculta en una roca, ya sea en los cielos ya sea en la tierra, Dios la descubriría, porque Dios es revelador, omnisapiente. " ¡OH, hijito mío! Observa la oración, encomienda la benevolencia, abstente de lo ilícito y sufre pacientemente cuanto te suceda; porque ésta es una de las predestinaciones eternas. "Y no pongas mala cara a la gente, ni andes con insolencia por la tierra, porque Dios no estima a ningún arrogante, jactancioso". "Y modera tu andar y baja tu voz, porque la más desagradable de las voces es el rebuzno de los asnos" (31:12-19) 

" ¡OH, Creyentes! Por cierto que la bebida, el juego, los (dolos y la superstición de la suerte de las flechas son maniobras abominables de Satanás. Evitadla (esa abominación) y prosperéis. El único plan de Satanás es crear la enemistad y el odio entre vosotros con el juego y ¡a bebida, y apartaros de¡ recuerdo de Dios y de la oración. ¿No os abstendréis, pues, de ellos?" (5:90-91). 

"Y procúrate, con lo que Dios te ha agraciado, la morada U otro mundo; no olvidéis tu parte en este mundo, y haz bien como Dios lo hace contigo, y no siembres la corrupción en la tierra, porque Dios no estima a los corruptores" (28:77). 

Estas máximas, seleccionadas, pueden ser defendidas por muchas otras citas procedentes del Corán y de las Tradiciones de Muhammad. Bastan por sí solas para reflejar la moral U Islam. La moral islámica presenta un carácter único en cualquier circunstancia. Ha sido introducida por Dios no sólo para su admiración ocasional, sino para ser aceptada y cumplida. Tiene como fin, ayudar a la persona a desarrollar su personalidad y cultivar su carácter de la manera más completa, fortalecer sus lazos y consolidad su fidelidad a Dios, la fuente de toda Bondad. La moral islámica no fue nunca concebida para intimidar a la persona y hacerla pasiva o indiferente. Podemos demostrarlo con un ejemplo. Si un musulmán es objeto de agravio u opresión goza de la libertad de defenderse y vengarse de forma adecuada o de perdonar y encomendar a Dios el resultado de su actitud. Sabe que puede adoptar una de estas posturas y sabe también que es mejor para él perdonar . Por ello, cuando perdona lo hace por elección propia, por amor a Dios. Sin embargo, no infringe la Ley ni actúa injustamente cuando se venga; está defendiendo sus derechos, una actitud que constituye un derecho sagrado en sí misma y está ayudando a las autoridades legítimas a establecer el orden y la justicia. Si el Islam pidiera el perdón absoluto como hacen en teoría otros credos, mucha gente indisciplinada se sentiría tentada a hacer el mal y sobrepasar todos los límites. Igualmente, si el Islam pidiera sólo la venganza, como enseñan cruelmente algunos credos, no sería posible la misericordia y la paciencia ni el progreso espiritual y la madurez moral, en cuyo caso desaparecerían muchas buenas cualidades M hombre, quedando sin hacerse realidad destacadas actitudes morales. 

Es comúnmente sabido que las personas a quienes se enseña a perdonar en todo momento no practica, y probablemente no puede practicar, sus enseñanzas porque ello no redunda en beneficio de la humanidad a largo plazo ni tampoco en beneficio de la propia moralidad. Así mismo, aquellos a quienes se enseña a responder con la más inflexible venganza muestran poco o ningún respeto a las virtudes humanas y se preocupan menos de los valores morales como reglas universales. Pero el Islam, el aliento divino de la naturaleza humana, ha dado las respuestas correctas a los problemas humanos. Para aquellos pecadores que buscan una segunda oportunidad, que pueden mejorar o beneficiarse otorgando perdón, se recomienda y es preferible la indulgencia. Pero se autoriza la represalia equivalente contra quienes pudieran malinterpretar los motivos del perdón o se vieran tentados a proseguir por el camino del mal. La actitud del musulmán es, en cualquier caso, acertada y beneficiosa. Cuando perdona agrada a Dios, conserva su ventaja y contribuye a reformar el delincuente. Y cuando se venga, defiende el derecho, establece el orden y la justicia y ayuda a detener el mal. Entonces, ¿Cuál es la moralidad más sólida? ¿La actitud de la persona que actúa indiscriminadamente como vengador despiadado? ¿0 la actitud de un musulmán que cree en la misericordia y la indulgencia y que las otorga en circunstancias extraordinarias? ¿Y quién es moralmente justo? ¿La persona que perdona porque sabe que no le está permitida la venganza? ¿0 un musulmán que perdona conociendo perfectamente que puede vengarse con toda licitud? ¿Cuál es la auténtica indulgencia? ¿La resultante! de la coacción externa y de la prohibición de actuar de otro modo? ¿0 la resultante de la libertad de elección y de la libertad de acción? no es extraño que los principios morales del Islam sean firmes, únicos y adaptables. Son las instrucciones recibidas de Dios, la fuente de toda bondad y moralidad,


En el prólogo expusimos brevemente la posición de los musulmanes y el futuro del Islam en el Hemisferio Occidental. Expondremos en esta parte la posición. del hombre en el mundo contemporáneo, la situación humana en general y el concepto islámico M universo o visión M mundo. Esto reafirmará los conceptos ya sometidos a discusión, añadirá algunas nuevas ideas y enlazará las diversas dimensiones M tema a modo de resumen recapitulativo. 

La actual situación humana es alarmante, por no decir cosa peor. Reclama preocupación y respuesta activa por parte de todos los hombres de buena voluntad, y amor a Dios. Pero esto no conduce ni debe conducir a la desesperación ni a la resignación. El espíritu de la esperanza es, y ha sido siempre, para integrantes M Islam (ver, por ejemplo, el Corán, 12:87; 65:3). 

Los problemas y las crisis de vuestra era moderna no son ni exclusivamente actuales, ni peculiares. Son ciertamente difíciles, complejos y angustiosos. Quizá lo sean aún más hoy que lo hayan sido jamás. Pero la diferencia entre esta época y las de siglos pasados consiste, básicamente, en una diferencia de grado, más que de clase. La cada vez mayor complejidad de nuestros problemas contemporáneos puede deberse, en gran medida, a un alza similar y proporcionada de nuestras expectativas y capacidades. 

El principal origen de las crisis más difíciles ha sido esencialmente, por muchos siglos y en numerosas regiones del globo, una especie de actitud inflexible, exclusiva e intolerante frente a lo extraño, lo diferente y lo extranjero. Esta orientación fomentó el racismo, el elitismo, la intolerancia, el perjuicio y un sinnúmero de actitudes igualmente desagradables. 

Son pocos los que pueden negar realmente que la comunidad se enfrenta a una crisis poco común. Esta crisis humana actual parece emanar de un serio desequilibrio entre nuestros progresos externos, extrínsecos, y materiales, y nuestras vacilaciones internas ‑intrínsecos y morales‑. Nada más sencillo que exhortar al mantenimiento de un equilibrio abogando por un "límite intermedio", o combatiendo por el "justo medio" y, sin embargo, nada ha sido más difícil de conseguir. En el pasado, afirmaciones tales como que el hombre no puede vivir sólo de pan fueron, a veces, tan deformadas que implicaban abandono del bienestar material humano. La confianza en Dios ha sido también interpretada erróneamente; se ha tomado a menudo en el sentido de fatalismo impotente o rechazo categórico del libre albedrío y la autorrealización del ser humano. Un exceso de énfasis sobre la espiritualidad, y la resignación, da forzosamente lugar a un mayor hincapié en el materialismo, "libre albedrío", etc. Llevada más allá de ciertos límites, la espiritualidad puede convertirse en superstición y confusión. Del mismo modo, un mayor acento puede cambiar el materialismo en laxitud, el libre albedrío en libertinaje y el racionalismo en mera vanidad. La historia intelectual de los cinco últimos siglos demuestra muy bien estas tendencias. 

La escala espiritual ha ascendido y descendido a lo largo de los años de las décadas recientes. En las décadas de los 60 y 70, y ahora en la de los 80, los acontecimientos que se convierten en noticia corresponden a investigaciones insuperadas y sin precedentes del espacio exterior. Resultan igualmente sensacionales las investigaciones nunca vistas en los pliegues internos y recónditos del ser, por muy caprichosas, culturales o neuróticas que aparenten ser. 

El desarrollo de estos tipos de investigación, sin igual y sin precedentes, resulta excepcionalmente alarmante. La razón estriba, probablemente, en el hecho de que dos amigos no parecen relacionarse entre sí de que no convergen por sí solos. Por lo que se ve no existe reciprocidad, refuerzo mutuo o fecundación cruzada. Más aún, su precaria y desequilibrada existencia constituye una constante amenaza para la mayoría de la gente. Puede conducir asi, muy bien, a la ambivalencia y la confusión, capaces a su vez de intensificar los problemas de la sociedad y endurecer. la suerte de¡ hombre actual. Pero este curso incierto puede cambiar si se reconcilian de algún modo las investigaciones científicas exteriores‑ y las vacilaciones morales interiores. El hombre no sólo vive de pan. Ello es bastante cierto. Pero tampoco vive sólo de la oración. Es a la par que ser político o materialista, un explorador religioso de la santidad. 

Ya hemos mencionado que el mundo contemporáneo se encuentra claramente desconcertado ante numerosos problemas, pero se ve igualmente confundido por los diagnósticos opuestos y por las prescripciones orientadas a resolver esos problemas. Hay quienes cantan la canción popular "lo que el mundo necesita ahora es amor... etc." unos piden un renacimiento del. ser humano. Otros vuelven la mirada al Marxismo, Humanismo, Satanismo o la ciencia, buscando la definitiva solución. No faltan, quienes esperan la llegada de algún futuro salvador. Y esta larga lista no incluye siquiera a los indiferentes, los desesperados y los apáticos, que pueden superar de hecho al conjunto combinado de todos los optimistas. Parece ser que la máxima necesidad de nuestros días es la urgente necesidad de "comprensi6n". Lo que el hombre necesita sobre todo, es comprenderse a sí mismo y su naturaleza, sus capacidades potenciales y limitaciones, su lugar en el universo y las relaciones con sus elementos. 

La cuestión estriba ahora en cómo puede ayudar el Islam al hombre a comprenderse, liberar su mente y aclarar su visión honrosa. Para aventurar una respuesta a esta pregunta será necesario tener presentes los conceptos básicos del Islam, que antes han sido expuestos, y elevar algunos otros elementos de su sistema de valores. Este análisis indicará, esperanzadamente, en que medida puede relacionarse al hombre moderno con la problemática contemporánea, y de qué manera se le puede ayudar a abrirse camino. 

El principio de la moderación es sumamente característico del Islam. Como mejor se expresa es, probablemente, en la forma en que el Islam contempla la naturaleza humana, el significado de la vida y la idea de Dios. El Islam no se adhiere a la filosofía "humanística" unilateral, que casi verifica al hombre y no reconoce nada más después de él . Ni tampoco suscribe el aserto, igualmente unilateral, de que la naturaleza humana es inherentemente viciosa, malvada o pecadora; el Islam rechaza la idea de que la vida sea detestable, brutal, breve y miserable. Pero también niega la idea de que la vida sea un fin por s( misma, placentera y despreocupada. El Islam otorga a la vida un significado positivo, un objetivo. Quedaría devaluada la vida, sobre la tierra, solamente vista en relación al Más Allá. No se preocupa exclusivamente de¡ aquí y el ahora, el hedonismo de¡ momento y los placeres inmediatos. Ni pasa tampoco por alto el aquí y el ahora, tratando de en contra un  futuro paraíso en el porvenir. Se dirige a la condición humana que vive aquí abajo, en la tierra, y al destino humano en la vida de¡ mundo futuro. Esta preocupación es, desde luego, relativa; valora cada época de la existencia con arreglo a su efecto relativo en el bienestar general del hombre (Corán, 7:33; 17:18-21 ;28:77; 5720-21). 

Hay un pasaje en el Corán (2:27-39), típico entre tantos otros, que contiene algunos de los principios fundamentales de¡ Islam y representa los fundamentos de la visión que U mundo tiene el Islam. Entre estos principios destacan los siguientes:

1.       El mundo es una entidad digna, creada por la voluntad de un Diseñador y mantenido por El, con fines plenos de sentido. Las corrientes históricas tienen lugar de acuerdo con Su deseo y siguen leyes establecidas. No están dirigidas por un azar ciego, ni constituyen incidentes fortuitos y desordenados.

2.       También el hombre ha sido creado por Dios y tiene encargado ser su virrey en la tierra. Ha sido elegido para cultivar la tierra y enriquecer la vida con el conocimiento, la virtud, el propósito y el sentido. Y para conseguir esta meta, todo cuanto existe en la tierra y en los cielos ha sido creado para él y ha sido subordinado a él. La vida en este planeta no es una cárcel para el hombre; su venida al mundo no constituyó un castigo arbitrario a los pecados cometidos previamente. Ni fue expulsado de otro mundo y arrojado a éste. Su existencia no se debi6 a la mera casualidad ni fue un suceso imprevisto. 

3.         La única facultad del hombre es el conocimiento y forma parte integrante de su personalidad y su ser. Es el conocimiento lo que califica al hombre para convertirse en virrey de su Creador, y lo que le faculta para tener autoridad sobre el respeto y la lealtad de los ángeles de Dios. 

4.         La primera fase de la vida sobre la tierra no comenzó en pecado ni en rebelión contra el Ser Creador. La "Caída" de¡ Jardín U Edén, y lo Que vino después ‑el remordimiento de Adán y Eva, su arrepentimiento, el perdón y la compasión de Dios hacia ellos, la enemistad entre el hombre y Satanás‑ nada de ello sorprendió al Creador Ni fue tampoco un accidente en el curso de los acontecimientos. Estaba demasiado bien concebido para ser accidental. Más bien parece haber sido ideado para disciplinar al primer hombre, para hacerle experimentar realmente la caída y la elevación, la derrota moral y el triunfe, el descarrío y la reconciliación con el Creador. De esta forma el hombre quedaría mejor preparado para la vida y más instruido para hacer frente a sus incertidumbres y momentos de prueba. 

5.         Eva no fue la parte más débil de la primera pareja humana, ni tentó a Adán para que comiera del árbol prohibido, ni fue la única responsable de la expulsión ¿el jardín del Paraíso. Tanto Adán como Eva fueron igualmente tentados y responsables; los dos sintieron pesar y arrepentimiento, y los dos fueron benditos por la indulgencia y la compasión de Dios. Esto es significativo, por cuanto libera a Eva de la maldición que ella y su sexo han venido arrastrando a través de los tiempos, y la absuelve de la carga de que sólo ella sea la única, o la principal, responsable de la Caída. Además, declara en términos inequívocos que la creencia en la inferioridad moral de las mujeres carece de fundamento, resultando totalmente injustificable el criterio moral que aplica un doble nivel de responsabilidades. Aquí, corno en cualquier otro lugar, el Corán deja muy claro que tanto el hombre como la mujer son igualmente capaces de la virtud y la debilidad, igualmente sensibles e igualmente merito. ríos (7)

6.         El hombre tiene un libre albedrío y goza de una voluntad también libre. Esta es la esencia de su humanidad y la base de su responsabilidad para con su Creador. Sin el relativamente libre albedrío de¡ hombre, la vida carecería de sentido y la alianza establecida entre Dios y el hombre sería en vano. Sin el, libre albedrío humano, Dios no habría conseguido sus objetivos y el hombre sería totalmente incapaz de asumir ninguna responsabilidad. Esto es, desde luego impensable. 

7.         La vida emana de Dios. No es eterna, ni tampoco fin en sí misma, sino una fase de transición tras la que todo volverá al Creador. 

8.         El hombre es un agente responsable. Pero la responsabilidad del pecado sólo la soporta el pecador real. El pecado no es hereditario, transferible, ni común por naturaleza. Cada individuo es responsable de sus propias obras. Y mientras que el hombre es susceptible de corrupción, también es capaz de redimirse y reformarse. Ello no significa que el Islam prefiera el individuo al grupo, El individualismo quiere decir muy poco, o casi nada, cuando se separa de¡ contexto social. Lo que realmente significa es que el individuo tiene diversos conjuntos de papeles para representar. Debe actuar de manera que le permita! guardar su integridad moral, preservar su identidad, observar los derechos de  Dios y cumplir sus obligaciones sociales. 

9.         El hombre es un ser honorable y digno. Su dignidad deriva de¡ hecho de que su Creador le ha infundido su espíritu. Lo más importante de todo es que esta dignidad no está limitada a cualquier raza especial, color o clase de gente., Es el derecho natural del hombre, de cada hombre, el ser más honorable de la tierra. 

10.    El pasaje apunta, por último, a las profundas raíces de la Unicidad de Dios y, la unidad de la humanidad. Muestra, además, que las mayores virtudes del hombre son la piedad y el conocimiento, que cuando este conocimiento se adquiere y se emplea siguiendo la dirección divina, el hombre tendrá asegurado su venturoso destino y su vida será serena.

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