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lunes, 19 de diciembre de 2016

Mosul, sin noticias de la guerra

Un soldado iraquí dispara durante los enfrentamientos contra el IS, en Al-Qasar. REUTERS
La campaña para arrebatar Mosul al IS se estanca ante la numantina resistencia de los yihadistas y la presencia de un millón de civiles
La imprevista entrada en escena de las milicias chiíes, clave en el cambio de estrategia y el asedio de la ciudad
Dos meses después del inicio de las escaramuzas, la ruta hacia Mosul se halla completamente atascada. Los generales iraquíes que una vez imaginaron un rápido camino hacia la segunda ciudad de Irak se niegan ahora a pronosticar la toma definitiva de la urbe. Y la promesa del primer ministro iraquí Haidar al Abadi de hacerse con el control de la villa antes de fines de este año ha caído en saco roto. "No puedo decir una fecha para la liberación. El tiempo es importante pero proteger a los civiles aún más", declara a EL MUNDO el general Najim al Yaburi, al mando de las operaciones del ejército en la provincia de Nínive, cuya capital es Mosul. "No será una guerra infinita pero no tenemos más remedio que avanzar con gran cautela", agrega el uniformado.
La climatología también parece haber dado la espalda a una campaña integrada por unos 100.000 hombres, entre miembros del ejército iraquí, la policía federal, los 'peshmerga' (tropas de la región autónoma del Kurdistán iraquí), las milicias chiíes o las tribus suníes contrarias al IS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés). "Hay mal tiempo y fuertes lluvias. Las refriegas se han reducido pero no estamos parados", replica Al Yaburi. Hace una semana el frente este, que se internó en el callejero urbano a finales de octubre, cosechó unos tímidos avances al hacerse con Al Qadisiya al Ula y Al Murur, dos pequeños barrios donde se habían atrincherado las huestes del autodenominado Estado Islámico.
A pesar de los progresos, las unidades antiterroristas iraquíes tan solo han arrebatado a los yihadistas la mitad de la orilla oriental de una villa atravesada de norte a sur por el río Tigris. Y han sufrido dolorosos retrocesos como el registrado a principios de este mes con el repliegue del hospital Al Salam tras una severa contraofensiva del IS. "El Daesh [acrónimo en árabe del Estado Islámico] está moviendo a los terroristas a través de los frentes según los ataques que recibe. El problema son los civiles atrapados en sus dominios y el uso que están haciendo de la artillería pesada", reconoce Al Yaburi. Un millón de almas resiste en el callejero, incapaces de escapar de las zonas bajo el yugo del grupo que declaró el califato en junio de 2014. Desde el comienzo de las operaciones, apenas 90.000 habitantes de Mosul han logrado cruzar las líneas enemigas y buscar refugio en campamentos de desplazados.
La población que habita aún las calles de la urbe teme un largo asedio como el que ya sufrió Faluya, donde las hojas se convirtieron en alimento y el mobiliario de las viviendas en leña. El fuego cruzado dañó hace semanas el suministro de agua potable empeorando un sombrío porvenir provocado por la carestía de comida, la falta de electricidad y combustible y recrudecido por la llegada del invierno.
Uno los acontecimientos que explican la larga agonía que se cierne sobre Mosul acaeció a finales de octubre cuando las milicias chiíes de 'Hashid Shaabi' (Movilización popular, en árabe) forzaron un cambio de la estrategia trazada para capturar la ciudad al lanzar una operación en el flanco oeste con el objetivo de cortar la conexión del IS con sus enclaves en la vecina Siria. "El 25 de octubre el plan inicial fue modificado. Las milicias se lanzaron a sitiar Mosul y una semana después Abu Bakr al Bagdadi llamó a sus acólitos a resistir", explica a este diario Hashem al Hashimi, asesor de seguridad del Gobierno iraquí. Selladas todas las vías de escape, el corredor que habría permitido a los combatientes huir hacia Siria y admitir la derrota -barruntado por las autoridades iraquíes y la coalición internacional que lidera Estados Unidos- se desvaneció completamente. El autoproclamado califa difundió entonces una arenga que sorprendió a los expertos en un movimiento que previamente se había retirado sin ofrecer demasiada resistencia de otras plazas como Sinyar o Tikrit.
En Mosul, en cambio, sus combatientes han seguido a pies juntillas la orden de sus superiores. "Están plantando cara con mucha violencia. Nos han lanzado hasta 150 coches bomba, que es su principal arma. Disponen de armamento moderno y soldados profesionales y entrenados", subraya en conversación con este diario Mohanad al Aqadi, a cargo de la oficina mediática de 'Hashid Shaabi'. "Al menos ahora solo aspiran a defenderse y no tratan de recuperar los pueblos perdidos", agrega el uniformado. Respaldadas por Irán, las milicias chiíes se hallan en las inmediaciones de Tal Afar, a unos 60 kilómetros al oeste de Mosul, y se han propuesto limpiar la vasta franja que el IS aún ocupa en la frontera con Siria y desde la que puede llevar a cabo contraofensivas.
En un intento de quebrar la parálisis, Washington anunció recientemente el envío de 1.700 nuevos paracaidistas. En mitad de una contienda en pausa, el mutismo rodea el número de bajas que han causado las embestidas yihadistas. Según fuentes de seguridad, unos 2.100 yihadistas han sido liquidados. En su informe mensual, la misión de la ONU en Irak estimó que 1.959 miembros de las fuerzas de seguridad -entre soldados iraquíes y kurdos- habían caído a lo largo de noviembre. La elevada cifra suscitó una airada reacción de Bagdad y forzó la renuncia del organismo internacional a publicar a partir de ahora el balance de bajas. Sin noticias de los frentes que tratan de abrirse paso, el general Stephen Townsend, comandante de la coalición internacional, divulgó hace unos días su nuevo pronóstico: "Creo que el trabajo en Mosul se prolongará unas cuantas semanas más, quizás un par de meses". La salida de un territorio que los adláteres de Al Bagdadi han administrado durante más de dos años abrirá entonces otra peligrosa e incierta fase de la guerra contra el califato.

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