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sábado, 22 de septiembre de 2012

Mundialización y religiones (I)

Mundialización y religiones (I) Afectadas por su nueva forma de proximidad, las religiones están transformándose permanente y silenciosamente en el corazón de sus fieles 22/09/2012 - Autor: José María Vigil - Fuente: Libro mundializacion pluralismo religioso religiones teologia 1 PortadaEl texto que se recoge a continuación es parte de un capítulo de Teología del pluralismo religioso: Curso sistemático de teología popular, un libro de José María Vigil, conocido teólogo de la liberación. La nueva situación del mundo, mundializada, ha estado presente en todas nuestras anteriores reflexiones, pero, dada la importancia actual de esta perspectiva, es conveniente tematizarla expresamente. ¿Hacia dónde lleva a las religiones esta mundialización en curso? ¿Cuáles van a ser las nuevas etapas del camino? ¿Y qué papel corresponde a las religiones en él? En esta lección queremos cruzar el tema de las religiones con el de la mundialización. I. Para desarrollar el tema El fenómeno viejo y nuevo de la mundialización La palabra de moda «globalización», es, como es sabido, equívoca. Aunque muchos la utilizan en el sentido omniabarcador de «mundialización », es mejor que recordemos su sentido original, en el que no es más que el nombre que el neoliberalismo actual ha dado a su propio proceso de expansión de capitales después del fin de la guerra fría. Esa «globalización » es un eufemismo para designar algo menos digno si lo llamamos por su propio nombre: el proceso de conquista de mercados, de dominación de economías periféricas, de acumulación y concentración de la riqueza, y de «americanización»1 e imposición cultural estadounidense y del primer mundo en general. La «mundialización», por su parte, es un fenómeno mucho más amplio y antiguo, que se refiere al proceso de unificación y concentración del mundo en sistemas sociales cada vez más amplios, acercándose cada vez más a las dimensiones mismas del planeta. Podríamos decir que este proceso de intensificación de relaciones sociales y de ampliación de sus alcances, se ha venido dando siempre a lo largo de la historia humana, aunque sólo en los últimos siglos ha comenzado a alcanzar, poco a poco, la totalidad del globo. El primer gran impulso hacia una efectiva mundialización planetaria se produce en el siglo XV y XVI cuando -por la creación de nuevos y potentes medios de transporte (la carabela)- se dan las condiciones que posibilitan la expansión del capitalismo europeo hacia Africa, Asia y América por la navegación oceánica. En el siglo XIX se da un nuevo impulso con el ciclo del colonialismo europeo hacia Africa y Asia. Pero es en el siglo XX cuando, por la fuerza de las nuevas tecnologías en la industria, los transportes y sobre todo en la revolución de las comunicaciones, la unificación del mundo se acelera exponencialmente. Es en este largo e ininterrumpido proceso, sólo en los últimos quince años, cuando podemos localizar eso que los neoliberales llaman «globalización», que no es pues más que un aspecto parcial, referido fundamentalmente a la unificación planetaria de los capitales financieros, que viajan de una a otra parte del mundo gracias a las facilidades de comunicación telemática, liberados de las trabas para el movimiento de capitales, y muchas otras consecuencias que se agrupan en torno a este fenómeno central. Sociológicamente hablando, la mundialización consiste pues en la transformación de la sociabilidad humana: grupos humanos que desde siempre vivieron en sociedades separadas y mutuamente desconocidas, son arrollados por ese proceso que los pone en relación y les hace afectarse mutuamente, apareciendo «nexos sociales» nuevos, cada vez más fuertes y amplios. La articulación de todos esos nexos va generando poco a poco una sociedad mundial unificada. Cada vez más tenemos la impresión de estar todos viviendo no sólo ya en el mismo planeta sino realmente en «un mismo mundo», en una misma sociedad mundial, mundializada. Los aspectos económicos de este proceso -mirados sobre todo desde la perspectiva de la «globalización» neoliberal- son los más conocidos. Pero, ¿hay otros aspectos dentro de la mundialización? Y concretamente, ¿qué efectos tiene este proceso de mundialización sobre la religión, sobre las religiones? Es lo que queremos estudiar en este capítulo. 1. La mundialización obliga a las religiones a convivir En el siglo XX, y sobre todo en su segunda mitad, el mundo se ha transformado radicalmente, y ha colocado a las religiones en un escenario totalmente diferente. Veamos unos datos significativos comparando el EEUU de 1893, cuando se celebró el Parlamento Mundial de las Religiones del Mundo, en su primera edición, en Chicago, con el EEUU de hoy Al Parlamento de las Religiones de 1983 no fue posible que asistiera ningún practicante de la religión del zoroastrismo, pero hoy día en EEUU hay unos 10.000 seguidores de Zaratustra. En aquel Parlamento los musulmanes sólo pudieron estar representados por un único delegado -converso del anglicanismo-, mientras que hoy sólo en Chicago son 250.000 y en todo el país son más que los episcopalianos, que los presbiterianos o que los judíos. También, sólo un único delegado del jainismo se logró que participara en el Parlamento de 1983, mientras que hoy el jainismo tiene 70.000 seguidores en EEUU. Si la delegación hindú al Parlamento de 1983 resultó ser toda una atracción exótica que llamó poderosamente la atención de la prensa, hoy los hindúes son en EEUU más de un millón, de ellos 100.000 en el área del gran Chicago. Si un budista como Anagarika Dharmapala produjo aún asombro, como una figura llamativa por su religión, hoy EEUU cuenta con más de 4 millones de budistas, 155.000 de ellos en Chicago, existen 28 organizaciones budistas diferentes que abarcan todas las ramas del budismo, y la mayor ciudad budista del mundo no está en Asia, sino en EEUU: Los Angeles2. «EEUU se ha convertido en el país religiosamente más diverso del planeta»3. «Toda religión conocida por la humanidad está en EEUU: más de doscientas de ellas»4. En EEUU, por su condición de «centro» de la sociedad mundial actual, se reflejan los movimientos de la periferia. Lo que allí ocurre es lo que ocurre un poco por todas partes. La unificación de todas las sociedades del mundo, por efecto de la mundialización, hace que, como en EEUU, las religiones del mundo hayan entrado definitivamente en contacto, un contacto masivo, intensivo e inevitable5. Ya no pueden ignorarse. No pueden dejar de verse todos los días. Y, queriendo o sin querer, se ven obligadas a «vivir en sociedad», a convivir, a compararse, a confrontarse, a afectarse mutuamente. 2. La mundialización provoca en las religiones un «intradiálogo» Esta confrontación de religiones no se da en el aire, ni se da entre las autoridades institucionales de las religiones, sino sobre todo en el corazón de los adherentes de cada religión, que se ven confrontados por la presencia de las otras religiones. Desde siempre, hasta ayer mismo, cada religión se ha presentado a sus adherentes como la «única» verdadera y casi como la única existente. En el marco del aislamiento de las religiones, esta pretensión era acogida sumisamente por sus «fieles», que no conocían prácticamente ninguna otra religión. Ahora, en esta obligada convivencia que la mundialización impone a las religiones, los creyentes descubren que su religión no es la única, conocen a otras personas de otras religiones, y las ven tan llenas de amor y de fe como las de la propia religión, y comienza a hacérseles extraño que la propia pueda ser «la única religión verdadera ». Es decir: la convivencia masiva de las religiones -fenómeno nuevo en la historia- desata un proceso de revisión y reinterpretación del sentido mismo de las religiones, de su unicidad y de su relación, proceso que se da ante todo en el corazón de sus adherentes, y que es llamado comúnmente «intradiálogo»6. Antes que el diálogo entre las religiones se da el diálogo dentro de las religiones. Antes que el diálogo intrarreligioso se da el «intradiálogo»7, ese diálogo consigo mismo por el que el creyente pone en cuestión y en crisis sus propias creencias, aceptando la posibilidad de una nueva comprensión, una reinterpretación y hasta de un cambio o conversión. Afectadas por su nueva forma de proximidad, las religiones están transformándose permanente y silenciosamente en el corazón de sus fieles, aun antes de que sus autoridades decidan cambios, reinterpretaciones o lleguen a entablar conversaciones de diálogo interreligioso. ¿En qué consiste este cambio de las religiones en el corazón mismo de sus fieles? Respecto a las religiones, se ha hecho célebre el ya citado dicho de Max Müller: «quien conoce una, no conoce ninguna»8. Parece que Müller tomó la idea de Goethe, que se refería al estudio del idioma: sólo quien conoce otro idioma aparte del suyo materno, conoce verdaderamente lo que es un idioma; conociendo sólo uno, el materno, no se conoce realmente lo que es un idioma, porque no se toma conciencia de lo que son sus estructuras, sus peculiaridades, su contingencia, su arbitrariedad... Igualmente, sólo quien conoce otra religión se da cuenta de lo que es la religión en sí misma, de su dependencia cultural, su idiosincrasia particular, incluso sus limitaciones... No se pertenece igual a una religión antes que después de haber conocido otra u otras religiones. Cuando se conocen varias es como si se llegara a conocer lo que hay tras los bastidores de las mismas, lo que no se ve cuando no se ha salido del interior de cada una. No sólo los viajes y la convivencia física con otras religiones favorece hoy el contacto entre las religiones; los mismos medios de comunicación social, de un modo diríamos «virtual», nos obligan a convivir con las demás religiones, pues los estudios interculturales, los reportajes sobre religiones cercanas y lejanas, conocidas o exóticas, son un tema de televisión educativa muy difundido, elaborados frecuentemente con buenos análisis antropológicos, culturales, sociológicos... La religión es hoy día un tema de estudio muy popularizado, que hace ya casi imposible la «inocencia religiosa», lo que llamábamos «la fe del carbonero»... Debemos suponer que toda persona de hoy, medianamente informada, ha desarrollado con mayor o menor intensidad dentro de sí el «dialogo intrarreligioso», que es, sin duda, un elemento que está transformando lenta pero profundamente la conciencia de las religiones. Notas 1 John GALTUNG, La llaman globalización… pero es norteamericanización, Agenda Latinoamericana 2002, p. 169. 2 Datos del informe del «Chicago Tribune Magazine» del 29 de agosto de 1993. 3 ECK, Diana L., A New Religious América. How a ‘Christian Country’ Has Become the World’s Most Religiously Diverse Nation, HarperCollins, New York 2001, p. 4. 4 TEASDALE, Wayne, The Mystic Heart, New World Library, Novato, California, 1999, 16. 5 TORRES QUEIRUGA, El diálogo de las religiones, Sal Terrae,Santander 1992, p. 37; ID, La revelación de Dios en la realización del hombre, Cristiandad, Madrid 1987, p. 390. 6 No todavía un diálogo entre religiones, «inter-religioso», sino un diálogo del creyente individual o de la comunidad creyente consigo mismos, dentro de la propia religión: un «intra-diálogo». Este diálogo o revisión o cuestionamiento interior es la mejor preparaciónpara el diálogo interreligioso propiamente dicho. 7 R. PANIKKAR, Il diálogo intrareligioso, Citadella Editrice, Assisi 1998, 115. 8 F. M. Müller, Introduction to the Science of Religions, Londres 1873, p. 16 Fuente: Teología del pluralismo religioso: Curso sistemático de teología popular

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