AMENAZA YIHADISTA Musulmanes en el mundo
La hipocresía de dictadores y ulemas árabes
Caricaturistas y partidarios del IS se enzarzan en las redes sociales
Así ve el caricaturista turco Taner Ozek el ataque contra 'Charlie Hebdo'. EL MUNDO
Los disparos que, en nombre de Alá, enmudecieron ayer la redacción de Charlie Hebdo resonaron a lo largo y ancho del mundo musulmán, poco aficionado a la sátira irreverente del semanario francés. El eco volvió a vocear las colosales contradicciones que asolan la tierra de Mahoma, donde el radicalismo religioso y los regímenes autocráticos han enterrado cualquier libertad.
Dictadores y ulemas no tardaron en condenar el ataque y se esforzaron, una vez más, en desvincularlo de las enseñanzas coránicas. Como dicta la tradición, las reacciones se sucedieron sin miedo a sonar hipócritas: desde la medieval monarquía saudí, en cuyos pupitres amueblaron sus cabezas los pistoleros, al Estado egipcio, que mantiene entre rejas a una docena de periodistas por ejercer la libertad de expresión, pasando por Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní que desde la publicación de las caricaturas satíricas contra el profeta ha litigado en los foros internacionales por el reconocimiento del delito de blasfemia.
Unos y otros trataron de barrer para casa. Riad -donde rige una fundamentalista versión de la sharia (ley islámica) que condena a las mujeres a una infancia eterna y los tribunales despachan decapitaciones- calificó el asalto de "cobarde" y recordó que la violencia es rechazada por todos los credos, incluido el islámico. Una repulsa similar se escuchó en Emiratos Árabes, Bahréin, Marruecos, Argelia, Jordania y la Liga Árabe. Para Qatar, acusada de haber financiado a milicias islamistas en Siria y Libia, el atentado contradice los valores musulmanes. Y Egipto, el país más poblado del mundo árabe, expresó su solidaridad con París. Enfrascado desde hace año y medio en su propia batalla contra el islam político de los Hermanos Musulmanes, repitió su deseo de coordinar la lucha internacional contra el terrorismo. "Su blanco es la seguridad y la estabilidad mundial", declaró el ministro de Exteriores Sameh Shukri.
El caricaturista tunecino Z ante el ataque
En Túnez, el único lugar de la región donde la primavera ha echado raíces, el presidente del partido islamista Ennahda Rachid Ganuchi censuró "enérgicamente" la embestida así como a "sus autores, instigadores y patrocinadores". En la calle árabe, cuatro años después de unas revueltas fallidas, no hubo reacciones ni manifestaciones multitudinarias. En las florecientes redes sociales, en cambio, las respuestas llegaron de lados contrapuestos. Cuentas de Twitter afines al IS celebraron la arremetida en "venganza" por la implicación gala en los ataques aéreos sobre Irak. "Esto demuestra que el IS puede golpear Europa siempre que lo desee", se jactó un internauta mientras otro divulgaba la imagen trucada de una enseña yihadista sobre la torre Eiffel. Desde su residencia londinense, el clérigo radical Anjem Choudary -que concedió en septiembre una polémica entrevista a EL MUNDO- justificó el acto: "¡Los musulmanes aman al profeta Mahoma más que a sus padres, hijos e incluso que a ellos mismos! ¿Por qué la gente no lo comprende?".
La réplica a la barbarie la escribió la élite con aspiraciones de libertad, sepultada por militares e islamistas. Conocidos caricaturistas árabes, rostros del descontento juvenil que agita la región, publicaron sus viñetas de luto y rabia. "Nunca fui fan de Charlie Hebdo. Dudo que encuentre a un musulmán que lo sea pero asesinar a alguien por su ideología es algo que ningún musulmán haría", explicó a este diario Jalid al Baih, dibujante sudanés afincado en Qatar.
Dictadores y ulemas no tardaron en condenar el ataque y se esforzaron, una vez más, en desvincularlo de las enseñanzas coránicas. Como dicta la tradición, las reacciones se sucedieron sin miedo a sonar hipócritas: desde la medieval monarquía saudí, en cuyos pupitres amueblaron sus cabezas los pistoleros, al Estado egipcio, que mantiene entre rejas a una docena de periodistas por ejercer la libertad de expresión, pasando por Al Azhar, la institución más prestigiosa del islam suní que desde la publicación de las caricaturas satíricas contra el profeta ha litigado en los foros internacionales por el reconocimiento del delito de blasfemia.
Unos y otros trataron de barrer para casa. Riad -donde rige una fundamentalista versión de la sharia (ley islámica) que condena a las mujeres a una infancia eterna y los tribunales despachan decapitaciones- calificó el asalto de "cobarde" y recordó que la violencia es rechazada por todos los credos, incluido el islámico. Una repulsa similar se escuchó en Emiratos Árabes, Bahréin, Marruecos, Argelia, Jordania y la Liga Árabe. Para Qatar, acusada de haber financiado a milicias islamistas en Siria y Libia, el atentado contradice los valores musulmanes. Y Egipto, el país más poblado del mundo árabe, expresó su solidaridad con París. Enfrascado desde hace año y medio en su propia batalla contra el islam político de los Hermanos Musulmanes, repitió su deseo de coordinar la lucha internacional contra el terrorismo. "Su blanco es la seguridad y la estabilidad mundial", declaró el ministro de Exteriores Sameh Shukri.
La réplica a la barbarie la escribió la élite con aspiraciones de libertad, sepultada por militares e islamistas. Conocidos caricaturistas árabes, rostros del descontento juvenil que agita la región, publicaron sus viñetas de luto y rabia. "Nunca fui fan de Charlie Hebdo. Dudo que encuentre a un musulmán que lo sea pero asesinar a alguien por su ideología es algo que ningún musulmán haría", explicó a este diario Jalid al Baih, dibujante sudanés afincado en Qatar.
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