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martes, 5 de junio de 2012

¿2012 profecía o pronóstico astronómico?

¿2012 profecía o pronóstico astronómico? Créditos: QUO Viernes 25 de mayo de 2012 Por: Verónica Guerrero Mothelet La cuenta calendárica maya no hablaba del fin del mundo, asegura arqueoastrónomo. No se va a acabar el mundo —bromea—, pero sucederá un fenómeno astronómico sumamente atractivo que, en lo particular, pienso que pudieron haber observado los mayas”, dice el arqueoastrónomo Jesús Galindo Trejo, del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM. Se trata del tránsito de Venus a través del disco del sol. Este fenómeno, cuando ocurre, se repite 8 años más tarde, pero después de eso hay que esperar cerca de 120 años para que suceda otra vez. Es decir, en este momento no hay ningún ser humano que haya visto el anterior tránsito de Venus. En el 2004 se observó principalmente en África y Europa, y sólo ligeramente en la costa del Atlántico americano. En el caso de México, nada más podría haberse observado en la península de Yucatán, y únicamente durante seis minutos, pero el clima no lo permitió. Su planteamiento de que los mayas pudieron haber observado algún tránsito de Venus partió de un proyecto del IIE en Mayapán. Como arqueoastrónomo, Galindo se dedica a aclarar si los motivos en pinturas y esculturas tienen alguna relación con lo que sucede en el cielo. Hace algunos años, acudió con sus colegas a las ruinas de Mayapán, donde existe una pirámide llamada El castillo, parecida a la de Chichén Itzá, aunque más pequeña. Y aunque la calidad de la arquitectura y de sus piedras no es la misma, es muy importante, porque fue la última gran capital prehispánica en Yucatán. Adosado a esta pirámide hay un mural, en cuyos lados y con orientación oeste-este hay varios soles, flanqueados por personajes con instrumentos que parecen lanzas, y dentro de cada sol aparece otro personaje sumergiéndose. La cuestión era que, debido a la orientación del mural, el sol nada más podía iluminar la pintura angularmente en dos fechas del año: el 9 de abril y el 12 de septiembre. Eran fechas aparentemente sin significado astronómico, pero 400 años antes que los mexicas, ya eran consideradas por los mayas de igual modo que en el Templo Mayor. En opinión del especialista, la respuesta podría ser que a partir de estas coordenadas, el paso del sol exhibe un ciclo de avance de 73 días hasta llegar al solsticio de verano. A continuación, muestra un retroceso de otros 73 días. Para entonces, 2 de septiembre, el disco solar reanuda su paso hacia el lado sur del horizonte poniente hasta llegar al solsticio de invierno, y de allí regresar lentamente al lugar inicial en un ciclo final de tres veces 73 días, o 219 días. Esta cifra, 73, que corresponde a la quinta parte de 365, aparece una y otra vez a lo largo de las edificaciones prehispánicas de México. Desde luego, “quien no conoce el trasfondo calendárico de Mesoamérica, no lo entendería nunca”, apunta Galindo, y añade que ese 73 es el número que cierra la ecuación básica del calendario maya, o rueda calendárica, en donde la cuenta solar y la cuenta ritual, que comenzaron al mismo tiempo, vuelven a coincidir después de 52 años, cuando la cuenta de los días ha dado 73 vueltas. Probablemente esto fue lo único que motivó a los mesoamericanos para orientar sus construcciones con base en esas fechas, porque es como una demostración de que la obra del soberano está en armonía con los principios básicos del calendario, es decir, con las deidades”. Pero además de la incógnita sobre la orientación del mural, los expertos que estudiaban las inscripciones mayas sintieron curiosidad por saber quién era ese personaje que se encontraba adentro de las imágenes del sol. Al principio, Galindo planteó posiblidades: manchas solares, Mercurio o Venus. Después de realizar una serie de investigaciones, concluyó que podía ser Venus. Para él, este planeta pudo ser observado en un tránsito solar por los mayas porque en esas tierras, sin montañas, llega un momento en que puede verse la puesta del sol directamente. Asimismo, la investigación arrojó que la pintura mural fue hecha entre 1300 y 1400. Al revisar el ciclo de Venus durante esa época, se confirmó que se habían producido cuatro tránsitos de Venus, o pasos del planeta, frente al disco solar. Dos sucedieron a mediodía, por lo que fueron descartados, pero otros dos se produjeron hacia la puesta del sol, y pudieron haber sido observados a simple vista”, precisa. Ya que en 2004 Galindo no pudo confirmar su hipótesis, su intención es acudir a la pirámide de Mayapán el 5 de junio de 2012, cuando el tránsito de Venus podrá observarse en todo el país, ya que se prolongará hasta la puesta del sol. La idea es intentar observarlo desde Mayapán y ver si puede advertirse a simple vista, sin filtros”. De ser así, se comprobaría uno de los más grandes avances de la astronomía mesoamericana, aunque hay que ser cautelosos “porque esto es tan emocionante que se puede perder el piso y atribuirles hechos que no son verdaderos”, concluye

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